Un no-amigo en Facebook

Está claro que de los más de 600 individuos que están en la lista de mis amigos de facebook, no más de 100 son verdaderos amigos. Lo que es el colmo es cuando alguien que tiene más de 1500 te acusa personal o globalmente de interesarte por su muro para conseguir sus amigos. Que no son sus amigos.

El caso es que hay un tal Leo Zelada, de procedencia peruana, que en una entrada de su muro ha escrito, con osadía, la siguiente afirmación:

Tengo agregados algunos personajes que solo buscan aprovecharse y agregar mis amigos en su Facebook. Sé que algunos hablan a mis espaldas, pero no pueden dejar de visitar mi muro. Sé eso y mucho más. La pregunta es ¿por qué los mantengo? La respuesta es fácil. Al enemigo y envidioso hay que tenerlo cerca, hasta que no aguanten y saquen sus cabezas de serpientes.

Es curioso, parece que él no es de los que tiene amigos para aprovecharse. Pero claro, es que él sabe más. Mucho más. Sí, es un tipo curioso. Según él, entre sus amigos de facebook están sus enemigos. Yo, después de este mensaje, no pude por menos que curiosear en su muro para ver qué le había pasado… y encontré esta otra de sus afirmaciones categóricas, por no decir extremistas, simplistas y tontorronas:

Cada época, deja 3 o 4 poetas y escritores importantes. Obviamente la casi totalidad de escritores del circuito oficial son efímeros. Los que quedarán, son los que tienen una sensibilidad distinta del mundo y no caen en localismos, los que tienen un conocimiento profundo de la tradición literaria, y una apuesta vital y de ruptura con la literatura. Los que escriben más allá del canon. Yo soy uno esos creadores.

Y no sabía si reír o si llorar. Este tipo se arroga el derecho a ser uno de los poemas o escritores importantes… claro que sí, sobre todo para él mismo. Me parece estupendo ese superego que ha desarrollado, pero ha llegado a superar mi paciencia con tanta tontería y he tenido que borrarle de mi lista de amigos… a los que no acusaré nunca de oportunismo sin llevar a cabo la acción de eliminar a ese acusado de la lista de mis amigos.

Este pobre incauto que afirma saber tanto, no sabe o no debe saber cómo mantener una política de privacidad que no deje a los oportunistas la posibilidad de descubrir a sus amigos. Es fácil, pero hay que leer un poco…

La verdad es que ya venía hartándome de cuando en cuando su presencia en recitales en los que se supone que los demás escritores le deben rendir pleitesía o ceder el asiento… hartándome de sus enfados con otros personajillos que, como él, tienen egos demasiado sensibles o enormes, hartándome de encontrarme que propone a gente la participación en un libro colectivo presuntamente sin ánimo de lucro, pero cobrando más de 25€ por ejemplar con la excusa de que lleva mucho trabajo el hacerlo.

Es un estafador y un pomposo pedante que aspira a ser un genio porque algunos genios han sido pedantes y más o menos malditos. Pero es un error lógico digno de alguien con poco cerebro el creer que ser lo que los genios sean te convierte en genio. ¡Ay! ¡Cuánta incultura lógica!

Y para colmo es frecuente encontrar en sus textos faltas de ortografía no intencionadas, alegatos de defensa de autores tan solo por el hecho de que son de su cohorte, nacionalismos o localismos ridículos y bastante exclusivistas con el discurso del victimismo emigrante por bandera. Esto sí es oportunismo, por cierto.

Sé que hay muchos caraduras por el mundo y que este no es ni más ni menos que uno más, un borroncillo que se cree alguien importante y que seguro que supone que a base de repetirlo y repetírselo a sí mismo va a lograr llegar a serlo. Y puede que incluso consiga cierta atención mediática, ya que la polémica vende más que la calidad, pero no engañará tanto como para que merezca la pena tenerle como amigo.

No sé porque hoy me ha tocado tanto la fibra sensible ese par de comentarios desubicados de un tipo desubicado. No es para tanto, no merece mucha atención… pero tenía ganas de escribir lo que he escrito, incluso a riesgo de que, algún día, algún acólito del zeladita encuentre este texto y me pongan en su lista negra.

