Tengo tantos temas pendientes

que no sé por dónde empezar.

Algo sobre los adolescentes y los ritos de iniciación: ¿cuándo comienza un niño a ser adulto? ¿deben existir leyes convenidas para paliar la inexistencia de los ritos de iniciación? ¿tiene el estado algo que decir al respecto? ¿es normal o excepcional?

La partitura de la acción que realicé en el último encuentro de Artón. Es atípico que no la tuviese ya hecha, si bien la tenía pensada y concebida tal y cómo se desarrolló. No obstante, tengo que hacerla. En el fondo, para mí, esta es verdaderamente la pieza. Lo que hice es tan solo una posible materialización de la misma.

Escribir sobre el encuentro (aunque no tomé notas, sí tomé nota). Me gustaría contar cómo fue, lo interesante y lo abyecto del insufrible ególatra que arruinó parte del día.

Por qué voté a EQUO en las elecciones al Parlamento Europeo. Que son dos cosas: por qué voté y por qué lo hice a quienes lo hice. El porqué del voto verdad frente al voto útil. El programa frente al personalismo.

La alegría de saber que mi amiga Aída está trabajando en un periódico prestigioso y su primer artículo.

Y algún otro tema que me dejo en el tintero o que tengo apuntado en algún gestor de notas.

Y, sin embargo, no acabo de empezar ningún tema.

De qué vive un artista.

Ya he escrito sobre esto en varias ocasiones hasta el punto de que no me apetece volver a hacerlo, pero como dice mi querido Hilario Álvarez, sigo interesado en ese viejo tema.

Escribí Sobre el precio de una performance, que tuvo una serie de respuestas a un cuestionario que propuse en el artículo Sobre el precio de una performance (Respuestas), así como en un texto para InAcción de ARTóN y en otro similar sobre la Sobre la gratuidad y el amor al arte.

No obstante, este texto, que no es mío, lo subscribo sin ninguna restricción. Aunque sigue sin aclarar de qué debería vivir un artista y se limita (que no es poco) a constatar de qué lo hace.

¿De qué vive un artista? Por: Lucas Ospina

Un artista vive de la renta, de alguna renta, por ejemplo de un inmueble heredado que produce una suma fija mensual. Un estudiante se pagó la costosa matrícula de una universidad privada con el producto de un local que le tenía alquilado a un cine-bar, lo que los asistentes gastaban en boletas, cócteles y crispetas él lo reinvertía en arte. En otros casos las rentas vienen de lo que producen las acciones en un negocio familiar. Una generación trabajó, otra hizo fortuna y la última, la generación artista, se gastó la plata. Dos hermanos, uno actor y otro cineasta, vivieron durante mucho tiempo del producto de la renta que producía la fábrica de piscinas fundada por el padre y administrada por el primogénito, un ingeniero igual de excéntrico a sus hermanos menores pero que debió conducir su artisticidad por el cauce señalado por el padre.

Otro artista a la muerte de su padre recibió una gran fortuna como herencia, ante lo que su mejor amigo, otro artista, dijo que era él quien había pasado a mejor vida.

Otro artista vive de un negocio. Cada quince días hace el viaje de la capital a su pequeña ciudad natal donde tiene una miscelánea que mantiene surtida de prendas y adminículos para jóvenes, cosas pasadas de moda en la gran ciudad pero que son novedad en la provincia. El artista dice con orgullo que es él quien define las tendencias de la moda en la pequeña ciudad. Otro artista puso un restaurante y se le incendió, otro montó el restaurante que lo hizo tan reconocido como chef que cuando dice que también es artista la gente se sorprende.

Otros artistas optan por el diseño y montan empresa, les va bien, son prueba de que en diseño más que estudio se necesita de práctica, prueba y error, experiencia; a estos artistas que diseñan les va tan bien que pasan de artistas a diseñadores. Todos tienen una fase en que ven el diseño como arte pero cuando el trabajo los abruma, y los clientes “siempre tienen la razón”, caen en cuenta de que el diseño es un servicio más y de que ellos se han convertido en proveedores de soluciones, no de enigmas; lo que comenzó siendo una estrategia temporal de automescenazgo —el diseño para pagar el arte—, terminó siendo un trabajo perpetuo donde todas las licencias creativas del arte van a parar al diseño. De vez en cuando estos artistas diseñadores les toca hacer un catálogo de arte o un trabajo para un museo de arte y cuando entran de nuevo en contacto con la gente del arte, agradecen vivir del diseño, incluso extrañan a sus clientes habituales. Es raro pero no inusual que por algún rezago estético estos diseñadores recuerden esa cosa inútil y anodina llamada arte, pero pronto lo urgente los trae de nuevo al presente.

Otro artista emigró y montó una carpintería en un país de donde tenía nacionalidad, antes hacía instalaciones sonoras efímeras, hoy instala pisos de madera y une cada pieza con el mismo cuidado con que componía sus obras de arte.

Otro artista tuvo un hijo y abandonó el arte: “los hijos son la muerte del artista y el nacimiento del publicista”.

Otros artistas viven de la dictadura de clase. Cada año los programas de arte de la universidades del país gradúan un promedio de 500 artistas, un público cautivo que necesita de un cuerpo de recreacionistas intelectuales que cumplan con la ilusión de enseñar arte. Enseñar arte puede ser el mejor trabajo para un artista, hay bastante tiempo libre para crear o “investigar” (como se refieren los artistas a lo que hacen cuando le quieren dar altura académica). A pesar de que cada vez hay más trabajo burocrático y hay que inventarse más justificaciones y comités para justificar la necesidad de los comités que justifican el arte en la universidad, ser profesor es una buena actividad. Hay que decir que un profesor de arte goza de un margen insólito de libertad, si los profesores de medicina dictaran sus clases como los profesores de arte dictan las suyas, graduarían asesinos en vez de médicos. Tarde o temprano muchos artistas, así no lo quieran, reencarnarán en profesores de arte; temprano si consiguen trabajo en un colegio, usualmente el mismo colegio donde han estudiado, o tarde cuando regresan endeudados con una maestría y descubren que para lo único práctico que sirve ese cartón de maestría de arte es para ser admitido en el proceso para calificar como profesor universitario de arte. Pero además de tener la maestría habrá que tener un doctorado y cuando todos tengan un doctorado algo más habrá que tener, el único consuelo es que mientras más grados haya que tener más necesidad de profesores de arte habrá y así tal vez haya más puestos de profesores universitarios de arte para darle clase a todos los que necesitan estudiar para tener más grados para obtener el puesto de profesor universitario de arte. También existen los profesores de talleres independientes, pero dependen del tiempo libre y la inconstancia de las señoras y pintores de fin de semana.

