Vituperar

Puedo obsesionarme con una palabra, como el viernes pasado durante la lectura de los encuentros de Té y Poesía, en la que Alejandro Gallego leyó la palabra «vituperar».

A partir de ahí, en mi cabeza comenzó a rebotar tornándose vitoperar, a su vez bitoperar… y podría seguir así horas y horas, pero decido parar para poder concluir un pequeñito poema visual que incluya estas tres transformaciones:

VIT UPERAR
    OPERAR
BIT-OPERAR

que remite inmediatamente al hecho de que vituperar es operar con bits, operación binaria, operación de bien y de mal, de cero y uno.

Pero esas remotas remisiones son omisiones de la misión principal que tiene un poema. O todo lo contrario.

ogaño

Según la RAE

hogaño Tb. ogaño, p. us.
Del lat. hoc anno ‘en este año’.
1. adv. dem. En la época actual. La historia que narra esa novela bien pudiera acaecer hogaño. 2. adv. dem. La época actual. Con más previsión nos hubiéramos ahorrado los problemas de hogaño.

Acabo de buscar en el Diccionario de la RAE (no en el «mío»), la palabra hogaño para incluirla en un poema y me encuentro con que se puede escribir también OGAÑO, así, sin h. Me ha parecido algo descorazonador. De alguna manera, sé que toda palabra la puedo escribir como me dé la real gana y no la real academia.

Así, a partir de ahora, estoy por suprimir la hache en la palabra ache y a volar

Por cierto, el poema para el que buscaba la palabra es un haiku de lo más banal, como bien corresponde al género:

la casa indiana
hogaño abandonada
antaño escuela

Geográfico

En el glaciar de tu marisma
encontré la península donde perderme,
la cascada por la que dejar correr
un mar de recuerdos
que me conduzcan a la montaña
desde la que habitar una isla desierta
sin volcán que me expulse
a un cerro de porcelana.

En la cueva sucumbí
al manglar de tu sexo
abandonándome al acantilado que podría ser tus ojos
pero era delta del pecho
(costa de plata)
una llanura sin duna,
cañón sin esperanza.

Todo fue oasis abisal
en el estrecho canal de tu olvido.

Abandoné el atolón de meseta ciega
hacia el bosque del miedo
como todo bosque que se precie
de no ser laguna
en la que un archipiélago de memorias
de tus pecas en géiser
estalle contra mi valle de ternura
rozando el fiordo sin fin
de mi desesperación.

La selva me espera.
Mi río terminó.

Nota: Pequeño reto personal más o menos tonto basado en la utilización de la mayoría de las palabras de esta imagen:

Febrero Febril

FEBRERO
FEBRIL

Que febrero y fiebre estaban relacionadas era algo que sospechaba, pero no sabía cómo.

Terminé encontrando un par de artículos que corroboraban mi conjetura en la etimología del lenguaje:

Febrero: hace referencia a la fiebre. En Fastos del poeta latino Ovidio se lee que los padres romanos llamaron februa a los instrumentos de purificación. En latín la fiebre se designa con la palabra febris, en la que se aprecia la raíz *febr-, que da origen al nombre del segundo mes. Era, precisamente, éste un momento de purificación con algunos rituales para tal fin. Al mismo tiempo, la fiebre siempre ha tenido un valor purificador, sobre todo para curar los resfriados.

En wikipedia también hay un artículo al respecto, aunque tan breve que no merece la pena llamarlo tal:

En la mitología romana, Februus era el dios de los muertos y la purificación. Fue también adorado por los etruscos, donde podría haberse convertido en Febris, diosa de la malaria y la fiebre. Es, posiblemente, nombrado así en honor de los más antiguos Februa, (también Februalia y Februatio), las fiestas de la purificación.

Hoy, 29 de este mes, quería aprovechar para colar una nota sobre el tema, ya que lo bisiesto está tratado.

Esto no es una broma