Sopa de caldo de puerros con patatas, acelga, pimiento y calabacín.

Otra receta con puerros. Y van tres. Ya escribí una sopa con puerros y unos mejillones con puerros. Es uno de mis alimentos preferidos, de un tiempo a esta parte, a pesar de que lo contrarrecomiendan por su generación de flatulencias o haya que tener precauciones por el alto contenido en fibra.

En esta ocasión solo aproveché la parte verde del puerro. Sí, la que todo el mundo tira a la basura, como me dijo el verdulero. Un compañero suyo, reconociendo mi buen juicio, dijo «Lo que hace es lo mejor, porque la parte verde es la que tiene más nutrientes porque está al sol». Yo no tengo nada claro que eso sea así, lo que sí sé es que es una parte que está muy rica y aporta mucho sabor.

En esta ocasión, la hice con lo que había comprado el viernes pensando en hacerla, pero se puede variar cualquier ingrediente por casi cualquier otro que se tenga, o eliminar alguno. La ocasión, repito, era que venían a comer el sábado los amiguetes Burak y Yaki que nos dijeron que se van a casar. Qué preciosa noticia… por cierto.

Empiezo con la recetilla:

Ingredientes para 6 personas (y me sobró un poquito de caldo que reservé para otro día, una sopita de 2 personas):

Para el caldo:

  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cucharaditas colmadas de sal (NaCl)
  • 4 dientes de ajo
  • la parte verde de 4 puerros
  • la parte más verde de la acelga y la parte más blanca del tallo de la misma
  • la parte más verde de unas ramas de apio
  • los tallos de un manojo de perejil

Para la sopa:

  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • una pizca de pimentón dulce
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cebollas medianas
  • la parte blanca de un par de ramas de apio
  • 1 acelga entera
  • 1 pimiento rojo de los de asar (carne gruesa)
  • 1 calabacín
  • 3 o 4 zanahorias, según el tamaño. Usé 3.
  • 4 tomates de rama pequeños
  • 2 patatas hermosas

Preparación:

Muy muy larga en tiempo, pero no es muy trabajosa. Con esas cosas de los niveles de dificultad, diría que cualquiera puede hacerla.

Para preparar el caldo que luego voy a usar en la sopa, lo primero que hago es coger una cazuela grande (nunca uso la olla exprés, pero seguro que se haría mucho más rápido) y pongo un poquito de aceite, como cuatro cucharadas, le añado 2 dientes de ajo picados y otros 2 dientes de ajo si pelar siquiera, pero un poco machacaditos, para que suelten más sabor. Cuando comienzan a dorarse, añado la parte verde de los puerros cortada en láminas gruesas y tapo la cazuela para que empiece a soltar el agua. Corto la parte más dura de la acelga, lo que podríamos considerar un tallo, y la parte más verde de las hojas, añado esto a los puerros. Después agrego la parte verde de un par de ramas de apio cortaditas en trozos grandes y los tallos de un manojo de perejil (lo que habitualmente también tiraríamos, pero he descubierto que en procesos industriales se aprovechan este tipo de cosas para preparar esencias de sabores, como las pastillas de carne o verdura o pescado, los aromatizantes, etc… y he decidido hacerlo yo mismo), dejo que siga rehogándose tapada la cazuela con lo que aprovecho el vapor de los alimentos.

Cuando ya están sueltos todos los elementos, especialmente las rodajas de puerro, echo 2 litros y medio de agua y dejo que hierva durante 2 horas. (Aproveché para juguetear un rato con el PC)

Pasado ese tiempo, cuelo el caldo resultante y separo un poco para otro día, porque seguro que va a sobrar. Ese poquito, muy condensado, lo mezclo con agua para que no sea tan fuerte y lo guardo en un frasco de conservas en el congelador (cuando se enfría, claro).

Me apena tirar el residuo verde que queda sobre el colador, después de presionarlo para que suelte el máximo de juguito. Seguro que podría hacer algo con ello, pero ahora mismo no sé qué y, de momento, lo tiro. ¿Alguna sugerencia?

Ahora ya puedo comenzar a hacer la sopa.

