Burlando restricciones…

Me gusta sentirme casi un hacker por hacer algo tan básico como explorar el código de una página web que visito y de la que no puedo hacerme con algún contenido, como por ejemplo esta fotografía que se usaba como «background» en un carrusel de imágenes y que aparentemente no podía descargarse.

Para ello la acción es tan simple como pinchar con el botón derecho sobre cualquier parte y elegir la opción «Inspeccionar» para ver el código fuente o un cachito específico del mismo.

A partir de ahí, encontrar el enlace a la imagen, en este caso:
https://laterrazadelsantodomingo.es/sites/default/files/styles/background_home/public/sd-255_1.jpg
y llevárselo a una pestaña nueva del navegador en cuestión.

Y, como dice mi hermana, pues ya estaría. 🙂

Terminado el proyecto de Haikus de Montaña y Mar

Acabo de dar por concluido el Proyecto de Haikus de Montaña y Mar que se gestó a raíz del cuaderno que encuaderné (valga la redundancia) con materiales reciclados que me había regalado María José Gómez Sánchez-Romate.

Una vez que tenía la cubierta puesta (con un sugerente arbolado sobre cartulina para acuarelas) me vino a la mente la idea de escribir haikus con los que llenar el libreto.

Los haikus para el libro los escribí a máquina (PC, que es una máquina) entre el 3 y el 10 de junio de este año y después, (no recuerdo exactamente qué día) impresos, los transcribí manuscritos sobre el libro casi artesanal.

Seleccioné 48 de los 58 existentes, pero no los deseché.

Terminado el libro manuscrito, quise realizar un programita que usase combinaciones de los versos de los mismos, pero me parecía innecesario utilizar los 58, o los 48 haikus, así que hice una selección de 27 que separé en tres conjuntos de «primeros, segundos y terceros» versos.

Con ellos, escribí el poema programable 272727haikus.js en la primera semana de julio (unos pocos días antes de irme de vacaciones).

Al volver de las mismas, en esta quincena cálida de agosto, terminé el proyecto utilizando los restos de esa impresión de 58 haikus (menos uno, para hacerlo coincidir con mi edad) y di con una manera de editar objetualmente esos 57 haikus en una bella envoltura de cuero que parecía estar hecha para la ocasión.

creaestructura.sh

El martes pasé gran parte de la mañana escribiendo un código para crear la estructura de carpetas que utilizo año a año (es decir, una vez al año) para guardar ordenadamente mis facturas.

Los años anteriores lo que hacía era copiar un año pasado (es decir, usar un método recurrente) y borrar todos los archivos en la carpeta creada, con un simple comando linux (find . -type f -exec rm -f {} \;) y otro para el cambio de nombres…

Pero me estaba pareciendo una forma muy poco automatizada, así que gasté más de 2 horas (estaba muy atontado porque había dormido mal) en este código simplón y que me gustaría mejorar para que hiciese más y mejor uso de los bucles, creando los trimestres y los meses de los mismos con un simple bucle dentro de un bucle.

No voy a mejorarlo, aun a sabiendas de que esta forma de hacerlo es pedestre, algo torpe, muy muy poco elegante:

# CREA ESTRUCTURA DE CARPETAS DE FACTURACIÓN
#!/bin/bash

ANNO=2024

# Creamos el año
mkdir $ANNO
cd $ANNO

# Creamos Trimestres
TRIMESTRE="$ANNO - 01 Enero-Marzo"
mkdir "$TRIMESTRE"
cd "$TRIMESTRE"
mkdir "$ANNO - 01 ENERO"
mkdir "$ANNO - 02 FEBRERO"
mkdir "$ANNO - 03 MARZO"
cd ..

TRIMESTRE="$ANNO - 02 Abril-Junio"
mkdir "$TRIMESTRE"
cd "$TRIMESTRE"
mkdir "$ANNO - 04 ABRIL"
mkdir "$ANNO - 05 MAYO"
mkdir "$ANNO - 06 JUNIO"
cd ..

