Fotos de líneas, composiciones…

Art Basel

Me encantan las fotografías como esta, de límites claros, de líneas y composiciones espaciales tan definidas, bien enmarcadas, con la luz adecuada, con una equilibrada mezcla de colores y conteniendo texto, por casualidad. Los edificios son tan bellos cuando se piensa en ellos como geometría espacial…

Esta foto está realizada en nuestra estancia en Basel, durante el encuentro de arte en el que fuimos programados, en el off del mismo.

Messe BaselCarmen y yo teníamos un billete para viajar por la ciudad durante tres días en todos los transportes públicos que deseasemos usar y llegamos hasta el lugar en el que se montaría la feria, casi por casualidad. Me gustó el edificio, claro, diseñado por Vom Herzog & de Meuron, que me recordaba la impactante belleza del edificio que había visto de Frank Gehry.

Entrevista en Art Basel

El domingo estuve en CargoBar presentando una acción en un encuentro que convocaba Frank Castro. El sábado por la tarde me habían realizado la siguiente entrevista que tuve el gusto de contestar enteramente en inglés, sin subtítulos y sin ayuda. Así que ahí queda, mi nivel de inglés está sobradamente demostrado. Lo demás no importa.

[youtube_sc url=http://youtu.be/-eUexfp2K84]

La entrevistadora, Tanja Herrera, fue una maravillosa persona que, modestamente, con calidad humana, dirigió las preguntas, editó el vídeo, montó el lugar en el que se realizó, y subió el resultado a youtube.com. Se merece desde aquí mi más cordial abrazo y aplauso.

Disfrutando de la Globalización


Ayer comí con mi amiga querida
con Sylvia, de Toulouse,
en un restaurante oriental
en el que se mezclaba cocina japonesa
con china
y vietnamita
(con un vino blanco de la Ribera del Duero)
y pagamos en Euros
hablando en español
para luego quedar con mi otra gran amiga
Aída (B.)
y tomarnos un Spritz Aperol
en un café italiano a menos de 50 metros de mi casa.

Recordaba Verona
como si lo estuviese paladeando
y cómo le había dicho a Carmen
que era un poco menos significativo viajar
desde que la globalización campa a sus anchas por el mundo
porque encontrar Aperol a 50 metros de mi casa
o pasta a la albahaca
como la que hice ayer para cenar
se había convertido en norma
(normal)
y se apreciaba algo menos al estar en otros países.

Quizá ha llegado el momento de pensar
si tiene sentido viajar
pero, sobre todo,
si tienen sentido las fronteras.

El Guggenheim

Esta semana santa (lamentable eso de seguir celebrando una fiesta marcadamente religiosa con todos los honores de un país pretendidamente laico), en vistas de que íbamos a estar en casa más de la cuenta y teniendo en idem la cuestión de que había sido mileurista tres meses seguidos, pudimos irnos de vacaciones.

Y no de prestado, como viene siendo habitual, ya que la generosidad de mi familia (y su poder adquisitivo) nos permiten vivir por encima de nuestras posibilidades con estancias en primera línea de playa viajando en coches nuevos y sin más gastos que los estrictamente necesarios para nuestra alimentación. Esta vez, pudimos pagárnoslo nosotros. Y para mí es un orgullo saberlo. Es un placer sentir la independencia como el aire fresco en la cara, como si fuésemos pudientes, de esos que pueden, aunque siempre se puede, pero se suele olvidar.

Le dije a Carmen que podía gastarme en total 250€ en estos días, así que podía buscar un vuelo barato (que ya no están tan baratos) a cualquier destino, con la única restricción de no ir al sur de la península, donde las procesiones campan sin límites y hay que aguantar masivas demostraciones de fervor religioso. Me da tanto miedo…

Con estas restricciones, decidimos viajar a Bilbao.

Yo casi no lo conocía, al menos no había estado desde hacía más de 20 años. Lo último que recuerdo fue una excursión a ver a un amigo, cuyo nombre no alcanzo a recordar, que vivía en Getxo. Recuerdo el puente colgante de Portugalete, y algo de la ría de Bilbao… pero difusa, sucia, negra, envuelta en humos y cargueros.

Sabía que había cambiado, que se había inyectado dinero en infraestructuras (como en todas partes, a costa de endeudamiento, claro) que habían embellecido la ciudad. Habían limpiado la ría, habían rehabilitado el casco viejo, habían modernizado el moderno y, por si eso fuera poco, habían acordado edificar uno de los más bellos edificios que haya visto hasta ahora: El Guggenheim.

Hay que añadir el apéndice: «de Bilbao» porque hay otros museos derivados de la fundación homónima que siempre me recuerda a Peggy y sus relaciones con Jackson Pollock. Parece, a veces, seguir dominada (la línea de la fundación) por ese espíritu un tanto megalomaníaco, cuando dedica la parte más importante del museo al engreído Richard Serra.

Y también había tenido la suerte de ver el formidable documental titulado Apuntes de Frank Gehry dirigido por Sydney Pollack, del que puedo dejar algún fragmento al final del texto. En él, Gehry cuenta los pormenores de su proceso creativo y, en particular, cómo le surge la idea de realizar un edificio como este.