En la misma cazuela, para no manchar más cacharros de los imprescindibles y así reducir el consumo de agua en su limpieza, así como el consumo de detergentes, pongo un poquito de aceite y 2 dientes de ajo picados, pero antes de que lleguen a dorarse, añado 2 cebollas cortadas en grandes trozos.

Para cortar 2 cebollas, mi forma de hacerlo es bastante matemática, casi geométrica, me atrevería a decir, cortando primero en 2 trozos cada una longitudinalmente por la mitad, para luego, alineando las 4 mitades, cortar longitudinalmente en 2 por un eje imaginario central, haciendo 2 cortes, paralelos a ese eje longitudinal para dividir ambos lados en otras sendas 2 partes, pero haciendo que la incisión tenga un ángulo aproximado de 45 y 135 grados respectivamente. Por último, cortar en 4 cortes transversales las 4 mitades cortadas, cada una en 4 sectores semiesféricos. De este modo, tendríamos 64 fragmentos de sectores esféricos de unos 45º cada uno a partir de 2+1+2+4*4=21 cortes. Desprecio la curvatura longitudinal para no complicar los cálculos, pero me produce cierta desazón saber que estoy despreciando esta característica cebollil. Tampoco tengo en cuenta el número de capas de la cebolla.

Seguro que se puede hacer de otra forma, pero a mí me gusta así.

Pico el apio y, en cuanto la cebolla cambia un poco de color, lo agrego junto con el pimiento rojo cortado más o menos regularmente en trozos grandes, después de vaciarlo bien de semillas.

Corto un calabacín de la manera similar a la descrita para cortar la cebolla. Del mismo modo, corto 4 tomates, preferiblemente maduros. Corto en trozos transversales, de 2 centímetros de longitud aproximadamente, las zanahorias. Corto también la acelga que me queda en tiras, dejando más grandes las más verdes.

Agrego el calabacín y dejo que suelte un poco de agua y que se impregne del aceitito, después la zanahoria, el tomate y, por último, la acelga.

Cuando la acelga se reduce y se mezcla bien todo lo que está siendo rehogado, añado las patatas cortadas con un cuchillo de mantequilla y sin terminar de hacer cortes limpios, para que suelten mejor, parece ser, el almidón que contienen y ayuden a dar consistencia al pote. (En esta ocasión, agregué también un par de trozos expresamente machacados en un mortero para aprovechar esta propiedad de las patatas).

Ya solo queda agregar una cucharadita de pimentón dulce, mezclar bien, añadir el caldo de puerros que tenía preparado y dejar hervir durante 40 minutos, hasta que las patatas estén bien blanditas, algunas deshechas, incluso.

Salió muy bien. No hago muchas fotos, pero se merecía alguna… otra vez será. Tardé, en total, unas 4 horas, pero pudiendo dedicarme a otras cosas más del 75% del tiempo.

Posible o imposible

Hoy me he encontrado una imagen en FaceBook, compartida por mi amiga Mábel que llevaba el texto acompañante siguiente:

«No aceptéis lo de siempre como cosa natural, pues en tiempos de violento desorden, de confusion organizada, de conocida arbitrariedad, de humanidad deshumanizada, nada tendría que parecer imposible de cambiar.» (B. Brecht)

El post era de Democracia Real Ya. No me sorprende. Están entre lo posible y lo imposible, en el lugar en que parece habitar la utopía, famosa isla del señor Moro.

Yo contesté a la entrada con un texto que quise ayer citarle a Carmen en el curso de una conversación sobre la creatividad, la actitud creativa y la responsabilidad del ser humano para ser tal.

Extraído del libro «Escritos al oído«, de John Cage:

Mi padre fue un inventor. […] Me dijo que cuando alguien dice «no puedo» señala lo que debes hacer. Me dijo también que mi madre siempre tenía razón, hasta cuando estaba equivocada.

Qué genial este Cage. De un plumazo le ha dado sentido a mi vida. Y me ha ayudado a comprender la verdad de las contradicciones.

Por cierto, qué maravillosa esta colección de libros editados por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia.

