Recursividad

Hoy, después de hablar un rato con mi amiga Ana Matey, le he comentado lo divertido que me resulta que la imagen sea tan importante que ahora se está utilizando incluso para mostrar textos: imágenes de textos. Lo que resulta una especie de contradicción, de absurdo.

Pero lo que resulta ya excesivo es que una de esas imágenes con texto sea incluida como imagen para ser respondida textualmente y se haga una captura de pantalla que la transforme en imagen, de nuevo, así hasta el infinito. Facebook tiene alguna de estas divertidas cosas que hacen que piense en seguir usándolo, aunque solo sea para criticarlo.

recursivo, va. (Del lat. recursus, part. pas. de recurr?re ‘recurrir’, e -ivo). 1. adj. Sujeto a reglas o pautas recurrentes. La capacidad recursiva del lenguaje.

recurrente. (Del ant. part. act. de recurrir; recurrens, -entis). 1. adj. Que recurre. 2. adj. Que vuelve a ocurrir o a aparecer, especialmente después de un intervalo. 3. adj. Anat. Dicho de un vaso o de un nervio: Que en algún lugar de su trayecto vuelve hacia el origen. 4. adj. Mat. Dicho de un proceso: Que se repite. 5. com. Persona que entabla o tiene entablado un recurso.

Facebook y el derecho a la intimidad

Hay un gran número de mis amigos (de facebook, lo que podríamos llamar facemigos) que han decidido publicar la siguiente nota en sus respectivos muros:

ATENCIÓN: Cualquier persona, institución, empresa, agente, agencia de cualquier estructura gubernamental, incluyendo, pero no limitado al Gobierno Federal de los Estados Unidos, usando o monitoreando este sitio o cualquiera de sus sitios asociados, no tiene mi permiso para usar mi información del perfil, o cualquier parte de los contenidos que figuran en el presente sitio web, incluyendo, pero no limitado a mis fotos, o los comentarios sobre mis fotos o cualquier otra «imagen» del arte publicado en mi muro.

Se le notifica aquí que tienen estrictamente prohibido divulgar, copiar, distribuir, difundir o tomar cualquier otra acción contra mí con este perfil o muro y el contenido del mismo. Las prohibiciones anteriores también se aplican a sus empleados, becarios, agentes, socios, amigos, simpatizantes o cualquier personal bajo su dirección o control. El contenido de este perfil y muro es información privada. La violación de mi intimidad es penada por la ley. UCC 1-308 1-103.

Facebook ahora es una entidad que cotiza en Bolsa. Se recomienda a todos sus miembros que publiquen un aviso similar a este, o si lo prefieren, pueden copiar y pegar esta versión. Si no publican dicha declaración al menos una vez, indirectamente están permitiendo el uso de elementos como las fotografías y la información contenida en las actualizaciones de su estado público.

Y no alcanzo a entender por qué siguen en Facebook, con una cuenta que se creó con la intención de ser de información pública, de propiedad privada (de FaceBook Inc.). No entiendo qué importa que cotice en Bolsa para la gestión pública de la información que aporto a la empresa.

No alcanzo a entender a qué ley se refiere ese UCC… que tenga aplicación internacional, cuando estamos tratando con una empresa que se ha de circunscribir a la legislación de EEUU (con alguna restricción adicional que puedan imponer los demás países).

¿Cómo impedir que usen o monitoreen la información que uno, libre y voluntariamente, pone al alcance de todos o casi todos? porque por muy privado que se pretenda hacer, es un patio, es un lugar o espacio público y cómo tal hay que entenderlo.

Pero ¿acaso no estamos publicando (haciendo público) cada una de las entradas o comentarios o fotos que «subimos» a esta empresa que dispone de un servicio público de muestra pública de nuestras entradas, comentarios y fotos?

