Verano QR
Isabel Jiménez
Esta página es sólo para ti. Es personal e intransferible, a pesar de estar alojada en mi web.
Este verano está siendo extraño (¿verdad?) y he decidido no hacerte usar el correo postal para minimizar riesgos de contagio, amén de ahorrarte salidas de casa, por si tu confinamiento sigue vigente o, sencillamente, no te apetece ir a una fila de personas enviando o recibiendo paquetes, sobres, sellos...
Espero que te haya gustado el sello de la carta que te he enviado y que lo conserves como un pequeño regalo y que por supuesto es tremendamente personal. En esta época en la que los códigos QR han hecho su demostración de fuerza posiblemente para quedarse (si has ido a algún restaurante ya sabes de qué hablo), he querido hacer uno para ti jugueteando con estas cosas que tanto me gustan:
Esta persona envío el siguiente poema que ahora forma parte del Proyecto QRQRQRQR de arte postal:
El Amante Recurrente
Al principio solo nos mirábamos,
Yo le miraba desde la terraza del bar y él, a hurtadillas, desde la barra.
Él siempre arropado por sus amigos, a veces por sus conquistas,
sin parar de hablar ni de mover las manos.
Yo tímida, bebiendo a sorbos la cerveza como si me bebiera la vida.
Risas con alguna conquista y confidencias con las amigas.
Después empezamos a coincidir, amigos comunes y el bar.
Y lo más común de todo, las ganas.
Un roce, una mirada, un beso robado en una fiesta.
Una huida, un no saber por qué. Un no entender nada.
Y entre tanto, él con sus amores, yo con los míos.
Y mucho desamor.
Otro encuentro y la rendición.
La bici testigo mudo en la habitación de al lado.
Después nada. Ni una llamada, ni un encuentro fortuito.
Después, muchos desencuentros.
El tiempo. Y otra coincidencia.
Por la mañana compartimos desayuno.
Y vacío. Ausencias, cada uno las suyas.
Más tiempo. Más miradas furtivas.
Más sonrisas. Una mano en la espalda.
Un baño al principio del verano, una breve siesta sobre la hierba.
Siempre aparece para sanar una pérdida,
él necesita curar la suya y a mí me ayuda a llevar la mía.
Nunca un abrazo.
Ahora todo son llamadas, abrazos, caricias,
También después del sexo.
Pero yo ya solo quiero sus abrazos. Y que no hable mucho.
Solo lo justo. Que sonría también me emociona.
Pero eso, solo lo justo.
Ya de paso, te propongo que me envíes un poema propio y escribiremos un libro o revista online con los que reciba por este medio.