Concurso de poemas: «Poema de hasta 60 versos»

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# Escribe un poema de menos de 60 versos respondiendo al
# llamamiento del Concurso de Poesía Jesús Serra.
# Se trata de un certamen internacional de poesía
# organizado por Fundación Occident, y que este año
# celebra su XVIII edición.
#
# Pueden presentarse poemas de hasta 60 versos, de estilo y temática libre. 
#
# Esta es mi participación deseada, aunque no la enviaré
# por respeto a la seriedad del Concurso
# que se escribe con mayúsculas y cuya temática libre
# seguramente resultará acotada a las líricas sentimentales
# habituales que campan por doquier en esta escritura
# que parece no haber vivido la transformación
# de las vanguardias o haberlas olvidado como si fueran
# una pesadilla de la que escapar.
#
# Giusseppe Domínguez, M-20250311

echo -e "Poema titulado \"Poema de hasta 60 versos\"\n\n"

numero_maximo_de_versos=60;

for ((i=1; i<=$numero_maximo_de_versos; i++)); do
  echo -e "Verso que ocupa el número" $i
done

fecha=`date`
echo -e "\n\n\tFirmado por Giusseppe Domínguez"
echo -e "\t$fecha"

Esta es una de las salidas posibles de este poema-programa que me ha divertido realizar más que participar en ese concurso en el que no creo que participe.

Poema titulado "Poema de hasta 60 versos"


Verso que ocupa el número 1
Verso que ocupa el número 2
Verso que ocupa el número 3
Verso que ocupa el número 4
Verso que ocupa el número 5
Verso que ocupa el número 6
Verso que ocupa el número 7
Verso que ocupa el número 8
Verso que ocupa el número 9
Verso que ocupa el número 10
Verso que ocupa el número 11
Verso que ocupa el número 12
Verso que ocupa el número 13
Verso que ocupa el número 14
Verso que ocupa el número 15
Verso que ocupa el número 16
Verso que ocupa el número 17
Verso que ocupa el número 18
Verso que ocupa el número 19
Verso que ocupa el número 20
Verso que ocupa el número 21
Verso que ocupa el número 22
Verso que ocupa el número 23
Verso que ocupa el número 24
Verso que ocupa el número 25
Verso que ocupa el número 26
Verso que ocupa el número 27
Verso que ocupa el número 28
Verso que ocupa el número 29
Verso que ocupa el número 30
Verso que ocupa el número 31
Verso que ocupa el número 32
Verso que ocupa el número 33
Verso que ocupa el número 34
Verso que ocupa el número 35
Verso que ocupa el número 36
Verso que ocupa el número 37
Verso que ocupa el número 38
Verso que ocupa el número 39
Verso que ocupa el número 40
Verso que ocupa el número 41
Verso que ocupa el número 42
Verso que ocupa el número 43
Verso que ocupa el número 44
Verso que ocupa el número 45
Verso que ocupa el número 46
Verso que ocupa el número 47
Verso que ocupa el número 48
Verso que ocupa el número 49
Verso que ocupa el número 50
Verso que ocupa el número 51
Verso que ocupa el número 52
Verso que ocupa el número 53
Verso que ocupa el número 54
Verso que ocupa el número 55
Verso que ocupa el número 56
Verso que ocupa el número 57
Verso que ocupa el número 58
Verso que ocupa el número 59
Verso que ocupa el número 60


    Firmado por Giusseppe Domínguez
    mar 11 mar 2025 12:53:37 CET

 

Actualización forzada

En los ordenadores que uso para trabajar soy muy, pero que muy, conservador. Mantengo versiones de Linux Mint (basado en Ubuntu (basado en Debian)) de «Long Term Support», es decir, que no haya que actualizar a versiones posteriores más que una vez cada 4 años aproximadamente.

El sábado pasado me tocó comenzar la actualización en el PC de casa (que tenía la misma versión de sistema operativo que la del estudio, Linux Mint 20.3 – una) y esta semana tendré que actualizar a Linux Mint 22.1 – Xia la versión en el PC del estudio.

