Hacer dinero

El lunes comencé un proyecto algo disparatado (¿acaso no lo son todos los que hago?) que se titula «Hacer dinero».

Consiste en recortar billetes poéticos con las dimensiones de los billetes de euro (5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500) de las páginas de una de las enciclopedias que más tiempo en mi vida me ha acompañado y que, finalmente, no tiene más validez (desde el punto de vista utilitario) que la de convertirse en polvo, como yo algún día.

Es curioso que esté comenzando este proyecto (o no tan curioso, después de todo) en un periodo en el que estoy especialmente preocupado por mis finanzas.

Y hablando de finanzas, fue muy muy divertido atender a una de tantas llamadas no deseadas que preguntan por el Señor Giusseppe para ofrecerle, con una cálida voz de acento extranjero, la posibilidad de adquirir criptomonedas en el mercado financiero internacional.

No pude substraerme a la posibilidad de contarle que, justo cuando me estaba llamando, estaba midiendo la caja de texto de las páginas del diccionario donde voy a proceder a recortar mis propios billetes, que me parecen tan verdaderos como los que actualmente están en curso y sostenidos por reservas internacionales. Sí, más o menos sé en qué consiste «el dinero» y no tengo un problema con ello. Pero ¿y si todo eso que damos por incuestionable fuese cuestionable? ¿Naciones, Estados, Economía, Finanzas, Dinero, Capital, Mercado, Reservas, Patrón-Oro, Patrón-Dolar…?

Se lo comenté en serio, intentando que no se lo tomase como una burla, ni como una ridiculización de un trabajo que está haciendo que sé lo tedioso que es y lo desesperante que puede llegar a ser. Pero supongo que tiene el protocolo esperable de no perder tiempo con quien, obviamente, no va a contratar productos financieros como criptomonedas en el mercado internacional.

Otro dilema interesante que está planteándome este proyecto es el de optimizar la cantidad de papel de la caja del libro para producir la menor cantidad de papel no utilizable (aunque puedo hacer marcapáginas, posiblemente). Es un problema topológico y de optimización matemáticamente resoluble, pero no quiero afrontarlo sólo desde la perspectiva del cálculo, sino desde la optimización, también, de los cortes a realizar y algunas otras cuestiones que irán surgiendo a medida que me ponga a ello y que ahora mismo, aunque me niegue a creerlo, no puedo prever.

En 2023 quiero convertirme en un banco de dinero poético.

¿Qué es el dinero poético?

Esta cuestión la debatiré otro día.

Feliz 2023 7x17x17

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Esta fue mi felicitación navideña de este cambio de año del señor nuestro dios… o sea, una fecha arbitraria como otra cualquiera, que buenamente podría ser laica.

Hoy he comenzado el día viendo este vídeo sobre calendarios (de calendas) que siempre me intrigan, esa extraña necesidad de cuantificar en números enteros y sencillos algo que no lo es en absoluto: el paso del tiempo.

Abdominales

En mitad de la noche me despierto y creo que algunas de las tonterías que estoy pensando tienen alguna validez literaria, y luego soy consciente de que la única validez es la ocurrencia, la inmediata aparición de una imagen feliz o un juego divertido de palabras.

Sirve en redes sociales y sitios similares para dar la impresión de que tengo ingenio, pero tan solo es un destello en mitad de la oscuridad.

El otro día escribí esta tontería al lado de la cama, sobre un cuaderno que tengo abierto para poder anotar estas pequeñeces (alguna vez, tan solo alguna vez, ha merecido la pena para algo más que para una entrada de este íntimo diario público):

Entre
abdominales
y
abdomen ales
median
tan solo
unas cervezas.

