El cementerio de los bolis gastados

Tengo una cajita
que fue el paquete original
de un viejo reproductor de mp3
que tiene un cierre
cautivador
imantado.

Tengo bolígrafos
que gastan una ingente cantidad de tinta
porque son de punta
más gruesa de lo habitual.

Cada semana tengo que desechar
un bolígrafo gastado
que quiero conservar
para posibles acciones
o instalaciones.

Hace años planté varios
en una residencia artística
y no creo que hayan dado frutos
azules.

Tengo en mente rellenar
con tinta de calamar
unos cuantos
y escribir
poemas marinos.

Mientras tanto
los bolígrafos
van siendo enterrados
en lo que yo denomino
mi cementerio de los bolis gastados

esperando
algún tipo de resurrección.

1Gb RAM recién adquirido

Cada vez soy más moderno.
Podría decir lleno de ironía.

Algún día de estos me hago analógico.

Como si no lo fuese.
Como si fuese digital
o alguna vez lo hubiese sido.

Como si necesitase más memoria que 1Gb de RAM
en un ordenador de hace más de 20 años.

Demostrar que la obsolescencia
no está tan programada
más allá que en nuestros hábitos de consumo
que quieren (impersonal al canto) implantarnos.

Ellos / Nosotros.

El viejo paradigma del enfrentamiento.

Quiero reflotar
un portátil que mi madre
daba por muerto.

Compré 2 piezas por un total de 20€
para reacondicionarlo
y ahora es capaz de ejecutar
(sin matar a nadie)
el mismo software
y casi
a la misma velocidad
que otro equipo
de hace tan sólo 10 años.

Este lifting
le ha dado un par de lustros
de juventud
fingida
por supuesto.

Pero quizá sea suficiente
con fingir
para alcanzar
algún falso nirvana.

Cara al sol

Caminando por Callao
en mitad del invierno
de camino a mi estudio
me da el sol en la cara.

Apenas puedo ver
más allá de sombras
que parece que vienen
a agredirme.

Es una falsa impresión
fruto de la visibilidad
impedida por el astro
incandescente.

Quizá sea eso lo que quiere decir
esa maldita cancioncita:

    No veo nada
    pero quiero ir hacia adelante
    a atacar
    a quienes creo que me atacan
    sin tener ni idea
    de si verdaderamente es así
    con la enorme desventaja
    de la ceguera,
    considerándola
    elección divina
    y no prueba de mi vida
    cavernaria1.

Al menos,
eso sí,
llevo una camisa nueva.

Nota1: Referencia al celebérrimo mito de Platón, no insulto malintencionado. 😉

Esto no es una broma