Yo no lo acabo de entender. ¿No sería preferible no publicar nada de esta manera, es decir, contrayendo una relación mercantil con una empresa privada que se dedica a publicar y, en cambio, tener una estructura propietaria a la que ceder acceso a quien se desee con las restricciones consecuentes de la legislación vigente en el lugar de residencia de quien publica y del lugar de alojamiento del servidor?

Quien está tan obsesionado con la gestión de nuestra información autopublicada y que trata de manera más o menos abusiva FB (y entidades comerciales y/o gubernamentales asociadas), debería plantearse la tarea de instalar un servidor propio (contratarlo es algo que implica una confianza con la empresa que vaya a alojarlo) y una IP fija, una gestión de derechos de acceso a determinados recursos publicados en Internet desde ese servidor, una gestión de tráfico, de derechos de tráfico nacional e internacional, etc… que creo que desborda a más de uno. Pero es posible. Es más, se puede contratar. O contratar a quien lo realice.

Pero FB es lo que es. No pretende engañar a nadie. Es una empresa que vive de que deseamos publicar nuestras propias cosas con el fin de hacerlas públicas (en un ámbito más o menos discutible). No tiene posibilidad de ser de otra manera.

Y, en resumen: Publicar esta declaración al menos una vez, permite el uso de la misma, que es un elemento informativo contenido en las actualizaciones de su estado público.

Si no deseas publicar, no publiques. Estoy pensándome esto de seguir en FB… pero no sé si por culpa de FB o de la inocencia, a veces torpe, de algunos de mis facemigos.

Una mala conexión a Internet

Después de varios años, hemos decidido cambiar de ISP (Internet Service Provider) desde Jazztel a Orange, intentando hacer un poco menos de gasto, ya que también tenemos móviles de Orange y había una buena oferta de ahorro mensual al combinar las altas de línea ADSL y una de móvil.

Así lo hemos hecho, pero hemos empezado con mal pie. No tenemos conexión a Internet ni telefonía fija (que ya va por Internet (VoIP), en el caso de Orange). Aunque se supone que el alta era efectivo a partir de ayer por la mañana.

A veces parece tremendo, pues paraliza un poco la actividad febril que llevamos a cabo en la red y gracias a ella. Por ejemplo, tengo que interrumpir mi trabajo en el proyecto de las lenguas, porque casi todo el material está en Internet. Ni que decir tiene que son épocas en las que convocar para nuestros talleres y cursos regulares a nuevas personas interesadas, mediante el tedioso trabajo de envío de emails que muchos consideran masivos y correo no deseado. Es la parte de este trabajo que menos me gusta. De hecho, es la única que diría que me disgusta. Estaría dispuesto a subcontratarla si pensase que puedo evitármela sin gastar demasiado en ello.

Pero también, el no tener una buena conexión, permite que nos dediquemos a otros menesteres también importantes: me he terminado la novela que estaba leyendo (Los Idus de Marzo de Thornton Wilder) y tengo tiempo para pensar en los proyectos que voy a comenzar en este nuevo periodo 2012/13, como el contenido detallado de los talleres de escritura, las colaboraciones con algún que otro colectivo de performers, el trabajo conjunto con mi buen amigo pintor Iván Araujo que me ha propuesto un libro entre los dos, lo que me llena de orgullo y alegría, pero me hace sentir cierto temor de no estar a la altura de su compromiso y nivel profesional, una entrevista con una amiga que hace video-creación relacionada con lo performativo, pero bastante lateralmente, diría yo, y así un buen número de pequeños lunares en la piel de mi actividad que, como en mi espalda, a veces me agradan y, a veces, no.

Por supuesto, a estas alturas alguien se preguntará cómo o desde dónde estoy escribiendo esta entrada en el diario, ese pequeño continuo gran proyecto vital, y claro… desde mi casa. No lo olvidemos, tengo un perfil tan (inmodestamente) variopinto como para saber resolver estos problemillas con un clip de oficina y una radio de galena… así que imagina lo que puedo hacer con un smartphone recién adquirido (gratuitamente… o así) y un puerto USB en mi portátil.

