Pérdida de tiempo manifiesta

Llega el periodo en el que tengo alergia y empiezo a demorarme en cualquier actividad con las mayores tonterías del mundo.

El lunes, por ejemplo, me llegó un correo electrónico de una mujer llamada Nuria que ofrecía sus servicios como traductora editorial o como correctora.

Le contesté agradeciédoselo pero diciéndole que no estaba, ahora mismo, interesado en sus servicios.

No obstante, al responder observé que su dirección de correo electrónico era nudu @ nudu.es lo que me llamó la atención porque no es frecuente encontrar nombres de dominio de segundo nivel de 4 letras a disposición de una persona y no de un conglomerado más o menos grande de personas organizadas en algún contubernio al que en ocasiones llamamos empresa, organización, administración, corporación…

Así que no pude sustraerme a la curiosidad de acceder a la web www.nudu.es, pero mi decepción comenzó a crecer pues, aparte de no aparecer en SSL, carecía de contenido en absoluto, ni siquiera un mísero «Hola Mundo!» y por perder tiempo, (¿cómo explicarlo si no?) decidí consultar el viejo nic.es que ahora dirige a dominios.es, dependiente de red.es.

Y ahí pude ver que, efectivamente, el dominio sigue siendo suyo, pero parece que está a punto de caducar (este agosto) y no pinta que tenga muchas ganas de renovarlo, teniendo en cuenta la ausencia de contenido en la web.

Pero quién sabe.

Lo que sí sé es que esto es algo a lo que llamo claramente pérdida de tiempo manifiesta, con excusa o sin excusa por la alergia galopante.

Disponible

Me cuesta no estar disponible.

No disponer de mi tiempo.
No disponer de energía.

Me cuesta no estar disponible
para mí
para Carmen
para otras personas
para amistades
para familiares
para gestiones burocráticas
para trabajos editoriales
para nuevos proyectos
para arte postal
para creación con acción
para preparar mejores talleres
para programar eventos
para cocinar
para escribir
para leer
para ser.

Me cuesta no estar disponible
pero no sé en qué moneda
se paga la indisponibilidad
o indisposición.

Daños colaterales

Te duele un hombro
y ese dolor despierta
dolor del cuello por las posturas del sueño.

Te duele la garganta
y ese dolor despierta
dolor del pecho por la sequedad.

Te duele un pie
y ese dolor despierta
dolor de las lumbares por correcciones al caminar.

Te duele el estómago
y ese dolor despierta
dolor del ano por la deposición.

Te duele la vida
y ese dolor despierta
dolor del alma por no hallarse en tu cuerpo.

Terapeuta

Llego a la clínica.
Al otro lado de la calle.
Al otro lado de la parada del autobús.
Al otro lado de un mundo que no sabe que allí se teje tristeza.

Espero en recepción a que la secretaria
bastante parca en palabras
me pregunte
cada día
que qué quiero
y yo le responda un lacónico
Domínguez.

Busca entre las fichas
sin levantar nunca la mirada
hasta que encuentra
mi menguante cuadrícula
cuyas casillas van rellenándose
con mi firma
que
cada día
es diferente.

La recepcionista o secretaria
llamada Carmen
viste con una chaqueta
roja
en contraste con lo que denominan
pijamas verdes.

Me adentro.

A la derecha cubículos
privados
donde una puerta entreabierta
deja entrever
entreveradas carnes
procesadas
por máquinas
de ultrasonidos
de microondas
de gelatina hirviendo.

Tras el pasillo
ojos apagados
paredes blanquecinas
cuatro camillas
dos camastros con cilindros magnéticos
sillas desperdigadas
armarios metálicos
colchonetas que simulan cuero negro
un par de barras paralelas
sujetando habitualmente un par de bolsos.

Al fondo
un cuarto de baño
junto una pareja de percheros
donde mi abrigo pesado
comba su sostén.

Retro
cedo.

Vuelvo a la primera de las sillas
desperdigadas
que me espera
bajo unas poleas
donde cuelgan mis brazos
haciendo esfuerzos
por alargarse
hasta recuperar
la elongación
de la que eran capaces.