TRIMESTRE="$ANNO - 03 Julio-Septiembre"
mkdir "$TRIMESTRE"
cd "$TRIMESTRE"
mkdir "$ANNO - 07 JULIO"
mkdir "$ANNO - 08 AGOSTO"
mkdir "$ANNO - 09 SEPTIEMBRE"
cd ..

TRIMESTRE="$ANNO - 04 Octubre-Diciembre"
mkdir "$TRIMESTRE"
cd "$TRIMESTRE"
mkdir "$ANNO - 10 OCTUBRE"
mkdir "$ANNO - 11 NOVIEMBRE"
mkdir "$ANNO - 12 DICIEMBRE"
cd ..

# Rellenamos los Meses
for MES in */*/
do
  cd "$MES"
  mkdir COMPRAS FACTURACION PROVEEDORES
  cd ../..
done

 

Viejos recuerdos

Hace años era común imprimir el código para verlo mejor y corregir errores.
Esto es parte de unos programas que realicé hace más de 30 años, pero que si lo piensas no es tanto. Y sin embargo parece una vida. O 2.

Tampoco era nada raro hacer un diagrama en papel del flujo del programa e, incluso, un pseudocódigo que fuese una especie de esqueleto o escaleta de lo que terminaría siendo el código definitivo.

Imprimir era costoso y no solía ser frecuente hacerlo en DinA4, sino en las viejas impresoras de papel continuo, matriciales, que tenían unos divertidos agujeritos a los lados del papel con los que se giraba un rollo del mismo sobre el cilindro que entintaba con agujas y una resolución irrisoria el papel troquelado.

Ya supongo que en 1992, que es de cuando es este código, ya tenía a mi alcance en el IIC (Instituto de Ingeniería del Conocimiento) buenas impresoras de esas de inyección de tinta y podíamos enviar a imprimir para revisar antes de las compilaciones.

¡Qué lejanos y cercanos tiempos!

Vídeo de Poseía Poesía

Vídeo en formato palimpsesto audiovisual utilizado para la introducción de la presentación del libro Poseía Poesía de Giusseppe Domínguez.

El audio de fondo es una lectura de 999 palabras (pudiendo ser poseía o poesía) generadas aleatoriamente. La lectura la realizó un sintetizador de voz de linux personalizado.

Incluye vídeos de tiradas de dados, de vídeos que dejan ver lo que ocurrió en otro momento del tiempo, como por ejemplo, vídeos de Contar 88 garbanzos secos manualmente (una vídeo-acción englobada en el proyecto La Consulta Caso 30), o la escritura sobre 36 dados de madera de 2x2cm de las palabras poesía y poseía (30 y 6 veces respectivamente).

El vídeo ha sido editado utilizando kdenlive 22.04.3 sobre Linux Mint 20.3 (una)

Presentación de Poseía Poesía

Hoy presento el libro-proyecto Poseía Poesía que he estado postergando (la presentación) desde una pandemia y cuarto.

La semana pasada estuve editando un vídeo para ayudarme en la presentación y no sentirme tan solo, con un proyecto-libro difícil de presentar: No se puede leer como si fuese un poemario convencional y no es puramente un libro de artista. ¿Qué es este libro? He preparado un texto de más de 8 páginas que seguramente leeré (parcialmente) para contextualizar una rareza de estas de la Poesía Programable que, quizá, no está encontrando el nicho de personas potencialmente interesadas.

Editando vídeo Poseía Poesía

Este es uno de los fotogramas palimpsésticos del vídeo que he preparado para la Presentación de Poseía Poesía.

Lo he estado editando con Kdenlive, que es, con suma diferencia, muchísimo mejor que Openshot con el que hasta ahora había editado vídeo sobre Linux, lo que no deja de ser una locura antisistema mayor que la de pegarse con adhesivo a una obra de arte mercadeada.

El problema de las cookies

Mi amiga Carla Vigara, gran humorista del mundo mundial, en absoluto gilipollas a pesar de su insistencia, ha publicado el otro día este texto sobre las cookies en una red social:

Hoy, en «Los problemas del primer mundo», vengo a comentar mi indignación ante las famosas cookies. Esos textos que aparecen en sitios web y que están ahí para que dichos sitios registren información sobre ti, para venderte hasta a tu madre y que vuelvas repetidamente a estos mismos sitios.