Linux Mint 20.3 ha sido de las más estables versiones de linux que he usado nunca. No quería cambiar, además de que tenía customizado todo lo posible de su aspecto, sin incluir extensiones molestas que ralenticen el equipo, pero resultando un aspecto bello a la vista y cómodo de uso.

Tuve un pequeño susto porque en casa no uso UEFI, sino una BIOS (antigua pero que lo soportaría) de las «de antes», lo que me complicó un poquito la vida al intentar instalar, sin darme cuenta, la versión de Linux Mint UEFI… y, claro, no arrancaba.

No quería perder el tiempo buscando cómo instalarlo con UEFI en mi BIOS (UEFI, en realidad) del 2012, porque tarde o temprano lo que tendré que actualizar es el hardware, a pesar de mi lucha contra el tiempo, así que proseguí con la versión «Legacy».

Afortunadamente, las particiones están separadas convenientemente, de modo que todo mi trabajo y archivos que puedan importarme están libres de ser «tocadas» por esta actualización, así que ese no iba a ser el problema.

Pero reconfigurar y reinstalar los programas que habitualmente uso (que son muchos) y sus peculiares ajustes hechos a lo largo de años sí que sería bastante molesto, para lo que dediqué una mañana entera revisando las aplicaciones que utilizo y escribéndolas en un pequeño archivo del que después extraer la información para reinstalar todo lo necesario.

Lo dejo aquí por si alguien (posiblemente mi yo del futuro) tiene la más mínima curiosidad:

 

sudo apt install synaptic gparted vim-gui-common openssh-server pulseaudio pavucontrol virtualbox vde2 virtualbox-guest-additions-iso

sudo apt install scribus inkscape krita shotwell gnome-color-manager imagemagick fontforge font-manager digikam gimp ttf-mscorefonts-installer gthumb fonts-ubuntu-classic

sudo apt install filezilla chromium calibre freeplane minder geany pdfarranger libreoffice-base libreoffice-math

sudo apt install audacious audacity clementine mixxx openshot pitivi kdenlive vlc shotcut spotify* ffmpeg

 

Además de estas, hube de instalar «manualmente» las siguientes aplicaciones:

  1. 0ad (sólo en casa, para jugar alguna que otra vez)
  2. fuse (GTK+): simulador de spectrum
  3. dropbox: cambiar la carpeta de Dropbox por defecto para usar la que yo quiera.
  4. megasync: redefinir las sincronizaciones
  5. chrome: configurar con mi cuenta de Gmail para tener acceso a varias páginas y contraseñas guardadas.
  6. opera
  7. vivaldi

Y luego las molestas herramientas para la administración como autónomo que no han desarrollado en condiciones, que siempre dan algún que otro problemita con Linux:

  1. configuradorfnmt
  2. autofirma
  3. DniRemoteWizard y cargar en los lugares apropiados el certificado electrónico en un PKCS12
  4. Verificar el correcto funcionamiento de los certificados y las herramientas de firma.

Contradicciones

Ofrecer al mismo tiempo (simultáneamente) una consola retro y hablar del poder de la IA y un sistema operativo que tarde o temprano será retro, será pasado, será obsoleto.

Esto resulta una de las contradicciones más absurdas de nuestro tiempo, queriendo aferrarse al pasado, lanzándose al futuro con la furia de Marinetti.

Podríamos ponerle galones de paradoja, pero no resulta más que una herramienta adicional del neoliberalismo (neocapitalismo) donde se vende hasta la experiencia del viaje al pasado como una boina del Ché.

El domingo tardé algo más de lo necesario en la actualización (a Linux Mint 22.1 Xia) de mi flamante ordenador personal adquirido hace la friolera de más de 11 años, debido a que no encontraba mi simulador de Spectrum (Emulator of the 1980s ZX Spectrum home computer and its various clones) en los repositorios desde la línea de comandos.

Trasunto

vuelvo a transcender en un trasunto
de esquinas olvidadas y amapolas
caleidoscopios de dunas en las perchas
cabizbajos cachorros de adoquines

concomitancias añadas de las penas
albérchigo de pomos nacarados
en la pista central de porcelana
donde la guerra abate la demencia

cardúmenes de versos añorantes
pretéritos gloriosos de la rima
hoy tunantes faquires de miseria

lamparoscopia de dificultad supina
araña vestigios cartilaginosos
con opaca sombrilla sin papeles

Borradores

Este poema es un borrador.

