Taller monográfico de acercamiento al haiku

El curso estará dividido en las siguientes secciones:

  1. El Haiku: Historia y escritores del periodo clásico
  2. Estructura silábica, esencia. Otras formas primigenias: Tanka y Hokku
  3. Zen y Poesía: La espiritualidad de la escritura japonesa
  4. Más allá de las fronteras de Japón: El Haiku en Occidente

El haiku, consiste en un poema breve de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Es una de las formas de poesía tradicional japonesa más extendidas.

Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el ocaso

Matsuo Basho

Canción protesta
después de los setenta
canción de próstata

Mario Benedetti
(como prueba de que se puede seguir reinventando el género)

Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente. Muy influido por la filosofía y la estética del zen, su estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad, la aparente asimetría que sugiere la libertad y con ésta la eternidad.

Datos Prácticos:
Plazas limitadas. Grupos de un máximo de 10 personas. (mínimo de 4 personas)

Fechas: Jueves de ABRIL 2016
Horario: 21:00-22:00
Cuota: 40 Euros (4 horas)
Promociones: 29 € a desempleados, universitarios.
Inform. y Reserva: poesia@clave53.org // 655 99 04 13
Coordinador: Giusseppe Domínguez (www.giusseppe.net)
Lugar: C/Costanilla de los Ángeles, 2, Esc. Izda. 1-Dcha. Metro Ópera (L2, L5). A 5 minutos de SOL.

De Poder y de Cuerpo

el poder del cuerpo
el poder del poder
el cuerpo del poder
el cuerpo del cuerpo
el poder de cuerpo
el poder de poder
el cuerpo de poder
el cuerpo de cuerpo
el poder el cuerpo
el poder el poder
el cuerpo el poder
el cuerpo el cuerpo
el cuerpo
el cuerpo
el cuerpo
el cuerpo
el
el
el
el
.
.
.
.

Desdibujando

Poco importa donde esté
si el desarraigo ha arraigado en mí

Cuando el desarraigo arraiga
el desnudo anuda
la desmesura mide
la descortesía recorta
la desunión nos une
el despertar aporta
un despuntar sin punta
a un deseo eo eo eo …

Neodimio

No tenía ni idea de qué era el neodimio que ha resultado ser un elemento químico de la tabla periódica cuyo símbolo es Nd y su número atómico es 60. Y unos minutos antes me había declarado profesor de química y esas cosas atómicas (cuánticas).

Eso de que esté entre las «tierras raras«, agazapado sobre el Uranio, lo puedo poner de excusa, pero no lo es. La verdad es que hay muchas cosas de las que no sé nada. Es más, estoy convencido de que hay muchas más (pero muchas, muchas, como de una cardinalidad mayor) materias o asuntos que no caen dentro de lo que sé o creo saber que aquello de lo que sé o creo saber.

Estuve con mis queridos alumnitos de taller de poesía viendo una exposición en Paracuellos del Jarama y, de regalo, Alejandro Gallego nos acercó a conocer su taller de ¿carpintería metálica?. No sé cómo se llama eso, pero fue muy enriquecedor. Aprendí, aprendimos, un montón de cosas nuevas, como, entre otras, que hay unos imanes de neodimio que son muchísimo más potentes que los imanes de hierro inducidos o que la vieja magnetita. Yo hablé de los electroimanes sin mucho detalle, pero me quedé completamente intrigado con ese material… que resultó ser un elemento químico. Y ni siquiera de un número atómico tan elevado: 60 protoncillos…

También descubrí no saber nada de las cortadoras de plasma (que no es plasma sanguíneo ;-)) así que hoy mismo tengo que leer algo sobre este método.

Sabía aquello de que el plasma es el cuarto estado de agregación de la materia, pero no acababa de ponerle propiedades a tal estado, más allá de la ionización… pero ¿cómo se puede usar y generar para cortar planchas metálicas a voluntad?

Siempre me sorprende descubrir todo lo que no sé (soy un presuntuoso que creo que sé más de lo que realmente sé). Me recuerda esa famosa frasecita de la zarzuela «La Verbena de la Paloma»: «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad»

https://youtu.be/1nRToj_vECM?t=3s

Sobre la obra de Raquel G. Figueiras

Delicada sutileza natural, con tintes oníricos, pero terrenales.

meditaciones

La obra de Raquel G. Figueiras me evoca Brancusis femeninos, una reclamación de una masculinidad contemporánea, un canto al frágil canto de un gallo y la omnipresente figura maternal del nido.

El empleo de materiales delicados, realza esa demanda de atención a nuestro entorno, una mirada cuidadosa, mimosa, cariñosa, incluso en las más aguerridas figuras de rostros hipermedicalizados, al tiempo que grita silenciosamente llamando a la moderación, a la responsabilidad, en definitiva, a la sensatez.

Llueve

Llueve mi corazón ciénaga opaca
nubes de luz que agota una eñe inalterable
llueve llanto gris asfalto
un horizonte verde de perlas endiosadas
diademas de placas tectónicas en mitad de las Azores
llueven sutilezas de la noche
llueve alquitrán amargo
cerveza envenenada
llueve un carnaval de músicos borrachos
sobre tu penacho de lágrimas ladrillo
llueve un mar de mares enlosado
apoteosis en tesis sintéticas y apocalípticas
llueven miembros de gabinetes episcopalianos
llueve una miriada de miradas mirloventrescadas
sinsentidos y alborotos
llueve una sinrazón sin aderezos
tiniebla y duda
llueven gotas de niebla en ocasos casos
llueven mochilas cargadas de futuro
poemas cargados de palabras
y palabras cargadas de mochilas
llueven añiles y albañiles
radiadores blancos e infinitos que caen desde tu nuca a tus riñones
llueven cabinas telefónicas con mujeres intentando alcanzar la ranura del teléfono para insertar una moneda
llueven libros multicolor de autores multiforma
llueven lomos
llueve un cargador del móvil apagado
reliquias de olvidos que trasladamos a la memoria desde el debatir del portal craneal
llueven regalos de miradas
amigas galas
teutónicas
hispanas
llueven moléculas de dióxido nítrico
sobre mis campos y los tuyos
llueven fogonazos de alcanfor y de bombillas
llueve una inmensa columna de letras negras
sobre este cuaderno transparente
llueve un poco más que ayer que no llovía
más que un sinfín de proyectiles
en un lejano barrio de París
llueve en las calles
y en ese minúsculo pedazo de nuestros labios que queda descubierto cuando nos estamos besando
llueve un palacio de almas que cae cae cae siempre de pie para que no se rompan
en mitad de un prado almidonado
llueve sin parar y sin final
como un poema que abarque el universo
y que lo empape de poesía hasta que el último
se entere, por fin, de que es esponja.

Esto no es una broma