El cementerio de los bolis gastados

Tengo una cajita
que fue el paquete original
de un viejo reproductor de mp3
que tiene un cierre
cautivador
imantado.

Tengo bolígrafos
que gastan una ingente cantidad de tinta
porque son de punta
más gruesa de lo habitual.

Cada semana tengo que desechar
un bolígrafo gastado
que quiero conservar
para posibles acciones
o instalaciones.

Hace años planté varios
en una residencia artística
y no creo que hayan dado frutos
azules.

Tengo en mente rellenar
con tinta de calamar
unos cuantos
y escribir
poemas marinos.

Mientras tanto
los bolígrafos
van siendo enterrados
en lo que yo denomino
mi cementerio de los bolis gastados

esperando
algún tipo de resurrección.

ME VOY DE INSTAGRAM (no yo, pero es un clickbait innecesario en mi propio diario)

ME VOY DE INSTAGRAM

Así es… Llevaba tiempo dándole vueltas a este asunto y por fin me he decidido:

El 5 de febrero cerraré todas mis cuentas de Instagram y Facebook, tanto las mías personales como las de mis proyectos individuales.

El mundo está tomando un derrotero que no me gusta y no quiero ser partícipe de él.

Mi razonamiento es el siguiente a grandes rasgos:

1 – Estas redes sociales están radicalizando a la sociedad
2 – Esta radicalización se debe a que los algoritmos dan más visibilidad a los mensajes extremos
3 – Estos mensajes extremos tienen más visibilidad porque provocan más interacciones
4 – Estas interacciones son provocadas ya que cuanto mayores sean, mayores serán los ingresos de las propietarias de estas redes sociales

Creo que es así de sencillo y, como digo, no quiero ser partícipe del entramado.

Sin ánimo de caer en la conspiranoia, pienso que estamos viviendo un auténtico asalto a la democracia por parte de una oligarquía empresarial.

Una oligarquía que está fomentando esta polarización de la sociedad para provocar el enfrentamiento.

Y de esta manera —con el enfrentamiento de la ciudadanía— desencadenar un cambio de sistema económico y social.

Soy consciente de que todo esto podría ser el argumento de una mala novela de ciencia ficción, pero a los hechos me remito.

Tengo la sensación de estar viendo cómo se acerca un tsunami, y no quiero quedarme quieto a la espera de que me lleve por delante.

Comprendo que poco puedo hacer contra las corporaciones que controlan el cotarro, pero al menos no quiero sentirme idiota del todo:

Vale que me controlen, que se apoderen de todo… pero al menos que no sea con los cuatro céntimos que sacan de mí (con publicidad, con mis datos, etc.).

Ya ves, al fin y al cabo es mi humilde aportación para cortarles el grifo… Y poco más.

Me he cansado de quejarme sin hacer nada, de indignarme con su hipocresía y censuras, de su fomento de la tontuna generalizada y de su avaricia sin límites.

Y es que, en definitiva, me he cansado de sentirme idiota.

Pero no te eches a llorar todavía: Sigo disponible en carne y hueso para lo que tú quieras.

¡Un abrazo!

_________________________
Llorch Talavera

Un buen amigo, pareja de la gran performer y amiga Isabel León y creador de proyectos tan bellos como Dondodo, publica este post en Instagram y le he respondido lo siguiente, que realmente lleva tiempo rondándome la cabeza, pero especialmente desde el espaldarazo de los «broligarcas» a D. Trump.

Concuerdo completamente con su planteamiento, pero no tengo el coraje o la posibilidad (no estoy seguro) de poder «independizarme» de la dependencia de las mal llamadas redes sociales (son bases de datos propietarias o privadas, no conviene perderlo nunca de vista).

Le he respondido lo siguiente, sintiendo que se vaya a ir, pero también agradeciendo que haya gente valiente que plante cara a estos gigantes de mierda.


Enhorabuena por una decisión tan coherente. Mi trabajo me pone muy difícil llevar a cabo esa decisión, pero ya, de paso, me hace pensar si mi propio trabajo no es un clavo más del engranaje. Llevo también días pensándolo y, de momento, me quedo solo con las redes (servidores) de Meta, pues nunca he tenido muchas otras.

Pero soy consciente de la hipocresía y censuras a las que está abocada toda la red (internet) desde hace décadas. Y la deriva no es prometedora.

El camino hacia la carne y hueso se antoja sinceramente revolucionario. Pero demasiado marginal para pagar un piso en Madrid viviendo de la visibilidad pública. 😐


No tengo muy claro qué hacer en función de lo que está ocurriendo en internet desde hace tiempo. Pero es que realmente afecta muchísimo a mi trabajo pues es casi impensable decirle a la gente que no tengo whatsapp para comunicarme, y es absolutamente imposible no usar ningún dispositivo sin Android (Google) o Apple o usar su navegador o su buscador, por no hablar de pagar el peaje abusivo y casi extorsionador del famoso SEO y su casi monopolio en la publicidad online.