Otro artista vive del arte, sí, se puede vivir de eso: hay que asistir a muchos cócteles de inauguración, hay que circular y sonreír y hacer comidas y ser pródigo con las gentes del arte, con los galeristas, coleccionistas y curadores, y con sus cónyuges e hijos. Jamás hablar mal de la gente del arte en público y menos aún publicar algo malo sobre ellos. También hay que ser dúctil y decirle que sí a cuanto oferta de publicidad haya, y participar en subastas benéficas, y enviar a un testaferro que puje en la puja para que las obras se subasten bien y así elevar la cotización del precio del arte en el mercado. También hay que tener un taller y regar la voz de que hay piezas asequibles, económicas, y una vez los coleccionistas visitan el taller, atenderlos muy bien, siempre sonreír, y disponer las piezas con estrategia, de lo caro a lo barato, mostrar piezas que “ya están vendidas”, y hacer el tour de los precios con indiferencia y seguridad. Hay que soltar datos prestigiosos sobre clientes previos y sobre la cotización de las piezas en la galería. Hay que acordar con el galerista y con el dealer que obras hay que repetir y venderlas con discreción, y en la Feria de Arte montar guardia cerca al stand donde está la mercancía y para efectos de prosperidad parecer que se está ahí por pura casualidad. Hay que tener una galería por fuera del país, no importa si se trata del cuarto trasero de un bar alternativo en Berlín o de una galería meramente comercial, lo que cuenta es la internacionalización y poder dar el precio en dólares o en euros.

Otro artista optó por la doble vida —o eso es lo que se deduce de su esquizofrenia estilística—. Tiene dos tipos de obra, una que es la propia, la que no se vende, la conceptual, la efímera, la caprichosa, la que lo posiciona en el reino de las inteligencias y otra en la que da muestra de su destreza manual para hacer paisajes y caballos o fotos bonitas, o floreros bonitos, y que vende de forma anónima, o bajo un heterónimo para que no se pueda relacionar con el nombre propio y no afecte el capital reputacional. Es importante que los artistas no revelen de qué viven, sobre todo si no viven del arte, esto mantiene el mito de su independencia, de que no sirven a nadie, de que son inocentes, de que nunca serán lo suficientemente maduros para liberarse de la idea de libertad.

Otros artistas viven de la mediación artística, trabajan como asistentes en talleres, museos, galerías y espacios independientes, como cargaladrillos de artistas, curadores o galeristas, y luego, con la experiencia adquirida y una lista de contactos, se lanzan como artistas y curadores y galeristas, o simplemente dejan de ser artistas para ser curadores, galeristas o gestores culturales.

Otros aprovechan su arrojo para juntar palabras, hacer párrafos con esas palabras y firmar esos arrumes de párrafos para ofrecer textos de arte multipropósito que se cobran por el número de caracteres y que apenas sirven para cubrir el pago de los servicios; a los que escriben les basta con publicar uno o dos de estos textos para ser llamados “crítico de arte” y pasan a escribir en la prensa y en catálogos, basta con hacer un texto elogioso para una exposición y entregarlo a tiempo para que otros clientes quieran más textos de ese tipo, ante la presión de la demanda y el afán de complacer a la clientela es fácil pasar de agudo provocador a soso prologuista, este género de textos se parece al de escribir obituarios.

Otros artistas organizan bienales y encuentros internacionales de arte para pretender recibir suficiente apoyo como para poder vivir de la bienal y de los encuentros internacionales de arte que organizan. Otros ponen una ONG de arte y viven de ofrecer servicios de asistencialismo estético a las comunidades e instituciones interesadas.

Otros artistas viven de los premios, se inscriben en cuanto concurso hay, poco importa si el dinero viene del Estado, de una caja de compensación familiar o de una multinacional, no importa si la obra hay que mostrarla en una casa crujiente contra una pared descascarada en medio de la barahúnda de otras obras o en el corredor de un edificio inteligente, lo importante es concursar con la meta de ganar. Estos premios son loterías para artistas y dado el número de artistas que concursan es posible inferir —por simple matemática— que un artista tiene más chance de ganar en una de estas loterías que en cualquier otra. Entre premio y premio, entre una convocatoria y otra, en Internet se puede descampar y solicitar ingreso a las residencias para artistas que se ofrecen a nivel global, una vez se hace una solicitud a una se tiene una matriz para hacer más solicitudes, es posible vivir de trotamundos por años saltando de una residencia a otra.

Otro artista vive de su conyugue. En ningún momento pensó en casarse con otro artista, siempre supo que de casarse tendría que hacerlo con alguien que tuviera grandes ingresos.

Otro artista vive de oficios varios, es mesero, ayudante de chofer de bus intermunicipal, mensajero en una agencia de publicidad, es un artista sin obra, nadie lo conoce pero lleva una vida de poeta.

La mayoría de los artistas viven así.

Nota: texto escrito para el libro Cumbre Cartagena de Indias 2011, remunerado a su autor por Helena Producciones.

Concluye el X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13

acciones cotidianas

Con ocasión de la conclusión del X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13, fui invitado a participar en la despedida, realizada desde hace años mediante una convocatoria muy abierta de acciones mínimas.

Esta vez, se contextualizaban dentro de la exposición de Velada de Acciones Cotidianas // Viernes 29 de noviembre de 20 a 24 h.

