soy el silencio,
el negro sobre negro
hábito ciego.
tras la palabra
el silencio aterriza
en el misterio.
baja la noche
sobre cada rincón.
Silencio muerto.
cierro los ojos
al borde del abismo
silencio denso.
Diario
soy el silencio,
el negro sobre negro
hábito ciego.
tras la palabra
el silencio aterriza
en el misterio.
baja la noche
sobre cada rincón.
Silencio muerto.
cierro los ojos
al borde del abismo
silencio denso.
Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.
Sí.
Hoy voy al médico.
Después de que hace un mes
fui al médico.
El médico era una médico.
El médico era una médica.
La médica era una médico.
La médica era una médica.
En realidad es. No era.
Aunque
según sus propias palabras
le quedan dos meses
para jubilarse.
Mi médico anterior
era un médico y no era una médica
Y eso ahora ya no importa.
Hace dos meses
que se jubiló.
Hace años me encontré
con un médico que había sido mi médico
en Donosti
y me hizo tanta ilusión
que le saludé
y me recordaba
y me contó
que se había jubilado
y había vuelto a su tierra
que siempre sospeché
que era Euskal Herria.
Mi actual médico
(dudo si terminar la palabra con a)
me acaba de recetar
más de tres tipos distintos de calmantes
y le digo que yo rara vez
tomo calmantes
aunque no es que lleve bien el dolor
y me dice que
si me duele el hombro
es mejor que no me duela el hombro
así que es mejor que tome calmantes
antiinflamatorios
relajantes musculares
antidepresivos
cosa-profeno
cosa-zepán
cosa-til.
Le pregunto
casi obnubilado por la lista de la compra
si no estaría bien
que tomase algún tipo de
cosa-prazol.
Mi médica
(dudo si terminar la palabra con o)
me dice
que es mejor no pasarse
tomando algo que no requiero
salvo que lo necesite.
Sí.
Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.
Pero es un poco.
Es cuando hago algunos movimientos.
Puedo no hacerlos y no me dolería.
¿Necesito calmantes
o evitar esos movimientos?
¿Hay alguna otra forma
de desinflamar que no sea farmacológica?
No tengo nada
absolutamente nada
en contra de la química
ni de los tratamientos médicos
farmacológicos.
Ahora me siento culpable
porque no voy a hacer caso
de su prescripción
y trataré de evitar el dolor
con métodos que pueden no ser
lo más razonable:
huir.
Ahora me siento responsable
de mi falta de compromiso
con su dedicación.
Ahora he pedido cita
privadamente
en una clínica
fuera de la Seguridad Social
que está cubierta
por una aseguradora de salud
privada
financiada por mis padres.
Ahora me siento incoherente
con mi defensa a ultranza de la sanidad pública.
Estoy también esperando
citas nuevas
para traumatología
de la seguridad social
para traumatología
de la aseguradora privada
(¿asocial?)
para nuevas pruebas ecográficas
de la seguridad social
para finales de octubre
(la pedí a primeros de septiembre).
Sí.
Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.
Pero es un hombro.
Yo llevo muy mal el dolor.
El dolor lo llevo muy mal.
Ahora no paro de pensar
en el tiempo que estaré
quejándome
quejándome
quejándome
y me canso a mí mismo
(no me canto a mí mismo)
me canso de quejarme
de que mi médica
de que mi médico
decida
que la medicación
es la única
que no se va a jubilar.
Ayer, mi querida Andrea Vidal Escabí me regaló (a mí y a varias personas que habíamos participado con unos cuantos haikus en su proyecto) esta preciosidad editada por ella y su madre con todo su cariño. Es tan bello el regalo que me quedé sin palabras.
Le pregunté si conocía el famoso libro de Raimond Queneau titulado Cien mil millones de poemas del que llevo usando una imagen desde que lo descubrí para anunciar mis temáticos de OuLIPO.
El bordado, dice Andrea, que lleva la portada está realizado con una técnica japonesa que yo no conocía:
La cubierta es un bordado japonés llamado kogin que usaron las clases bajas durante la dinastía Edo, pues tenían prohibido usar algodón o seda. Debían usar cañamazo que no sólo era muy duro, sino también muy poroso, así que bordaban las telas para hacerlas más gruesas
Me encanta saber que parte de mi trabajo consiste en inspirar creaciones como esta que hacen, claramente, del mundo un lugar mejor.
No hay día sin ti
bajo la luna.
Tus ojos acarician
mi nostalgia con una mirada cálida
absorta.
Son los míos los ojos absortos.
No los tuyos.
Mi camino ata
sinos a la cama
ata cama con un oso azul
con una manta naranja (bajo la luna)
cama con labios rojos
con ojos mudos
con luz
sin luna…
Camino bajo la luna
hoy
confuso
contigo
contra mi alma.
En septiembre
como el gato de Schrödinger
estoy
a un tiempo
conectado y desconectado
trabajando y en reposo
activo y pasivo
estresado y relajado
expectante y desesperado
feliz y triste
energético y cansado
vivo y… gato.
Desde el recazo de tu lengua
al trago en el que se enreda tu pelo
quiero gulusmear la locura
que habita como luquete
en nuestra bañera inexistente.
Son los filos de las ausencias
lo que endurece el jeme que nos separa
atrapando la virgulilla
bajo la luna
recién reconquistada.
La Diputación Provincial de Málaga tiene una editorial llamada Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (CEDMA) con una buenísima selección de libros de poesía, algunos de los cuales ya he tenido tiempo atrás y usado en los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53.
En esta ocasión me he hecho con dos libros de Poesía (a unos precios increíbles, por otra parte), como son una antología de Poesía Mapuche y otra antología de 10 poetas portugueses, para complementar otro de 17 poetas mujeres contemporáneas de la poesía portuguesa que adquirí en Vaso Roto.
Mi colección preferida para los talleres es la denominada MaRemoto que «pretende abrir un espacio en el que pueda respirar libremente la poesía de las otras culturas del mundo» y es algo que ofrezco en los grupos de Poesía, donde solemos, tras cada inmersión poética en una de sus culturas, degustar también su gastronomía.
Marida muy bien la poesía con la comida… 🙂
Todo crece
menos mi mente
y los discos duros
que cada vez son más blandos
crecen
en capacidad
reduciendo su tamaño
hasta la nada
remota.
Todo crece
y se queda pequeño
al mismo tiempo.
Menos mi mente.
Ya sé que un corazón rojo sobre fondo rosa puede ser el epítome de la cursilería «barbie», pero también sé que este corazón está ajado, está roto, está desgarrado por un innumerable número de veces que ha sido estrujado para arrebatar una mejoría muscular a mi hombro izquierdo.
El corazón está a la izquierda.
Este corazón rojo es más duro de lo que parece y resiste mis embates y mis envites con un órdago de valentía, de coraje, de corazón (sin obvia referencia a Benedetti).
Cada vez más le temo a los accidentes.
Caerte casualmente
o causalmente
en una bañera escurridiza
en una cuesta abajo
en una escalera desgastada
en una mala pisada
y que la vida se trunque
en su esplendor.
Mientras vaya pasando el tiempo
sin incidentes
lo único que quiero
es disfrutar
de esta improbable estabilidad
que me atormenta.
Ya lo escribí.
Ya lo calculé.
Las probabilidades están en mi contra.