Beat Attitude

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El domingo compré vía Amazon un libro de poesía Beat titulado Beat Attitude que dice ser una Antología de mujeres poetas de la generación beat.

Es verdad que hay un sesgo habitual en la edición de poesía (entre otras cosas) por el que las mujeres suelen acabar siendo ninguneadas y las antologías de mujeres están haciendo un intento de poner en su lugar a una enorme cantidad de voces acalladas, o ignoradas.

Es verdad que muchas de ellas deberían estar recogidas como las grandes autoras que son o fueron y no se conocieron, ni aún se conocen.

Es verdad que hay otros sesgos, y no sólo el de género, como el social o el geopolítico: se conoce poco de poesía africana, por ejemplo, o poetas prostitutas, por no hablar de poetas inmigrantes… cuya visibilidad también, en algunos lugares, está ganando algo de la que no tenía.

Este curso he dedicado un par de meses a poetas femeninas sobre el cuerpo con una antología titulada EL PODER DEL CUERPO: ANTOLOGIA DE POESIA FEMENINA CONTEMPORANEA, pero me pareció una pérdida de tiempo, más allá de visibilizar algunos temas que habitualmente no son tan comunes, sin embargo, la calidad de la edición desmerecía el resultado y el carácter excluyente hacía que no apareciesen otros temas (quizá por ser considerados viriles en demasía). Por cierto y como anécdota, sólo acudieron hombres durante este tiempo. Las mujeres del taller dejaron de venir justo en este momento. Pero fue casualidad, supongo.

Pero también es verdad que me he sentido presionado por el ambiente a incluir poetas que no conozco, por criterios puramente sociales y no literarios. Está claro que la literatura (y su divulgación) no viven «fuera» de la sociedad, así que igual ha llegado el momento de ir dejándome socializar para acercarme a una realidad poética invisibilizada y demandada socialmente, pues sí que hay tendencia a reducir esa brecha (más allá de las estúpidas declaraciones de «Chus» Visor) y no debo quedar al margen, ignorar esa voluntad popular ni desoír sabios consejos cuando los recibo.

Pero.

Pero también es verdad que se puede caer en un extremo peligroso que es el de agrupar a los poetas por sexos, o las exposiciones de arte o los cursos de danza, hasta el punto de excluir la presencia de varones por no tener lo que hay que tener. Sé que la discriminación positiva puede ser una forma de contrarrestar una situación de injusticia en la que se está llevando a cabo una discriminación, pero abusar de la misma conduce a lo mismo, a discriminación (no de unos frente a otros, sino a discriminación en sí).

Me preocupa elegir poetas tan sólo porque sean mujeres. Yo no las conozco. Debo reconocer que no he hecho esfuerzos por conocerlas y quizá haya llegado el momento en el que deba hacer ese esfuerzo: tengo pendiente a Gertrude Stein, una figura clave en la literatura y el arte y de quien no he leído nada relevante, tengo pendiente incluir en el próximo curso de iniciación a la poesía contemporánea algunas poetas relevantes (desde el punto de vista formal, no por ser mujeres) de finales del siglo XIX, aunque cuesta encontrarlas, pues las relevancias también las daba el hecho de que eran mujeres y eso las opacaba, las ninguneaba, las hacía menos influyentes que sus contrapartes.

Hoy leyendo sobre G. Stein me encontraba con la curiosa anécdota de que, durante las sesiones parisinas de los sábados que ellas organizaban, su pareja, Alice B. Toklas reunía a las esposas de los participantes en otra habitación, mientras los hombres, y Gertrude, hablaban de literatura, de arte… etc. Hoy en día se la reivindica como una de las más acertadas luchadoras por la igualdad, pero esa separación, esa discriminación, se producía, ellas la producían o participaban de la producción de la misma. Esa irrelevancia femenina en la cultura no es sólo culpa/responsabilidad de los hombres, de mí, sino de un hetero-patriarcado que ha dominado y domina casi todos los ámbitos sociales donde se produce el hecho artístico o cultural, entre otros.

El otro día, después de haber comprado este libro visibilizador, me fui presionado a sentarme en un evento social con los hombres, como suele venir siendo habitual cada vez que en casa de mi familia se reúnen con primos y primas, tíos y tías. Obviamente, no es plato de mi devoción, hasta el punto de que reusé preguntando, casi ferozmente, ¿se va a hablar desde la punta de la polla o desde la vagina?

