He comenzado con las lenguas romance, con su clasificación y documentación. Dudaba si continuar con ellas o por otro lado, incluso saltármelas y dejarlas en suspenso, pero al final me he decantado por hacerlas. Sí, sin que tenga ninguna razón especial para hacerlas, porque no me agradan especialmente.
Supongo que el «demasiado» grado de conocimiento de ellas me las hace menos tentadoras, como un lugar al que desearía ser infiel, pero por otro lado, descubro mientras las tanteo que no, que no las conozco tanto. Y que hacerlas me llevará a tener un algo terminado, en este caso, las lenguas europeas de la familia indoeuropea.
Este proyecto, visualizado como una guerra, es un conflicto con varios frentes y deseaba cambiar un rato de frente, avanzar en la profundización de las macrofamilias, o incluso penetrar en las ramas de alguna de las familias existentes, como las lenguas urálicas o las altaicas… por ejemplo, quizá, saltándome las romance, podría haber comenzado a desarrollar las lenguas iranias o las indoarias.
Pero no, después de mucho pensarlo, continúo en una «línea recta», en el mismo frente de la documentación de las lenguas itálicas, de momento separadas como grupo de lenguas romance, pero muy posiblemente incluidas en el mismo archivo que el de las itálicas, tal como estrictamente corresponde.
Así que, a por ellas, que son pocas y cobardes…