He leído varios de estos libros (algunos los tengo) y encuentro tan interesante la colección que no alcanzo a entender qué tienen que ver con la arquitectura y menos aún con un colegio de aparejadores. Pero no quiero ni pensar que es porque si no fuese por un resquicio, estos libros no se publicarían por falta de una demanda masiva que justificase la inversión de ningún tipo de capital privado, lo que me llevaría a tener que reflexionar de nuevo en el tema del precio/valor y comercialización de las creaciones contemporáneas.

La caldera estaba estropeada

Es una caldera estanco
que empezó a soltar gases
el festivo religioso
de esta semana.

Es una caldera estanco
que dicen que es de las de gama baja
tan baja como pudimos permitirnos
para pagar el mantenimiento
con el que arreglarla
cuando se estropea
por ser de gama baja.

Es una caldera estanco
que en su día me recomendaron
para darme de alta el gas natural
que no sé por que se llama natural
frente al gas butano
que también es natural
naturalmente orgánico
quiero decir.

Es una caldera estanco
que nos asustó
creyendo que íbamos a estallar por los aires
que son otros gases naturales
como nos recordaba la canción
de ese grupito llamado Mecano.

Es una caldera estanco
enferma
como yo
de incertidumbre.

Caldera calderita
dime la verdad
¿querías verme asustado otra vez?
¿querías hacerme trabajar en otra cosa?
¿querías impedir que produjese
otro poema otro pensamiento vagamundo
como habría dicho Eva Luna?

Hoy la ha reparado un Ángel
de la compañía roca
(asumo que roca también es algo natural)
y nos ha dejado que podamos lavar los platos
ducharnos
calentarnos
cocinar a fuego lento
un puñado de puerros con huevos revueltos
o ilusiones.

Nunca se sabe qué alimento precisará
el alma.

Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre (III)

Continuación de Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre (II).

Hoy ya no es día 2, pero he de completar este corto, brevísimo diario.

Me desperté soñando no recuerdo qué acerca de quien más recuerdo. Hasta cierto punto, eso me enfureció, pensar que ni en mis sueños era libre de no pensar en ella. Eran sólo las 6:35 pero no quería reconciliar el sueño ni el ensueño. Con energía y sin pereza, lo cual me sorprendió, me incorporé y comencé a organizarme para irme.

Recogí la tumbona y pensé dejarle algún mensaje escrito de agradecimiento pero no me ocurría nada ocurrente y lo dejé en las gracias orales que el día anterior le había dado.

A la salida del camping hube de pagar para recobrar mi carnet de identidad que había tenido que dejar allí en depósito la noche anterior, al entrar.

Salí, sin saber donde ir, pero no quería seguir en Toledo. Decidí visitar la oficina de información y turismo para conseguir un mapa de la provincia e información, como es obvio tener una oficina de información; con la intención de visitar el Casar de Escalona o Cazalegas.

Estaba cerrada.

Volví al parque en el que el día pasado había estado recordando y me dije a mí mismo: – Esta vez no te pasará-. Pero me pasó. Pronto pensé: ¿por qué quiero sentarme justo en el banco en el que estuve ayer? aún es más, ¿desde cuando me gustan a mí los parques?

Las respuestas a estas y otras preguntas llevaban su nombre como portada y no quería ni mirarlas. En realidad, las sabía.

Extraje las cartas de mi macuto y me preparé para hacer un solitario. Comencé. Era su solitario; el solitario que ella me había enseñado a hacer. Ya no sabía qué hacer. Los nervios se estaba apoderando de mí. Entonces volví a huir otra vez más de los recuerdos de aquel parque que parecía tener algo especial para recordarla.

Me dirigí al centro de la ciudad, a pasearme por las callejuelas bulliciosas y en las que debía estar atento para no chocar no con las gentes, ni con los coches, ni con las paredes y ello me distrajo lo suficiente para calmarme.

Alrededor de dos horas duró esta situación y después recordé que sería buena idea tener algo que hacer ese día y por ello regresé a la oficina, ya abierta, de turismo.

Allá me dotaron de un mapa y de los datos necesarios para ir a Talavera, en cuyo camino se halla Cazalegas.

Cogí un autobús, es decir, el autobús me cogió a mí, en Toledo a las 12:00 que me condujo a Cazalegas en, aproximadamente, una hora y media.

