El ser humano modifica la naturaleza desde que nace. No hay naturaleza y humanos conviviendo juntos en ningún lugar. Es más, cabría decir que la naturaleza humana es la de modificar la naturaleza haciéndola artificial.
Lo que implica que es natural lo artificial.
Hoy me he encontrado con la noticia de que se ha extendido la costumbre de dejar de vacunar a niños por los posibles efectos secundarios y al auge de lo que llamamos medicina natural, no cayendo en la contradicción intrínseca de estos términos.
Se habla de medicina tradicional en occidente refiriéndose a la medicina basada en productos farmacológicos, que, si bien es sintomática preferentemente, es decir, trata más los síntomas que las causas primeras, no deja de ser natural en el sentido de que la naturaleza es la que provee siempre de las materias primas básicas para conseguir los fármacos. Se objetará que algunos fármacos se sintetizan artificialmente y yo me pregunto si esa síntesis y la capacidad de los humanos para llevarla a cabo no es natural. También es natural, en último extremo, cada uno de los átomos que la componen, por más que no se encuentren en una planta o en el producto de una abeja.
Se habla de medicina natural en contraposición a la tradicional a la basada en productos procedentes más o menos de forma directa de plantas y animales. No se tiene mucho en cuenta la composición química de esos productos ni ese «más o menos» proceso de obtención del componente activo que se encapsula, muchas veces, como si fuese un fármaco, no sé si con la intención de resultar atractivos a quienes están acostumbrados a los de la medicina tradicional.
Me parece un poco ridículo eso de que la medicina tradicional sea, ahora, la menos tradicional, es decir, la menos antigua, que se sumía en tradiciones. Está claro que tiene que ver con la modificación de las costumbres y no de las medicinas. Pero si en todo estamos cambiando las costumbres, ¿no es normal que también cambiemos de medicina?
Buscamos en medicinas con una antigua tradición, como las orientales, acupunturas y demás, otras soluciones pero lo que me preocupa es que dejemos de lado los avances que se han logrado de sistematización de resolución de enfermedades en las que lo más molesto es verdaderamente lo sintomático: Véase una alergia.
Hoy tengo alergia. No contento con mi fisura anal en proceso de remisión, con un manguito rotador inflamado causando una dolorosa tendinitis en mi hombro derecho, no contento con eso, tengo también alergia.
Ya el año pasado recuerdo estornudos pertinaces durante el mes de junio y el de julio, pero quise creer que se trataba de un constipado que se acabaría por ir de mi cuerpo, sin ningún antisintomático necesario. Así que, por supuesto, ni pasé por el médico (tradicional o natural o artificial u oriental).
Pero ahora tengo alergia. Acabo de hacer lo que me parece verdaderamente imperdonable, pero estoy harto de que se me acumulen males físicos: ir a la farmacia a comprar lo que yo creo que me hará bien. No importa si me hace bien o no, lo que importa es que metodológicamente es incorrecto: hay especialistas que deberían ser los encargados de, mediante los análisis correspondientes, diagnosticar y prescribir. Para mí este es el trabajo de los médicos. No el mío. No sé si el del farmacéutico.
Tengo en mis manos un antihistamínico con la intención de que me cure a base de antisintomáticos. No me van a curar. Lo sé. Luego tendré ocasión de ver qué me dice mi cuerpo… que no entiendo por qué no me habla más claro. Podía decirme algo así como detente o algo como deja tu trabajo o algo como no te estreses o algo como besa más a menudo a tu mujer o algo como no te quejes más o algo como camina o algo como … pero lo único que hace es tener alergia. Es un maldito hijodeputa. Y no pienso corregirlo. No pienso decir que mi cuerpo soy yo. Quiero hacer como hacían los antiguos (tradicionalmente) tenían a alguien a quien culpar: El destino, dios, alguna infección… estoy harto de ser tan responsable de todo, hasta de que mi sistema inmunológico sea un cabrón que me ataca por alguna razón desconocida. Pues cuando no sé cuál es la causa, quizá me queda el recurso de olvidarme de que me habla. No quiero escuchar lo que me está diciendo, aunque sólo sea por las maneras que utiliza para hacerlo.
Mi cuerpo es un maleducado.
Y hoy, se va a joder: voy a hacer lo que me salga de los huevos… y ya está.
Hasta mañana.