Está claro que la información es accesible desde cualquier lugar del mundo y gratuitamente ingentes cantidades de ella son disponibles para cualquiera que tenga una conexión a InterNet. Está claro que es difícil, entonces, mantener una calidad a la hora de crear contenidos, pues su elaboración tiene un coste que puede que no sea recompensado por los consumidores/usuarios puesto que no van a pagar por algo que, supuestamente, obtienen gratis. Ahora bien, quizá se trata sólo (aunque no es poco) de cambiar el modelo de financiación de quienes se dedican a aportar información, llamémosla, de valor.
¿A qué me refiero con información de valor?
Para mí, no es lo mismo tener un blog con contenidos recauchutados de aquí y de allá, compilaciones y digests descuidados, que tener un lugar web en el que aportar información verificada de primera mano.
Pero ya casi nada es de primera mano. Es casi ilusorio pensar en reportajes periodísticos a la antigua usanza. E incluso sería ineficaz. Más nos vale ceñirnos a un ámbito algo más cercano.
En la distancia de un mundo globalizado, quizá el proceso pasará por escuchar las voces de los lugares, saber analizarlas, ponerlas en contexto, distinguir el grano de la paja, filtrar: hacer esos digests de los que hablaba antes, pero cuidados, con un criterio editorial que sé que los periódicos tradicionales tienen capacidad para llevar a cabo. Aunque no parece ser su camino. Veo que siguen insistiendo en formas de contar las cosas bastante tradicionales y estas formas ya no sirven. Lo explicaré con un ejemplo: quiero entrevistas directas (que pueden ser hechas mediante chats) de personas que viven en Egipto la crisis de gobierno. De un lado y de otro. Quiero que un periodista se encargue de ver qué información de primera mano están subiendo a la red y que filtre y seleccione, conociendo contextos, historia, análisis políticos profundos, serios, rigurosos. Creo que ese es el lugar del nuevo periodismo. Lo veo cuando de cuando en cuando mi amigo, periodista, Juan Carlos Etxeberría, usando el Twitter, selecciona diversas noticias directas y las da a conocer, amén de análisis sobre el periodismo actual.
En la distancia corta, en el entorno de mi propia ciudad, también existe esa necesidad de filtrar, analizar información y comunicarla. Por supuesto, me parece más rico si se trata de una información sectorial, específica, que me interesa como parte de un todo y también como profundización de conocimiento en alguna materia concreta.
Analizo, como ejemplo, el blog o web puntafinanews.com que mantiene, desde que tiene tiempo para ello, mi amiga Celia Valenciano. Es un espacio dedicado a la información sobre tendencias arquitectónicas y artísticas. Realiza entrevistas a arquitectos, diseñadores, etc. Comparte textos que pueden ser bastante interesantes, pero que le lleva bastante tiempo realizarlos, además de inversiones (pequeñas) en material, como el diseño de la web, plantilla no gratuita adaptada a WordPress, el espacio de Hosting, por no hablar de la conexión a Internet, la necesidad de un PC, y otros básicos como pueda ser una minioficina. Pero he de reconocer que el gasto en material puede ser casi despreciable. De lo que se trata es de que, con muy pocos medios puede realizar un trabajo de alta calidad.
Y lo sirve gratis.
Y entonces… ¿Qué va a pasar con esta forma de vida? ¿Es sostenible tener un periódico especializado si, mi amiga, gratuitamente, puede permitirse el lujo de regalarlo? ¿Tiene ella forma de beneficiarse económicamente de su trabajo?
Claro, esto es algo que vengo pensando desde hace bastante tiempo por lo que me toca: imaginen esta pregunta para un Poeta. Directamente la respuesta suele ser que no, que no hay forma de que se financie, de que su trabajo sea remunerado y cobra especial significado la expresión “por amor al arte”. ¿Pero esto es sostenible? Y entonces cae encima como losa la famosa ley de economía sostenible para intentar paliarlo… pero lo hace muy mal. Este análisis lo dejo para otro día, porque la Ley Sinde se merece todo un artículo ella solita.