Estaba fuera del pueblo, como a un kilómetro, y lo veía todo desde arriba y me pareció, y no me equivocaba, sumamente pequeño.

Decidí adentrarme en él y buscar un lugar para pasar allí la noche. Por si había suerte, en el camino que conducía al núcleo urbano, tendí el dedo y hubo suerte: el primer coche paró. Entré y entablamos conversación de autoestopista; él me desveló que había sido boxeador y yo que era estudiante. Aproveché aquella charla para preguntar si en aquella localidad había un camping o algo similar para pasar la noche. Él me contesto que, en efecto, había no solo uno, sino dos campings junto a la playa de un embalse, pero que estaban a algo más de un kilómetro pasado el pueblo. Más o menos entonces, se detuvo frente a una casa y me dijo – Espérate un momento -. Yo no vi inconveniente en hacerlo y al tiempo escuché, no porque yo sea cotilla, sino porque hablaban gritando, cómo decía mi improvisado chofer:
– Vuelvo pronto, voy a acercar a este chaval al camping.
Siguió conversando con aquella señora que le había salido a recibir y que luego me enteré de que era la señora de su capataz al que, atravesando el pueblo, que en poco tiempo se atravesaba, nos encontramos.

Paró a hablar con él de una cosecha de no sé qué y de que en aquellas noches se les había helado el manzano. Mi amable piloto se lamentó y le dijo – luego hablamos, ¿vale? – y siguió dirigiéndome hacia el camping. En la entrada del mismo nos despedimos y le agradecí su generosidad.

Entré y pedí un papel para hacer la reserva en la recepción y dejé mi DNI como garantía. Busqué un sitio donde extender mi manta y mi saco y, tras no poco andar, encontré un lugar cómodo, con un árbol que me sombreaba, un suelo bastante llano y una panorámica inmejorable desde la que veía la playa y, en embalse, veleros, veleros y yates de un bonito puerto deportivo.

Me tendí y mi estómago me recordó que era hora de comer. Abrí unas latas y comencé la ceremonia. Al rato, noté que donde estaba había muchas hormigas y eso no me atraía para pasar allí la noche al aire libre.

¡Ah! ¡Cómo echaba en falta entonces la tumbona del día anterior!

Cuando hube acabado de comer, decidí no montar allí mi maldotado dormitorio y, sin ningún problema, pude anular mi reserva y recuperar mi DNI.

Estaba a pocos kilómetros de Talavera y tenía el tiempo suficiente para ir andando. Salí a una carretera realmente mala y comencé a marchar al tiempo que, cuando pasaba un vehículo, hacía autostop.

Continúa (y termina) en Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre (IV).

Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre (II)

Continuación de (Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre).

No sé qué ocurriría finalmente pero yo hube de irme pues ya había comprado mi billete hacia Toledo. En los andenes de la estación pude estar cercano a otro acontecimiento digno de ser contado.

En un habitáculo colindante a una sala de espera a la puerta del cual yo estaba sentado, entraron 5 vigilantes de RENFE grandes, fuertes y bien armados y, segundos después, fueron saliendo uno a uno como indignados y con prisa. Tras ellos salieron unas voces de una mujer (otra mujer, para la estadística) que, extasiada por su propio histerismo, gritaba:
-Al rey, a los diputados, al tribunal constitucional habría que llevar este caso.
-Disculpe, señora… – quiso calmarla un funcionario.
-Y usted, ¡usted, cállese! Dos horas que llevo esperando para comprar un billete para Parla y aún no lo tengo… bla, bla, bla…

Yo me fui. No tenía ganas de aguantar otra vez la risa ni de meterme en líos.

Llamaron por los altavoces para un tren para Toledo pero no me enteré y me dispuse a preguntar a una chica rubia que iba con dos chavales pequeños que se anticipó preguntándomelo a mí, con lo cual, como es fácil imaginar, quedé algo perplejo y más aún cuando me dijo entre castellano e inglés sin venir a cuento:
-No te vendría mal afeitarte.
Creí que no había entendido bien y, cuando me di cuenta de que lo había entendido, lo entendí menos. No sé porqué, pero en ese momento me pasó la imagen de… bueno, de quien va a ser, como siempre.