Mis ojos
también apagados
buscan los de Patricia
o
los de Eulogio
escondidos tras unas gruesas lentes
y una esquiva sonrisa.

En algún momento
cruzo buenos días
cruzo hasta mañana
cruzo hola
con alguna persona
que entra
que sale
que sabe
que ese es un lugar perentorio
como todos.

Eulo me indica.
Le sigo.
En alguna cabina
un ingenio
es posado en mi hombro
apuntado sus rayos antiletales
contra mi ánimo.

6 minutos.

Intento pensar en algún proyecto en marcha.
Intento pensar en alguna tarea pendiente.
Intento pensar en recetas de comida.
Intento pensar en algo
distinto a estar mirando
el cronómetro del dispositivo
distinto al momento presente
en el que escuchar conversaciones ajenas
al otro lado de endebles plaquetas
de algo parecido a la madera.

1 minuto.

El tiempo pasa curvilíneo en esta sala
donde la puerta entornada
protege mi torso desnudo
de ojos apagados.

Escudriño el espacio
en busca de otra silla
de las desperdigadas
donde esperar
la muerte
y a Eulo
o a Patricia.

Unos días uno.
Otros días otra.

Patricia me hace una señal
para indicarme
que soy el siguiente
en su camilla.

Retira el fragmento de rollo de papel-tela
que ha sido extendido bajo la anterior persona.
Lo envuelve en un gesto
casi maternal.
Extiende un nuevo fragmento de rollo de papel-tela
que será extendido (sudario anticipado)
bajo mi cuerpo
boca arriba.

Intentos de torpe conversación.
Recuerdo
para mí mismo
que siempre seré
el adolescente individuo asocial
que ha aprendido a vivir como si no lo fuese.

Soriana simpática.

No conozco las fronteras de Soria.
¿Cuáles son las provincias limítrofes?
¿Cómo se llega?
¿Hay estación de tren?

Su tratamiento
es cuidadoso
pero me duele el alma
(en realidad me duele el hombro)
cada vez que intenta rotaciones
contra un maltrecho supraespinoso
o un manguito rotador
que se ha quedado en manguito.

Pone el cuerpo en juego.
El mío está en jaque.

De mis ojos
apagados
se escapan lágrimas.

El dolor…

Termina con una relajación
estirando mi brazo izquierdo
averiado
en oblicuo
de unos 30 grados con la horizontal
de unos 45 grados con la vertical
(mi columna vertical horizontal).

Me incorporo
agradecido
por su dolor
por la contención de su dolor
por su paciencia
con el paciente.

Busco otra silla
de aquellas

desperdigadas
para volver a esperar.

Eulogio corretea
de una persona a otra
como abeja primaveral.

El robot
de onda corta
tiene el brazo muy largo
y las piernas muy gordas.

Contra el acromion
deposita cabezal radiante.
Bajo claraboya piramidal
cuadrada
el sol se cuela en la sala
o las nubes se lo impiden.

Las sombras trapezoidales
crean mosaico irregular
de blanco y gris.

Un firme pitido
indica conclusión.

La impaciencia marca mi única conclusión:
Concluirá.
Concluiré.

Soy flojo

soy un quejica
soy flojo
me duele un hombro

no tengo alumnos ni alumnas
para clases particulares
y afecta a mi economía

no tengo grupo de iniciación
este año
para los talleres de poesía
lo que es un enorme bajón
de autoestima

se ha estropeado
o no ha llegado a funcionar
el radiador del baño que reformamos
gastándonos más
de lo que habríamos querido
de lo que habríamos podido

pero

no estoy perdiendo la vista inexorablemente
no sufro cáncer
no se ha muerto ningún familiar próximo
no se ha muerto ninguna amistad próxima
no bombardean mi casa ni mi barrio ni mi ciudad ni mi país
no invaden mi casa ni mi barrio ni mi ciudad ni mi país
no carezco de amor
no estoy en absoluto solo salvo cuando quiero estarlo
no me duelen las manos hasta no poder moverlas
no sé qué elegir: medicina privada o medicina pública
no tengo problemas para irme a cenar un día a un restaurante
no me falta comida en la nevera
no me falta agua caliente en la ducha
no me falta luz en los enchufes
no puedo atreverme a llorar
en estas condiciones

y sin embargo…

Sobremedicación

Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.