No es la panacea, pero permite que pueda dedicar algunos minutos a escribir, a contar esta pequeña anécdota casera, este desventurado suceso intrascendente, que ha tenido la inmisericordia de molestar a nuestros vecinos, quienes se han visto afectados, posiblemente, por la torpeza de un operario que tomó mal los datos o una orden mal gestionada… (los caminos del señor (ISP) sin insondables).

Ahora tengo que cocinar. La receta, otro día y en otro momento. Será un sencillo salmón a la plancha con una ensalada de garbanzos…

Las cámaras de fotos digitales han muerto

https://www.google.com/search?q=fujifilm+finepix+50i&hl=es&safe=off&client=ubuntu&hs=xj6&channel=fs&prmd=imvns&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=gLIHUJX7GKml0AWpuJmKBQ&ved=0CEYQ_AUoAQ&biw=1317&bih=680Supongo que no para todo el mundo, pero para mí, seguro que no invertiré mucho más que un euro en adquirir una nueva cámara digital.

Durante un tiempo, estuve entusiasmado con mi cámara de fotos digital. Tenía una Fuji, cuyo modelo no recuerdo, creo que era FinePix 50i. He encontrado en Internet una foto de la cámara… supongo que se podría pensar en un autorretrato, pero no sé si es acertado. Gracias a ella realicé mi proyecto de Lejanías, del que tan orgulloso me siento.

Después, alguien me regaló una Canon Digital IXUS i5, más compacta, de mayor resolución, y pude hacer otras cuantas fotos, algunas de las cuales forman parte de una colección muy especial, una exposición distribuida.

Pero con el paso de los años, los móviles han ido incorporando cámaras digitales como una de sus principales funciones, tal y como yo suponía allá por principios del milenio. Entonces hablando con un amigo, sostuve que democratizaría el oficio de fotógrafo, con lo bueno y lo malo que tiene la democracia real, no la aristotélica, con su puntito inevitable de demagogia. Y no sé si me equivocaba, pero nunca ha habido tal cantidad de fotografías realizadas por unidad de tiempo y espacio, por una ingente cantidad de capturadores de imágenes.

Estas cámaras integradas han ido llegando al punto de tener casi tanta calidad como las pequeñas y compactas cámaras domésticas. Obviamente no sustituyen a las grandes y buenas cámaras reflex digitales o analógicas, es más, la resolución analógica aún dista mucho de ser lograda por cualquier digital, pero es una cuestión más cualitativa que cuantitativa.

El caso es que, para mis objetivos, más centrados en la mirada que en la imagen, quizá debido a mi miopía, que nunca ha dado demasiada importancia a la nitidez, entre otras cosas, las cámaras incorporadas en los teléfonos móviles son más que suficientes. Puedo realizar las fotos de mis viajes, de los cada vez menos viajes que hago, las fotos de mi entorno, de mi cotidiano, de esos proyectos de imágenes que siguen atrayéndome buscando un lazo entre la imagen, la composición y la poesía. Como hice en los proyectos de líneas o derivas del año pasado.

Ahora tengo nuevos proyectos, que son antiguos, como todos, fraguándose desde hace tiempo en la barrica de mi cráneo, entre los que están el fotografiar series de suelos, texturas, seguir con cruces… pero no necesito más que un móvil más o menos apañado. Casi cualquiera.

Y olvidaré los tiempos de cambiar el cargador gastado, de ampliar la tarjeta de memoria, de buscar complementos que mejoren la calidad de unas imágenes que, como dije antes, no son tan importantes.

Las cámaras de fotos digitales han muerto para mí. La era digital las ha integrado en mi retina.