De momento, me da igual.

Las normas de convivencia

Están consiguiendo que no me gusten los animales. Nunca me han gustado mucho los animales domésticos. Para empezar, esa palabra: doméstico, es algo que no me agrada, como diría un catalán.

doméstico, ca. (Del lat. domest?cus, de domus, casa). 1. adj. Perteneciente o relativo a la casa u hogar. 2. adj. Dicho de un animal: Que se cría en la compañía del hombre, a diferencia del que se cría salvaje. 3. adj. Dicho de un criado: Que sirve en una casa. U. m. c. s. 4. m. Ciclista que, en un equipo, tiene la misión de ayudar al corredor principal.

Es posible que no me guste porque ocupa un espacio como la casa o el hogar. Lugar en el que espero encontrar humanos que no siempre son amigables, pero sí éticos. Creo que acabo confundiendo las distintas acepciones de la definición y mezclando algo que ocurre en una casa con algo que está en un entorno artificial, es decir, el entorno humano, y que está para servirnos.

No me gusta que los animales ocupen espacio humano. No me gusta, ni me planteo, tener que mantener un animal y quizá, desde esta óptica particular, me resulta especialmente reprobable que quien decide hacerlo no asuma sus consecuencias y responsabilidades. En realidad, siempre amplío el término a ser vivo, diciendo que no me gusta ningún ser vivo que dependa de mí. Quizá por esto no he tenido hijos… aunque el caso de los hijos es distinto pues es algo circunstancial, que cambia con el tiempo. En absoluto pretendía compararlos, aunque muy a menudo siento cosas parecidas con un bebé y con un perro.

Más allá de esta cuestión personal, me parece estupendo que quien desee tener un animal como ser doméstico, lo tenga. Aunque opino que no hay una simetría en cuanto a quien toma decisiones y eso es algo que no llevo bien. El animal asume que está bien lo que decida su amo o, cuando menos, su cuidador. Nunca es al revés, incluso aunque a veces se mientan a sí mismos, diciendo que saben lo que desean sus mascotas.

No es que yo sepa realmente qué quiero, así que dudo que alguien pueda saber qué quiere su perro. Pero el asunto es que yo me responsabilizo de mis actos y decisiones, pero no de las de otro ser vivo.

Me estoy empantanando. No quiero criticar a quien decide tener una mascota, por los motivos que sean: paliar la soledad, perder el miedo, ganar seguridad…

Pero sí hay algo que me molesta terriblemente: que no exijamos a las mascotas lo que sí exigimos a los seres humanos. Y me da igual que las peticiones puedan parecer absurdas. No quiero pis de perro en mi calle, como no quiero pis de humano en mi calle. Es una cuestión de respeto a un medio ambiente artificial, llamado urbano, poco apto para animales, difícil para seres humanos.

Con las cacas aparentemente está resuelto, recogiendo con una bolsita el excremento correspondiente, aunque siempre queden restos más bien desagradables, especialmente en estas fechas veraniegas. No permitiríamos ni por higiene ni por urbanidad que un niño cagase (salvo necesidad) en medio de la calle. Pero entendemos como algo razonable que un perro sí lo haga. Yo no.

No quiere decir que tenga la solución para tener animales domésticos (pero animales al fin y al cabo) en la ciudad, lo que quiero decir es que actualmente no me parece que esté ni mínimamente resuelto.

¿Qué tal parques especiales sólo para mascotas? ¿Qué tal elegir la casa de acuerdo a lo que desee el animal y no el humano? ¿No es injusto hacer vivir a un ser poco adaptado a la urbanidad en un entorno como este?

Sé que es un tema controvertido que me ha ocasionado más de un disgusto con amigos y amigas que opinan que no me gustan los animales y que alguien así es poco menos que insensible, pero yo discrepo y siempre lo haré: creo que me gustan tanto los animales que jamás se me ocurriría hacerles la putada de obligarles a vivir conmigo en mi entorno urbano.