Participan: Joan Casellas, Yolanda Pérez Herreras, Pedro Bericat, Fernando Baena, Nieves Correa, Luis Fores, Giusseppe Dominguez, Analía Beltran, Marianela León, Seafree, Belén Cueto, Lucas Agudelo, Alba Soto Isabel Corullón, Alexander Rios, Pepe Murciego, Violeta Nicolas, Luis Elorriaga y otros…

En el marco de la exposición: ACCIONES COTIDIANAS 2010/2012 de Abel Loureda / CAM Centro De Arte Moderno-Madrid.

La exposición de Abel fue de lo más sugerente, basada en fotografías que había tomado gente a lo largo de varios años durante los cuales él había escrito en su muro de FaceBook el microguión de una «acción cotidiana», del tipo: «Peínese con un tenedor».

El lugar elegido para la exposición y para esta clausura fue también acertado, pues Matadero de Madrid para algo tan claramente «familiar» que casi parecía una fiesta privada, era un lugar mucho menos adecuado. Quizá este desconcertante ambiente fiestero, de cenita informal, es lo que menos me agradó, me resultó complejo pensar en atraer a alguien que no sea un incondicional del sector a un evento que no tenía mucha organización, salvo la que pudo imponer Abel.

Sin embargo, el número de cámaras de fotos y/o vídeos por metro cuadrado daban fe de que se trataba de algo importante. Aunque era difícil distinguir qué era lo importante. Hasta el punto de que me preguntaba si mientras Yolanda Pérez Herrera estaba cortando el jamón para repartir entre los asistentes no era más importante o más dignamente merecedor de ser fotografíado, registrado para la posteridad, que cualquiera de las acciones/performances que se realizaron.

En mi caso, mostré la siguiente idea:


Contrato de Sustitución

Hasta la semana anterior a la convocatoria no tenía nada pensado, ni siquiera si iba a participar, pues tenía que hacer ingresos con las clases particulares. Pero el viernes previo me encontré con Ana Matey y Analía Beltrán quienes me preguntaron qué iba a hacer. Les contesté que no estaba seguro y Analía afirmó que ella tenía demasiadas ideas.

Aquí surgió la mía: Contrataría a alguien (a ella, por ejemplo) para realizar una performance.

Era difícil cuantificar el salario de una performer que tenía que realizar una acción durante 3 minutos. Pero sabido es que el precio/hora no ha de atender únicamente a criterios cronológicos. Ella negociaba tan mal que estaba dispuesta a cobrar 8 €/hora. Le dije, por ello, que era «demasiado artista».

Inmediatamente vino a la memoria esa petición de dinero de Isidoro Valcárcel Medina, cuando quiso recibir 1000 pesetas para presentar un trabajo y le dijeron que era muy poco.

Así que centramos la cantidad en 6 euros. Para mí, había de ser el pago del tiempo de 3 minutos, no el de una hora (3 minutos es la veinteaba parte de una hora).

Busqué un contrato adecuado y lo rellené con aquellos campos que me parecieron oportunos. Estaba claro que no iba a poder tener validez legal.

La acción, en resumidas cuentas, consistía en pagar a alguien 6 euros para que realizase una acción en sustitución de una mía.

Esto era una contradicción intrínsica, puesto que el acto de pagar era una acción, pero podríamos decir que se trataba de una metaacción, una acción que contenía una acción.

Además, ponía de manifiesto el hecho de que los que estábamos allí, estábamos realizando obras de arte que regalábamos a los demás, a cualquiera que desease asistir, pues era un evento de entrada gratuita. Es decir, hablaba de un tema recurrente que era el de la financiación de una performance.

Está claro que Analía Beltrán no podría mantenerse con el cobro de un contratista tan miserable como yo que pagaba tan solo 6 euros / performance. Es imposible. Y aún así, ella consideraba que era mucho dinero. Y el resto de los asistentes comentaron en varias ocasiones que se trataba de una cantidad considerable…

Tras aceptar las condiciones del contrato mediante la firma de ambos ante testigos, Analía procedía a realizar su acción sustitutiva de la mía. Aquella por la que yo iba a abonar una cantidad de 6 € en fracciones de pequeñas monedas: 100 de 1 céntimo, 100 de 2 céntimos, 60 de 5 céntimos.

Sentado en una silla, dentro de una caja de cartón marrón, de pequeñas dimensiones, iba depositando las monedas a medida que la acción de Analía tenía lugar.

Transcurridos los 3 minutos, alguna persona comentó que ya se había terminado el tiempo, pero sin embargo ella siguió realizando la acción y yo seguí estirando el abono del efectivo, sin detenerla. Tan solo comentando socarrón que se trataba de horario flexible. Lo cual no deja de ser bastante aproximado a lo que supone un contrato laboral habitual. Al fin y al cabo, ella estaba trabajando el lo que le gusta y, como parece extendido creer, entonces no merece ser pagada.

Al terminarse las monedas, honradamente, le pedí que se detuviese, si lo tenía a bien. Dándole el dinero y agradeciéndole su trabajo. Ella me agradeció a mí el mío y nuestra relación contractual llegó a su fin.

La acción tuvo lugar el 29 de noviembre de 2013 en el Centro de Arte Moderno de Madrid, en el X Encuentro de Arte de Acción Acción!MAD13.

¿Para qué se hace un encuentro de performance?

Organizar, como vienen haciendo desde hace una década el Acción!MAD, es algo más que meritorio, es digno de ser considerado temerario, osado, aventurado, cuando menos. Agradezco a Nieves Correa que tenga la capacidad organizativa y gestora, además del tesón para mantener en el tiempo una propuesta como esta que enriquece la ciudad siendo una de las razones por las que aún adoro y deseo seguir viviendo en ella.

También a su equipo de colaboradores, entre los que alguna vez tuve el gusto de estar, como Yolanda Pérez, esta divertida performer con quien tuve la suerte de compartir un viaje a Helsinki, dentro del proyecto Jamón-Kinkkua y muchas otras cosas, vinos, poemas, risas y más risas.