Los nuevos gastos

Cada día me planteo
si merece la pena gastar
dinero en cosas tan absurdas
como un hosting
o una conexión ADSL
o una subscripción a una guía de televisión interactiva
que cada día
además
funciona peor
o una línea de telefonía fija que apenas uso
o una línea de telefonía móvil que casi no me aporta
ingresos
y sí
gastos
pero sigo moviéndome hacia delante
como si esa huida de la reflexión sobre el gasto
innecesario
no fuese necesaria
y fuese necesario
sin embargo
gastar
gastar
gastar
gastar
para
vivir.

Identidad virtual

Personalizamos y nos identificamos con dispositivos, como cuando decimos que me he quedado sin batería como si mi móvil fuese todo mi yo, como si realmente tuviese o tuviésemos (pasar de plural a singular es para disminuir la omnipresencia de mi ego) una batería química que se carga y se descarga aunque no queda nada claro de qué manera se almacena esa carga (presumiblemente) energética.

Nos cargamos en vacaciones, nos descargamos en el trabajo y, alguna vez y es más grave, con algunos amigos nos descargamos…

Decimos estar sin conexión o frases como no tengo cobertura (y no de la seguridad social) como si uno de nuestros dispositivos encargados de conectarnos o cubrirnos no lo estuviese haciendo, pero ¿a qué nos conectamos?

Y entonces surge lo sorprendente: respondemos que nos conectamos a Internet o a una red de telefonía móvil y nos olvidamos de que eso es solo el medio y no el fin: ¿a qué deseamos conectarnos? ¿a otros dispositivos o a otros seres humanos?

Confundimos el medio con el fin (en temas económicos es aun más obvio y dañino) y lo peor es que acabamos olvidando el fin, nos quedamos sin objetivo y nos agobia que no funcione el medio hasta que, habida cuenta del error mencionado, nos sentimos aislados, solos, inconexos.

Pero no lo estamos: basta con mirar a los ojos a quien tienes cerca para darse cuenta de que, con la verdadera conexión, es imposible desconectarse del mundo.

El monopolio y el bipartidismo

Oigo hablar desde muchos ángulos criticando el bipartidismo PP-PSOE que, efectivamente, no es ni siquiera muy bi (de 2) partidismo, puesto que a penas se diferencian. Algunos amigos y algunas amigas lo critican como causa de que la democracia no esté representando con verosimilitud una pluralidad mucho mayor en lo directo, en las diferencias que, realmente, existen.

Pero yo me pregunto porqué no se cuestionan estas mismas cosas cuando confunden Internet con Google, cuando confunden sistema operativo con windows, red social con FaceBook-Twitter, web con internet, blog con web…

Quizá es un problema de buscar simplezas, respuestas simples ante mundos complejos, mundos que, gracias a su complejidad, nos dotaban por primera vez en la historia de herramientas que podrían hacernos ser más libres, más poderosos, más hábiles.

Pero requieren esfuerzo, requieren luchar un rato a la contra, como contra el bipartidismo, ese tan falso que no, que no, que no nos representa…

Voy a aclarar un par de cosas:

Internet es una red pública basada en un protocolo de comunicaciones (IP) que lo único que hace (simplificando) es asignar un número a un dispositivo, habitualmente un ordenador. Que la gestión de muchos de sus competencias, como la asignación territorial de esos números o la conversión de los mismos a nombres sea privada no significa que la red sea privada. Que haya redes privadas que utilicen ese mismo protocolo asignando números con esos mismos formatos, no significa que internet sea privada.

Pero, sobre todo: Internet no es la web.

La web, lo que la gente llama la web, es un conjunto de servidores que operan atendiendo un protocolo (HTTP) de la familia de protocolos TCP/IP. Así, podríamos decir (simplificando) que la web está incluida en internet, pero no al revés. Esto significa que no deberíamos dejarnos caer en la simpleza monopartidista de pensar que en Internet solo hay web. Hay otros muchos protocolos que se usan para cosas tremendamente útiles, como POP/SMTP, FTP, varios VoIP…

Y esta simpleza se lleva aún más lejos y más peligrosamente cuando se asocia Internet (ya simplificada a solo web!) a una empresa, como es el caso de lo que está consiguiendo Google. Hasta llegar a afirmarse que si algo no está en google… Google no es Internet: Google es un servidor de los servicios web.