Cuando publiqué el trabajo de Lejanías, me encontré con que no podía financiarlo razonablemente mediante venta de productos, porque no era un producto físico. Puedo intentar cobrar el acceso a la información, pero son sólo poemas. Quise probar y quiero seguir apostando por un modelo curioso: la donación. Así, dispuse un botoncito en la web del proyecto para quien quisiera ser mecenas del mismo. No tuve ni tengo muchos ingresos de esto. Es más, apenas compensan el gasto de agua de un mes de trabajo. No importa, te dices (me digo) y continúas trabajando por amor al arte. Ahora he abierto este blog al que le dedico una hora diaria, es sólo información personal, es decir, no tiene porqué importarle a nadie más que a mí. Es onanista y lo seguiré haciendo también por amor al arte. Pero todo en Poesía es así… así que estoy casi condenado a aceptar que no voy a cobrar nunca por mi trabajo. Incluso, puedo decir como muchos de mi entorno, que esto no es realmente un trabajo porque no cobro por ello. Pero es que nadie quiere pagarme. Quizá sea que no soy bueno. Quizá. Quizá necesitaría un jefe, pero no hay empresas que contraten Poetas. Ya lo intenté una vez en el INEM y se rieron bastante a mi costa. Quizá ni siquiera sea necesaria la poesía o sólo lo sea para mí. Tampoco el Arte, la Música, el Cine y el Periodismo. Quizá.
El nuevo periodismo, como el nuevo arte, música, cine, poesía, puede hacerse con unos medios tan accesibles como nunca antes nos habíamos imaginado. Tanto es así, que parece que puede hacerlo cualquiera: y esta es la cuestión: no queremos pagar a cualquiera. Queremos pagar a alguien especial. Puede que tenga sentido. Poco, si pensamos que todos somos cualquiera y que, según ese razonamiento, pronto no nos querrán pagar a ninguno, hagamos lo que hagamos. No nos querrán… no: no nos querremos pagar.
¿Hay formas posibles de financiación?
Ya he dicho que la primera que se me ocurre y me gusta es la del mecenazgo. Me parece más fácil que nunca y tan democrática como la producción: está en manos de cualquiera que lo desee.
La segunda forma que se me ocurre es la de la subscripción. Algunos lugares web, como los blogs, y sigo con el ejemplo de www.puntafinanews.com, podrían pensar en insertar un precio por subscripción. Un precio muy muy bajo, un precio que parezca tan irrisorio como los costes de producción de algo que hace tiempo era inviable. Digamos, por ejemplo, que www.puntafinanews.com ingresara 0,50€/mes por persona subscrita. Es posible que muchos estuviésemos dispuestos a “domiciliar” un pago semejante para obtener una información que, como decía, era de calidad. El dinero mensual, con un número de lectores de unos 2000 (que no creo que llegue a tener) daría un suelo razonable que haría sostenible la publicación. ¿Por qué, entonces, no se hace?
Seguimos pensando en el todo gratis. Yo también.
Bueno, quizá la web puede ser gratis. Pero quiero algo que me ayude, que me dé un valor añadido a la información (ya que no la considero suficiente). ¿Qué tal el canal por el que se me informa? Por ejemplo, la subscripción podría dar acceso a emails personales, incluso (con un poco más de elaboración, pero no tanta: hay herramientas de personalización de contenidos razonablemente al alcance) personalizados a mis gustos o intereses. Este modelo es una visión mixta que puede incluir distintas formas de hacer razonablemente sostenibles publicaciones como esta, pero también la creación de poetas, escritores varios, críticos, etc. El cine y la música lo dejo para otro día, porque hay muchos más costes añadidos.