Quizá lo más interesante de la nimiedad fuese la aparición del verbo mediar que no suelo utilizar:

mediar Del lat. medi?re. Conjug. c. anunciar. 1. intr. Dicho de una cosa: Llegar aproximadamente a su mitad. Mediaba el mes de julio. 2. intr. Interceder o rogar por alguien. Mediará por él en el juicio. 3. intr. Actuar entre dos o más partes para ponerlas de acuerdo en un pleito o negocio. Medió entre los dos vecinos. En la venta del piso medió un agente inmobiliario. 4. intr. Participar o intervenir en algo. En el cambio climático media la mano del hombre. 5. intr. Existir o estar entre dos personas o cosas. Entre las dos ciudades media una gran distancia. 6. intr. Dicho de una cosa: Ocurrir entre dos hechos o dos momentos. Entre estos dos hechos medió su llamada. 7. intr. Dicho del tiempo: Transcurrir entre dos hechos o dos momentos. Medió un mes entre sus visitas. 8. tr. Hacer que algo llegue más o menos a su mitad. Medió el vaso de un sorbo. 9. tr. p. us. Intervenir en algo. Ellos, como miembros de justicia, mediaron la causa y fueron árbitros de ella.

Cena de Navidad Poética

Organizar una velada de cena navideña con las casi 40 personas que asisten actualmente a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 es algo que parecía una tarea titánica, pues tener en cuenta las diferencias en cuanto a días disponibles, a horarios posibles, a casuísticas varias, amén de las necesidades gastronómicas de cada cual (vegetarianismo, celiaquía, intolerancias…), sin olvidar no subir de precio innecesariamente a pesar de las fechas que ocupamos.

Lo hemos conseguido después de varios restaurantes pre-seleccionados como fueron:

1.- Restaurante Portomarín, que fue el primero que se me ocurrió por si no había sitio en otros lugares. Éramos un grupo muy numeroso y los espacios en Madrid (centro) se llenan con lo que había que tener una red de seguridad de un espacio «econonómico» y grande.

2.- El precioso Nanai que se autoproclama espacio cultural y cuyo pequeño escenario nos habría brindando la posibilidad de hacer un minirrecital íntimo, pero que subió el precio (casi 60€/persona) pues no le salíamos rentables. Lógico: estas fechas…

3.- Una opción nipona: Oishii Sushi & Ramen garantizaba opciones veganas, sin gluten… buen precio, divertido, pero el lugar que nos proponían para más de 25 personas no era muy agradable para salir en fotografías con las que presumir en redes sociales y esas cosas.

Por último, me decanté casi por accidente (paso todos los días delante y ni lo había pensado) por un restaurante italiano llamado Pizza Emporio, que está justo enfrente de uno de la famosa franquicia presuntuosa.

No tenía ni siquiera página web en funcionamiento (pizzaemporio.com te lleva a un dominio inexistente), pero como podía hablar en persona con quien lo gestionaba, me personé en el local y concretamos la posibilidad de tener un menú por 23€/persona que incluía multitud de opciones.

Fue un enorme acierto y la gente estuvo encantada del encuentro que hacía más de 2 años que no podíamos organizar por motivos obvios. No sé si repetiremos, pero es bastante probable que se convierta en un lugar a tener en cuenta para eventos de estas características porque el personal fue amable, los precios estuvieron muy ajustados a lo esperado con bebidas extra, no escatimaron agua para quien la pidió, sin coste, y nos hicieron la fotografía que encabeza esta entrada en este diario, hoy, cuando puedo además agradecer a todas las personas asistentes su agradecimiento hacia mí y, también, su tolerancia con pequeños inconvenientes que siempre pueden surgir.

Les ofrecí un par de ejercicios poéticos que espero que sigan manteniendo algo de la buena energía que se generó en la cena:

Repartir un cuaderno en el que ir escribiendo poemas (o lo que se quisiese) a lo largo de la noche pasándolo a quien tuviésemos cerca.

Llevé un libro de Federico García Lorca muy personal para mí: era el primer libro de poesía que había comprado por mi cuenta en una librería en Colmenar Viejo allá por los inicios de los años 80. Me ha acompañado desde entonces, pero quería compartirlo en un proyecto de intervención que consiste en que cada persona lo tenga consigo una semana y lo «intervenga» de alguna manera hasta que dé la vuelta completa a la mesa (a quienes estuvimos en ella ese 9 de diciembre de 2022) o se pierda en sus manos que al fin y al cabo es lo más probable y son buenas manos para que un libro de poesía se extravíe de por vida.

