Te veo bien acompañado

Dice alguien con una mirada pícara
intentando establecer complicidad.

Ocurre cada vez que estoy en un grupo
donde el único que parece ser un hombre
soy yo.

Ni siquiera se preguntan por mi orientación sexual.
Ni siquiera se preguntan por la orientación sexual de quien me acompañe.
Ni siquiera se cuestionan mi género.
Ni siquiera se cuestionan el género de quien me acompañe.

A veces quiero disentir
pero no puedo
pues suelo pensar que estoy bien acompañado
o cambiar de entorno.

Es la mirada pícara
el burdo intento de complicidad
lo que me hiere.

Es el protagonismo que se me da
por encima de quien me acompañe
lo que me incomoda.

Pero es un mal menor
(lo sé)
comparado con ser considerado objeto
al que no dirigir
una mirada pícara
ni intentar establecer complicidades.

El paraguas de la vaca

Que a una vaca le pongan un paraguas
es de una ternura
que no de una ternera
muy humana.

Esa vaca es la imagen de una conocida
tienda de souvenirs
o tienda de recuerdos
y objetos inútiles
que se pueden adquirir
para cualquier regalo
en una de las múltiples ocasiones
en las que adquirir algo innecesario
para alguien a quien queremos.

Esa vaca está
protegida
por un paraguas
que
además
estaba debajo de un toldo
que protegía el paraguas.

Ese toldo estaba
completamente desprotegido
de una lluvia
que apenas tocaba el suelo.

Rectángulos (de papel)

Junto a mí
rectángulos
de papel
en los que anotar
pequeñeces.

Son pequeños
rectángulos
de papel
fruto del recorte
de una publicación.

Apilo con marcas de corte
rectángulos
de papel
residuo
de una impresión guillotinada.

En la esquina de los
rectángulos
de papel
una esquina
marca la sangre.

Son bastantes
rectángulos
de papel
que no consigo
liberar de su obligación.

Quiero dar uso a los
rectángulos
de papel
en alguno de los talleres
de poesía.

Al acumularse
rectángulos
de papel
uno sobre otro (sobre otro…)
forman un volumen.

Cuarenta
rectángulos
de papel
no son suficientes
para apuntar mis miedos.

Tengo
rectángulos
de papel
hasta para los posos
del té.

En la sombra
rectángulos
de papel
proyectan una luz
indirectamente blanquecina.

Sobre la mesa
rectángulos
de papel
viven una agónica huida del tiempo
para convertirse en polvo.

En mis dedos

En mis dedos
la sucia soledad de una funda
de un auricular
aislante.

Las islas suelen estar
aisladas.

En mis dedos
el tierno crepitar de un teclado
sucio
con mi sudor
y mi sangre.

Las islas suelen estar
aisladas.

En mis dedos
una sequedad que resquebraja mi piel
con la iracundia de una navaja
que no es de Ockham.

Las islas suelen estar
aisladas.

En mis dedos
tu caricia y tu piel
tu piel y tu caricia
extrae a la isla
de su aislamiento
etimológico.

Las islas

lo sé
suelen estar
aisladas.

Independiente

Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy autosuficiente.
Soy incongruente.
Soy independiente.
Soy un dependiente.
Soy independiente.
Soy autosuficiente.
Soy independiente.

Tengo necesidad de reafirmar
lo que soy
quizá
porque no lo soy.
Estas paradojas
psicoanalíticas
me desmoronan.

Soy independiente.

No copio y pego el texto
sino que lo escribo
letra a letra
letra a letra
letra a letra
tecleando
corrigiendo
y me siento orgulloso
de esta pequeña
insignificancia
que no demuestra
sino mi obsesión
por significar.

Soy independiente.
Soy independiente.
Soy.
Soy.
Soy.
Soy.

¡Qué palabra más extraña!

Primera persona del presente de indicativo del verbo ser.
Primera
persona
del presente
de indicativo
del verbo
ser.

Ser.
Soy.
Me desgrano.
Soy.
Ser.
Soy ser.
Soy.

Esto no es una broma