Me asustó la idea, por un momento, de no poder escapar de ella durante toda mi escapada pero (¡tachán!) la suerte estaba echada.

Por supuesto, dejé ir ese tren y esperé al siguiente al que entré sin mayores altercados.

Entablé, prontamente, amistad con dos matrimonios ingleses que no entendían nada de castellano y con los que estuve hasta entradas las dos del mediodía. Había llegado a esa ciudad de contrastes entre lo rústico de sus gentes y la cosmopolita esfera de turistas, entre lo rústico de sus catedrales y murallas y las sofisticadas máquinas que las inmortalizan.

Comí tarde y después quedé como adormecido con macabros pensamientos en un banco de un parque. Observé las palomas y escribí su nombre en la arena y lo contemplé hasta que se me caían los párpados. Me incorporé, recogí el macuto, y salí, huyendo, todo sea dicho, de allí.

Anduve varias horas vagando por estas callejuelas zigzagueantes, escalonadas y empinadísimas, buscando las sombras, las estrecheces y la soledad, pero, al mismo tiempo, tenía mido, porque sabía que, si estaba solo, ella estaría conmigo y yo no podría soportarlo.

Conseguí dar con el camping y me introduje en él. Desinteresadamente, mi amable vecino me prestó una tumbona para que pudiese dormir más cómodamente y trabé amistad con él. Ahora estoy tumbado sobre ella y me voy a dormir.

Seguiré mañana: día 2.

Continúa en Cómo recorrer 3/4 partes de Toledo solo y durmiendo al aire libre (III)

España no es un país laico

Festivos del 2011. (En Madrid capital)

  • sábado 1 de enero de 2011, Año nuevo
  • jueves 6 de enero de 2011, Día de reyes
  • jueves 21 de abril de 2011, jueves santo. Semana Santa Madrid
  • viernes 22 de abril de 2011, viernes santo
  • lunes 2 de mayo de 2011, día de la comunidad de Madrid
  • jueves 23 de junio de 2011, Corpus
  • lunes 25 de julio de 2011, Santiago
  • lunes 15 de agosto de 2011, Asunción de la Virgen. Virgen de la Paloma. Fiestas de la Latina
  • miércoles 12 de octubre de 2011, Fiesta Nacional, día de la hispanidad, desfile fuerzas armadas y Día del Pilar
  • martes 1 de noviembre de 2011, día de todos los santos
  • martes 6 de diciembre de 2011, día de la Constitución
  • jueves 8 de diciembre de 2011, Inmaculada Concepción

En Madrid capital serán la Almudena y la virgen de la Cabeza ya que San Isidro cae en domingo.

  • miércoles, 9 de noviembre 2011: Nuestra Señora de la Almudena
  • viernes, 9 de septiembre 2011: Santa María de la Cabeza

Resultado:
11 festivos religiosos
2 festivos laicos
1 mixto

España es un país entre (2/(11+2+1))=14,29% y (3/14)=21,43% laico.

Sobre el precio de una performance

El 8 de octubre de este año 2011 tuve el placer de ser convocado a participar en un evento interesante: ARTóN planteaba en su muestra Des-Plaza-Miento la cuestión de si el arte de acción o performance puede y debe ser remunerado convencionalmente.

Es decir, propusieron cobrar una entrada de 10 euros, más o menos lo equivalente a lo que se cobraría en una obra de teatro de igual duración, a cada espectador. Este dinero luego se repartía entre gastos de sala, organizadores, performers y un par de colaboraciones en forma de creaciones de vídeo. A mí me supuso un estipendio de 23 euros brutos (mejor no pensar en neto, porque saldría casi negativo).

Y preguntaban a la entrada a cada asistente qué le parecía que se cobrase por asistir a un evento de arte de acción.

La mayoría de la gente contestaba con un «me parece bien» que era más que esperable, puesto que habían decidido asistir sabiéndolo. Es decir, tenían una cierta expectativa. Esta es una de las palabras clave de este texto:

expectativa. (Del lat. exspect?tum, mirado, visto). 1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo. 2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda. 3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé. a la ~. 1. loc. adv. Sin actuar ni tomar una determinación hasta ver qué sucede.

Yo contesté con dos palabras (como diría un famoso torero), que fueron las siguientes: Piero Manzoni.