Pero bueno!!!! Google es (entre otras cosas) un servicio de búsqueda en la web, es decir, está incluido en un gigantesco maremagnum de servidores web, dentro de los cuales no es más que uno más, un servidor avanzado, un buscador, un portal de búsquedas y servidor de correo electrónico asociado, pero no es y no deberíamos decir que es Internet. Y pedir que me borren de google no es pedir que me borren de internet… ¿se entiende?

Me encuentro cada día más gente que busca todo, incluso lo que sabe dónde está, en google… haciendo de esta herramienta la llave para acceder a Internet. ¿Nadie es consciente del peligro de dar esta llave de algo público a una empresa privada?

El correo electrónico de la inmensa mayoría de la gente es de google (gmail) o microsoft (hotmail) y a nadie parece preocuparle mucho: es como si el planeta entero fuese bipartidista. Y esto es mucho más grave que la mierdita PPSOE que solo afecta a españa.

Y qué decir de los famosos servicios de redes sociales, como FaceBook o Twitter, que desean eclipsar a las otras dos empresitas mencionadas anteriormente. Una red social no es Face o Twt… este invento de las redes sociales no es más que un servidor web con una base de datos muy sofisticada, poco más que un servidor web con un gestor personalizado de contenidos, esa herramienta orwelliana que hace las maravillas de estados que deseen saber detalles íntimos de sus ciudadanos por voluntad propia.

Pero no me preocupa, de nuevo, qué cosa sean, sino que solo haya 2 o 3 famosas usadas por una enorme cantidad de la población mundial. Y son privadas. Son 2 empresas privadas.

Y qué decir del mundo de los sistemas operativos donde Windows ha conseguido una cuota del mercado de más del 80%. Y junto con MacOS, casi llega al 95% de los sistemas operativos de personal computers, alias PCs.

Y son otras 2 empresitas… las que representan el uso operativo de los ordenadores del mundo entero. Así que lo del bipartidismo PPSOE sigue palideciendo hasta parecer insignificante.

¿Por qué tenemos esa necesidad de homogeneizar?

Es cierto que se mejoran las cosas si se pueden hacer compatibles, especialmente en lo tecnológico, pero se podrían fabricar estándares compatibles que puedan ser usados por varios (colectivos, empresas, organismos), como ocurre con la tecnología IP, o el protocolo de comunicaciones HTTP, sobre los que es fácil desarrollar múltiples navegadores, por ejemplo, que repartirse la cuota de mercado, pero incluso así, la gente desea reconocer siempre el mismo entorno, encontrarse siempre ante las mismas formas, así que para qué cambiar.

Pues aunque solo sea por eso, por obligar al mundo a ser un lugar un poco más complejo, más diverso, donde la diferencia no sea solo algo superficial a eliminar o minimizar, sino algo a recuperar como un valor, un bien, un pro y no una contra, una dimensión a explorar en lugar de verla como un obstáculo a superar.

No creo que con este pequeño artículo haya profundizado sobre la raíz del problema de esa necesidad de homogeneizarse, de ese sentirse usando lo mismo que los demás, pero sí espero haber sido capaz de hacer entender que a aquellos que nos preocupa la falta de representación por un sistema bipartidista sean capaces de entender que deben aplicarse a des-simplificar sus vidas en muchos otros frentes.

De esa acción autocrítica nacerá una mayor comprensión de aquellos que adoran los sistemas bi o mono partidistas.

¿o no?

www.ivanaraujo.com

Acabo de terminar la web de Iván Araújo, mi amigo, mi gran amigo, pintor y grabador que de esto de Internet no entiende nada ni quiere entender.