Esta frase me sugiere comprar (adquirir de cualquier modo) un buen montón de borradores, de esas gomas Milán cuadradas, sobre las que escribir pequeños poemas y afirmar, por fin, que ese poema (y cada uno de ellos) es un borrador.

Repartirlos a distintas personas y pedirles que borren con ellos un poema escrito a lápiz sobre una superficie blanca hasta dejarla impoluta.

Eclipse Literal

Un pequeño poema visual sencillo basado en una afirmación de una de las personas que asisten a los talleres de poesía y escritura creativa de Asociación Cultural Clave 53, tras pedirles que escribiesen, como tarea semanal, un caligrama titulado Eclipse.

Eclipse: Del lat. eclipsis, y este del gr. ἔκλειψις ékleipsis; propiamente ‘desaparición’. m. Astron. Ocultación transitoria total o parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste. m. Ensombrecimiento o deslucimiento de una persona o cosa, o de su importancia. m. Ausencia, desaparición de alguien o algo.

por otro lado…

Literal: Del lat. litterālis. adj. Conforme a la letra del texto, o al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en él. Ant.: figurado. adj. Que reproduce lo que se ha dicho o se ha escrito. adj. Dicho de una transcripción de una escritura alfabética a otra lengua: Hecha transcribiendo letra por letra. adj. Fil. y Mat. Dicho de un concepto o de una magnitud: Que se expresa con letras.

Un regalo de J. SeaFree

Con esta bella cita de W. Vostel, más actual que nunca (¿o nunca ha dejado de serlo?), me llega este regalo postal cariñoso de J. Seafree que me tiene más afecto del que seguramente merezco.

Muy agradecido también por sus bellas palabras hacia mí, su: vivo en el centro del poeMAdrid, me ha gustado bastante.

Le he devuelto una misiva sellada de Poesía Programable, Serie Permutaciones que aún tengo por documentar y que surgió a raíz de un regalo que le hice hace años a Isabel Jiménez y que recientemente he utilizado para otro regalo personal para Adriana Calvo.

Cada ejemplar es único y hay dos «subseries»: a saber, la de los nombres y la de palabras genéricas. Pronto estarán documentadas… espero.

¿Edadismo?

No sé si estas hojitas que venían con este recuadro para solicitar «tu edad» son algo inapropiadas, teniendo en cuenta las advertencias del Ministerio de Sanidad que afirma:

El edadismo fue un término acuñado por Robert Butler en la década de los 60 para referirse a los estereotipos y prejuicios existentes en relación a la edad. Las investigaciones sugieren que la discriminación por motivos de edad puede ser ahora incluso más generalizada que el sexismo y el racismo y tiene graves consecuencias

No sé si me parece exagerado que sea un tipo de discriminación comparable al machismo y/o racismo.

No obstante, sí sé que me molestaba bastante esta frase en esta pequeña porción de unas hojitas de colores que tenían como primera frase algo así como «¿Qué te hace feliz?»

Me pregunto si la edad es un factor determinante para recibir la respuesta y, sobre todo, si era necesario usar un imperativo «Dinos» para solicitar algo que, salvo causa justificada, no habría de ser solicitado.

No tengo ningún problema con reconocer mi edad que puede calcularse sin problemas contando desde el 3 de junio del año 1967 de la era común, pero había algo perturbador en esa reclamación de datos personales (por muy anonimizados que puedan estar) que me llevaba a imaginar la segregación por edades como una realidad plausible.

Eso no quita para que sea consciente de que el paso de los años está segmentando mi entorno social, entre otras cosas, por el mero hecho de la desconexión progresiva (que no prograsista) con las nuevas generaciones: su marco cultural me es ajeno y el mío a ellas. No compartir referencias cinematográficas, musicales, televisivas, históricas… me hace sentir algo desconectado paulatinamente del mundo del que, como dije en alguna ocasión, cada día formo menos parte.

