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Tarde o temprano me tenía que aparecer publicidad en el muro de facebook que me animase a usar la inteligencia artificial para que escribiese.

El anuncio no tiene desperdicio:

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Las negritas (mías) lo dejan bien claro: esta propuesta no le sirve de nada a quien quiere escribir, a quien necesita escribir. Esto es útil, o puede serlo, para quien quiere VENDER.

No digo con esto que no esté bien vender, ni que lo que vaya a crear (aunque esta palabra es otra cosa distinta a lo que se propone y yo usaría un mucho más «humilde» hacer) sea malo per se, pero lo que sí digo es que esto no tiene nada que ver con la creación, con el placer o el dolor que quien lo realiza (o lo vive) experimenta.

Pone sobre el tablero el debate ya casi olvidado de qué es la creatividad, pero sigo siendo admirador de las palabras de Isidoro Valcárcel Medina, quien habla no tanto de «creatividad» como de actitud creativa, es decir, de vivir de manera creativa, actuando creativamente.

El mensaje publicitario no miente: afirma claro y distinto en su penúltima frase: Empieza a ganar dinero con lo que sabes… o lo que ChatGPT sabe.

Quizá por eso no acabo de verle el interés (ni simple ni compuesto) al uso de esta herramienta, que me consta que otras personas sí están usando para ayudarles en su experimentación creativa.

Hubo un tiempo…

Hubo un tiempo en el que organizaba talleres al aire libre, talleres de creatividad en la naturaleza, talleres de fin de semana de convivencia… y eran tan bonitos…

Esta foto, cuya fecha exacta es irrelevante, es de aproximadamente el año 2009, creo que en Riaza, o la comarca de la Vera extremeña, donde organicé diversas jornadas dedicadas a la experimentación creativa. Yo era 15 años más joven. Bueno, todo el mundo era 15 años más joven.

Convivir con un equipo de mentes con ganas de crear generaba un ambiente único, intelectual y afectivamente hablando.

Quizá no por casualidad la totalidad de las personas de esta foto siguen siendo mis amistades, algunas de ellas muy próximas.

A veces añoro aquellos tiempos por la energía de la que yo disponía. La falta de problemas físicos que me simplificaban la vida…

Pero sigo rodeado de personas, eso sí, cuyo calor me reconforta y me hace crecer.

Estoy deseando ver en qué evoluciona la relación con las más de 30 personas que actualmente asisten a los Talleres de Poesía Contemporánea que defiendo desde hace ya tanto tiempo.

Este curso, si no estoy mal de salud, propondré alguna que otra excursión más o menos convivencial para generar, aún más si cabe, ese vínculo que lleva, en algunos casos, más de 10 años fraguándose a fuego lento.

Mirilla

Tengo un proyecto fotográfico en marcha tremendamente sencillo que juega (o jugaba) con realizar fotografías a través del hueco dejado por una mirilla sin vidrio adherida al objetivo de la cámara del teléfono móvil.

Sujetaba la cámara con la misma mano que la mirilla quedaba sujeta contra el mismo y fotografiaba algo que, de este modo, quedaba descontextualizado, resaltado, como si le hubiésemos realizado algún tipo de trucaje complejo, cuando la realidad era mucho, pero mucho, más simple.

La foto que usé fue una que contenía una combinación de un poema visual realizado con una bombilla y un libro objeto escrito a dos palabras por página.

Hoy he decidido usar uno de esos «bodegones» para ilustrar un cartel de los Talleres de Poesía Contemporánea de los grupos abiertos en la Asociación Cultural Clave 53.

Y el cartel resultante ha sido el siguiente, que acaba resultando un trabajo bastante arduo para una publicidad que caducará en menos de lo que canta un gallo.

Vituperar

Puedo obsesionarme con una palabra, como el viernes pasado durante la lectura de los encuentros de Té y Poesía, en la que Alejandro Gallego leyó la palabra «vituperar».

A partir de ahí, en mi cabeza comenzó a rebotar tornándose vitoperar, a su vez bitoperar… y podría seguir así horas y horas, pero decido parar para poder concluir un pequeñito poema visual que incluya estas tres transformaciones:

VIT UPERAR
    OPERAR
BIT-OPERAR

que remite inmediatamente al hecho de que vituperar es operar con bits, operación binaria, operación de bien y de mal, de cero y uno.

Pero esas remotas remisiones son omisiones de la misión principal que tiene un poema. O todo lo contrario.

Juegos con el teclado: RE-Inicio

Esta pequeñez es un poco diferente de otras composiciones con el teclado, aunque es especialmente útil en esta semana en la que todo parece recomenzar, como si eso fuese posible, como si el tiempo fuese circular y no una flecha que surca una trayectoria espiral tridimensional, lo que vendría a ser un helicoide.

Volvemos a comenzar un curso nuevo con la ilusión del primer día, con la incerteza de siempre, que me mantiene en el filo del riesgo donde habitar sin poder acomodarme.