Así que me limito a contarlo aquí, en este blog o diario en el que apenas hay lectores suspicaces.

¡Qué libertad!

La del solitario…

Desconexión

Cuando un artículo como este sobre la caída en desgracia de una actriz norteamericana pasa a ser el más leído de uno de los periódicos de más trascendencia político-social en España es que algo va mal.

Es decir, tenemos muchos temas de los que estar al tanto y elegimos este como principal… quizá estamos hartos de las noticias, de que no pasen de ser informaciones que no transforman nada la sociedad ni la política. Quizá llega el momento de dejar de leer y actuar, pero es un momento delicado en el que elegir el camino correcto o no hacerlo ya no es cuestión de palabras que, según dicen, se las lleva el viento, sino de acciones que, en muchas ocasiones, resultarán molestas y hasta violentas.

Hay que decir que vivimos tiempos violentos en los que se están violentando nuestros derechos civiles, ciudadanos, laborales, sociales, con la excusa de la crisis por bandera y que, ante esta violencia instituicionalizada y aparentemente tolerada, se están empezando a levantar aires de revolución, con lo que de violencia explícita esta tiene.

¿Es razonable «atentar» con spray rojo contra los representantes electos a la entrada o salida de sus lugares de trabajo? Seguramente respondería no la mayoría de las veces, pero cuando se está reaccionando a medidas poco o nada razonables que están siendo tomadas por estos contra los electores, repito, con la excusa de la crisis, es que se ha entrado en una dialéctica en la que la razón no impera. Allá donde no hay razón, la violencia se impone.

O volvemos a cauces razonables o vamos camino de enfrentamientos violentos allá dónde miremos. Y cada vez más entre nuestros amigos, en nuestro propio entorno, nos encontraremos con enemistades acérrimas más viscerales que dialécticas, más instintivas que racionales. Y habrá comenzado la guerra.

Le tengo miedo al futuro
. Quizá es que mi malestar físico no ayuda a ser optimista o quizá es que no veo que de la violencia y su tentación terapeútica se salve nadie. Una vez que se empieza a abofetear para defender un argumento, hay pocas ocasiones de volver atrás.

El 15M se está comenzando a radicalizar y es (o era) inevitable, puesto que las palabras son demasiado lentas para la mayoría de la gente. Necesitamos ver (rápido) resultados. La violencia es más sencilla, más atractiva y más vistosa. Me temo que el camino será este… también porque por otros lados la rapidez del desmantelamiento del estado de bienestar social que habíamos adquirido a lo largo de un siglo está siendo devastadora y parece exigir respuestas contundentes y rápidas…

Y yo escribiendo….
despacio
despacio
espacio
espacio

El placer y el pecado

Parece que ya está tolerado hablar de sexo y de sus maravillosas ventajas, como prueba el artículo que hoy se llevaba la primera posición de los más leídos en El País.

Y es que se puede decir que el orgasmo es bueno sin temor a caer en la hoguera o en la cárcel. Incluso el orgasmo femenino. Pero esa bondad de la que se habla parece, a lo largo del artículo, no tener nada que ver con el placer: se buscan infinidad de razones para justificar la bondad del orgasmo, desde el ejercicio físico que se realiza, lo saludable que resulta, incluso, aunque no se menciona, lo más sociable que se hace el individuo que tiene un orgasmo.

Se está hablando del orgasmo como si fuese una pastilla, una medicina más o menos preventiva, un paliativo del dolor, un regenerador de estados de ánimo, incluso un método para combatir el temor.

Pero no se habla de placer. Placer sin más, sin objetivo, sin nada más que el placer por el placer, como la poesía por la poesía y no por la belleza o la expresión. El placer como objetivo en sí. El placer hedonista más puro, más liberado de toda justificación que la de hacernos sentir bien por lo que «mola«.

¿Por qué nos cuesta tanto asumir que nos gusta sentir placer sin justificar el método para lograrlo?