Mi política de cookies había sido aceptar todo y a correr. Hasta hace poco. Que me dio por rechazar todo y a correr. O rechazar hasta donde me dejan rechazar, porque hay unas «cookies necesarias» que te las vas a comer sí o sí. Quizá por eso las llamaron «cookies». PORQUE TE LAS COMES.

Total. Que mi indignación viene de que, como en tantas otras cosas, utilizan la política del hastío, del hartazgo, de la desesperación. Porque tú rechazas. Y rechazas. Y esta no y esta tampoco. Todo no, menos las «necesarias». Pero si vuelves ahí, sorpresa: tienes que volver a rechazarlo todo otra vez. De una en una. Ninguno de estos sitios web guarda, pese a haberle dado a un botón que pone «guardar y cerrar» y pese a que estás accediendo desde el mismo dispositivo, tu configuración de «idos, por favor, a freír espárragos».

Curiosamente, sí guardan la configuración si lo aceptas todo. Te comes TODAS las cookies y engordas para morir cayendo en la manipulación, que es lo que harán con «el registro» de tu visita.

De momento me coge con ganas así que voy a seguir rechazando. Dijo ella, mientras publicaba en una red social.

A lo que un amigo le ha respondido cordialmente, con información bastante acertada:

Un sitio web no puede guardar que has rechazado las cookies si no se lo permites… No es una trampa. Es que no puede.

Mi amiga, que es mucho menos ignorante de lo que ella afirma, le pregunta o comenta lo siguiente:

Soy una ignorante en esta como en tantas otras cosas, pero si tú guardas la configuración de las que aceptas y las que rechazas porque hay un botón para ello, ¿qué es? ¿Guardar para este ratito y no preguntarte en dos minutos otra vez si no sales de aquí? No entiendo que exista este botón si no vas a guardar, efectivamente, las preferencias de cookies. Pero insisto. Ni pajolera idea.

No he podido por menos que lanzarme a responder hablándole de cómo funcionan las cookies, ese pequeño engendro del «demoño», con el que nos controlan, haciendo no veladas referencias a mi querida película de Amanece que no es poco, que tanto ella como yo veneramos:

Como dice tu amigo, para que un sitio web guarde tu decisión sobre las cookies o cualquier otra información, ha de usar cookies, pero como le has dicho que no guarde cookies, pues no puede guardar tu decisión sobre las cookies, así que te seguirá preguntando en un bucle divertido e infinito si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies, pero la única forma que tiene de hacerte caso por siempre jamás es que aceptes las cookies, información que la web guardará en una cookie (en tu dispositivo, por otro lado, así que no lo guarda, lo guardas tú), pero por otro lado, el hecho de una web que te pregunte si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies en realidad te dice que no tiene ni idea de qué hacer, lo que viene a significar que no tiene una cookie tuya (o suya) que le diga nada, o sea, que es la mejor señal de las posibles. Pero todo esto es mucho más divertido de lo que puedo llegar a explicar. ¿Acaso hay cookies de chocolate? ¿de jengibre? ¿Por qué las cookies se llaman cookies, es porque te las comes, como tú crees o es porque te las dan, a modo de «hostias» más o menos consagradas? ¿En qué idioma hablan las cookies? ¿Tienen pelo las cookies? ¿envejencen las cookies? ¿Les duele algo? El honor de las cookies, la pauta completa de cookies… ay… ¿Son las cookies las nuevas ingles? … [Por favor, déjame usar tu texto y mi respuesta para un viejo proyecto cuyo reinicio ha despertado]

Y ahora estoy deseando lanzarme a terminar ese proyecto de cookies, una aplicación web que ofrezca una y otra vez aceptar todas las cookies de todas las web del mundo mundial y que no pueda hacerlo, lo diga, pero insista, en un bucle infinito de aceptación de todas las cookies de las web del mundo mundial, en realidad, en un ejercicio de sumisión absoluta y absolutamente imposible.

Otro de esos proyectos absurdos de poesía programable que tanto me divierten.

2022

Hasta el año 2200 no vuelve a haber un año compuesto únicamente con doses y ceros. Al menos en este arbitrario calendario.