Hay algo interesante en ese reinicio que ocurre cada año y es el hecho de encontrarse con gente con quien comparto tanta pasión por la poesía que parece imposible que exista. Y sin embargo se mueve.

Más información sobre los Talleres de Poesía Contemporánea que defiendo desde hace ya más de 2 décadas está en la web https://www.clave53.org/poesia

Buscar salas para presentaciones en Madrid es un infierno

Nada que debiera sorprendernos en este mercado ultraliberal de alquileres de espacio para turismo masivo…

Madrid está perdiendo toda posibilidad de hacer cultura a nivel de calle, pues las salas que quedan, cada día menos, son elitistas pues pueden elegir a quién y qué ofrecen su espacio cotizado a precio de oro.

Las bibliotecas municipales muchas veces ni responden a las propuestas y tienes que acabar tirando de amiguetes o gente a quien conoces que, de momento, aguantan algún local más o menos alternativo con poca esperanza de continuar vivos y aforos reducidos.

Eso sí, siempre con la sonrisa de quien sabe que ofrece todo lo que puede y, muchas veces, a precios asequibles, irrisorios, gratuitos… Y entonces me reconcilio con este rincón del mundo por el mero hecho de encontrarme a estos seres generosos y valientes.

Gracias a Dora por prestarnos, otra vez, su espacio Covington Gallery para la presentación del próximo libro que la editorial Edita Clave 53 va a presentar el 11 de octubre de 2024.

Somebody Somewhere

Me ha sorprendido esta serie norteamericana como hacía mucho tiempo que no me sorprendía ninguna. Es inteligente, tierna, descarnada, retrata maravillosamente el lado marginal del medio oeste estadounidense.

Es una pena la corta duración de los capítulos, casi aparentemente rodados como vídeos caseros, así como los pocos capítulos que cada temporada incluye, haciendo que la serie (hasta ahora 2 temporadas de 7 capítulos de media hora cada uno) pueda degustarse en menos de 7 horas.

Carmen y yo vemos unos 3 capítulos diarios, así que no nos ha durado ni 5 días. Da pena, pero también es de agradecer en estos tiempos de estiramientos de historias mucho más allá de lo necesario, de lánguidas secuelas y/o precuelas oportunistas de superhéroes o reinos medievales fantásticos.

Las relaciones familiares son sinceras, crueles, duras, pero tan, tan, reales que en ocasiones querrías pensar que se trata de un documental de una familia conocida. O querrías que no lo fuera, pero sientes que sí que lo es.

Los planos de las conversaciones entre los protagonistas son cercanos, cálidos, contrastando con el fondo de esa América profunda retratada donde está situado el drama.

En definitiva, una serie para no perderse, incluso (o especialmente) para aquellas personas que dicen odiar o repudian el cine estadounidense por ser muy «comercial».

¿Se seguirá haciendo este tipo de productos cinematográficos en las series de HBO a medida que se adueñe completamente la marca MAX de la misma?

¿Por qué el cielo es azul?

No es que este artículo de la BBC lo explique con sencillez, entre otras cosas porque no es una explicación sencilla, pero me encantó encontrármelo y leerlo para conocer la historia detrás de este experimento de John Tyndall (1820-1893):

Cuando quiso saber por qué el cielo se ve azul en el día y rojo al atardecer, los instrumentos que usó fueron sencillos:

Armó un simple tubo de vidrio para simular el cielo y usó una luz blanca en un extremo para simular la luz del Sol.

Descubrió que cuando llenaba gradualmente el tubo de humo, el haz de luz parecía ser azul desde un costado pero rojo desde el otro extremo.

Se dio cuenta de que el color del cielo es el resultado de la luz del Sol dispersándose por las partículas en la atmósfera superior, en lo que ahora se conoce como el «efecto Tyndall».

Lo fascinante es que, con los conocimientos teóricos que tenían a mediados del siglo XIX fuese capaz de explicarlo, teniendo en cuenta que no conocían como hoy en día la naturaleza de la luz, ni tenían claro el concepto de molécula y ni hablar de su relación con la radiación electromagnética.

No obstante, ya había tímidos intentos de hacer comprensible (comprehensible) la materia, por parte de Bernoulli, de Dalton, de Avogadro… y otros pioneros del principios del S XIX.

Para mí, ha sido una obsesión permanente el comprender la naturaleza de la materia, la naturaleza del universo, de mí mismo… la naturaleza… y ¿todavía queda alguna duda de que la naturaleza es lo que más me importa en este mundo?

Juegos con el teclado: Teclado

Que la palabra «Teclado» esté contenida en las teclas del teclado me parece tan fascinante como un Conjunto de Mandelbrot.

Por simple que parezca la composición de teclas, esta es de las que, curiosamente, suscita en mi mente los pensamientos más complejos.

Esto no es una broma