No veo ninguna justificación para esta separación por sexo/género y espero que, en el futuro, esa separación sea absolutamente abolida y, si me apuran, hasta perseguida. (Ni hablar de religiones de las que habitualmente campan por estos lares, monoteístas, sexistas, etc…)

Encontrarme comprando libros de poetas femeninas por ser mujeres no me acaba de convencer, pero si esto ha de ser un trámite de un proceso que las visibilice y normalice hasta el punto de que luego sean incluidas en antologías de poesía sin tener en cuenta su sexo/género, me parecerá un mal menor y, espero, transitorio.

Lo que deseo es que este tema esté ya superado (como yo creo tenerlo, sin olvidar ni menospreciar sesgos precondicionados) y poder valorar las creaciones poético-culturales por la coherencia, por su compromiso, por la responsabilidad ética del artista, por lo que sea, excepto por circunstancias sociales extraculturales (si era mujer, si era hombre, si era inmigrante, blanco, negro, pobre, rico…), si es que eso puede existir.

Yo de ti

yodeti

yo de ti
yo tuyo
yo mío
yo ni tuyo ni mío
yo libre
yo libro
yo yo
yo yo yo
yo yo yo yo yo
yo para ti
yo con ti go
yo go lejos
yo yo go
yo y yo
yo de yo
tú de yo
tú tú
tú tú tú
tú tururú
tutú
tutsi
tú sí
tú sí que sí
tú de mí
tú para mí
tú tuyo
tú mío
tú tuyo y mío
tú tuya y mía
tú mía
tú tuya
tú ni tuya ni mía’
tú libre
tú libro
tú con mi go
go go go
go go go
go go go
como locos
go tú y yo.

(‘ corresponde a un verso de un poema de Agustín García Calvo que conocí vía Amancio Prada)

Cápsula del tiempo en El Ser y el Tiempo

ser y tiempo

He encontrado en casa de una de mis mejores amigas un libro que le presté hace tiempo titulado El Ser y el Tiempo, de Martin Heidegger.

Es uno de esos libros «sesudos» que en su día leí con avidez pues respondían a una forma de explicar el mundo que cuadraba con la que tenía y no había encontrado a nadie capaz de explicarlo de semejante manera. Me importaba la manera, no la explicación. ¿Se entiende?

Leía Sartre (El ser y la nada se me atravesó), después de haber devorado toda la obra de Nietzsche, tras acabarme Schopenhauer y, por supuesto, bastante después de «comprender» a Kierkegaard.

Eran los 80. A finales. Recién terminada mi adolescencia, que había pasado frente a los «científicos» Einstein, Heisemberg y el divulgador Asimov, entre otros cientos.

Aquellos no habían sido capaces de aproximarse a hacerme entender muchas cosas del mundo, aunque les deberé la forma de ver otras muchas. La palabra Dimensión entró en mi vida, como algo interesante para explorar… Y ni hablar del límite al conocimiento científico que se planteaba el Principio de Incertidumbre.

Durante los últimos 15 años leo ensayos sobre arte contemporáneo que me ayudan a comprender otras cosas que ninguno de los anteriores se atrevía a mencionar… o lo hacían de manera que a mí no me llegaba (la forma de «Federico» de hablar de arte no me dice mucho, por más que sepa que ha sido relevante). Adoro la forma de escribir de Simón Marchán Fiz, por ejemplo, o de Ana María Guasch.

Me interesa el análisis estructuralista de Roland Barthes a quien considero mi lectura habitual para relajar la mente en vacaciones estivales.

Pero, volviendo al tema, abrir este libro en casa de mi amiga María ha sido divertido por encontrar fotografías (analógicas, claro) de aquellos tiempos:

Marta x 4. Aquel primer amor serio, relación de más de 6 años que terminó bonita y con cariño mutuo. En la página «Planteamiento del Problema». ¿Casualidad?