La verdad es que, después, e incluso antes, debí haberme planteado responder con tres palabras Isidoro Valcárcel Medina.

Hay algo difícil de responder en esta pregunta de si el arte de acción, la performance y, por extensión, cualquier creación de arte contemporánea puede ser remunerada de una manera convencional y voy a intentar aclarar en mucho más que dos o tres palabras el porqué creo que es una pregunta difícil de formular y de responder.

Partiendo de la base de que entendemos por contemporaneidad una sensibilidad nacida tras la Revolución Francesa de 1789 y culturalmente apoyada en el romanticismo y su posterior desarrollo e implementación, hasta llegar a la ruptura de lo que llamo criterio objetivable, podemos hablar de que vivimos un tiempo ya largo de la edad contemporánea en la que nos vamos acostumbrando a la falta de este criterio para valorar una creación artística.

La contemporaneidad está, por tanto y desde hace tiempo, con el hito máximo de Duchamp exponiendo un orinal, despojada de la dulzura de proporcionar cualquier expectativa por parte del artista hacia el espectador.

Esto es así en Teatro, Danza, Tango (debería), Música, Poesía, Narrativa (debería), Artes plásticas… fusiones varias, etc.

Es decir, de hecho, la contemporaneidad ha roto con la idea de que haya espectador y, casi, artista. Ya no existe más esta convención, este acuerdo tácito y volver a él, en parte, es terminar con la contemporaneidad. Hablamos de que, como diría Rilke, tras Kant:

Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. En esta cualidad de su origen reside su juicio crítico: no existe otro.
Rainier María Rilke, Rilke – Carta a un Joven Poeta

Además, el hecho de cobrar por una performance genera una cierta expectativa que acaba influyendo en el trabajo que se exhibe ante un público ávido de fotografiarlo, museificarlo, de alguna manera, reintroducir en el sistema convencional de comercialización del arte lo que había surgido como desmaterializador, como desobjetualizador, en un esfuerzo por reivindicar que la verdadera naturaleza del arte o de la creación artística no estaba en el objeto resultante sino en la idea que subyacía y que, de alguna manera, era incapturable, inaprensible, invendible e incomprable.

La mayoría del trabajo performativo que veo (e incluso mucho del que realizo, he de reconocer) me parece cargado (sobrecargado) de un dramatismo teatral, espectacular, incluso, casi de musical o circense. Incluso entre los más ortodoxos encuentro esta necesidad de generar una expectación para atraer espectadores y poder justificar subvenciones o, como en este caso, el cobro de entradas.

Hace algunos meses, tuve el placer de volver a reflexionar con la obra irreverente del ínclito IVM con quien tuve el enorme orgullo de «compartir cartel» durante el VII Encuentro de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10). El 19 de noviembre realizó una acción entre las 19:00 y las 19:30 consistente básica y sencillamente, en caminar entre el público asistente sin mayor pretensión que demostrarnos que una acción no ha de ser espectáculo, ni generar expectativa. Nos estaba haciendo (o así lo viví yo) un tirón de orejas a los propios artistas del sector para recordarnos de dónde venimos, cual es la finalidad del arte de acción y hacia dónde parece que estamos derivando.

Obviamente, todos los que conocíamos su trabajo ya íbamos con ciertas expectativas, pero ¿habría pagado para ver caminar entre la gente a alguien que no fuese IVM? ¿Me habría sentido «estafado«? También conocíamos su máxima (que incluso tengo entre las citas de mi página web) El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar. Así que estaba claro que nos estaba dando una lección.

Pero… ¿Tiene sentido pagar por ver a alguien caminar entre la gente sin más? ¿Pagaría (y cuánto) por un orinal fabricado en serie? ¿Quiere esto decir que no se puede retribuir a un artista contemporáneo? ¿Qué es un artista contemporáneo?

Estas preguntas no son nuevas. Llevamos haciéndolas más de 100 años. Pero aún siguen sin responderse.

Varias veces me he encontrado con esta paradoja: creación contemporánea vs retribución clásica.

Ya hace tiempo escribí un largo artículo sobre la Gratuidad y el Amor al Arte, en el que citaba, íntegro, el texto que había incluido en el apartado de Financiación de mi proyecto Lejanías.