Quizá, más allá de la belleza del edificio, a mí me perturbaba el cómo estaría resuelto el tema de no captar más focos que la obra expuesta que, claramente, resulta secundaria ante la mirada de la mayoría de los espectadores. Pero hay que decir que está bien conseguido el hecho de, estando en un edificio de tamaña personalidad, poder olvidarla por momentos para adentrarse en galerías de arte bastante asépticas, pero bien distribuidas en el espacio para observar con un mínimo de interferencias las obras expuestas.

Así, por ejemplo, las obras de Serra ocupan todo lo que él quieren que ocupen, siendo algo desmesuradas para un trabajo cuyo mayor atractivo estriba en la concepción del mismo. Pero es bello encontrarse las obras de Brancusi, esas que hace tiempo que sé que son tan importantes… ver su desarrollo, su bello camino hacia la abstracción. Y no ver, en esos momentos, el marco incomparable del museo.

En resumidas cuentas, cuando recuerdo Bilbao, tengo en mente sobretodo las impresionantes formas del edificio que más me ha atraído en los últimos años. Solo por estar dentro y hacerse algunas fotos, ha sido merecido el gasto minúsculo de una cantidad de dinero que seguro que podré recuperar.

Apuntes de Gehry (Fragmento)
[youtube_sc url=https://youtu.be/P951FaUM0e0]

El recuerdo dulce de un Taller en Santander

Aún recuerdo el tierno viaje a Santander, con la belleza de sus campos que se cerraban acercándose a la ciudad, preciosa, donde impartí un Taller de Poéticas Objetuales y Performance durante el último fin de semana del mes de Enero de 2012.

Jana y sus compañeras de piso, las adorables Marta y Lu(cía), decían vivir en Manhattann por la belleza de las vistas desde sus ventanas. Mejor no les cuento que, cuando estuve en Manhattan, las vistas eran espantosas desde las habitaciones de los mortales, pues los edificios son tal altos que, a duras penas puedes ver algo distinto a una enorme pared frente a tu ventana. Ya querría Manhattan (la de los mortales) tener las vistas que había desde este piso 11 de las afueras de Santander. Me enseñaron a distinguir a una ola del mar que tiene el divertido nombre propio de La Vaca Gigante.

El domingo por la mañana callejeando acabé por llegar antes de tiempo al lugar en el que se impartía el curso y pude aprovechar para observar el suelo. Sé que eso de mirar el suelo en exceso es peligroso y puede conllevar a la pérdida de conciencia por el choque con una farola, por ejemplo, ya me lo decía mi padre, pero también lleva a una mirada cariñosa de lo que todos damos por sentado o por pisado, que son las baldosas y cuya belleza, en ocasiones, merece una o dos fotografías.

Las líneas que trazan son tan adorablemente geométricas que les dediqué un proyecto fotográfico entero, llamado Líneas (en Madrid) a lo largo del 2011.

Para terminar, me encontré, en la otra acera del sitio al que me dirigía, la fotografía triste y pesimista a la que ignoré, salvo por el hecho de que me resultó interesante saber que, en el peor de los momentos, siempre nos quedará la escritura, aunque sea en las paredes.

Que no, que no es verdad. Tu vida es lo que tú quieras hacer con ella. Si es una mierda es porque eres coprofílico… y eso es cosa tuya, no me meto… pero «LA» vida no existe. Existe como vida de alguien, último y único responsable de el resultado en el que se convierta ese LA.

Así que a trabajar y a hacer que no sea una mierda: aléjate de todo aquello que te huela mal. Es una pista para alejarse de la mierda. Aléjate de lugares en los que haya muchas moscas, aunque eso te pueda dejar en soledad. Pero, seguramente, evitará más de una mala pisada.

Y si, por último, caes en la mierda en la que tu vida puede caer, no olvides que no es nada más que un paso en un camino. Sigue caminando y procura andar en dirección a algún lugar sólido y limpio en el que te sientas a gusto.

No dejes nunca de caminar… salvo que te guste quedarte donde estás. O jódete.

Algunas fotos de un paseo por el campo

Hace unas semanas, creo que eran fechas navideñas, el padre de mi amada Carmen me paseó por el campo. Tenía que apartarlo un rato de la cocina, para que no se pusiera nervioso (ni yo) y le dije que si le apetecía darse un paseo en coche con el recientemente adquirido vehículo de mi hermanita.

Me llevó a pasear por una zona interesante, alejada de las tablas de Daimiel, tan famosas como aburridas. Me encantó el recorrido. Fue muy muy bonito. Además, el día ayudaba, teniendo en cuenta que suele llover poco en esa zona, se agradeció el buen tiempo, el sol, que dejaba una sensación de irrealidad tan solo aniquilada por algún que otro comentario que no voy a mencionar.

Aquí las fotos:

Fotos del viaje a Santander

Algunas fotos tienen la magia del momento, del impresionante impresionismo, del rápido movimiento de la cámara, la de mi móvil, que fue capaz de retratar el verde intenso de las montañas cántabras mientras me acercaba al Taller que iba a impartir en Santander este fin de semana pasado. La monocromía del blanco nieve-blanco cielo-blanco…

Ha sido inolvidable. Un enorme ENORME placer.

Hoy estoy cansado y la entrada en este diario será tan solo esta galería de imágenes un tanto imprecisas, que, sin embargo, a mí me hicieron una impresión notable.

Recomiendo viajar en Autobús. El sentimiento de viaje y la proximidad del lugar es mayor que, por ejemplo, en tren y, desde luego, mucho más cálido que el funcional avión.

¡Una maravilla!

Esto no es una broma