Martax4

Después (las he encontrado también así) la fotografía de Raquelt en la playa levantina, seguramente algún fin de semana con Queralt, aquella matemática que me volvió loco durante un par de años y a quien yo volví loca enamorándome de otra matemática. En la página «Doble problema de su desarrollo». ¿Casualidad?

raquelt

Junto a la contraportada, una hoja manuscrita con algunas de las preocupaciones de aquella época en mi vida:

inquietudes binarias

Hoy he tenido la sensación de viajar en El Tiempo con El Ser y El Tiempo. Quizá mañana, con ese mismo libro, viaje en El Ser.

6F2015

¿Soy yo el aborigen de esta casa?

Esta casa no sería esta casa
sin que hace hoy
15 años
Carmen
la hiciese también suya.

Esta casa no sería esta casa
sin sus colores
sin sus risas
sin sus pieles
sin sus cosas (muchas cosas)
sin sus lágrimas
sin sus músicas
sin sus besos
sin sus miradas
sin sus compras (muchas, muchas compras)
sin sus pelos
sin sus piernas
sin sus sueños (muchos, muchos, muchos sueños)
sin sus palabras
sin sus alegrías
sin sus labios
sin sus dulzuras
sin sus manos
sin sus olores
sin sus ropas
sin sus zapatos
sin sus tecitos
sin sus caprichos
sin sus amores
sin sus cuadernos
sin sus cuentos
sin sus CDs
sin sus relojes
sin sus propuestas
sin sus lentejas
sin sus caricias
sin sus caricias
sin sus caricias
sin sus caricias…

Esta casa no sería esta casa
y yo
no sería aborigen de esta casa
sino de otra
que ya no existe más.

El machismo de lavar los platos

¿Soy yo el único que observa la mano negra del patriarcado bajo la altura del diseño medio de las encimeras y las pilas de la cocina?

Cada vez que friego los platos
me duelen los riñones y me acuerdo de mi madre
con sus 156 centímetros.

Yo no soy muy alto y sin embargo
cada vez que friego los platos
pienso que están diseñadas
las cocinas
para las que «han» de usarlas
para ellas
de altura media
menor
que
la altura media
de ellos (nosotros).

Cada vez que friego los platos
pienso
si bajo esa herramienta inocua
se haya una conspiración
para poner a las mujeres
«en su sitio».

Y no sé si sentirme
fuera de juego
o paranoico.

jo macho, venga hombre…

No sé por qué tengo esta mala costumbre, incluso hablando con Carmen (especialmente hablando con Carmen).

En realidad lo de jo macho no lo uso nunca, pero lo de interjectar con un «venga hombre» o «pero bueno, hombre» es de lo más normal en mi conversación. Y es estúpido, lo sé, pero no dejo de usarlo.

Quiero enmendarme y no es solamente una cuestión de «buenismo político», es una cuestión gramatical, ¿por qué le digo a mis amigas (casi todos mis amigos son amigas) algo como esto?

Es evidente que proviene de la época (aún no extinta) en la que se daba premanencia a las conversaciones entre machos, entre seres humanos masculinos, donde las interjecciones eran las que habían de llamar la atención de ellos y no de ninguna ella que, posiblemente, debía estar en la cocina.

Pero que aún no haya sido capaz de quitarme este mal hábito, esta torpeza social, este error gramatical continuado, me parece tan irritante… y, no obstante, sigo haciéndolo.

Es terrible darse cuenta de lo profundamente interiorizados que tenemos las costumbres socialmente dominantes.

Y no es una cuestión comparable con forzar el idioma para que los genéricos sean masculinos y femeninos o un falso neutro no existente en nuestra lengua. Se trata de un llamamiento individual, una interpelación de uno a uno… pero no válido gramaticalmente de uno a una.