Mi opinión personal es que tiene mucho que ver con esa idea judeocristiana de venir al mundo a sufrir, a trabajar, a ganarse el pan con el sudor… sólo Lilith parece que sabía qué era eso de disfrutar con el placer… y en muchos textos antiguos ya se la consideraba, por ello, malvada, pérfida, diabólica. Y, sin embargo, ella buscaba tanto el placer como para apartarse del Edén en el que no parecía estar permitido, pues el placer no conoce límites impuestos por terceros. Por más trascendentes o inmanentes que resulten.

Por supuesto, es una opinión algo superficial ya que faltaría hacer un estudio más antropológico-cultural sobre este asunto, pero no tengo la formación ni las ganas de dedicarle mi tiempo a este estudio.

Parece cierto que los griegos del periodo clásico (los que podían permitírselo) sí que entendían el placer de una forma más liberada de compromisos sociales que había que mantener, pero seguramente muy restringidos a la clase más alta de la población, cosa que, ahora mismo, también es algo asumible como normal. Lo que la aristocracia (la clase dominante, que no la mejor) de cada uno de los periodos históricos se permite no ha de ser regulado por los mismos patrones morales que lo que se permite al resto de los mortales.

En estos tiempos de (poco a poco) concienciación democrática, uno de los temas que faltaba por liberalizar era el derecho a sentir placer por sentir placer. Y nos cuesta tanto este paso tan simple, por otro lado, que buscamos maneras de justificarlo que le desposean de lo que hasta ahora ha estado unido al placer que es el pecado: sentir placer por placer era pecado… pero ese era no es tan pretérito como puede parecer. Sigue siendo muy actual. Y eso solo circunscribiéndose al ámbito de la cultura occidental grecolatina de raíz religiosa judeocristiana.

No sabría qué decir del kamasutra, que utilizaba el sexo y el placer sexual como algo positivo para la sociedad, pero no hedonista; ni de otras aproximaciones filosóficas más orientales (Tao, Budismo, Sintoísmo, etc), ni de otras regiones del planeta.

Mi impresión primera es que el placer por el placer es algo que estamos aprendiendo a disfrutar ahora… cuando Nietzsche y Freud se atrevieron a generar lo que serían los cimientos de la moral del siglo XX y del nuevo milenio, adelantados por los poetas iniciadores de la contemporaneidad (Baudelaire, Rimbaud, Whitman…) y algún outsider como Sade…

Olvidándose de la moralidad tradicional cristiana, ahora sin sentido, de la moralidad new age que ha venido a intentar reemplazar el vacío que aquella dejó, nos quedaría revisar aquello que defendía Epicuro: El Hedonismo y ver si tiene algo que aportar a nuestras necesidades… quizá, ya solo de el placer por el placer, que no es pecado.

Hoy casi no llego

Cada día quiero dedicar un ratito a escribir
en este diario
atípico
y
me
he encontrado con
que por poco no llego a escribirlo por
haber estado todo el día con mi amiga Aída
B.
Con quien he tenido el gustazo de disfrutar
de una excursión magnífica
con la excusa de un curso monográfico
en el que intentar ayudar a desarrollar la creatividad
que voy a hacer en Castrejón Alto.
Parece ser que es una finca del antiguo conde de Floridablanca
del que tendré que aprender algo más antes del curso.
Es difícil hacer un curso sobre algo como
el desarrollo
de la creatividad.
Algo que ocurre en el cerebro
que no se ve
que no se nota mucho
que se siente pero no se aprecia…
es algo extraño
extravagante
casi esnob
pero sé que tengo mucho que aportar en este campo
en el que he pensado mucho y muy bien
aunque me esté mal el decirlo
y he leído textos que pueden
aportar herramientas
invisibles
inodoras
insípidas
inútiles o de una utilidad muy cuestionable
que
bajo ningún concepto
pueden venderse como terapeúticas
aunque algunos como el Jodoroski
lo intenten para arreglar un mundo
que necesita ser arreglado
tanto
tanto
tanto
que es fácil engañar a la población
vendiéndoles
lociones de laspur lotion.
Creo que yo no lo hago
pero nunca estoy seguro de lo que hago.
Ahora
tampoco.