Nota: Mi hosting privado, adquirido ahora por bluehost, posiblemente descansa sobre servidores de Amazon. ¿Sólo nos queda lo analógico? ¿deep web?

Contra la obsolescencia

Compré un Disco SSD hace unos días y una memoria RAM de 1Gb DDR2, que ya es difícil de encontrar para hacerle una pequeña actualización a un viejo Compaq nx6310 que tiene ya casi la friolera de 20 años (la BIOS, posiblemente, es de antes del cambio de milenio) y con el disco y la RAM, que costaron tan solo 20 euros en total, remocé este portátil desde el que escribo y en el que he instalado un Debian 12.5 (lo más actual de linux) con todos los paquetes necesarios.

El disco duro interno, sustituido por este SSD de 128Gb (particionado como se puede ver en la imagen, en un /, 25Gb, 90Gb para /home y el resto -4G- para swap o intercambio, complementando esa memoria que, obviamente en los tiempos que corren de redes sociales y vídeos a cascaporro se queda muy corta), tenía tan solo 80Gb de capacidad y ahora estoy planteándome usarlo como pendrive con un pequeño adaptador o una carcasa para convertirlo en un baratito disco duro externo.

El problema es que todo lo que hay en el mercado es tan barato que resulta casi absurdo gastarse unos 25€ en recuperar este equipo, no siendo un resultado usable para la mayoría de las necesidades actuales, aunque suficiente para escribir una novela o para navegar por Internet sin exigencias de velocidad.

La pantalla, ya con unos limitados 1024×768, resulta pequeñita comparada con lo que suelo usar habitualmente, a pesar de sus 15 pulgadas de diagonal.

Apenas hace ruido, lo que resulta sorprendente, y arranca en menos tiempo que la mayoría de los PC que conozco, pero eso se le debe al estupendo trabajo que hace el equipo de Debian por optimizar su sistema operativo.

No obstante, hube de realizar varias veces la instalación para librarme de los escritorios que instala casi por defecto, como son el GNOME maldito que tanto me recuerda al despropósito de Ubuntu tras apostar por Unity, o el KDE plasma que carga el sistema con un innecesario abanico de cosas bonitas que, naturalmente, han de dejarse de lado en ordenadores reacondicionados de estas características.

Mi próximo problema es qué hacer con él. Este portátil desde el que estoy escribiendo esta entrada en el blog funciona estupendamente pero no lo suficientemente bien como para mi exigencia habitual.

Es una pena tener ordenadores de más, como tantas otras cosas que no necesitamos…

Por supuesto, lo que no haré es tirarlo. Así que los puntos limpios de la ciudad tienen poco que hacer conmigo.

Todas las matrices son…

Este gráfico es un despropósito conceptual.

Todas las matrices empiezan siendo RECTANGULARES, para luego ir siendo de distintos tipos (fila, columna, cuadrada) desde un punto de vista de la estructura formal, mientras que «nula» hace referencia a los valores que contiene.

Lo mismo ocurre con la subdivisión de las matrices cuadradas, cuya taxonomía es otro desvarío en un intento, supongo, de simplificar el pensamiento, haciéndolo, de este modo, incorrecto en su forma de proceder.

Pero estas pequeñeces me detienen durante minutos o, incluso, horas, para intentar pensar si estoy equivocado. O si, tal como creo, quien ha diseñado este gráfico no piensa de manera taxonómicamente correcta.

1Gb RAM recién adquirido

Cada vez soy más moderno.
Podría decir lleno de ironía.

Algún día de estos me hago analógico.

Como si no lo fuese.
Como si fuese digital
o alguna vez lo hubiese sido.

Como si necesitase más memoria que 1Gb de RAM
en un ordenador de hace más de 20 años.

Demostrar que la obsolescencia
no está tan programada
más allá que en nuestros hábitos de consumo
que quieren (impersonal al canto) implantarnos.

Ellos / Nosotros.

El viejo paradigma del enfrentamiento.

Quiero reflotar
un portátil que mi madre
daba por muerto.

Compré 2 piezas por un total de 20€
para reacondicionarlo
y ahora es capaz de ejecutar
(sin matar a nadie)
el mismo software
y casi
a la misma velocidad
que otro equipo
de hace tan sólo 10 años.

Este lifting
le ha dado un par de lustros
de juventud
fingida
por supuesto.

Pero quizá sea suficiente
con fingir
para alcanzar
algún falso nirvana.

Esto no es una broma