Lágrimas a medianoche

al lado opuesto
lágrimas
sin mirar
lágrimas
despierta
lágrimas
contra la pared o el armario
lágrimas
mientras leía
lágrimas
mientras dejaba de leer
lágrimas
bajo la manta
lágrimas
bajo unas preguntas
lágrimas
queriendo acompañar
lágrimas
besando sus mejillas empapadas
lágrimas
al filo de la madrugada
lágrimas
con el camión de la basura
lágrimas
que descubrimos que no era de basura
lágrimas
con respiración entrecortada
lágrimas
casi sin aire en la habitación
lágrimas
ocluidas las fosas nasales
lágrimas
una conversación acompañada
lágrimas
confesiones nocturnas
lágrimas
bajo la luz pálida de una bombilla de bajo consumo
lágrimas
abandonada la lectura de escritos sobre arte contemporáneo
lágrimas
de soledad
de tristeza
de muerte
de vida
de agua y de sal
de agotamiento
de sueño y cansancio
de hábitos de conductas
de luchar contra el mundo
de vivir en el filo de una navaja que nunca es de Ockham
de abandono y familia
de amigos y olvidos
de vejez prematura
de desasosiego
de desalojo
de desamparo
de desconsuelo
de desesperación
o desesperanza
o desmotadoras de algodón
lágrimas
esdrújulas y opacas
lágrimas
sin fin
de las que llenan mares
de las que crean tsunamis
de las que cambian eras geológicas
de las que erosionan el alma
de las que abaten sueños
de las que apagan ecos de ecos
de las que …



lágrimas.

Un «amigo» homófobo

El otro día le planté a Carmen en su muro de FaceBook esta noticia que me había parecido significativa para el mundo del tango, con un comentario que hablaba de energúmenos que habían asesinado a una mujer por ser lesbiana. Al menos, eso era lo que mencionaba la noticia de Amnistía Internacional donde la leí.

Ten cuidado con las fotos que utilizas, que hay mucho energúmeno en el mundo: Ekaterina era abiertamente lesbiana y daba (abiertamente) clases de tango a parejas del mismo sexo. — me siento cabreado.

Un momento para llorar y un momento para bailar

Ekaterina Khomenko, de 29 años, estaba degollada cuando un trabajador del servicio de limpieza la encontró en un coche con el motor aún en marcha en San Petersburgo a principios de ese mes. […] las autoridades no descartan la posibilidad de que fuera agredida por su orientación sexual: Ekaterina era abiertamente lesbiana y daba clases de tango a parejas del mismo sexo.

ES.AMNESTY.ORG|DE AMNISTÍA INTERNACIONAL SECCIÓN ESPAÑOLA

Acabó generando un amargo debate, dentro de los mínimos del respeto, muy mínimos… con un amigo de mi pareja, de procedencia rusa y argentina. He querido publicar aquí la conversación, sin su permiso, aunque está en una web pública que es FaceBook… así que no lo considero necesario, puesto que no he modificado ni una palabra de las suyas ni de las mías. Salvo alguna corrección ortográfica menor.


Este amigo, de quien prefiero mantener únicamente sus iniciales, dice:

SSR: Estoy completamente en desacuerdo con la noticia, su manipulación y la campaña de desprestigio contra Rusia de la prensa occidental. Se pretende disfrazar la heterofobia occidental (más bien sodomiafilia), con la supuesta homofobia oficial del gobierno ruso. Moscú está poblado de discotecas para lesbianas y maricones. El otro día, y yo casi no daba crédito, en plena escalera del metro de Moscú, vi a una tierna pareja de gordos barbados dándose un beso tan apasionado que entre heteros y en Madrid, también hubiese hecho mella. Que el pueblo ruso, soberano haya votado en un 95% (sus representantes) a favor de una ley que prohibe la publicidad homosexual en los colegios y sus aledaños es un tema a respetar. Nosotros asumimos el fenómeno homosexual, pero dista mucho de hacer virtud de ello. Tolerancia: si, enaltecimiento: no. Si para Europa, Conchita Wurst es su arquetipo de evolución, para los rusos es degeneración y un signo más de la inminente caída del imperio Yanqui-Europeo. Pero, por favor, no dar crédito a estas mentiras con delirio persecutorio.

Y yo contesto:

Giusseppe Domínguez: No tengo nada en contra de los «rusos», sí en contra de la homofobia. Igual que de otras formas de intolerancia para con los otros. Ni tolerancia ni enaltecimiento: condena de quienes condenan.

SSR: ¿Qué pasa si la no tolerancia es votada democráticamente? O por el contrario: si somos adultos, ambos consentimos, y nos amamos profundamente…, yo quiero legalizar la zoofilia y casarme con mi mascota, ¿por qué no? mi perra lo desea!!

Ahhh… lo que no me queda claro es si vamos a pedir que nos concedan el derecho de adoptar… básicamente porque no sabemos si serán cachorros o bebes ¿?