Un email con Celia

El otro día, escribí un artículo sobre la gratuidad y el arte que me recordó a diversas personas con quienes quise compartirlo. No quería compartirlo en FaceBook, porque, como dice el propio artículo, es demasiado patio de vecinos y acaba siendo agotador comentarlo, defenderlo, debatirlo… es una asamblea interminable.

Entones le envíe un email a aquellas personas a quienes consideré que podía interesarles:
Mi amigo y corresponsal vasco Juan Carlos Etxebarria, la periodista de arte Celia Valenciano, la bailarina de danza contemporánea Simona Ferrar, el performer y organizador de eventos artísticos Paco Nogales, el coordinador de la Asociación cultural Círculo Ágora (por alusiones) y, obviamente, a mi amada Carmen por todo lo que le tocaba.

> El 31/05/11 15:07, «Giusseppe Domínguez» escribió:
>
>> https://giusseppe.net/blog/archivo/2011/05/31/sobre-la-gratuidad-y-el-amor-
>> al-arte/
>>
>> Porque cuando lo escribí me acordé de ti.
>> Giusseppe

Varios me han respondido diversas cosas, pero casi todos ellos están de acuerdo en lo esencial: la insostenibilidad de la actual situación.

La respuesta de Celia, en la misma línea, ha generado una mía:

El 02/06/11 20:22, Celia Valenciano Bono escribió:
> Hola Giuppe! ¿qué tal estás? Espero que muuuy bien. Al fin tuve tiempo
> para leer bien tu texto y sí es una pena contemplar como la cultura y, en
> concreto algunas manifestaciones, parece que la gente no les da ningún
> valor si no van asociadas a un nombre popular y conocido, pero yo sigo
> pensando que hay que seguir ahí y apostar por lo que te gusta y te hace
> feliz, aunque lo ideal sería que eso te reportara un beneficio económico,
> al menos para cubrir gastos. Espero que granito a granito la cosa vaya
> mejorando 🙂
>
> Muchas gracias:-)
>
> Un beso gordo!
>
> Celia

Y ahí va la mía, animándola a seguir con lo que creo que es el mejor camino para ella y para mí y para todos:

Me alegra que te gustase el texto. Sí, creo que son tiempos complejos para la cultura, pero también que hay que espabilar en lo que respecta a formas de vida/trabajo distintas de las habituales. Hay herramientas nuevas y hay que aprender a usarlas. Por eso me encanta lo que estás haciendo en PuntaFinaNews. Espero que sigas con ello como hasta ahora y que organices un servicio de subscripción a bajo coste que envíe, por ejemplo, artículos a uno diario o semanal con digests mensuales… me encantaría poder pagar por ello para que mantengas la calidad que hasta ahora caracteriza tu página.

Si puedo ayudar en la parte técnica para ver la manera de hacerlo, lo haré encantado. Será algo que me aportará experiencia para una forma de financiación de generadores de contenidos que pronto se debe extender…

Hay ha sido elegida la primera mujer para dirigir el New York Times en 160 años y una de las primeras medidas que va a tomar es la de hacer que exista un servicio de subscripción a su periódico para que no todo lo que ofrecen sea gratuito. Esto hay que implementarlo con mucho cuidado, puesto que hay muchas otras fuentes de información en Internet gratuitas, y debe aportar algo que justifique su no gratuidad. Es una exigencia más que razonable, y estar a la altura de ella es un reto para el nuevo periodismo.

Seguro que vas a saber hacerlo. Quiero aprender de lo que vas haciendo. Me encanta. Y, además, eres feliz haciéndolo, como debe ser: no hay que renunciar a la ilusión de trabajar disfrutando, la alienación es una consecuencia de una decisión personal.

Un abrazo grande y afectuoso,
Giusseppe

Populismos

Los tiempos no cambian
Encontré la foto de la derecha en El País, ayer, y no pude por menos que recordar lo que había hecho Manuel Fraga Iribarne en un año antes de que yo naciese.

Compuse este díptico al modo de los Antes / Después de los adelgazantes y similares, para mostrar que el paso del tiempo sólo ha teñido de color la imagen, pero que la actitud sigue siendo la misma: yo me baño así que no hay peligro / yo me como un pepino así que no hay peligro. De 1966 a 2011. Han pasado 45 años y todo parece seguir igual o camino de serlo. Terrorífico.

