corazones

de goma
de goma rosa
de coma
de coma rosa
de loma
de loma rosa
de toma
de toma rosa
de soma
de soma rosa

como de soma
como de toma
como de loma
como de coma
como de goma

los corazones rosas
daban saltitos

yo los miraba sin poder dejar de mirarlos
yo intentaba descubrir su deformación elástica
yo quería apartar la mirada

de goma
de coma
de loma
de toma
de soma

los corazones rosas
daban saltitos

sobre el central
más gordo
un oso gordo
lanzaba un beso gordo
hacia mí

los corazones rosas
daban saltitos

los laterales
estaban en diagonal
flecha cupido
atravesando imaginaria
un corazón rosa
que daba saltitos
con sus adláteres saltimbanquis

yo soma
yo goma
yo loma
yo toma
yo soma
yo coma
yo loma
yo soma
soma soma soma..

0 1 2

números entre corchetes
avanzan hacia infinitos
insondables
perdiendo la palabra
que nunca quisieron sostener
en el horizonte de una contraseña

el destornillador
atrona el silencio
con gritos de luz azul

son órdagos del tiempo
anudados en cordones
de lana muerta

0 1 2
a la orilla del mar
a la orilla del mal
a la orilla

dejándose llevar por olas de indiferencia

La mascarilla de la multa

No es una mascarilla que use.
Es la mascarilla de la multa:
La llevo en el bolsillo desde
hace más de 3 meses cuando la
consideré inadecuada para sus
funciones profilácticas y sin
entrar en debates sosos sobre
su posible utilidad sanitaria
reconozco como la única razón
para seguir portándola cierto
miedo a ser multado. Por ello
a pesar de ir cambiándome las
apropiadas mascarillas casi a
diario, no la descarto con la
diligencia que debería poseer
para no ir acarreando un saco
de virus muertos ni una bolsa
de bacterias fermentadas como
morboso ramillete de violetas
ácido ribonucleico azul lacio
con el desvaimiento de la luz
caduca en plástico envoltorio
durante los próximos 6 meses.
Descubrí con sorpresa absurda
que no soy el único portador,
ni soy la persona atemorizada
por policías omnipresentes en
cada balcón o en cada terraza
donde campa gran intolerancia
donde escasea amable empatía.
La tiraré, sí, la tiraré. Hoy
sólo quería escribir un texto
sobre una pequeña confidencia
de la que no me siento ni más
ni menos tonto que cualquiera
pero de la que me avergüenzo.

Potencias

Adoro las potencias del 3. Seguro que ya lo sabes si has leído algo de mi trabajo… sin ir más lejos el que está dedicado completamente a juegos con ello, como es el proyecto !ç~ñ¿.#.

Pero estaba jugueteando con darle una respuesta automática a un amigo sobre cuáles eran las potencias de 3 y no tenía ningún programita que las calculase. ¡¿Habrase visto?!

Así que tenía que hacerlo. Decidí hacerlo a partir de una modificación del 17 amores, que le regalé a Carmen en nuestro decimoséptimo aniversario. Aunque me precipité y lo escribí mal un par de veces (siendo algo trivial) por exceso de confianza. Aquí está la versión definitiva (muy muy mejorable), que me dan ganas de escribir también en Python o en BASIC.

#!/bin/bash
# Escribe todas las potencias de un número dado (3, por ejemplo)
# hasta una cantidad dada (17, por ejemplo)

razon=3;
producto=3;
cantidad=17;

for ((i=1; i<=$cantidad; i++)); do
  producto=$(($producto*$razon));
  echo -e $(($producto/$razon)) " x " $razon " = " $producto
done

Por supuesto, el resultado de esta ejecución es sencillo y casi diría tonto:

3 x 3 = 9
9 x 3 = 27
27 x 3 = 81
81 x 3 = 243
243 x 3 = 729
729 x 3 = 2187
2187 x 3 = 6561
6561 x 3 = 19683
19683 x 3 = 59049
59049 x 3 = 177147
177147 x 3 = 531441
531441 x 3 = 1594323
1594323 x 3 = 4782969
4782969 x 3 = 14348907
14348907 x 3 = 43046721
43046721 x 3 = 129140163
129140163 x 3 = 387420489

Supongamos un niño o una niña adimensional

Supongamos un niño o una niña adimensional (que ocupa menos espacio, obviamente, que su equivalente real) que ha de mantener una distancia de seguridad de radio 1,5 metros.