Y cada día lo entiendo (a él) más. No perder el tiempo en cuestiones como Facebook, emails, etc, hace que pueda centrarse en lo que sí que entiende y sí que hace bien, que es su obra plástica, sus pinturas, grabados, monotipos, sus talleres de grabado, su desarrollo como artista que se hace a sí mismo a cada paso de sus obras, con tesón, con sudor, transpiración al 99%…

Mientras, me ha decidido pagar la web (que un refrito de otras hechas y arreglada para la ocasión) con obra suya, y me hace rememorar a Picasso y Duchamp, sus relaciones, sus pagos en obra, la riqueza que acumuló el segundo que apenas hacía otras propias y, desde luego, poco comercializables, pero que se entregaba, parece ser, en ayudar con diversas gestiones extra-artísticas a sus amigos pintores, como el primero.

Compararme con Duchamp siempre ha sido uno de mis más anhelados deseos, no con Picasso, pero cada cual elige cómo quiere ser… y yo querría ser Duchampiano… Marcel-Duchampiano, claro. Quizá no esté tan cerca como quiero pensar, pero acercándome, y se lo debo, en parte, a mi querido Iván.

Para hacer esta web, como comentaba entre paréntesis, ha sido fácil, reutilizando algunos recursos que ya había usado en la mía, como la estructura en frames, o parte de las hojas de estilo, o la presentación de fotografías usando la librería highslide.js; pero también he tenido que hacer algunas cosas más «periféricas» como cambiar el tamaño de los archivos masivamente, cambiar nombres, crear index.html automáticamente…. para lo que he desarrollado algunos scripts como el siguiente:

#!/bin/bash

# DEFINICION de VARIABLES
let contador=0

while read line
do

    resto=`expr $contador % 4`
    if [ $resto -eq 0 ]
    then
    echo -e "\n \n"
    fi
    # echo -e $(printf "%02d" "$contador")
    numfile=`echo -e $(printf "%02d" "$contador")`
    echo -e "

    \n< a id=\"thumb1\" href=\"img$numfile.jpg\" class=\"highslide\" onclick=\"return hs.expand(this, { slideshowGroup: 1 }) \">"
    echo -e "\"Imagen\""
    titulo=$line
    echo -e "

    $titulo

    "
    echo -e "

    \n"

    # echo "Título: $titulo";

let contador=$contador+1;
done < listado.txt

Y es que me encanta programar para que programe para mí un programa… hacer algo que haga me gusta más que hacer directamente… quizá por eso me interesan tanto los talleres de escritura o performance… saber que ayudo a crear, más que crear en sí mismo es una forma interesante y diferida de creación, y no puedo evitar disfrutarla sobremanera.

También usé otros recursos como integrar un blog de wordpress, para que pueda mantenerlo él mismo y actualizar parcialmente el contenido de la web, o vincular las novedades a álbumes web de google/picassa, que podrá modificar el mismo Iván sin mi ayuda. Esto ya lo había usado también en algunas webs como la de Carmendelarosa.com o la de Espacio El Manantial (cuando la hice yo).

Como condiciones de trabajo, las habituales: usar herramientas extremadamente simples, como el VI, así como software de código abierto (GIMP, gThumb, pyRenamer) todo sobre Linux, con ftp client: Filezilla. Hosting: www.justhost.com.

Ahora, a disfrutar de la web y espero que Iván le guste tanto como me gusta a mí y le resulte fácil de mantener.

Pánico tras el 12.04

El otro día entré en pánico:

Mi pie se descompuso.

Fue el viernes
día
27
de abril.

