Trasplante

Si me trasplantan un corazón
será porque eche raíces.
Si me trasplantan un riñón
será porque eche raíces.
Si me trasplantan un hígado
será porque eche raíces.
Si me trasplantan un pulmón
será porque eche raíces.

Parece evidente:
Soy un solar fructífero.

Palimpsesto: Metáforas viscerales

No soy poeta de metáforas viscerales
pero noto una opresión
a unos tres centímetros a la izquierda
del esternón
aproximadamente entre el frente
y la espalda.

Una opresión que podríamos calificar de muscular
incluso sin saber lo que hay dentro de esta cavidad
denominada tórax
cuyo nombre deriva del latín
a su vez de un vocablo griego más arcaico
que significa coraza.

Siento que la expasión de la región intracostillar
está inhibida en cada inhalación
cuando ella está en casa.

Apatía de la musculatura intercostal
asternales decaídas en depresión hacia flotantes
y un diafragma inervado por frénicos de duelo
sofoco
con sensación de opresión en la región torácica o abdominal.

Podría decir (sencillamente)
que me duele el corazón de verla así
que se me encoje el alma
ánima de cañón con pólvora de silencios
que la angustia me hiere
que me puede su mal.

Pero el silencio impuesto en aras de la calma
está cerrando el paso a la voz de dolor
al grito sano
y se me pudre dentro
la contención prudente de un millar de miserias
y sus manos buscando el pomo de una puerta.

Verde

Verde muerto
apagado en la memoria
de un arco iris ciego
contra la miseria del paso del tiempo.

Verde agotado
de oprobio malestar
en la boca de una bilis sorda
que ruge el grito de la desesperanza.

El egoísmo del enfermo o la enfermedad del egoísta

No paro de hablar de mí
No paro de hablar de mi enfermedad
de mis males
de mis penas
de mis achaques.
No paro de hablar de mi egoísta forma de sentir el día a día
en la que soy el único importante
soy lo único importante
soy yo mi mí me
y conmigo.

No obstante estoy enfermo de hablar de mí
cansado de comenzar toda oración con un yo
harto de ser mi centro de atención y descentrarme
hablando con cualquier persona ajena a mí
pues, por supuesto si he de hablar, mejor lo hago conmigo
mismo
mismo
mismo.

¡Qué hastío!
spleen, casi diría.
Y así sigo.

Relleno de jengibre

Ante todo mucha calma, que una gripe se va con tiempo.
Un poco de té verde con poca cafeína
y miel.
Agrégale limón, para la garganta.
No es suficiente, pero no te preocupes:
una infusión de jengibre es mano de santo
poco más o menos
y sigues igual.

(Desconfianza de los productos que no tienen
contraindicaciones
ni efectos secundarios)

¿Tomas jarabe para esa tos?
Pues hasta ahora no, pero igual va siendo hora.
Tomo jarabe.
Gasto un frasco de jarabe.
El primero sin médico mediante que compro en mi vida.

La tos no disminuye.
Quizá elegí mal el jarabe en cuestión.
¿Era espectorante o antiespectorante?
¡Y yo qué sé! ¿Acaso soy médico?

Lo mejor son los remedios caseros:
Más miel.
Propóleo, hombre, ¿cómo es que no te has tomado propóleo?
Tomo propóleo.
No, ahora es tarde, tenías que haberlo tomado antes
para prevenir.
Bueno, pues no tomo propóleo.
Unos caramelos de propóleo y miel no te harán mal.
Vale, pues tomo algunos.
Pero sigo igual.

La tos se está poniendo muy intensa
y las noches sin dormir se acumulan.

Internet:
Infalible, la cebolla al lado de la cama.
Falible. La cebolla no sirve para nada
salvo para aromatizar.
Será que no era la cebolla adecuada.

Por supuesto, ¿tendrás un humidificador?
Sí, tengo un humidificador que humidifica sin parar
la habitación en la que intento dormir
pero sigo haciéndolo mal por la pertinaz tos.

Pues échale al agua eucalipto.
Es más, haz hervir unas hojas de eucalipto en agua
por unos 10 minutos y luego aspira sus vapores.
Ya, de paso, humidifica, humidifica con vahos de eucalipto.
¿Y si la tos continúa?

Bueno, hombre, ¿seguro que el eucalipto era de herbolario?
Sí.
¿No sería transgénico?
No. Es más, era muy caro.
Ah. Pues prueba con infusiones.
¿Té con miel y limón?
¡Jengibre!

Ah… claro, jengibre. Probemos otra vez:
Jarabe casero de miel, limón y jengibre.
Desagradable, pero hecho.
Jengibre cortado en finas rodajas en una medida de agua
mezclada con otra medida de zumo de limón
y una medida de miel.
Esa noche y las siguientes también tosí.

¿Homeopatía?
¡Venga ya! ¿En serio?
Es que si no crees en tu recuperación…
Vaya, ahora se trata de creencias.
Afortunadamente, mi suegra le reza a la virgen María para mi próxima mejoría.

