Un encuentro inesperado

Viendo una serie bastante «tontuna» en netflix para pasar la sobremesa de diario con Carmen sin salir corriendo a trabajar, me encontré con este fragmento de la cabecera que me recuerda muchísimo a una amiga suya y coordinadora de una de las milongas más exitosas de Madrid.

(Con respecto al éxito de convocatorias de eventos:

No me canso de repetir que éxito no es tener mucha gente que acuda a tus eventos, sino tener mucha gente que está contenta de haber acudido a tus eventos. No siempre coinciden ambas acepciones)

La poesía IA IA IA…

He decidido que quiero entrenar a una IA (Inteligencia Artificial) para que escuche poesía, no para que la escriba, que eso ya lo hago yo. 😛

Harto de ver cómo la gente genera «poemas» con una IA no hago más que pensar (con esta inteligencia natural que tengo) que ¿por qué no se entrena a la IA para que escuche poesía y no para que la escriba?

En realidad, se entrena a las IA para que HAGAN cosas, pero eso está dejando claro a qué acciones no consideramos HACER, por ejemplo: escuchar, atender, aprender, respetar… y sólo son medios, caminos para conseguir fines en esta distopía maquiavélica llamada SXXI.

Voy a escribir (seguramente por carta y manuscrito en búsqueda de lo analógico anacrónico) a varias personas enviándoles un texto que diga:

Este poema está escuchado por una IA de código abierto.

La molestia de la estética y lo técnico

Me envía mi querida y admirada Ana Matey publicidad de sus estupendos Talleres de Creación y le comento, algo tontamente, que cuando se ve su mensaje, aparece una ristra de datos técnicos que no deberían estar ahí, seguramente puestos por la plantilla wordpress que debe de estar usando en su sitio web.

Y es que estas tonterías entre «simplificarnos» la vida con plantillas de WP evitando desarrollos HTML personalizados, supone que muchas veces acabamos teniendo «morralla» de código generado y que no sabemos de dónde ha salido. Pero, supuestamente, ha sido fácil generarlo. Lo que no suele ser es fácil modificarlo.

Espero que mi amiga no se tome a mal mi comentario que pretende ser constructivo.

La tilde infinita

Una tilde
buscaba la manera de posarse
en el silencio
y acentuarlo.

Quería hacer llorar
a dios
en agonía indeleble
ignorando su ausencia.

Poseyó en su intención
la dura semilla del odio
la dura acequia de la duda
donde florecer.

La tilde infinita
que no llegó jamás
a ser usada
murió en la tiniebla blanca
del olvido.

¡Que le devuelvan las pirámides a Egipto!

Vale, es verdad que los malos de esta película reciente son los imperialismos occidentales de los siglos XIX y XX, pero… y es un gran pero:

¿Qué es ese Egipto del que se habla cuando se dice que las reliquias fueron robadas a «Egipto»?

El Egipto del que fueron robadas no es el Egipto de hoy en día: un estado independiente y más o menos «de derecho», sino que era una propiedad del ya debilitado Imperio Otomano, así que se podría pensar que las reliquias fueron robadas a «Turquía», pero es que poco o nada tiene que ver Turquía (actual) con el Imperio Turco del S XIX.

Es un tema complejo que se suele tratar en reuniones de amiguetes en un bar y se dan soluciones tan simplonas que espantan, hasta llegar a decirse que toda propiedad es un robo, siempre y cuando convenga afirmar tal cosa y no como lo haría el anarquista a quien esa frase le resultaría muy diferente.

¿Qué es la propiedad? o una investigación acerca del principio del derecho y del gobierno (en el original francés: Qu’est-ce que la propriété? ou Recherche sur le principe du Droit et du Gouvernment) es el título de un libro del anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon editado en el año 1840.

Es en este libro donde aparece la cita más célebre de Proudhon, «La propiedad es el robo», y otras menos conocidas, como «La propiedad es imposible».

Esto no es una broma