Vacunaciones de la élite

Las infantas (siempre pienso en Las Meninas velazqueñas) se han vacunado saltándose, como no podía ser de otra manera, el protocolo que aplica a los demás ciudadanos del país.

Pero lejos de suponer un problema, lo veo como un servicio público, pues tanto esta irregularidad como otras de los miembros de la élite (porque hay una élite, casi inalcanzable), están sirviendo para que nos demos cuenta de lo deseables que son las vacunas, disipando de una manera rastrera el debate antivacuna o negacionista, sin más que añadir que ponerse por delante para mostrar su egoísmo.

Y como de egoísmos va el tema: todo el mundo quiere, ahora, vacunarse también. Bueno, pues bienvenida sea la idea, pues ha de alcanzarse un mínimo del 70% de personas vacunadas para que una enfermedad sea erradicada y pueda haber gente que diga que no necesita vacunarse para estar a salvo… dentro de ese 30% o menos de otra élite diferente, o no tanto.

Y seguimos…

España

España ha perdido algo en el mundial de futbol
España está ganando algo con una ceremonia real
España ha perdido algo con la crisis
España está ganando algo de pobreza
España ha perdido algo de su ilusión por la vida
España está ganando algo de sobriedad
España ha perdido algo en la importancia social del arte
España está ganando algo en la importancia social de la religión
España ha perdido algo relacionado con la transparencia de los políticos
España está ganando algo relacionado con el populismo de los partidos
España ha perdido algo de fe en su democracia
España está ganando algo de fe en Nadal
España ha perdido algo color violeta
España está ganando algo color rojo sangre y fuego
España ha perdido algo
España está ganando algo
España ha perdido
España está ganando
España ha
España está
España
España
Es
ñ
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Abdica el Rey Juan Carlos I

Sí, hoy ha sido la impactante noticia del día, pero a mí qué me importa. Ante ¿Qué va a pasar ahora? solo me resta pensar que: continuidad, triste y sosa continuidad.

Va a sucederle su hijo, que ahora no será campechano, sino bien preparado y más o menos carismático… pero su hijo, su hijo…

Este es el quid de la cuestión: Felipe va a pasar a gobernarnos por una coincidencia genética reconocida públicamente. Por ADN (que es casi como decir por cojones: los que generaron el esperma que penetró hace tiempo en algún olvidado ovario de su jodida madre (hubo de ser jodida para ello, en aquel entonces)).

No merece la pena explicar el origen de las monarquías y su legitimación sanguínea como descendientes de otras ramas dinásticas… y, en última instancia, validados en su derecho al trono por el supremo religioso de turno.

No puede haber legitimación de una persona por su sangre sin hacer referencia a algún tipo de privilegio que deriva de una verticalidad que dirige la mirada a un ser superior. En resumen: no es compatible un estado laico con una monarquía.

Pero nos empeñamos en decir que vivimos en un país laico, lleno de excepciones, como consentir o obligar a celebrar fiestas de una única religión a lo largo del año, por no hablar del peso en la tradición.

Con respecto a la monarquía, también vivimos en un país que la adora, adora tener un rey, un hombre que cuida de la casa, como si no pudiese hacerlo una mujer, por supuesto, además de que el hombre en cuestión ha de ser «diferente», «superior», «ungido». No puedo ser yo.

Y esto no puedo entenderlo. Yo quiero ser rey.

Hoy veía el vídeo extraído de la película Templario que compartí en este diario hace tiempo sobre qué significa ser rey y recordaba que he escrito sobre esta estupidez anacrónica de man-tener una monarquía después de abolida la idea de que los seres humanos son diferentes dependiendo de su sangre…

Y no quiero entrar en si su familia real está imputada, ni en degradaciones personales sobre lo nefasto de su reinado. No me importa si lo hizo bien o mal, si se folló a su secretaria o a una enfermera o si su mujer tiene miedo a la oscuridad o se aburre o si caza elefantes o si su hija es una persona con síndrome de Dawn o si su hijo tiene canas o si no sabe hablar o si sí que sabe…

Simple y llanamente, creo que los individuos de un país laico son iguales ante la ley y no pueden tener un apartado dentro de la constitución para hablar de sus excepciones.

Creo que tendríamos que tener el derecho a elegir al representante del pueblo español, aunque fuese el mismísimo Jose María Aznar.

Y es que esta es otra de las razones por las que no acaba de haber el acuerdo necesario: no se trata de personas, se trata de roles. No debe existir el rol de monarca.

Y luego vienen las peticiones de firmas y los supuestos deseos de referendums… pero la dura realidad es que a la inmensa mayoría de los españoles les gusta esta gilipollez anacrónica de la monarquía y no van a dejar de votar a un partido por el hecho de que no tenga en su programa el firme deseo de modificar el modelo de estado.

Así que afrontémoslo: estamos solos ante el siguiente Borbón, descendiente de los Borbones que ocupan el trono de este país desde que lo hiciera Felipe V, descendientes de la rama francesa de la casa de los Capeto, a su vez descendientes de los Robertinos:

La Dinastía o Casa Robertina fue una casa noble de origen franco. Fue fundada por Roberto el Fuerte, conde de Blois y muerto durante una incursión normanda en el 866. Sus dos hijos, asentados en París con los títulos de condes, serían reyes de Francia con el nombre de Eudes I y Roberto I. Éstos lucharían contra los últimos reyes carolingios por el trono.

El hijo de este último, Hugo el Grande, Duque de Francia y Conde de París, llegó a ser el noble más fuerte de Francia, relativamente, pues en esta época el resto de nobles podrían poseer en la práctica muchos más recursos que el reyezuelo, puesto a dedo por los nobles por función meramente representativa, y prepararía la sucesión para su hijo Hugo Capeto en el trono. Este último daría origen a la Dinastía de los Capetos.

Y no tiene arreglo: Continuidad por apatía, pero también por falta de compromiso, por falta de responsabilidad… dos de las famosas «marcas españa».

Esto no es una broma