¿Has probado el tomillo?
A estas alturas ya pruebo lo que sea:
infusiones de tomillo, de salvia, de orégano, de espirulina, de batracios, de mengueles, de miguelitos en vinagre, de mierda de artista…
con miel
y a veces con limón.

Hay que hidratarse. Bebe líquidos.
Me bebo el atlántico diariamente.
Casi 6 litros de líquidos diarios
entre infusiones y agua.

Han pasado 3 semanas.
Primera visita médica:
Laringitis aguda de origen vírico con ramificaciones bronquiales y afectación a la tráquea.
Prescripción: 3 pastillas de corticoides
para bajar la irritación de la laringe.
Mejor procura estar en silencio
y tomará tiempo la recuperación.
¿Me haría mal tomar jengibre o infusiones con miel?
Toma lo que quieras (viene a decir que da más o menos lo mismo)

Pasa el tiempo. Una semana más. Siguiente visita médica.

Entre medias:
Tés, miel, limón, jengibre, ya estoy harto de jengibre, salvia, tomillo, eucalipto, propóleo, agua, mucha agua.

Pues nada, esto ha bajado poco, así que a otorrinolaringología.
(Me encanta esa enorme palabra de 20 letras)
Día siguiente:
Parece una laringitis aguda.
Vamos a explorar los conductos con un tubo de fibra óptica…
pero, mejor por ese otro lado que el derecho tiene tendencia a sangrar.
Dí i.
Oh. o o o o o
Vale. Parece que tienes parálisis de una cuerda vocal.
Así que silencio total. Aumentamos la ridícula dosis de corticoides. Vuelve en una semana.
Esperemos que no sea algo más grave: virus en nervios, por ejemplo.

Ya estoy harto de infusiones, pero sigo con ellas.
Me infusiono hasta el alma.
Silencio total.
Comunicación por señas.
Comunicación por escrito.
Comunicación por conversor de texto a audio.
Aburrimiento.

Cancelo las navidades.
Cancelo encuentros con amigas.
Cancelo clases particulares.
Cancelo trabajos pendientes.

Me recomiendan acupuntura.
Mira, ahora estoy en tratamientos con corticoides.
Pero ya no descarto nada.

¿Pero no tomas antibióticos?
Pues no. El médico dijo que era vírico y los virus no son vida.
¿O sí son vida? Debate. No importa. Los antibióticos no son para ellos.

La tos parece remitir.
¿Serán los corticoides? ¿Serán las infusiones?
¿Será el paso del tiempo? ¿qué será, será?

Vaya, no he tomado erísimo o alguna otra hierba que sí,
seguro,
esa seguro que me habría curado.
Ahora nunca podré saberlo.

4 noches seguidas durmiendo bien.
Ya no lo creía posible.
La afonía persiste
aunque parece que remite.

Escribo un texto en facebook diciendo
«Cuando recupere el habla voy a hacer un monólogo de 6 horas seguidas».
Un centenar de consejos:
toma jengibre
toma miel
toma limón
toma erísimo
toma espirulina
haz vahos
no te pongas nervioso
sé positivo
cree
cree
cree
croa
croa
croa…

Hoy ha transcurrido semana desde la última visita médica.
La otorrinolaringóloga es atractiva y agradable.

Me calma saber que no me recomienda nada sin mirarme
sin preguntarme
sin intentar averiguar qué puede pasarme.
Escucharé sus recomendaciones que nunca asumo como órdenes.
Seguramente, solicitará más análisis.
¿Será que ella no cree saberlo todo?
¿Será que quiere estar segura o algo menos insegura?
¿Será que analiza e infiere y no cree?

En cualquier caso
los humanos nos preocupamos por otros humanos
con nuestras mejores intenciones
y es de agradecer
siempre que no me culpabilicen
por no seguir todos sus consejos.

Una temporada en el infierno

No sé cómo pudo escribir Rimbaud un libro con semejante título sin haber superado los 50 años en vida.

Estoy pasando unos de los peores periodos de mi vida. No sólo por mí, sino también por Carmen, que está también afectada, en su caso, por una insólita situación que le impide mantener los ojos abiertos cómodamente, forzándola a aplicar una tensión elevada que acaba por producirle dolores de cabeza. Llevo más de 25 días enfermo. No es terminal, pero es altamente molesto. Siento la vulnerabilidad de nuestra forma de vida, la fragilidad de la misma, el fin se acerca. Ya hemos pasado «la mitad»… que ironizaría mi admirado Jaime Vallaure.

Me veo obligado a emitir un «comunicado» a mis alumnos, tanto de clases particulares como de los talleres de poesía contándoles en resumen mi situación y apelando a su comprensión y su paciencia, con la que sé que cuento:

A finales de diciembre, tuve una gripe que se convirtió en laringitis aguda que me acabó por paralizar una cuerda vocal.
Ahora estoy afónico, aunque parece que en periodo de recuperación.
Me veo obligado a cancelar la clase de esta semana esperando estar bien para la próxima.
La alternativa es realizar la clase en tono bajo o casi en silencio.
Lamento el inconveniente que os pueda ocasionar.