Entonces era Ministro de Información y Turismo durante la confiscación de gobierno llevada a cabo durante 40 años por Francisco Franco, al que recientemente se intenta, desde la Academia de la Historia, dejar de llamar dictador. Tiempo después, Fraga, fundó Alianza Popular que acabó llamándose, acertadamente desde un punto de vista estratégico, Partido Popular. Esta diferencia entre Alianza y Partido hace creer que es unitario, que no son un grupo diverso de pensamientos más o menos próximos cuyo único interés de base es impedir que gobierne un partido de izquierdas como el PSOE o algo peor

Suya es la perla, en 2007, en unas declaraciones a El Faro de Vigo, donde comparó a Franco con Napoleón, afirmando que «el franquismo ha sentado las bases para una España con más orden«. ¿Cómo no se prohíbe su partido que no ha condenado el terrorismo de estado producido en este país durante cuarenta años con la Ley de Partidos?

Ahora Mariano Rajoy, otro gallego, toma el relevo de las acciones populistas de su antecesor, también siendo ministro de Interior (como lo fue de Gobernación el señor Fraga), durante un año y otros cargos parecidos de duración breve… no se sabe si por su ineptitud o por su gran eficacia para realizar su trabajo en tan poco tiempo.

En breve, da miedo pensarlo, este populista de la «nueva» derecha, será el presidente del gobierno.

Obvio decir que los populismos no son sólo de los partidos de derechas, (ahí están los varios ejemplos que uno puede encontrar en latinoamérica) y que suele tratarse como estúpidos a los ciudadanos desde todos los ángulos. Pero si los ciudadanos no hacemos nada al respecto en las urnas, ni en ningún otro contexto, salvo las manifestaciones de cientos de miles de personas (muchas menos que las que salen a la calle en el caso de la victoria de un equipo de fútbol), me temo que es razonable pensar que, efectivamente, somos estúpidos y fácilmente manipulables.

Cómanse un pepino a mi salud, que no necesita de su «sacrifico«.

Sobre la gratuidad y el amor al arte

Ya he escrito otras veces sobre la gratuidad en un artículo sobre contenido en internet, sobre software de código abierto, sobre espectáculos y muestras, e incluso en uno dedicado a la ley de oferta y demanda y su relación con la ley Sinde.

Por supuesto, no es un tema que piense por primera vez. Es más, casi diría que es una de mis obsesiones permanentes, si es que una obsesión puede ser de otro modo.

En mi proyecto Lejanías, incluí un texto específicamente dedicado al tema de la financiación, que procedo a citar completo aquí, para contextualizar lo que voy a decir.

Financiación

Lo he hecho por vicio, por puro vicio onanista. Podría decir que por necesidad o por capricho. Lo he hecho porque quise y de la manera que quise. Jamás pensé en reducir costes o en justificar gastos. Nunca pensé en su repercusión ni en su posible utilidad pública o social. Me llevó el tiempo que quise o el que le pude ir dedicando.

En algún momento me sugirieron hablar con el departamento de marketing de RENFE para contar con la compañia como patrocinadora, pero de alguna manera me resultaba contrario al sentido del proyecto: En primer lugar, no son los CERCANIAS los que nos mantienen cerca (ni lejos), así que el nombre y la referencia era sólo casual, aunque origina el proyecto; en segundo lugar, en varias estaciones tuve problemas de acceso para fotografiar e, incluso, escribir, sin autorización. Ahora, terminado el trabajo, no la quiero.

¿Por qué su gratuidad? ¿Es Lejanías un manifiesto en contra de la retribución del trabajo artístico o poético? Definitivamente, no. Contesto subscribiendo la frase de Isidoro Valcárcel Medina: El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar.