Sigo subscribiendo la conclusión de este artículo, es decir, debe haber un debate sobre la supervivencia de la retribución al creador contemporáneo, puesto que es imposible su sostenimiento sin recursos, aunque ha de pensarse también en la necesidad de una moderación en los gastos, y en nuevas formas (contemporáneas) de financiación.

Claro que realizar una creación contemporánea es un trabajo, pero la naturaleza del mismo no es igual a la naturaleza de otros trabajos. El tipo de medio de pago no ha de serlo tampoco.

Entre otras razones, hablando de las mismas cosas que he hablado hasta ahora en el artículo, en una creación contemporánea no existe un criterio objetivable con el que poder establecer su valor, ni su precio, así que tampoco debería, a mi juicio, existir una remuneración objetivable, ejemplo de lo cual es el empleo de dinero, cuyo principal servicio fue el de objetivar un intercambio de bienes o servicios.

¿No puede cobrarse?

Yo no digo eso, lo que digo (repito) es que la remuneración de una creación contemporánea no debería ser convencional ni objetivable. Y ¿Qué forma hay de retribuir por un trabajo semejante y de tal manera? Ahí es donde tengo que reconocer que me atasco y no sé muy bien seguir.

En una performance que realicé hace tiempo, titulada Subasta, ya planteaba la posibilidad de usar bancos de tiempo, u otros medios de pago. Volver al trueque o la donación también han sido otras de mis propuestas, pero no tengo claro cuál ha de ser la manera en la que retribuir el trabajo del artista contemporáneo.

Creo que este debate sigue abierto y necesitando, más que nunca, de una respuesta o algún tipo de aproximación a la misma, dado que la financiación pública y subvenciones administrativas que hasta ahora venían siendo la principal fuente de supervivencia económica de este tipo de manifestaciones artísticas van a desaparecer de por vida (aunque ya eran bien exiguas).

Dejo sin contestar, lo sé, qué es un artista contemporáneo, aunque citaré una y otra vez a Joseph Beuys.

Cáncer

Mi tía tiene cáncer
es la segunda tía que es diagnosticada de cáncer
últimamente.

En realidad no.
Ambas tenían cáncer desde hace tiempo
y este año empiezan a estar tan mal
que casi seguro que no sobrevivirán.

Mi tía Jose(fina) murió de cáncer
el año pasado.
En pleno verano.
Carmen y yo estábamos de vacaciones
en Vera
junto a la playa
cuando nos enteramos de que había fallecido
mi tía Jose(fina).
Murió de un cáncer que acabó devorando
todo
su cuerpo
su vitalidad
su ánimo
su entorno.

No me imagino aguantar lo que aguantó.
No quiero aguantar lo que aguantó.
No creo que pudiese aguantar lo que aguantó.

Era la hermana mayor de mi madre.
Después de muerta sigue siendo la hermana
mayor de mi madre.
Pero ahora es la hermana muerta de mi madre.

Mi tía Mari Carmen es la otra hermana
de mi madre.
Hace muchos años que no veo a mi tía Mari Carmen.

Dicen de mí que no soy una persona muy familiar
y creo que
lo que ocurre es que
no entiendo el vínculo sanguíneo.

O lo entiendo tanto que tengo en común con los humanos
tanta sangre
que todos ellos son mi familia
y no puedo invitarlos a comer
el día de mi boda.

Ni entiendo que me inviten a mí
y no a todos.

Pero es sencillo:
la familia se hace, se elige
y no se nace con ella
(mi familia).

Así, mi hermana Sylvia
es alguien más próximo a mí que
mi prima hermana
aunque Sylvia no comparta conmigo
tanto adn.

No lo comprendo
o lo comprendo mejor que todos los que dicen
que no lo comprendo.

Ahora mi tía Mari Carmen está a punto de morir
y no siento nada,
salvo cierta empatía
con mi madre
a quien he recuperado
desde mi adolescencia
como de las más importantes piezas
de mi familia.

Ahora mi tía Mari Carmen está a punto de morir
de cáncer
y yo solo pienso en mí
y no en ella;
ni siquiera en mis primos
sus descendientes
ni en los hijos de mis primos
a quienes ni conozco
ni en mi tío,
ese madridista que nunca me cayó muy bien.