Giusseppe Domínguez: Tu perra no tiene voluntad humana para oponerse a tus deseos. No estamos hablando de violación, sino de relaciones entre adultos consentidas.

Y no, no cualquier cosa que acepte la «democracia» me parecerá correcta. Pero este es un tema que excede la conversación en el muro de una amiga.

De todos modos, no entiendo por qué te das por aludido. Si tienes algún problema de intolerancia a las relaciones homosexuales, pues no las practiques… no hay problema por mi parte. Si te diste por aludido por la generalización a los «rusos», sí, no me parece pertinente, pero ni siquiera en el artículo se pretende decir que todos los rusos sean unos asesinos, sino que ha habido un asesinato en una ciudad rusa por motivos de odio homófobo. Es esto lo que me cabrea.

Por cierto, ambos sabemos que Hitler fue votado democráticamente, pero eso espero que no te parezca suficiente para justificar el holocausto.

No deseo seguir esta conversación en el muro de una amiga… insisto. Si quieres seguir, email a jmdomin@giusseppe.net

SSR: Mi perra tiene voluntad perruna, y si no le gustara, mordería…

Y me doy por aludido por los rusos y por la mediocre corrección política de los lugares comunes admitidos y coreados por toda clase de acólitos lobotomizados.

Giusseppe Domínguez: ok.


No he querido seguir hablando porque me parece absurdo, quizá la pregunta que le debería haber hecho es si él habría hecho lo mismo que hicieron a Ekaterina Khomenko por el motivo que parece que se baraja en la investigación. Es más, si simplemente considera que esa persona no tiene exactamente los mismos derechos que él de amar a quien desea (que a su vez, humano y adulto, pueda corresponderle).

Si la respuesta a esta pregunta hubiera sido «No considero que deba tener los mismos derechos», no habría habido necesidad de continuar la conversación, pero en el fondo, el tono de SSR me hace pensar que él piensa así, y por ello acabé con un sencillo OK.

En ningún momento mencioné a los rusos, ni me preocupó la nacionalidad de ninguno de los intervinientes ni en el suceso ni en el debate. Supongo que él estará sensible (de procedencia rusa) por el tratamiento tendencioso que se está dando al conflicto con Ucrania… pero ni quise entrar ahí. Ese no era el tema en absoluto.

Ahora me barajo entre eliminarlo de mis amigos de FaceBook como hace tiempo hice borrándolo de mis amigos tridimensionales, en carne y hueso, por comportamientos que me parecieron condenables, como agresión (para mí nunca está justificada la agresión física) a su pareja.

Pero quiero seguir siendo «tolerante»… aunque… no sé, no sé…

Feminismo excluyente

Si bien suelo ser un adalid del «feminismo«, denunciando conductas machistas (incluso sutiles) desde hace tiempo, más allá de mis consideraciones lingüístico-lógicas al respecto, no puedo dejar de cabrearme cuando me encuentro con un caso de discriminación e, incluso, exclusión, con la excusa del feminismo contra los hombres, por el hecho de serlo.

Hoy Carmen ha venido contenta de tomar una clase de Danza Contemporánea impartida por la divina Marina Santo en la Fundación Entredós y me ha comentado que en la susodicha fundación le han advertido que, dado que era feminista, los hombres no estaban autorizados a tomar clases como la que ella ha hecho.

En realidad, han sido algo más positivas y se han limitado a decir que era solo y exclusivamente para mujeres. (No incluyendo que los hombres no podían, pero evidenciándolo)

Ante lo cual yo le he dicho que me parece fatal que se excluya a un colectivo en una actividad que, perfectamente, puede desarrollarse en armonía, como en un colegio mixto, salvo que opines, como Wert, que resulta problemático mezclar chicos y chicas… porque se distraen. No me sirve como razón que hay espacios en los que el hombre tiene preeminencia. Esto es algo que debería ser desterrado, no mantenido con un equilibrio absurdo de poder radical.

Sinceramente, no puedo soportar que, con la razón que sea, se justifiquen tratos discriminatorios para con una persona por razones de sexo, identidad sexual, género, orientación sexual, así como tampoco por razones de religión, color de piel, etnia…

Me preguntaba cómo sería posible justificar en este siglo la existencia de un bar que solo dejase entrar hombres, por ejemplo, aduciendo la razón de que se sienten intimidados en sus conversaciones que deben de dejar de versar sobre culos y tetas, ante la posibilidad de ser sojuzgados como acosadores o sencillamante «salidos».

