Blanco sobre Blanco

Mis opiniones

Sobre opiniones vertidas y divertidas… Sara Mansouri Bellido realizó a finales de 2013 un poema que era una propuesta de acción que, en mi caso, terminó en un anillo que dejaba tan solo a la vista esta frase suya que no conviene olvidar:

Su opinión no siempre es pertinente ni necesaria.

«Mis opiniones» consiste en un libro objeto en encuadernación japonesa de papeles blanco roto, con cubierta blanca, sobre los que he escrito una serie de textos conteniendo información sobre «mis opiniones».

En realidad, se trata de un silencio roto, más que de un blanco roto, se trata de esconderme, de silenciarme otra vez más pues tampoco es que sea preciso que esté dando mis opiniones a todo el mundo todo el rato. Es algo cansado y quizá impositivo, como muy bien sugiere Roland Barthes en su ensayo (o compendio de opiniones) Lo Neutro.

Así que procedí a escribir unas cuantas «opiniones» todas ellas comenzando con un «mi opinión sobre XXXXX» y terminando con un enigmático «es» que no lleva ni punto final ni puntos suspensivos.

El proceso de escribirlas ha sido lento, manuscrito, por supuesto, con rotulador de gel blanco Uni-ball Signo Broad UM-153 WHITE sobre papel blanco.

Varios motivos demoraron el proceso: el primero es que los 3 rotuladores que tenía en el estudio estaban completamente secos y los intenté recuperar con todas las técnicas conocidas y algunas desconocidas, pero no pudo ser. El segundo motivo fue el proceso de rehabilitación de mi hombro izquierdo, no encontrando ni un momento para ir a por nuevos rotuladores. Finalmente me decanté por gel blanco Uni-Ball, no sin antes probarlos. Otro motivo por el que este libro tardó en ver la luz es que requería tiempo de secado largo (entre 2 y 3 minutos) entre cada página y la siguiente, lo que siendo un total de unas 50 páginas (50 opiniones), resultaba en un proceso de paciente paso de más de dos horas.

En primer lugar realicé un boceto de opiniones (las que iba a escribir y algunas que quedaron en el tintero) con bolígrafo bic sobre papel blanco. Posteriormente, procedí a la escritura «a ciegas» de blanco sobre blanco en el libro definitivo.

Al libro le restaba algo por terminarse, quizá rematar esa encuadernación japonesa con un cierre cruzado o escribir un texto en rojo sobre la portada o, mejor aún, un golpe seco o escritura sin tinta con bolígrafos gastados…

Por último, preparé una caja reciclada donde el libro encaja (valga la redundancia) a la perfección, modificada con un par de bloques de cartón, de los que suelen venir acompañando envíos demasiado pequeños para envoltorios demasiado grandes, sobre uno de los cuales está escrito: «depositar aquí».

Es un buen lugar donde guardar mis opiniones, por otro lado no escritas sino apuntadas en un apenas visible blanco sobre blanco, especialmente si tenemos en cuenta que la contraportada de la caja-libro reza: «basurero».