Solo puedo pensar que el día que me diagnostiquen
un cáncer
tendré que elaborar un plan
para matarme antes
de agotar mi dignidad.

Vivir no es una cuestión de duración
sino de felicidad.

Lo contrario, es cochino (de ese noble animal):
comer, dormir, fornicar, reproducirse, morir.

Por lo que, llegados a cierto punto,
prefiero ser repartido
en pequeños trocitos que puedan alimentar
a puercos
engordándolos
para alimentar humanos,
los humanos que prefieren llorar en mi funeral
que nunca se realizará
porque
cuando yo muera
se acabará el mundo.

1789, 1848, 1917

Hay fechas que el romanticismo ha convertido en míticas.
Hay fechas que la desesperación ha calificado de esperanzadoras.
Hay fechas que miramos con ojos cargados de nostalgia.
Hay fechas que añoramos no haber vivido.
1968
Yo estaba vivo y no lo viví.
Los 80
Yo estaba vivo y no los viví.
1789, 1848, 1917
No había nacido y no las viví.
2011
Estoy vivo y lo vivo poco.
¿A qué estoy esperando?

¿Cuándo un referendum no tiene sentido?

Europa (sus líderes políticos, cabría añadir) está preocupada por el anuncio de Papandreu de la convocatoria de un referendum. La prensa critica desde casi todas las posiciones que se dé la posibilidad a los griegos de decidir sobre su destino. He oído que el New York Times, en una editorial que no encuentro, alaba la medida de pedir un referendum, pero parece ser una excepción (o que les queda bastante lejos).

A mí me parece estupendo todo lo que sea aprobar en consenso decisiones del tipo que sea, si bien considero difícil que la democracia esté lo suficientemente madura para que el ciudadano medio sepa cuales son las consecuencias de sus decisiones. Esto es lo que en ocasiones me aleja del movimiento asambleario tan en boga últimamente en España.

Está claro que los griegos pueden votar sobre lo que afecta al pueblo griego, la cuestión que emerge es si no es un referendum que debería ser tomado en el ámbito de su verdadera competencia: Europa.

Si nos olvidamos de una maldita vez de nuestras pequeñas patrias obsoletas, si vamos a una Europa capaz de sostenerse un poco más de tiempo sobre sus pies de barro, aprovechando los resquicios de su imperialismo decimonónico, si queremos que exista de verdad una moneda única, debemos dejar de lado el sostenimiento de la soberanía nacional de entidades como españa, francia, grecia, italia, …, y hablar, de una vez por todas, de Europa.

Así las cosas, ese referendum habría sido una irresponsabilidad, pero aún no están así las cosas.
Así las cosas, no se habría tardado tanto en tomar una decisión de salvar la situación financiera de otro país, sino de salvar las del propio (Europa), que incluiría esa parte llamada grecia. Pero no están así las cosas.
Así las cosas, no harían falta horas de debates innecesarios y en gran medida redundantes, sino que tendríamos un gobierno capaz de decidir continuamente. Pero no solo un Banco Central Europeo. Es necesario valorar cuales son los objetivos político-sociales del gobierno en cuestión, algo que, ahora mismo, es imposible.

He oído cosas como que se planteará ese referendum pero que los griegos no tienen opción a decir no. Es gracioso, creía que un referendum era justo lo contrario: dar la posibilidad de tomar una opción o la contraria. Sé que no siempre ha sido así y aún recuerdo la tendenciosa pregunta del referendum de la OTAN en españa. Sí, está claro que no podía decirse que no… ¿o sí?

Lo que cada día me parece más evidente es que tenemos que revisar qué entendemos por Democracia, qué entendemos por Nación, por Gobierno, por Mercado, por Política.

Es precisa una reflexión profunda sobre estos términos para poder avanzar en el mundo actual con un léxico actualizado. En caso contrario, seguiremos moviéndonos con ideas del siglo XIX en el XXI.

El nombre de las entidades nacionales españa, francia, etc… han sido escritas intencionadamente con minúsculas para acentuar su minúsculo valor político actual.

Esto no es una broma