He realizado un pequeño script que escribe los años que vamos a pasar en sequía de una condición tan arbitraria como cualquier otra:

#!/bin/bash

for ((i=2022; i<=2200; i+=2)); do
echo $(printf "%03d " "$i")
done

y el resultado, después de sustituir los finales de línea por barras, para unirlos en una sola línea es:

2022/ 2024/ 2026/ 2028/ 2030/ 2032/ 2034/ 2036/ 2038/ 2040/ 2042/ 2044/ 2046/ 2048/ 2050/ 2052/ 2054/ 2056/ 2058/ 2060/ 2062/ 2064/ 2066/ 2068/ 2070/ 2072/ 2074/ 2076/ 2078/ 2080/ 2082/ 2084/ 2086/ 2088/ 2090/ 2092/ 2094/ 2096/ 2098/ 2100/ 2102/ 2104/ 2106/ 2108/ 2110/ 2112/ 2114/ 2116/ 2118/ 2120/ 2122/ 2124/ 2126/ 2128/ 2130/ 2132/ 2134/ 2136/ 2138/ 2140/ 2142/ 2144/ 2146/ 2148/ 2150/ 2152/ 2154/ 2156/ 2158/ 2160/ 2162/ 2164/ 2166/ 2168/ 2170/ 2172/ 2174/ 2176/ 2178/ 2180/ 2182/ 2184/ 2186/ 2188/ 2190/ 2192/ 2194/ 2196/ 2198/ 2200/

Como puede verse, me ahorré los impares, pues obviamente no están formados únicamente por dígitos ceros y doses. Era por ahorrar… 😉

uno imagina irracionales…

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado, sino en el hecho de que no son razones, razones entre números enteros, pero tampoco uno cae en la cuenta de que a las divisiones les llamamos razones, así, sin ton ni son o todo lo contrario, quizá no hay nada más razonable que dividir las cosas, repartirlas, incluso los números enteros para que dejen de ser tan pretenciosamente enteros y cuando uno se encuentra números que no son el fruto de una repartición siente cierta aversión hacia ellos, los repudia, los niega, los ningunea, uno intenta convencerse de que son aproximaciones de algo más «razonable», aunque uno llegue a saber que no es así por reducción al absurdo, que parece una reducción al Pedro Ximénez, pero no tiene nada que ver con ella, por muy sabrosa que pueda resultar en ocasiones.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son todos iguales y que el loco paralelismo prestado por el léxico filosófico sirve para clasificarlos en trascendentes, construibles, algebraicos, normales… Sí, también uno descubre que hay números normales y lo que a uno le vuelve aún más loco (que no irracional) es que todo número normal debe ser necesariamente irracional, así, como si nada, como si eso de repente explicase tantas cosas que uno nunca ha comprendido en la vida que parece una epifanía.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son el final de todos los números posibles y que ha de haber algo más allá, así que se emociona incluso cuando a uno le hablan de los números imaginarios que hacen realidad el hecho de que los números reales no sean tan completos como creían ser, mientras sí lo serán los números complejos, así: completos sin complejos.

Uno imagina (pues no puede parar de imaginar) cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son más que la puerta de entrada a la matemática de la poesía, la que descubrirá un número poético que incluirá sus números imaginarios, sus irracionales, sus enteros y sus fracciones, sus negatividades, sus nulidades, la nada, nada infinita, nada lemniscática, nada redonda y pueril, nada feliz en la que uno se pierde sin dilación en una ecuación diferencial diferente a lo esperable, una nada inestimable, incalculable, una nada que forma operaciones como versos sueltos en un cosmos ingrávido.

Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que el amor debe de estar escondido en el número π o que la i no es la e, pero ambas comparten la letra como signo último al que referirse, en el que habitar, en el que albergarse hasta que paren de llover decimales si es que alguna vez escampa; uno va más allá del signo reconocible objetivamente para abrazar el grafo, el signo asémico, la línea más o menos continua que un material traza sobre otro rompiendo y rompiéndose a nivel atómico, destrozándose para dar vida a la imagen: imagen que imagina uno cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado.

Esto no es una broma