Es una delicia de humor sardónico el trabajo de La Hostia Fine Arts y su ínclito representante, Fernando Baena, quien generosamente ha compartido recientemente su Tesis sobre el Arte de Acción en España entre 1991 y 2011, y que colabora como documentalista de este y otros muchos proyectos de arte de acción.

Dicho esto, voy a criticar lo que vi, desde la humildad y el reconocimiento debido a quien hace algo que yo no sé ni sabría por dónde empezar a hacer. (Creo).

El viernes pasado convoqué a mis alumnos de talleres de Poesía a que me acompañasen a ver un día de este formidable encuentro (les dije) que se hacía en Madrid y que era, cito mis palabras precisas: «El más importante encuentro de arte de acción y performance que se realiza en España en estos momentos«.

Se apuntaron menos de los que yo imaginaba, sobre todo, creo, por el clima, que desapacible desanimaba al más pintao. Pero, aun así, eran 6 personas que en pocas ocasiones habían visto algo como lo que les «prometía» que iban a ver.

Era en Matadero de Madrid, que, dicho sea de paso, no es uno de mis lugares preferidos, pues me hace recordar cuando firmamos o subscribimos el Manifiesto de los agentes artísticos independientes de Madrid en el que «denunciábamos» el despilfarro que Cultura/Madrid hacía en macro-eventos tipo La noche en Blanco o en infraestructuras, desviando el dinero dedicado a cultura a enriquecer a promotores inmobiliarios.

No obstante, Matadero tenía una nutrida programación, variada (¿demasiado?), dentro de la que, esa noche, en una de las inmensas naves (la 16), se daba cabida a una de las noches del encuentro Acción!MAD13. El programa era el siguiente:

Nave 16-4 e Intermediae – viernes 15 – 19:30 h

  • Pierre Valls (Francia)
  • La Raya: Fernando Baena, Rafael Suarez, Susi Bilbao y Anna Gimein (Madrid)
  • Theor y Domix Garrido (Murcia)
  • James King (Irlanda del Norte)
  • Presentación del Proyecto Artpotheek (Bélgica)
  • JFA Estudio (Madrid)

No estaban en orden, pero eso quizá no es tan grave. Tampoco estaban quienes actuaron finalmente. Cambios de planes de última hora…

Lo que sí es grave es que prácticamente nada de lo que pudimos ver (y digo ver, siendo bastante generoso) no era performance.

La presentación del evento lucía por su ausencia. Se agradecería que se tuviese en cuenta a los asistentes y no solo a los conocidos asistentes (entre los que me cuento, afortunado de mí). Un poquito de «relaciones públicas» o de información a quienes asisten a un evento así hacen que estos quieran volver alguna vez… además de que no se sientan tan perdidos.

No estoy hablando de explicar las performances, ni nada por el estilo, pero sí de presentarlas, introducirlas (anglicismo literal). Y no es labor del artista, está claro: los organizadores de un evento así deben encargarse de atender al público. Salvo que asuman que no hay público, salvo que asuman que, como suele ser habitual, son eventos en espacios públicos para un público tan conocido que acaba por ser privado.

No estoy hablando de tratar al asistente con condescendencia o suponiendo que no entienden nada, pero sí facilitar una contextualización mínima de lo que ocurre.

En un lugar apartado de la inmensa (repito) nave 16 (como si de Almacén 13 se tratase) había un proyecto que estaba teniendo lugar que solo si estabas muy enterado, si habías leído muy detalladamente el programa, podías saber que formaba parte del encuentro de performance: Era el JFA Estudio, un Test que no quise hacer porque ni siquiera estaba mínimamente explicado de qué cojones iba. Eran más de 5 páginas de test… tras lo cual, decían, te daban un vaso de vino. Creo que era un vino muy malo. No importa lo del vino. Importa que nadie se preocupó en presentarnos el proyecto.

En la otra esquina había una mesa a la que estaban sentadas dos personas enfrentadas, sobre la mesa, un timbre. Sobre ellos un foco de intensidad escasa. Otro foco también cenital apuntaba a un paquete de sillas amontonadas envueltas en una tela traslúcida. Nadie nos dijo que aquello era parte de las performances del AcciónMAD, pero como somos chicos listos y además nos conocemos, pues nos acercamos a ver si en algún momento pasaba algo.

El tiempo pasaba y allí seguíamos, de pie, algo aburridos ya, pero bueno: Nadie esperaba que fuese divertido.

Presionaron el timbre de la mesa. Uno de ellos se levantó y fue, ceremoniosamente a desempaquetar las sillas que quedaron así expuestas al modo de Merzbau de Kurt Schwitters. Se suponía que teníamos que interaccionar con ellas, pero estaban bajo otro foco, muy teatralmente expuestas. Esa cuarta pared fabricada de luz, no había quien la transgrediera. Así que no hacíamos nada. Seguíamos mirando. Ellos volvieron a sentarse.

Estuvieron un rato intentando, con algún dispositivo, hacer algo supuestamente tecnológico que no acertábamos a saber qué era.

El tiempo pasaba y allí seguíamos, de pie, algo aburridos ya, pero bueno: Nadie esperaba que fuese divertido.

Presionaron el timbre de la mesa. Uno de ellos se levantó y fue, ceremoniosamente, a descubrir un proyector que estaba proyectando el muro de Facebook del evento de Acción!MAD13. Comenzaron a escribir algo en él, pero el espacio en el que se estaba proyectando era diminuto y no había quién lo leyese. Supuestamente, teníamos que hacernos seguidores o ver el muro pues estaba pasando allí algo en tiempo real.

Nadie sabía muy bien qué esperar, así que seguíamos esperando, de pie, algo aburridos…

Una de mis alumnas, por hacer algo, acabó por seguir el muro y darse cuenta de que estaban a la expectativa de que nosotros, el público, hiciese algo con las sillas.

Con el tiempo, claro, hasta los más torpes acabamos por hacer algo diverso con los objetos que habían desempaquetado como presente para nosotros. Con un poco más de tiempo, habría acabado por hacer acto de presencia hasta los efectos de la erosión.