Y eso que el 27 es 3^3
o tres al cubo
y el número de letras del alfabeto.
(Uno de mis números preferidos)

Pero mi pie no podía apoyarse en el suelo
mi pie derecho
así que tenía que levantarme pisando con el pie izquierdo
y la mala suerte hizo sucumbir mi portátil
en una actualización inacabada
que dejó el ubuntu 12.04
a medio camino entre un sistema usable
y un sistema desagradable.

¿Quién me manda actualizar tan rápido
sabiendo que hay que ser
en esto
conservador?

Cansado de Unity
decidí que era un buen momento
para
(ya que tenía que estar en reposo
durante todo el puente del primero de mayo)
instalar Linux Mint.

¿Qué tenía que hacer para ello?
1.- Convertir una partición de primaria a extendida
aunque luego vi que no era necesario, que ya estaba hecho.
2.- Instalar Mint en el espacio disponible que siempre tengo
en mis discos duros, en mi casa, en mis armarios, en mi corazón…
3.- Copiar /home/giusseppe de la partición con ubuntu (12.04)
al nuevo sistema instalado.
4.- Verificar que los discos de NTFS eran, de nuevo, accesibles
y de paso instalar GParted para dominar el mundo
de mi disco duro
5.- Instalar y configurar los programas que utilizo que vienen a ser
Thunderbird, Firefox, Midori
OpenJDK, FreeMind (para mis lenguas…)
VirtualBox, Skype, Spotify, Shotwell, VLC
DropBox, UbuntuOne (para Mint, que también hay)
GrubConfigurator
Filezilla, JDownloader (quizá Tucan)
y las fonts y los codecs que puedan no venir con el sistema.
K3B, Audacity, Wammu, z7, Samba, UnetBoot, Multisystem, PDF-Reader…
6.- Verificar el correcto funcionamiento de las conexiones
HDMI, Audio interno, y otras pantallas.
7.- Ejecutar el script para llevar a cabo las sincronizaciones programadas
que programé.
8.- Cuando todo estuviera acabado
en el ubuntu 12.04, librarme del maldito Unity
instalando un entorno más simpático
como KDE o Enlightment.

Pero todo quedó en nada
porque conseguí arreglar la decadente actualización al 12.04
y no me apetecía perder mi tiempo
siguiendo un número considerable de pasos
que me dejarían
más o menos
igual que ahora
pero más verde, más mint…

No lo lamento
y lo único que queda
de ese momento de pánico
es algo de temor a hacerme
más daño en el pie
o más daño en otras partes de mi cuerpo
y acabar sintiendo
lástima de mí mismo
sabiendo
que no tengo en mi cuerpo
espacio reservado
para poder instalar otro sistema operativo
instalar unos cuantos programas
rearrancar
y comenzar a vivir otra vez.

Por eso, por eso…
la vida es tan valiosa
tan insustituible
tan preciosa
como no lo será nunca ningún diamante
que son duros y para siempre
y fríos
y transparentes
cristalinas estructuras de carbono presurizado.

Por eso, por eso
hay que vivirla intensamente,
porque las actualizaciones
no nos llegan de fuera
de un repositorio estable
sino de nuestras propias entrañas
a las que quiero adjetivar y no sé cómo.

Por eso, por eso
las conexiones que establece este sistema
efímero y frágil
deben ser tan cuidadas
como bonsais en el desierto
y las interfaces de usuario están abiertas
o muertas.

Por eso, por eso…

por eso…

por eso.

El pánico es mortal.

(=vital)

Orgía de herramientas

La llave inglesa le sorbe la fuerza al
destornillador
bajo la manta de un
cable de alta tensión
eléctrica
por encima de una impresora
imprecisa
que hace las veces de lecho
concupiscente
al que se asoma un auricular
in
alámbrico
unido a una base
FM
con una enhiesta
antena
terminada en una punta un poquito más sensible
de lo normal
redondeada
recordando
no poco
un prepucio mirón
como la web-cam
de tres patas
que está castigada de cara a la pared.

El pendrive, aislado,
piensa en el suicidio.

Esto no es una broma