El desapego ha sido difícil, pero también emocionante en varios sentidos de la palabra.

El mundo se ha vuelto loco (y es divertido)

El lunes, mientras escuchaba mi lista preferida de reproducción de Spotify, de Benito Lertxundi, que siempre escucho cuando llueve, me saltó la publicidad con un anuncio que me hizo hecho reír por lo inverosímil que me pareció:

¿NO PUEDES DISFRUTAR DE TUS DORITOS® MIENTRAS JUEGAS?
PUES ESO SE ACABÓ
TE PRESENTAMOS EL SOFTWARE CAPAZ DE CANCELAR EL CRUJIDO DE LOS DORITOS® DURANTE TUS PARTIDAS.
¡DESCÁRGATELO Y FLIPA!

Pero parece ser que es cierto. Hay un software que te entregan, vía rellenar un formulario que no pienso completar, que cancela el ruido de los mordiscos de unos aperitivos cuyo único interés es su crujido. Es decir, que sería más interesante comer, pongamos por caso, un poco de lechuga, o un tomate, que no crujen, para que no nos molesten mientras jugamos.

Menos mal que no juego a esas cosas para las que el crujido es tan problemático. ¿No se puede, sencillamente, prescindir de comer esos pedazos de plástico recauchutado mientras se juega y esperar a un poco después o parar el juego?

Vivimos una sociedad que cada día comprendo menos… y ha dejado de importarme.

🙁

Tener dinero y no saber usarlo

Tenemos un dinero inesperado
y queremos usarlo
para renovar
mobiliario
y no sabemos usarlo.

Nos decantamos por comprar algo
y según llegamos a casa
pensamos
que no lo necesitamos.

No pensamos que las compras
no se basan en la necesidad
salvo contadas ocasiones.

Nos decantamos por comprar algo
y nos plantea el problema
de qué hacer
con lo que sustituimos.

No pensamos que las compras
justifican la obsolescencia
que queremos creer programada.

Nos decantamos por comprar algo
y para poder usarlo
necesitamos comprar otro algo
que tampoco necesitábamos.

No pensamos que las compras
están organizadas como un dominó
y está cayendo la primera ficha.

Tenemos un dinero inesperado
que estamos seguros
de que
(por suerte y privilegios)
no nos va a hacer más felices.

No tengo cuenta de twitter

Facebook está de capa caída.
Instagram es el auge del postureo.
Whatsapp es un correo electrónico privado.
Twitter dicen que es la red del enfado.
Tic-Toc genera adicción.
Youtube tiene mucha publicidad.
Google no tiene plus.

El enfado no me va a pillar por banda
para aumentar el descontento.

No quiero publicar vídeos
de menos de 9 minutos
porque no soy muy guapo.

Me cuesta usar Instagram
sin boicotearlo.

Hoy pensaba
que cualquier día
dejaré de usar Facebook
en el ordenador
ya que no lo uso en el móvil
y me olvidaré de esas absurdas
advertencias sobre posibles estafas
por suplantación de cuentas.

Si alguien
alguna vez
suplanta mi cuenta de twitter
seguramente no me enteraré
porque no tengo tal cosa.

La de linkedin la di de baja
por ausencia de propósito.

Esta internet 2.0
es una calamidad.

Atípico

Hace años vimos la serie Atypical donde un adolescente con autismo está listo para enamorarse, pero para comenzar a salir y encontrar el amor, necesita ser más independiente. Las consecuencias sobre la gente de alrededor (como por ejemplo su hermana) son mostradas con mucha delicadeza, pero realismo, lo que dota a la serie de una mirada integral que permite vislumbrar lo que es vivir siendo alguien «en el espectro», como se suele denominar a quien tiene algún grado de autismo, pero a su vez cómo es vivir con alguien así.