Hacer algo con tecnología en las performances es «peligroso», pero es lo que hay. Si te lanzas por esta vía y te falla, tienes que poder seguir adelante. No dejar que se estanque en un sinvivir en el que todos los asistentes pueden suponer que está habiendo problemas técnicos. Pero no fue la única con tecnología de por medio… y en la mayoría de los casos, el uso que se hace de ella es infame: no aporta nada, salvo ruido. Además de que suele darse el caso de personas que no saben usarla quienes la usan, dando lugar a desastres que se resolverían con unos papelitos… por ejemplo. Además de haber simplificado y dinamizado la acción, generando más acción. Pero bueno, la idea no era mala… del todo.

Y, he de reconocer que, al menos, esto era una performance. Aunque no me gustase.

Lo siguiente fue una presentación de espaldas al público, que seguía jugeteando con las sillas, a oscuras, contándonos sin detalles, sin estructura, lo que podíamos ver. Entonces me enteré de que lo del Test era del AcciónMAD.

Tras la presentación, a oscuras, seguimos a oscuras.

Un colectivo presentó durante un largo rato y también con un proyector sobre el muro oscuro, en el mismo rincón en el que habían estado proyectando los anteriores, el proyecto Artpotheek, una sala en Bruselas a las que, según dijeron, seríamos bien recibidos. ¿Quiénes? Performers, asistentes, cualquiera que lo oyese…

Aquí comencé a estar seguro de que no tenemos claro esta pregunta:

¿Para qué se hace un encuentro de Performance?

Esta información no era útil para cualquier asistente, sino solo para aquellos, llamémosles, iniciados, que ya nos conocemos, que sabemos lo que puede esperarse, que disfrutamos más, muchas veces, del hecho de encontrarnos con otros amiguetes que se dedican a lo mismo… pero está claro que no es algo que se haga para público, para asistentes que no necesariamente estén interesados en un local en Bruselas dedicado al Arte de Acción.

Pasé del tema y dediqué más atención a mis alumnos, a ver si, con suerte, no se aburrían tanto y tenían ganas de aguantar algo más. Yo quería ver algo de performance, mostrarles algo del trabajo de Fernando Baena, pero no parecían muy dispuestos a soportar otro tostón mal presentado, lejano, diminuto… sin voz.

Esta es otra cuestión: creo que estamos tan acostumbrados a tener poca afluencia de público que hemos ido reduciendo el espacio escénico, la presencia, hasta hacerla casi imperceptible. Lo que era francamente ridículo, teniendo espacios tan grandes como la INMENSA nave 16. Es decir: ¿Por qué no proyectar a gran escala? ¿Se contaba con que solo iban a aparecer los 4 gatos de siempre?

La presentación de esa cosa la podía ver hoy mismo en Internet. Es más, creo que hay cabida en otros horarios, fuera del prime time performático, para hablar de cosas que solo interesan a «iniciados/profesionales del sector». Pero claro… ¿Para qué/quién se hace un encuentro de Performance?

Varios alumnos no aguantaron más. Habían pasado 2 horas. Eran las 21:30. (Empezaba a las 19:30) No había habido más que una performance y muy aburrida y mal conducida. Y hacía frío.

Llegó la presentación de La raya: Maniobra de conocimiento realizada junto a Susi Bilbao, Anna Gimein y Rafael Suárez, durante un recorrido en zigzag por los sucesivos pasos fronterizos desde A Guarda hasta Vilareal de Santo Antonio.

Pero eso era una presentación, no una performance. Era la presentación de la documentación de una acción, una presentación performática, si se quiere, pero una presentación, no una performance. Está claro que el debate sobre lo que es una performance, o sobre la importancia de la documentación hasta el punto de ser «más importante» que la acción misma estaba implícito (o así lo quise ver, para darle algo de trascendencia).

La acción me habría parecido interesante. Pero lo que estaba ocurriendo no era la acción. Y no me interesaba, más allá del golpe de efecto de entrar con un vehículo motorizado, lo que habitualmente se llama coche, en mitad del espacio escénico. Espacio que, una vez más, no quedaba en absoluto claro, de manera que hubieron de llamar la atención al respetable para que se reubicara. Al menos, tuvieron la intrepidez de hacerlo directamente, sencillamente, sin esperar media hora a que lo descubriésemos en el muro de ninguno de ellos en una red social.

Algo de agradecer son «las tablas» de Fernando Baena y de Rafa Suárez que amenizaron una tarde que iba camino de ser la más inolvidable y aburrida de cuantas haya visto hasta ahora de Performance. Su simpatía y diversión salvaron la corrida… por hacer un guiño al taurino Baena.

Incluso una de mis alumnas me confesó que esa sí que le había gustado… y yo la deprimí diciendo que ni siquiera me parecía que fuese una performance. Tras esto, también ella se fue.

Atribuyeron en un par de ocasiones la expresión «maniobra de conocimiento» a Rafa Lamata, lo que le debían, por otro lado, pero volví a cuestionarme: ¿Para quién se hace un encuentro de Performance? Volvía a estar claro que se hace pensando en los conocidos, en quienes sabemos quién es el ínclito Lamata.

Tras la cocainómana rayita, performance o no, vino lo único digno de estar en este festival. Creo que, en gran parte, se organiza para ello, para poder conocer el trabajo de una artista como Hilary Gilligan. Dicen de ella en la web del Acción!MAD13:

Hillary GilliganHilary Gilligan (Irlanda del Norte)
Domingo 17 de Noviembre / Matadero Madrid – Nave 16.4
Martes 19 de Noviembre / Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla) ¿Qué tendrá que ver con MAD?
Sábado 23 de Noviembre / Sala Fundación Cruzcampo y Espacios Urbanos de la ciudad de Málaga ¿Qué tendrá que ver con MAD? (Es posible que sea porque se necesite financiación, pero…)

Hilary Gilligan nació, vive y trabaja en el noroeste de Irlanda. Nacida en 1963, educada en Irlanda y Toronto, Canadá en 1997 fue galardonada con una maestría en Bellas Artes por la Universidad de Ulster, Belfast.