Los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53 no se cancelarán, por supuesto, pero tendré una energía poco motivadora, además de suspender, eventualmente, el próximo encuentro de Lectura de Poesía en el local.

El 2017 ha comenzado en silencio, un silencio cruel, doloroso, como de cumbre de introvertidos en un cementerio de mudos.

Añoro las conversaciones fluidas con Carmen, el repaso vital compartido, nuestro amable chequeo de situación, nuestras pieles, nuestros besos…

Sé que es una mala racha… o quiero creerlo. Sé que no es el infierno, pero se asemeja. Sé que no es para tanto… aunque hay cosas que no cuento en público y que sí que lo han sido. Hay miedo. Mucho miedo.

Mientras tanto, el miércoles que viene vuelvo a la otorrinolaringóloga (enorme palabra) para hacer un seguimiento de mi estado de salud y ver si resulta procedente un tratamiento más agresivo para recuperar la movilidad de la cuerda vocal o si va a ir remitiendo con un largo periodo de reposo y ejercicios vocales, o bucales.

Mientras tanto, este blog permanecerá desatendido porque no sé si quiero ni siquiera conectarme a Internet.
Mientras tanto, mi sonrisa continuará en paradero desconocido.

¿La salud es lo más importante?

Sigo sosteniendo que no, que sin el amor la salud no importa.

He sentido luz cuando las personas que me quieren me han mostrado su afecto. He sentido ganas de vivir porque amo la vida y lo que contiene. He sentido… amor, amar, amar amor. He sentido sentir. Y eso me ha dado esperanza. Sin esa esperanza, la salud no habría importado. El final habría podido ser mucho más rápido, contundente, plaf, se acabó.

Palimpsesto: Osamenta

Osamenta

La noche. Tos. Más Tos.
Se rompen vasos capilares en el fondo de mi cráneo.
Pasan minutos. Parecen horas.
Maldita tos. Tos.
No sé qué hacer.
Intento recordar que un día no tuve tos
y era feliz.
Pasan horas. Parecen minutos.
Tos.
Tomo jarabe. Tomo miel. Tomo agua. Tomo medidas.
Tomo átomos átonos. Pero nada cambia.
Más Tos.
No quiero despertar pero estoy despierto y leo.
Leo un artículo que informa sobre un atentado en Berlín
y rebajo la importancia que le doy a mi infernal ataque de Tos.
Vuelvo a la cama. Más Tos.
Salto de la cama.
Todos los huesos crujen
pero no puedo olvidar lo de Berlín.
Han asesinado al embajador ruso en Turquía.
Alepo sigue siendo zona de guerra. Se habla de reconquista.
Tos.
Duelen los huesos. Duelen los músculos. Duelen los tendones.
Duelen los nervios. Duele la empatía y la inocencia.
Desvanezco todo intento de reconciliar el sueño.
Y veo amanecer sobre cadáveres que no veo, pero que están ahí.
Los tonos oscuros de las fachadas dejan venir el día.
Y nada cambia.

El moco

verde
y lluvioso
ralentiza el proceso neuronal
al que llamamos pensamiento
teclear las letras
que se convierten el letrs
o incluso en ltrs
semíticas
radicales
que van a parar al mar
de mis olvidos
de mis miserias
de tus olvidos
de todos los olvidos
de todas las miserias
obstruye el paso del tiempo
y la caleidoscópica miriada de miradas
que buscan en la noche una alabanza de plata
ralentizada
rala
a ras
de córtex
a ras
de ras
con ras.

De rodillas

knie-roentgen-r-seite

Sobre la izquierda
mi rodilla derecha
pasa la noche.

Haiku terrible y cruel
que se reitera
sobre una articulación
algo cansada.

Sobre la diestra
mi rodilla, la izquierda
pasa la noche.

Los cóndilos del fémur
que se erosionan
con el paso del tiempo.

Y las cavidades glenoideas
de mis tibias tibias
bajo edredones de asfalto
rugen sobre unos cartílagos
sordos y ciegos.

Sobre la izquierda
mi rodilla derecha
pasa otra noche.

El tendón rotuliano
contra viento y marea
sigue viviendo
anclado en el pasado
de mis recuerdos.

Sobre la diestra
mi otra rodilla, izquierda
pasa una noche.

El menisco y su hermano
el otro menisco
unidos entre sí por ligamento yugal
van desgastándose.

No hay signos de su lucha
ocultos en la cápsula fibrosa
bañándose en sinovial fluido
impúdicos fibrocartílagos.

Sobre la izquierda
mi rodilla derecha
pasa otra noche.

Unas bolsas serosas
en plena sequía
alejan la miseria
de la que la bolsa anserina
es destacada.

Anso sin ganso
muevo mis ligamentos
cruzados y meniscofemorales
cada mañana.

Sobre derecha
una rodilla izquierda
pasa las noches.

Y las noches
también pasan
sobre otros muchos huesos
que forman mi esqueleto
que anidan en mi cuerpo
que habitan mis derrotas
contra el tiempo.

Esto no es una broma