El autismo está dentro de otros «síndromes» o «trastornos», como el caso del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), o el asperger, que agrupan a las personas en lo que se denomina «neuroatípicos» en oposición a los «neurotípicos». Es una terminología que huye de la mucho más simplista normal/anormal, esquivando el estigma peyorativo de la misma.

Una de las cuestiones importantes en el trato con personas neuroatípicas es lo que muestra el siguiente esquema:

Y es que en realidad hace recaer bastante esfuerzo de empatía y trato diferente en las personas neurotípicas alrededor de la misma, lo que no siempre es fácil de sostener, especialmente porque también las personas neurotípicas tienen sus necesidades y, en ocasiones, son contrarias a las que requiere o necesita una persona neuroatípica.

El viernes por la tarde tuve un encuentro de los que organizo de Té y Poesía (N’Clave de Po(esía)) y acudieron 5 personas que se autoidentifican como autistas. Es de agradecer que lo hagan público porque no siempre es evidente si se trata de un «trastorno» inevitable o un comportamiento inapropiado y corregible. No fueron hostiles, ni desagradables, pero «enrarecían» el ambiente con formas de actuar fuera de lo común, que requirieron una pequeña capacidad de comprensión por el resto.

Cada vez que me encuentro en la tesitura de coordinar colectivos que incluyen tanto personas neuroatípicas junto a neurotípicas siento una sensación extraña entre la aceptación de la diferencia y la intolerancia para proteger a quienes, dadas las circunstancias, a veces se sienten más ignoradas, como suelen ser las personas neurotípicas que han de comportarse atípicamente para que las personas neuroatípicas encajen en el grupo.

Obviamente se puede pedir (y en muchas ocasiones se obtiene) un esfuerzo de empatía para que no sientan rechazo quienes suelen recibir ese rechazo en una sociedad que deja de lado cualquier cosa que escape de una «normalidad» demasiado normativa. Pero hay que hacer equilibrios entre esa tolerancia y el egotismo que muchas veces las condiciones neuroatípicas implican.

Suelo ser altamente consciente de algunas dificultades de las personas neuroatípicas y tratarlas con especial cuidado, pero a veces corro el riesgo de atraer a este tipo de personas espantando (sí, es algo espantoso usar esa palabra, pero es bastante apropiada) a las personas neurotípicas que son la base de mis talleres, por tanto, son la base de lo que garantiza un flujo de dinero que permita continuar teniendo reuniones a las que pueda acudir cualquier persona independientemente de su tipicidad.

Existiría la opción de organizar reuniones separando a las personas por su característica neurotipicidad, pero es una forma suave de segregación que procuro evitar.

En ocasiones siento que tendría que tener una formación básica sobre cómo enfrentar este tema, pero está algo fuera de mi alcance dedicarle tiempo (y posiblemente dinero) al mismo.

El viernes me quedó una rara sensación y, sin embargo, las 5 personas autistas que vinieron disfrutaron una velada que quieren repetir. ¿Qué pasó con las otras 12 personas asistentes? ¿Cómo se sintieron? Es complicado que digan la realidad tal cual la vivieron pues hay cierta insensibilidad que no queremos mostrar en público, por aquello del comportamiento «neurotípico».

Independiente

Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy autosuficiente.
Soy incongruente.
Soy independiente.
Soy un dependiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy independiente.

Tengo necesidad de reafirmar
lo que soy
quizá
porque no lo soy.
Estas paradojas
psicoanalíticas
me desmoronan.

Soy independiente.

No copio y pego el texto
sino que lo escribo
letra a letra
letra a letra
letra a letra
tecleando
corrigiendo
y me siento orgulloso
de esta pequeña
insignificancia
que no demuestra
sino mi obsesión
por significar.

Soy independiente.
Soy independiente.
Soy.
Soy.
Soy.
Soy.

¡Qué palabra más extraña!

Primera persona del presente de indicativo del verbo ser.
Primera
persona
del presente
de indicativo
del verbo
ser.

Ser.
Soy.
Me desgrano.
Soy.
Ser.
Soy ser.
Soy.

Esto no es una broma