Los medios que utiliza varían desde la fotografía, el vídeo, la instalación, la performance, el arte colaborativo, arte público y el arte comunitario. Hilary obtuvo varios encargos de arte público, becas de viaje del Consejo de las Artes de Irlanda y del Ayuntamiento de Belfast. Su trabajo ha sido expuesto, realizado y presentado en Alemania, Inglaterra, Irlanda, Serbia, Estonia, Australia, Japón y Canadá. Desde 2006 está involucrada en el proyecto «Creating Babies versus Art».

Por suerte, hubo un cambio de planes y mostró su acción el viernes. Fue lo único que mereció la pena de toda la tarde, pero eran las 22:20. Más de la mitad de los asistentes se habían ido. Fue poco o mal presentada, también, pero su presencia y la elección de espacio escénico lo cambió todo: eligió el centro de la inmensa nave y dio la luz, por fin, para que dejásemos nuestros letargos y prestásemos atención y pudiésemos ver una acción, una performance. POR FIN.

Pero no pienso contarla. Quien no tuvo el coraje de aguantar, no merece conocerla, salvo por una o dos fotografías que seguro que se encargan de publicar con posterioridad al evento.

Y esta es otra vez la cuestión: ¿para qué se hace un encuentro de Performance?

Parece ser que, principalmente, para documentarlo. Y que luego pueda aparecer en libros, en tesis, en material escolar… y se siga creyendo que se hace para un público maltratado, ignorado, que si no busca en los libros, no interesa. Estoy de acuerdo en que debe buscarse contexto en los libros, pero un encuentro de Performance debe ser de Performance art, de piezas de arte hechas con acciones, no solamente una excusa para generar documentos que justifiquen de cara a alguna galería el acto, sino sobretodo la muestra de las acciones.

El tema es largo y, posiblemente, controvertido.

Ni siquiera me atrevería (so pena de ostracismo) a mostrar estas reflexiones a las organizadoras del evento. Ni a otros organizadores de eventos similares. Pero creo que estamos echando a la poca gente que se nos acerca con una actitud rayante en el desprecio, en el orgullo, incluso, que nos hace olvidar que lo deberíamos hacer para ser un acto público, generoso, que genere inquietud, que aliente las ganas de saber desde la amabilidad, que atraiga otredades y no las repela, que no se sustente en la endogamia de las mutuas palmadas (que tengo a bien y por suerte dar y recibir). Este camino nos lleva a la extinción dinosáurica.

Y luego nos quejamos del Tango y su mundo cerrado…

Pero eso es otra historia.

Me he encontrado en Internet

A mí mismo, sí, a mí mismo, como si no estuviese aquí, en la mesa, en la silla, escribiendo este texto ridículo sobre que me he encontrado a mí mismo…

Aunque quizá no sea yo. Quizá soy un poco tú… o un poco él, o incluso ella. Soy algo menos mismo. Me he encontrado a tú mismo, o me he encontrado a ella mismo… o solo a ella.

Mí, mí, mí, mí…

Do re mí…

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Bueno, el caso es que en la web de Acción Mad, que este año acaban de publicitar su Décimo Encuentro de Arte de Acción de Madrid (Acción!MAD13), había un enlace a una web llamada A Space For Live Art, en la que resulta que me he encontrado documentación sobre la participación que tuve en el 2010 en el Acción!10MAD. Ha sido divertido e interesante, saber que voy siendo famoso, casi como si lo pretendiese.

Las fotografías son muy buenas, aunque no conozco su autoría. Lo lamento.

Las habilidades y la reproducción

Hablando con Carmen sobre la desdicha de la performance y el arte contemporáneo, y sostenía (en una visión un tanto catastrofista) que era esencial ese desapego del público potencial para con la performance, debido en parte a que no hay habilidades que demostrar.

A la gente le encanta encontrarse individuos que llevan al límite alguna habilidad que los demás no poseen o que realizan proezas, deportivas, dancísticas, teatrales, recitativas, o que tienen una fuerza especial, una brillantez especial, un halo que los convierte en «los más» algo, los únicos en algo. Belleza más o menos superficial también vale. Pero no tener nada «especial«… ¿y entonces para qué mostrarlo?

Acabábamos de ver un formidable trabajo titulado «Fuga Sul Training» de Raúl Iaiza en Residui Teatro y nos fascinó, pero en gran parte, debido a su habilidad casi circense, aunque he de reconocer que él mismo, en una breve charla posterior, comentaba que eso no era importante, que era secundario y que era peligroso quedarse en ello, en la habilidad, en la demostración de la habilidad en lugar de la mostración de un trabajo procesual sin más.

No obstante, la habilidad estaba. Y hablando de ello, acabé citándome a mí mismo en el artículo sobre ¿qué coño es una performance? que había escrito esa misma mañana.

Durante la conversación surgió esta relación: la habilidad «buscada» y la reproducción.

De algún modo, la selección de la pareja con la que llevar a cabo la procreación puede estar asociada con la búsqueda de habilidades que deseemos que la descendencia posea. Así, es posible que se pueda explicar el porqué al espectador medio le atrae aquel arte que de-muestra habilidades y no un arte contemporáneo que no las busca.

Esto permite también explicar cierto paralelismo entre el arte y el deporte, que está relacionado con el éxito o el fracaso, no con la frustración. (Sobre fracaso vs frustración hablaré otro día)

El éxito se busca por el espectador, que busca en el existoso héroe (deportivo, artístico o científico, no importa) una posible pareja reproductiva. Acababa también de encontrarme una relación similar en un libro de correspondencia entre Auster y Coetze, que comenté hablando de la sublimación de la competencia intraespecífica en forma de combate deportivo.

Sigo pensando en ello, en el hecho de que los performers o artistas contemporáneos no parecemos, más o menos subliminalmente, útiles a la manada, ni, desde luego, los especímenes más dotados para generar una descendencia de la especie más apta para lograr el éxito. Sea eso lo que sea. ¿Es posible evitarlo?

¿Pero qué coño es una performance?