De momento, en mi blog, añadiré la posibilidad de colaborar mediante donaciones, pero en breve, permitiré la subscripción mediante una colaboración mínima: algo así como 5€/año.
Espero haber arrojado alguna idea a quien está, como yo, planteándose cómo vivir de algo tan difícil como la generación de contenido en Internet, ya sea contenido informativo, artístico o de valor, en general.
No me olvido de la opción preferida por los periódicos: la publicidad. Pero esto hace que los contenidos sean cada vez más difícil distinguirlos de lo que no es más que propaganda comercial. Pero quizá tengo una visión muy sesgada, poco profunda de esta práctica; quizá la publicidad también debe reformarse para adaptarse a unas web cuyo contenido no debería ser menoscabado ni por asunto de forma ni por temáticas inapropiadas. Prometo pensar en esto más adelante.
Mes: febrero 2011
Un clavo
Me gusta encontrarme con detalles. Es algo que hago de cuando en cuando para disfrutar de una mirada que no suelo tener. Ver lo pequeño, lo casi insignificante, lo más cotidiano que cotidiano, podríamos decir, incluso, que vulgar… y darme cuenta de lo evocador que es, que resulta, una mirada a la realidad extraordinaria que hay en cada pequeño pedacito de la misma.
Me recuerda esa idea de que el mundo entero está en la punta de una aguja. Sí.
Este clavo/escuadra que no es un clavo, que quizá no era más que un pedazo de hierro penetrando un taco demasiado ancho para él. Sobre una pared algo tocada, indicando que había sostenido un cuadro, una imagen, que quizá contenía la foto de un taco del que asomaba una alcayata. Escarpia viril y solitaria, amante de la pared. Puedo ver en este clavo una metáfora, un poema de vida y muerte, un bello guiño de la realidad, también un corte de manga (lo que me recuerda unas acciones que fue invitado a hacer Isidoro Valcárcel Medina en Madrid, eligiendo para ello calles cuyos nombres hacían alusión a un corte de mangas, él siempre tan inteligente).
Me gusta lo que ve la cámara cuando, en modo “macro” se acerca a un detalle, cómo se desdibuja el fondo, se pierde en una especie de continuo, como si la realidad mostrara en este pequeño experimento su naturaleza dual: concreta y discreta, partícula y onda.
Me gustan los detalles. Me hacen sentir que la realidad es infinita. Me recuerdan que debo seguir mirando para encontrar sorpresas, para encontrar belleza, como de la que hablaba Lautreamont, la del encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de escribir y un paraguas. Me gusta mirar para recordar que ahí, justo debajo de mis ojos, está la poesía, esperándome, esperando ser encontrada y revelada. De ahí la fotografía.
La Sexta Hora
Es el título de un libro de Helena Fernández-Cavada. Me la presentó una amiga para ver si podía ayudarla con la presentación, en Madrid, de su libro. Un libro artista de dibujo, aunque ha terminado por revelarse un poema, más que un libro de imágenes… claro que, puede ser que un libro de poemas también sea un libro de imágenes… pero esa es otra cuestión, incluso podría pensar en si los signos no son también imágenes. ¿Me estará influyendo mi propio monográfico de iniciación a la Poesía China?
Helena es una artista mexicana a quien apenas conozco y, sin embargo, me ofrecí a ayudarla. ¿Por qué?
El sábado 12 de febrero tengo la presentación de la primera novela de mi querido Chema Vega. Participo también como presentador. Le escribí el prólogo. ¿Por qué?
Bueno, en el caso de Chema, habitual alumno y exalumno de mis talleres de escritura, podría contestar que quizá me beneficia su crecimiento, que me nutre, que me retroalimenta, por decirlo así.
También estoy metido en la puesta en pie de la obra El Aumento, de George Perec, con varios de mis alumnos de un monográfico que organicé sobre OuLIPO. ¿Por qué?