Eso supondría un área de aproximadamente pi por r al cuadrado cada niño/a. Comparando eso con el área de una clase promedio podemos saber si cabrían 20 alumnos en el espacio destinado para ellos/as (suponiendo ninguna pérdida de espacio entre niños/as, no entre niñas/os y paredes)

π×(1,5)2×20=141,371669411541 m2.

¿Cuál es el área promedio de un aula de instituto público de Madrid?

Dobles negaciones

He perdido otro valioso rato de mi vida leyendo un texto de un médico jubilado que escribía una carta abierta en una red social a algún ministro o cargo sanitario que según él está gestionando muy mal este periodo pandémico o plandémico o como quieran llamarlo. No entro a valorar este tema del que me considero un total ignorante ni quiero perder mi tiempo con estadísticas que no sé contextualizar, ni con informes médicos que no quiero conocer (no tengo el nivel suficiente para comprender).

Pero cuando leo estas frases, pierdo el respeto a quien las firma:

Yo no soy ningún negacionista, al contrario; “Afirmo la falta de evidencias científicas en muchas de las medidas que ustedes llaman sencillas y esenciales”, y niego la existencia de datos irrefutables que las justifiquen”.

He marcado en negritas (o blanquitas) las palabras que me han llamado la atención:

«no soy ningún negacionista»: no puede tener más palabras «negativas». Veamos: «no» y «ningún», ¿Esta doble negación tan característica del idioma español significa en realidad SÍ? En caso de que no sea el caso (jejeje) lo que está diciendo (sin el ningún se entiende mejor) «no soy negacionista».

Y aquí llega lo mejor, «al contrario»: es decir, negando lo anterior…

«afirmo la falta»: lo que vuelve a ser negacionista, aunque use la palabra «afirmo». Afirmar una negación es negar. Menos mal que termina reconociendo que «niega la existencia».

Este señor, aparte de negacionista, es un compendio de malas praxis en la redacción a la búsqueda de ampulosidad que dote a su carta abierta de cierta «credibilidad».

Por supuesto, aparte de negacionista, es casi nihilista… y eso hasta cabría decir que me ha hecho gracia.

Uberificación Vintage

Llamamos a un uber
para ir a cenar con una amiga de Carmen.

No queríamos tocar la calle
por si un ramillete de ARN se colaba en nuestras entrañas.

Bajé al portal antes de recibir mensaje alguno
pero por si acaso me asomé a la calle
miré a ambos lados
y vi un vehículo extravagante
en mitad de la calzada.

Supuse que se apartaría
en cuanto llegase nuestro carruaje
que ya parecía tener algo de retraso.

Claro:
Las imágenes me delatan.
Este poema no tiene ningún misterio.

Distinguí el distintivo que indica que es un vehículo
autorizado por la comunidad de madrid
para transporte de personas.

Y verifiqué que la matrícula del mismo
coincidía con la matrícula del coche previsto
para recogernos.

Carmen no lo podía creer.
Quería fotografiarlo sin parar.
Yo me sentía algo avergonzado
no sólo por contribuir a la uberificación
de la economía
sino por ser el centro de atención
de una ciudad dormida.

Conversaciones con el conductor
como si yo entendiese de coches
dando por supuesto que ella no entendía
como si me interesase
aunque sí me apetecía saber
si ese curioso artefacto podía conducirlo
siempre que eligiese
y si eso le repercutía en una mejora salarial
intentado no sentirme mal
por contribuir a la uberificación
de la economía.

Al salir
nos permitió tomar una fotografía (4)
que presumían de una especie de episodio vacacional
en mitad de una ciudad
vencida
que llora miseria disfrazada de opulencia.

Enviamos las fotografías
contribuyendo a la difusión (intencionada)
de la apuesta por el postinaje
de la mentada compañía.

Esto no es una broma