Ayer, en los talleres de poesía y escritura creativa que coordino, propuse escribir jugueteando tras la propuesta de Pedro Casariego Córdoba.
Yo hice esta tontería a modo de ejemplo.
Diario
Ayer, en los talleres de poesía y escritura creativa que coordino, propuse escribir jugueteando tras la propuesta de Pedro Casariego Córdoba.
Yo hice esta tontería a modo de ejemplo.
19 metros de cable VGA
recorren nuestra casa
y me he quedado corto.
19 metros de cable VGA
para llevar señales de vídeo
(de ahí la V)
hasta un proyector que ya no existe.
19 metros de cable VGA
que unen un ordenador
(que nunca ordena)
con una pantalla de televisión.
19 metros de cable VGA
encerrados en una canaleta
soga alrededor de nuestro sofá
donde nos sentamos
cada ciertas horas
a disfrutar de caricias bajo unas mantas
mientras vemos
(de ahí la V)
una serie que nos gusta
o que no nos gusta mucho
en un dispositivo
conectado a algún emisor de imágenes
por HDMI
que hace que el viejo VGA
(de ahí la V)
sea un montón de cableado obsoleto
como yo.
A punto de recibir la edición del libro Paraguas de fotografías y haikus que surgió como proyecto allá por el lejano 2010, sin tener idea de cómo iba a terminar, me encuentro con este paraguas «volador» y no puedo dejar escapar el momento, la fotografía, incluso a sabiendas de que ya no formará parte de un proyecto cerrado.
¿Qué hacer en el futuro con proyectos abandonados? ¿Se puede seguir trabajando sobre el abandono, no ya de los paraguas, sino de los propios proyectos abandonados sobre paraguas abandonados? ¿Es lo mismo un proyecto abandonado que terminado? ¿No será un proyecto terminado uno que ha sido muerto y enterrado?
hummmm…
En el día internacional de la poesía se reciben sin parar felicitaciones más o menos simplonas y de lugar común, que abundan en la idea de que la poesía es melosa, meliflua y empalagosa, como tres adjetivos sinonímicos
Quizá por ello es más importante que nunca reivindicar que la poesía no es tendencia, que lo que la poesía implica es el riesgo, el no-lugar, lo disconforme, la lucha (que no la defensa de las causas, por loables que sean), la pelea a la contra, que diría Bukowski…
Y una juguetona manera de hacerlo fue la de lanzarnos a escribir esta parodia de la poesía que gana concursos por tener muchos seguidores de redes sociales.
El texto advierte que no nos lo vamos a tomar en serio desde la primera página, para que nadie se llame a engaño:
Este poemario es una gamberrada titulada
twittersía
o
20 no-poemas (que no son veinte) y una basura equivalente.
Pero tras esa página viene la verdadera miga:
o una seria reflexión sobre ¿a qué le llamamos poesía?
Ernesto Pentón y Eva Obregón Blasco fueron los encargados de generar el contenido, lo más «rápido» y banal posible, mientra Tanja Ulbrich diseñaba la portada y Giusseppe Domínguez la edición del libro, como si mereciese la pena.
Elegir una fuente tipográfica «handwriting» tan sumamente hortera, con un centrado insoportable, hace que cada página, sobre papel estucado blanco brillante, parezca una invitación a una boda del siglo pasado.
Hemos intentado ser horteras
como poema de twitter.
No sabemos si lo hemos logrado.
A pesar de la advertencia final, o justo como nos temíamos, no hemos conseguido que quedase tan «mal», tan simplona, como queríamos. Especialmente en lo tocante a la cubierta, realizada sobre la cara cruda de una cartulina gráfica con un collage alterado y volteado de Tanja Ulbrich.
El final lo dice todo (o lo pretende):
En la edición del libro Paraguas, que estoy a punto de recibir de la imprenta, he tenido nuevos retos editoriales que voy aprendiendo a solventar como buenamente puedo, siempre teniendo en cuenta que trabajar con Scribus (software libre) sobre Linux, es más complejo que con las herramientas con las que habitualmente se hacen estas tareas, que son parte del mundo Mac(OS).
Esta vez, para que quedase el texto negro sobre una capa de color gris cálido de fondo, hube de conseguir que quedase en «sobreimpresión», que parece ser que se consigue con una capa a la que se aplica un modo de fusión que he deducido que es «multiplicar».
Tengo ganas de tener el libro en mis manos y ver cómo han quedado los colores de las fotografías al convertirlas en CMYK. Es un libro complejo, pero tengo que seguir aprendiendo. Siempre aprendiendo. Nunca sabiendo. Ains…
Quizá por ello desconfío de la fotografía, de la belleza visual, como artificio superficial que esconde un holocausto en su raíz.
Se yerguen las torres sobre la especulación inmobiliaria más salvaje que ha vivido esta ciudad.
Desafían viento y marea y hacen sentir que quienes adquieren propiedades allende las nubes han ascendido a un cielo inexpugnable.
Los dioses indestronables del Olimpo se ríen de nosotros y de nosotras. También las diosas ríen.
En la niebla se funden paralelas en una fuga ruidosa de silencio asesino.
en medio de una pandemia global
en medio de una polarización masiva
en medio de la tercera guerra mundial
en medio de la lucha feminista necesaria
…
me duele el dedo gordo del pie derecho
y siento vergüenza
de la insignificancia de mi insignificancia
ganas de reclamar segundos de atención
el foco mediático
y hablar de mí
de mí
de mi pie
de mi dedo gordo
de lo gordo que me siento
de lo solo que me siento
de lo tonto que me siento
siendo insignificante
y no queriendo
asumirlo.
Mi muy apreciado Pepe Buitrago tiene siempre el detalle de enviar holografrías postales a un puñado de personas seleccionadas. Me hace ilusión ser una de las selectas.
Hoy he recibido su poema visual holográfico titulado La escala del tiempo, que ha sido hecho en 2 idiomas con 2 colores diferentes que se ponen de manifiesto cuando el ángulo de inclinación con el que la luz incide cambia.
Un gran regalo que te llega al correo postal y te hace sentir especial. Siempre de agradecer para quienes, de cuando en cuando, lo olvidamos.
es la posibilidad de hablar con criterio propio.
Hay bandos.
O estás conmigo.
O estás contra mí.
Y nunca he sido amigo de las bievaluadas.
Soy del tercero incluido.
De la lógica difusa.
De la ambigüedad.
De la duda.
Pero no ha lugar.
Estamos en guerra.
¿Lo sabías?
La ventana
La contraventana
La recontraventana
Conforta
Reconforta
tenerla cerrada
a cal y a canto
para olvidar
que en el mundo
llueve
miseria.