Sí.

Hoy voy al médico.
Después de que hace un mes
fui al médico.

El médico era una médico.
El médico era una médica.
La médica era una médico.
La médica era una médica.

En realidad es. No era.
Aunque
según sus propias palabras
le quedan dos meses
para jubilarse.

Mi médico anterior
era un médico y no era una médica
Y eso ahora ya no importa.
Hace dos meses
que se jubiló.

Hace años me encontré
con un médico que había sido mi médico
en Donosti
y me hizo tanta ilusión
que le saludé
y me recordaba
y me contó
que se había jubilado
y había vuelto a su tierra
que siempre sospeché
que era Euskal Herria.

Mi actual médico
(dudo si terminar la palabra con a)
me acaba de recetar
más de tres tipos distintos de calmantes
y le digo que yo rara vez
tomo calmantes
aunque no es que lleve bien el dolor
y me dice que
si me duele el hombro
es mejor que no me duela el hombro
así que es mejor que tome calmantes
antiinflamatorios
relajantes musculares
antidepresivos
cosa-profeno
cosa-zepán
cosa-til
.

Le pregunto
casi obnubilado por la lista de la compra
si no estaría bien
que tomase algún tipo de
cosa-prazol.

Mi médica
(dudo si terminar la palabra con o)
me dice
que es mejor no pasarse
tomando algo que no requiero
salvo que lo necesite.

Sí.

Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.

Pero es un poco.
Es cuando hago algunos movimientos.
Puedo no hacerlos y no me dolería.
¿Necesito calmantes
o evitar esos movimientos?
¿Hay alguna otra forma
de desinflamar que no sea farmacológica?

No tengo nada
absolutamente nada
en contra de la química
ni de los tratamientos médicos
farmacológicos.

Ahora me siento culpable
porque no voy a hacer caso
de su prescripción
y trataré de evitar el dolor
con métodos que pueden no ser
lo más razonable:
huir.

Ahora me siento responsable
de mi falta de compromiso
con su dedicación.

Ahora he pedido cita
privadamente
en una clínica
fuera de la Seguridad Social
que está cubierta
por una aseguradora de salud
privada
financiada por mis padres.

Ahora me siento incoherente
con mi defensa a ultranza de la sanidad pública.

Estoy también esperando
citas nuevas
para traumatología
de la seguridad social
para traumatología
de la aseguradora privada
(¿asocial?)
para nuevas pruebas ecográficas
de la seguridad social
para finales de octubre
(la pedí a primeros de septiembre).

Sí.

Me duele un poco el hombro.
El hombro me duele un poco.
Un poco me duele el hombro.
Duele me el hombro un poco.
El hombro un poco me duele.
Un poco el hombro me duele.
Duele me un poco el hombro.
Me duele el hombro un poco.

Pero es un hombro.

Yo llevo muy mal el dolor.
El dolor lo llevo muy mal.

Ahora no paro de pensar
en el tiempo que estaré
quejándome
quejándome
quejándome
y me canso a mí mismo
(no me canto a mí mismo)
me canso de quejarme
de que mi médica
de que mi médico
decida
que la medicación
es la única
que no se va a jubilar.

Caerte te cambia la vida

Cada vez más le temo a los accidentes.

Caerte casualmente
o causalmente
en una bañera escurridiza
en una cuesta abajo
en una escalera desgastada
en una mala pisada
y que la vida se trunque
en su esplendor.

Mientras vaya pasando el tiempo
sin incidentes
lo único que quiero
es disfrutar
de esta improbable estabilidad
que me atormenta.

Ya lo escribí.
Ya lo calculé.
Las probabilidades están en mi contra.

Estómago

Cuando te duele el estómago
y piensas que una palabra esdrújula
debería doler menos.

Cuando te duele la cabeza
y piensas que las palabras llanas
expresan muy bien su contenido.

Cuando te duele el corazón
y piensas que las palabras agudas
son todas esdrújulamente metafóricas.

Esto no es una broma