No sé, la verdad es que no tengo ni idea de porqué es tan fácil que me apunte a cosas que no suelen ser remuneradas y que, en ocasiones, tan sólo me aportan un mínimo de prestigio. Podría vincularme con espacios o iniciativas como las que hace La Piscifactoría que coordinan eventos de gran envergadura en FNAC y sitios parecidos, podría dedicarme más focalmente a prepararme un material vendible, hacer que mis cursos fuesen competitivos, atractivos para el gran público, o buscar un público para ellos. Debería, quizá, olvidarme de tantas causas y generosos actos. Debería pensar más en mí.
Pero siento que pienso en mí cuando accedo a escribir el prólogo de Chema, cuando accedo a presentar la obra de Helena, cuando me lanzo a coordinar o dirigir el texto de Perec. Siento que crezco cuando hago esto. Y siento que es un crecimiento sincero, quizá pequeño, crecimiento pequeñín, casi imperceptible, pero seguro, desenfocado, disperso, pero crecimiento. Algo, por dentro, me dice que lo que hago mola. Sí, después de tantas palabras, es así de simple el tema: lo que hago, mola.
He disfrutado con el libro que me ha regalado Helena. Ha sido un gran placer y me siento honrado de haber sido elegido. Ah! Ahora no soy yo el que hace favores: me ha hecho el favor de permitirme ayudarla.
Disfruté ayer el ensayo de las lecturas de Perec. A veces me impaciento, a veces me pongo nervioso porque siento que no se lo toman en serio, como yo… y me olvido que no hay porqué tomárselo “en serio”. Se trata de disfrutar, de dejarse llevar, de hacer que el mundo sea un lugar mejor, sintiendo que el mundo es un buen lugar.
Sí, vivo algo disperso, pero se corresponde con mi forma de aprehender el mundo. Vivo disperso como el mundo. Vivo disperso porque sin dispersión, me resultaría aburrido vivir. Vivo disperso porque me interesan demasiadas cosas y otras que aún no conozco. Vivo disperso porque forma parte de mí, de mi mente, de mi idiosincrasia, de mi carácter. Vivo disperso y, al mismo tiempo, siento que ahí, justo ahí, decidí hace muchos años poner mi foco. Quizá, poco a poco, lo estoy consiguiendo.
Amiga
Tú, tú, tú, tú, tú
mi entorno
mi contorno
mi segunda piel
y, acaso, la tercera
e, incluso, la primera.
Tú, tú, tú, tú, tú
vosotros
nosotros
e, incluso, ellos.
Amiga: soledad y
tristeza de mi
sempiterna
soledad.
Amiga: estás cuando
no estás.
Amiga: abanico
del alma y risa
del espíritu.
Amiga: estás, porque
siempre estás.
Soy fósil
Palabra dura, acabada, moribunda,
soy un duro trozo carcomido, rocoso,
soy una larva sin más futuro ni pasado,
soy un cachito singular ambarino
y casi mil años atrás algún rastro ocultó mi vida;
soy palabra y soy roca.
soy ámbar y mosca
mística fosilizada,
un gramo antiguo contra la locura,
contra la forma olvidada bajo tus labios,
soy un mínimo fósil animal,
canto rodado
canto
lira
o,
tan sólo, un grillo sin sabiduría
bajo sus alas.
Soy yo y soy otro y soy todo lo infinito,
soy palabras, signos antagónicos
con tu yo bajo mi mirada,
con tu latido contra mi corazón,
con tu palabra amor,
con tu latido,
contigo, yo,
y tan solo.
Inocuo
Como un retrete,
tus ojos oscuros
me hieren sin detenerse
y siento un ruido sordo
que produce tu pecho
sobre el mío
en el momento de tu muerte.
No es inocuo el miedo
ni el misterio
ni tu grito sin voz.
No es inocuo; es mortífero
y me obstruye el pulmón
como tu último recuerdo.
Sobre la mesa
sobre la mesa
(que no es una mesa)
fluye mi mente