Hoy me ha tenido en jaque mi amiga Vicky durante más de 2 horas, acusándome (jejeje) de no explicar con claridad ni saber hacer llegar al público qué es eso de la performance.

Es curioso, porque el domingo, después del debate performático en el que estuve participando en EXCHANGE, Encuentro de Arte de Acción, en Espacio B, el coordinador del espacio me dijo lo mismo. Estuvimos largo y tendido hablando de cómo comunicamos los performers al «público» y a qué tipo de espectador nos dirigimos. Me sentí responsable (en la medida en la que lo soy) de cierta desconexión entre la gente y lo que Yolanda Pérez Herreras llamaba la «gentuza» de la performance.

Es cierto que se hacen cursos de Performance, talleres, etc, pero se suelen promover asumiendo que la persona que se va a interesar en ellos ya sabe algo, si no mucho, de a lo que se acerca. Y acaba requiriendo un trabajo de «limpieza» de prejuicios sobre lo que creen que saben de la performance.

Creo que los que sabemos algo de esto de la Performance (que siempre o casi siempre preferiríamos llamar arte de acción), nos hemos olvidado de aquello que nos acercó a este arte, nos hemos olvidado de que nos hicimos esta pregunta que desató otras:

¿Qué coño es una Performance?

Respuesta (sin mucho contexto): Una manifestación de arte conceptual, en la que aparece la acción como elemento compositivo.

¡Hostia! ¿Y esa es la respuesta? ¿Eso se supone que aclara algo? ¿Qué coño es arte conceptual? ¿Qué es un elemento compositivo? ¿Y una acción? ¿Cualquier acción?

Respuesta (sin mucho contesto): Arte conceptual es un tipo de arte contemporáneo que hace prevalecer el concepto, la idea, por encima de la realización o su materialización objetual.

Y en cuanto a lo de la acción y el elemento compositivo: Pues sí, cualquier acción puede ser usada para componer una pieza performativa o performance.

Bien… ¿Te has quedado a gusto? ¿Arte contemporáneo? ¿Concepto o idea? ¿Realización? ¿Materialización objetual? ¡Venga ya! ¿Y entonces qué queda? Y además, ¿Cualquier acción? ¿Qué me dices? ¿Comerme un plato de lentejas es una performance?

Por partes (o sea, que se va complicando):

Respuesta(s) (sin mucho contexto):

Arte contemporáneo es un tipo de arte que ha roto con la convención de una academia u organización o criterio más o menos objetivo de calidad que determine su valor artístico.

Concepto o idea: cobra importancia el tratamiento «intelectual» que se da a la realidad que deja de intentar ser capturada únicamente por lo superficialmente sensorial (Ejemplo: Las señoritas de Avignon, de Picasso, son señoritas, pero su representación (o el tratamiento que se hace para representarlas) ocurre en el intelecto, se visualizan sus distintas facetas e intentan plasmarse simultáneamente, no desde un único punto de vista, estático (perspectivo), sino desde varios a la vez. Los futuristas harán más o menos lo mismo que el cubismo, pero simultaneando sucesos cronológicamente disjuntos).

Materialización (o desmaterialización): esta es otra frontera tremenda (y tremendamente actual, por otro lado, por la vertiente virtual que conlleva) porque trae a colación el hecho de que, si la idea o el concepto es tan importante, quizá, esa idea o concepto es el verdadero corazón de la pieza, hasta el punto de que el objeto carece de importancia (en este tipo de arte, que no excluye ni tiene por qué entrar en conflicto con que se sigan realizando otras formas artísticas objetuales).

Con respecto a la acción o si sirve cualquiera: sí. Pero la acción ha de ser la acción, no un sucedáneo de otra cosa que no se realiza, es decir, no se trata de emular beber ginebra bebiendo agua que pueda dar el pego: o se bebe ginebra o se bebe agua, pero no se simula… (en cierta ortodoxia). Si bien podemos hablar de acciones metáfora, pero eso es otra historia. Además de que no exista creación de un personaje que no esté embebido verdaderamente en el momento actual y presente de la acción, sino que se es quien se dice ser. No hay un Giusseppe y un «Giusseppe-Performer», sino que Giusseppe=»Giusseppe-Performer», lo que vendría a ser equivalente a una ecuación que adoran usar los performers: Vida=Arte (y que para mí es más una utopía que una concreción).

¡¡¡Joooooder!!! Esto se dispara: Varias preguntas por partes también:

¿Entonces, en el arte contemporáneo, si no hay valor objetivo de calidad, qué determina qué cosa es una pieza de arte?

¿Pero es posible no ser siempre, de una manera inconsciente, un personaje, una máscara que se muestra cuando se está de cara al público?

¿Si cualquier acción puede ser una performance, qué las distingue de aquellas que no lo son? ¿Todo lo que hago en mi vida es una performance o un conjunto de ellas? ¿Puedo ensayarlas? ¿Si he realizado una acción, puedo repetirla?

Ufff… sigue disparándose el tema y tengo que ir a hacer la comida, pero, respondo como puedo a las múltiples preguntas que surgen:

Al no haber valor objetivo de calidad, la verdadera calidad de la obra radica en algo íntimo que el artista o creador sabe en su interior y no puede comunicar, que tiene que ver con lo que Rilke llamaría «necesidad» de realizarla. Hay una honestidad íntima que se manifiesta en coherencia en la trayectoria… no, no queda otra cosa para saber si un artista contemporáneo es «bueno», que saber si sabe de qué está hablando. Si no lo sabe, la verdad es que está haciendo arte vacuo. No está estafando, es, simple y llanamente, simpleza.

Con respecto a la creación «inconsciente» de personaje, nada que decir: hablamos de lo que es creación consciente. Lo que el inconsciente hace… es inconsciente. No sé si me explico.