Etimología de hogar, en relación al fuego y su origen

Robado inmisericordemente de www.dechile.net, tengo este apunte sobre la palabra hogar:

La palabra hogar tiene una etimología hermosa e importante. Proviene del latín focus, que es de donde viene la castellana fuego. Focus significaba originalmente tanto fuego o brasero, como hogar (o fogar). El asunto se remonta al principio de la cultura occidental. El culto al fuego era uno de los primeros y más importantes de los antepasados de griegos y latinos, y de muchos pueblos indoeuropeos. Y en cada casa había siempre, y literalmente una hoguera: un brasero, una llama viva que era presencia sagrada, según se puede inferir por los registros escritos de las épocas ya históricas. Solía estar en el centro o a la entrada de cada casa, probablemente signo de pureza, vida, protección… La familia, por razones tradicionales, y quizás en principio también por razones de necesidad física de luz y calor, se congregaba en torno a él. En relación a ese fuego familiar estaba la diosa Estía entre los griegos (y Vesta-Cibeles entre los latinos). De hecho, en Grecia, para denominar a la familia, se conservaba la palabra epiestía, es decir, «en torno al hogar».

La diosa Hestía, o Vesta para los romanos, es una antiquísima diosa del panteón indoeuropeo. Así como entre los griegos tenía una importancia menor, entre los romanos tiene una importancia capital, mucho más antigua que cualquier contacto con los griegos. Sus templos eran redondos imitando los antiguos hogares. En el foro romano, junto al templo de Vesta, estaba la casa de las vestales. Eran siete sacerdotisas vírgenes de altísima consideración en Roma, una de las cuales, la Vestal Máxima, las dirigía. Vestidas con velos blancos nadie debía tocarlas y tenían un ejercicio sacerdotal de treinta años. Su principal cometido era vigilar un fuego que nunca debía extinguirse: la llama perpetua de Vesta que siempre encendida se creía que garantizaba la continuidad del hogar común que era el Estado romano. También cuidaban del Paladión, una sagrada y antiquísima imagen de madera que se creía traída de Troya por el héroe Eneas. A Vesta también se le daba culto en el fuego del hogar de cada casa romana.

No se puede confundir a la diosa Vesta con la diosa Cibeles. No tienen nada que ver. Cibeles es una diosa-madre de la naturaleza de origen asiático, que a veces identificaban con la Rea griega (esposa de Crono-Saturno). En Roma protagonizó un popular culto mistérico asociada a Atis, su cultor, que muere y resucita. En Roma se celebraba la muerte y resurrección de Atis en primavera con fastuosas procesiones que representaban a Atis vinculado al leño o árbol en que murió. Sus sacerdotes prometían celibato y a veces se hacían castrar para cumplirlo. Cibeles es una diosa vinculada a la reproducción natural y al renacimiento, sin nada que ver con la diosa-vírgen del fuego del hogar llamada Vesta.

  1. Diccionario Etimológico Corominas.
  2. Diccionario griego VOX,
  3. Diccionario latino Sopena.
  4. (Especialmente) La ciudad antigua, de Fustel de Coulanges.

Los años, de Annie Ernaux

El viernes me terminé el libro Los años, de la Nobelmente galardonada Annie Ernaux.

Es un libro que hacía un año largo me había recomendado Jaime Vallaure, quien, en su día hará algo como 25 años, me regaló uno de los libros que más me ha impresionado en la vida: La vida instrucciones de uso, de Perec.

Unos meses después, de cara a mis vacaciones del pasado verano, comencé a buscarlo hasta encontrar un par de ejemplares de otros libros de Annie Ernaux en una librería increíble en Gijón, con un nombre bien apropiado para su contenido: La habitación propia. Compré La otra hija y Lo que ellos dicen o nada.

Ambos libros me parecieron una delicia (editorial también, todo hay que reconocerlo), pero los devoré en poco más de un día de mis vacaciones. Se me hicieron breves. Joyas para degustar.

Definitivamente, quería saber y leer más de Ernaux y Jaime, otra vez, había dado en el clavo.