Obvio que yo nunca entraría, pero no es esa la cuestión. La verdadera pregunta es si es éticamente condenable que existan espacios con actividades públicas que puedan llevar a cabo tratos discriminatorios como este. ¿Podría haber decidido, así, por sus ovarios, que tan solo podrían entrar mujeres blancas? ¿por qué no?

No depende de lo que deseen hacer un colectivo de personas en su ámbito privado, por ejemplo, unas amiguitas (o amiguitos) que no desean mezclarse con alguien de otro sexo que el suyo… sino qué es correcto (incluso legal) desde un punto de vista ético y social.

Por cierto, tampoco puedo obviar cierta desinformación que me gustaría mitigar: ¿por qué razón están excluidos los hombres? ¿por qué no las lesbianas? ¿estaría excluido un transexual? ¿se necesitan mamas o vagina para unas clases de danza contemporánea?

Carmen intentaba justificarlo de diversas maneras, argumentando algunas veces con menos acierto que otras, como cuando lo ha comparado con el acceso a un club nocturno en el que se exige un código de vestuario o la asociación de alcohólicos anónimos, pero ambos casos, como otros, son casos en los que esa exigencia puede ser satisfecha por cualquiera, mientras que, por ejemplo, yo no puedo ser mujer, ni negro.

Ella reconocía que le faltaba información y he de reconocer que yo tampoco la tengo sobrada y que me gustaría que me explicasen en profundidad qué razón de mi anatomía masculina (lo que me defina como hombre es complejo de evaluar) hace que yo sea non-grato en ese espacio o que no tenga los mismos derechos.

Y no se trata de la clase para embarazadas… esto sí sería explicativo. No sería necesario, no obstante, decirme que no estaba admitido por ser hombre, sino por no estar embarazado.

Por más vueltas que le doy, no alcanzo a entender (hagamos un chiste y digamos que es porque soy hombre) esa necesidad de regenerar un error aberrante que suele producir el machismo: asumir que los hombres y las mujeres no pueden convivir en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y las mismas obligaciones, sin necesidad de dejar de ser hombres o mujeres o lo que se desee, con todas las opciones sexuales de atracciones o identidades que la libertad humana permita.

Salvo que la libertad y la igualdad no sean dos de esos tres pilares fundamentales en los que basar un modelo de sociedad «avanzada» que nos regaló la Revolución Francesa.

Por favor, que me lo expliquen.

Familia

familia Pero a mí me sigue faltando o sobrando algo en esta imagen y es el hecho de que (im)pongan animales de compañía para formar una familia a un ser que, en términos matemáticos, podría ser perfectamente el elemento clave y necesario del conjunto trivial.

Por no decir que recuerdo las conversaciones con Mythreyi, una exnovia hindú que tuve, sobre el concepto de familia casi pluricelular que tienen en algunas partes de la India. Me consta que también en otras partes del mundo la familia se define de muy diversas maneras.

Actualmente, de manera extremadamente racional, si se desea, podemos hablar de familia (innecesariamente) como el conjunto de personas relacionadas entre sí que forman una unidad de medida de la sociedad en la que están inmersas. Como conjunto de personas, es válido desde el conjunto vacío al conjunto total, aunque el trivial, es decir, conjunto de un solo elemento, también sería válido.

Queda por ver, así, la naturaleza de la tal relación pues si es precisa una relación esta ha de ser reflexiva para que pueda tener sentido la inclusión del conjunto trivial en el conjunto de conjuntos denominados familia.

Pero no definida con claridad la naturaleza de la relación en cuestión, toda imagen simplona sobre qué es y qué no es familia carecería de sentido, pues: ¿qué relación se mantiene con un perro? ¿con otro hombre, otra mujer, otro género?

En definitiva: ¿qué importa si algo es familia o no? ¿por qué resulta crucial saberlo, aparte de cuestiones de derechos y económicas, principalmente? ¿necesitamos saber cuál es nuestra familia? ¿es inclusiva, exclusiva?

A mí todo esto me da igual. La verdad. Pero está claro que a muchos les preocupa.

Esto no es una broma