Cualquier, insisto: cualquier, acción (o conjunto de acciones) puede ser una performance. Lo que las hace diferentes es algo a lo que llamamos Intención. Como ejemplo aclaratorio de lo que es la intención: aquello que distingue un beso de un beso. (¿Se entiende?) Besar a alguien en una película, o besar a una amiga, o abrazarla… o besar a una persona a quien deseas sexualmente, o abrazarla… todo cambia, aunque desde fuera sea imposible apreciar el más mínimo cambio.

Sobre si puedo ensayarlas: supongo que cada cual puede hacer lo que quiera, como los besos, pero no sabrá lo que es besar (un beso de amor) salvo que bese de verdad (jajajaja, como la española cuando besa…). Y en cuanto a repetirlas, pues lo mismo. Al fin y al cabo, cada cual decide qué desea hacer… y la intención tiene, de alguna oscura y mistérica manera, que ver con el deseo.

Sé que quedan muchas más preguntas por responder, por formular, por investigar… pero he de reconocer que tengo que hacer la comida, insisto, y no puedo seguir… además de no estar seguro de que lo que estoy respondiendo sea tan cierto como deseo. Seguro que hay otras opiniones bien fundamentadas sobre ¿Qué coño es una performance? que igual no irían por los mismos derroteros que esta conversación más o menos reconstruida a partir de la que he tenido con mi amiga, pero estas son las mías desde el aquí y el ahora.

Espero que sirvan y aclaren…

Plantar un Soneto

¿Una acción o un poema?

No sé muy bien si lo que hice el sábado 14 de septiembre de 2013 en la noche del último Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete fue una acción o un poema.

En realidad (lo otro era irreal), sí que lo sé: es la acción de escribir un poema visual, convirtiéndolo así en un poema acción. Un poema, en resumen. De hecho, un soneto, un soneto a la cola de los escritos por el gran Joan Brossa, plantado en tierra siguiendo la partitura que presento:

Plantando un soneto

Pensada para ser realizada en el X Encuentro Internacional de Arte de Acción de Caudete, Albacete el 14 de septiembre de 2013.

Acción consistente en plantar poemas (de un libro mío, preferentemente) y regarlos. Puede ser realizada a lo largo de una duración no especificada. En tiesto o en suelo virgen. Fue escrito un primer boceto en Mayo de 2009.

Tomar el libro de Territorios, en una edición de las más antiguas, y elegir 14 poemas a plantar en bloques de 4, 4, 3 y 3, formando una hilera de poemas que a su vez constituyen versos de un soneto visual.

Para que puedan crecer, deben ser regados, creados pequeños alcorques, así como clavadas unas varillas sobre las que vayan a sostenerse a medida que se desarrollen.

¿Cómo y con qué se abona la poesía?

Elegiré un material que me parezca adecuado para llevar a cabo esta función. Tras abonar, tenderé unos hilos entre las varillas verticales, cavaré pequeños canales laterales, enmarcaré el poema. Lo regaré con vino tinto que, idealmente, irá goteando por las hebras de hilo, parafraseando a José Zorrilla: «Hilo a hilo y gota a gota».

Tras terminado el plantío, fotografiar y esperar a que nazca el primer poema.


plantar. (Del lat. plant?re). 1. tr. Meter en tierra una planta, un vástago, un esqueje, un tubérculo, un bulbo, etc., para que arraigue. 2. tr. Poblar de plantas un terreno. 3. tr. Fijar verticalmente algo. Plantar una cruz 4. tr. Fundar, establecer. Plantar la fe 5. tr. coloq. Dar un golpe. 6. tr. coloq. Poner o introducir a alguien en una parte contra su voluntad. Plantar en la calle, en la cárcel 7. tr. coloq. Dejar a alguien burlado o abandonarle. 8. tr. coloq. Decir a alguien tales claridades o injurias, que se quede aturdido y sin acertar a responder. 9. tr. p. us. Asentar o colocar algo en el lugar en que debe estar para ser usado. 10. tr. p. us. Establecer un sistema, una institución, una ordenación, una reforma, etc. 11. prnl. Resolverse a no hacer o a resistir algo. 12. prnl. coloq. Ponerse de pie firme ocupando un lugar o sitio. 13. prnl. coloq. Llegar con brevedad a un lugar, o en menos tiempo del que regularmente se gasta. En dos horas se plantó en Alcalá 14. prnl. coloq. Dicho de un animal: Detenerse obstinadamente. 15. prnl. coloq. En algunos juegos de cartas, no querer más de las que se tienen. U. t. c. Intr.

soneto. (Del it. sonetto, y este del lat. sonus, sonido). 1. m. Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman, por regla general, el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero, y en ambos deben ser unas mismas las consonancias. En los tercetos pueden ir estas ordenadas de distintas maneras.

Siempre llevo a cabo modificaciones a la propuesta más o menos controlada inserta en esta partitura, como fue el hecho de elegir que mis vísceras fuesen simbolizadas metafóricamente por mi ropa, que este abono fuese el hilo, a modo de regadío por goteo, o que se realizase sobre un barreño rectangular que pudiese, remotamente, evocar una hoja de papel, o el rectángulo de un ebook. 🙂

Me ayudé de 14 almendras que, metidas en mis bolsillos (8+6), eran utilizadas para, envolviéndolas con ellos, plantar los poemas de mi libro (¡había ido allí a hablar de mi libro!) y los aboné (amén de con mis metafóricas entrañas) con 14 poemas del libro Poesía del Siglo de Oro Español, ejemplar que, al final de la noche, acabó ardiendo en las llamas de una preciosa hoguera.

En lugar de vino para regar las semillas, usé un añejo martini rojo, que aún era más interesante, entre otras cosas, por estar en el lugar desde el primer encuentro, hace 10 años.

Por lo demás, me atuve a la esencia de la propuesta y me quedé, he de decirlo, bastante satisfecho.

El final del proyecto sobre el Tractatus

Terminado el proyecto sobre el Tractatus, con la acción que realicé en El Patio de Martín de los Heros. El resultado, por decirlo así, queda en esta página, para quien guste curiosear.

Algunas fotos que realicé intentando que coincidieran con las horas en punto. Que sirvan como complemento a esa documentación que casi nunca adquiero ni requiero.

Esto no es una broma