Mi amiga Aída, también admiradora de la obra de esta escritora, entre otras muchas, muchísimas, coincidencias, me dijo que tenía ese libro que andaba buscando de Los años y otro más. Así que hace un mes hicimos un intercambio, como los de rehenes o prisioneros a la luz de un farol mientras llueve sobre el puente fronterizo.

En este caso, nos encontramos en un bar amigo y nos canjeamos los libritos: ella me trajo mi esperado Los años y un librito que me leí en una mañana sin parar, titulado El lugar, en esta ocasión editado, no por Cabaret Voltaire, como los otros tres, sino por Tusquets Editores.

Cuando comencé a leer Los años supe inmediatamente que había dado con algo increíble.

Me gustó de principio a fin, sin fisuras, por su contenido y por su forma, por su enfoque y por lo enfocado, por esas pausas para respirar tanta historia (sin mayúsculas o con mayúsculas, a elegir), por sus imágenes conformadas con texto, por su modo de generar una autoficción o autobiografía en una primera/tercera persona tan sumamente bien elegida para una autobiografía impersonal y, simultáneamente, absolutamente personal. Su ego no oculto y, sin embargo, no molesto, no autoritario o impuesto.

La trama es casi lo de menos y al mismo tiempo es crucial. Su contexto social, la historia del Siglo XX desde 1940 y su nacimiento en guerra hasta su decisión de escribir el libro que tenía entre las manos, en la segunda década de este estrenado milenio.

Pero contiene todo, a modo de libro de libros, esa aspiración borgiana, tan bien lograda en la perequiana La vida instrucciones de uso, contiene la historia política de esas 7 décadas, pero con referencias a las pretéritas y a las por venir, que ya han llegado, contiene su biografía y la de quienes la rodearon, sus circunstancias vitales y sociales, contiene la economía, la ilusión o desilusión de varias generaciones, contiene reflexiones sobre la escritura, sobre la creación, sobre el acto de crear, de creer… contiene fotografías sin contenerlas, contiene tecnología sin contenerla, contiene respiraciones…

Está vivo. Es un libro vivo y vibrante.

No pude evitar leerlo imaginando cómo lo leerían otras personas pues inmediatamente te conduce a otros referentes que crees tener en común con amigas, con amigos, con diferentes lectores posibles de esta pieza increíble de literatura. Menos aún pude sustraerme a intentar sentir cómo lo había leído mi querida amiga, con quien tengo más de 12 años de separación, aunque no suelo ser muy consciente de ello, amén de diferencia de género.

Me planteé la duda de ¿este libro apegado a la historia lo leería igual cualquier persona de cualquier edad o especialmente iba dirigido a un público lector de más de, pongamos, 50 años y con un conocimiento de la historia contemporánea lo suficiente capaz de aprovechar los detalles que regaban la narración?

Por suerte, tuve el gustazo de compartir esta duda con ella misma (el viernes pasado, en el mismo lugar donde nos habíamos trocado los libritos) quien sostenía que Ernaux era, de alguna manera, universal, que conectaba con personas de diverso género, edad… y aunque sigo teniendo dudas al respecto, sí que parcialmente me convenció: al fin y al cabo, ¿no había, yo, hombre español de unos 57 años, conectar personal y perfectamente con una escritora francesa de más de 80?

Creo que hacía décadas que no encontraba un libro que me pareciese tan especial, con una escritora de quien desease conocer todo su trabajo, como ya me hubo pasado con Perec, con Gunter Grass, parcialmente con Paul Auster a quien siempre reconocí como escritor no tan especial, con Tolstoi.

Soy dolorosamente consciente de que es la única mujer entre tantos hombres, pero también de que afortunadamente he ido, poco a poco (y sigo en ello), descubriendo toda la literatura que habían escrito mujeres y que no conocía. En parte porque no se publicaba (o traducía), pero también por falta de interés en buscarlas. Proseguiré mi búsqueda, porque hay mucho por descubrir. A veces calladamente, a veces avergonzado.

De momento, para este verano, si no antes, quiero nuevos libros de esta autora y, posiblemente, de Clarice Lispector, quien merece, por lo menos, otro texto en este diario íntimo y público.

Esto no es una broma