Esto no es óbice para que me resulte interesante plantear una reflexión acerca de la subsistencia de los poetas y de su trabajo, que no veo mejor resuelto, hoy día, que en tiempos de Maiakovski. Parecemos abocados a vivir de la caridad institucional, de mecenazgos más o menos razonables (en ocasiones disacordes con la naturaleza misma del proyecto en cuestión) o a la autofinanciación más absoluta, lo que equivale a la desprofesionalización completa del artista o poeta.

Sé lo que es trabajar gratis, hacer donaciones a la sociedad del trabajo personal, como cuando la semana pasada organicé un Seminario sobre maquetación y autoedición, como cuando mes a mes coordino encuentros de lectura, recitales, etc…

Desde la Asociación Cultural Clave 53 estuvimos lanzando muestras gratuitas desde el 2002, dedicadas a la divulgación de la Danza, el Tango, la Poesía, la Performance, el Cine, el Teatro… con una acogida variable.

En ocasiones era difícil convocar, incluso siendo gratuito, a un número de gente interesado en el tema; en primer lugar, difícil conseguir que algunos profesionales ofreciesen su trabajo de manera gratuita, aunque nosotros ofrecíamos nuestro trabajo de coordinación, junto con el espacio (y su alquiler no gratuito) y toda la logística que fuese menester.

En otras ocasiones, como las prácticas de Tango, nos acabó ocurriendo algo divertido: la gente nos pidió pagar. Los asistentes se sentían incómodos ante la generosidad y el cuidado que poníamos en hacer que funcionase y acabaron por pedirnos que, al menos, pusiésemos un bote donde depositar, de alguna forma, su agradecimiento material.

Todo esto vaya por delante para decir que sé de qué hablo cuando hablo de gratuidad.

Por no hablar de las veces que he realizado performances y participado en recitales de manera no remunerada, e incluso en alguna ocasión, con un alto coste económico, como cuando hice la acción en Helsinki que requirió que el desplazamiento y manutención corriesen de mi parte.

He llegado a hacer cursos de Desarrollo de la Creatividad y Poéticas Objetuales gratuitamente, como cuando participé en el Encuentro de Piedralaves, del Círculo Agora. Tan gratis que me costó dinero. Y ya no puedo seguir participando en estas condiciones.

Y, seguramente, seguiré participando y promoviendo muchas de las acciones que hago de manera gratuita, filantrópica, quizá en un intento poco articulado de modificar el comportamiento social con respecto al hecho de intercambio de materias, productos o servicios mediante la retribución directa de dinero.

Claro que creo que otro mundo es posible, pero no exigible y aquí el meollo del artículo después de un laudo exagerado a mi generosidad.

El otro día, a Carmen le reprocharon que convocase en Facebook el evento que realiza desde hace casi 8 años de una práctica de Tango cada último fin de semana de mes por el hecho de que no fuese gratuito, mientras que, en otro lugar pero a esas mismas horas aproximadamente, un colectivo estaba promoviendo un evento similar pero gratuito.

Facebook implica que no puedes dejar de explicarlo, de explicar tu posición al respecto de todo lo que promuevas o divulgues, para evitar el riesgo de que quien lee tu muro sospeche que eres de los que lanza piedras y escondes la mano. Hay que defenderse de los desacuerdos, lidiar con la comunidad en un peligroso estado de vigilancia de tus opiniones por miles de personas con quien te unen distintos tipos de vínculos. Esta es la razón principal por la que no quise realizar este diario en esa plataforma (y su carácter privado es otra de las razones, pero esto es otra historia).

Así que Carmen hubo de contestar, también en alusión a otras cuestiones, como el hecho de evitar solapamientos entre convocatorias de similares características o la dedicación que los profesionales del sector del Tango han de dedicar a labores de divulgación siempre gratuitas.

Y entonces, yo ya un poco cabreado, me preguntaba si aquel que estaba haciendo las recriminaciones a Carmen trabajaba gratuitamente para divulgarse o para fomentar o estimular el crecimiento de la actividad a la que se dedica. Me consta que le dedica tiempo de esfuerzo y dedicación al Tango, pero no deja de ser una afición, algo a lo que se dedica en el tiempo libre y con los recursos que le deja su profesión, aquello de lo cual ingresará, seguramente, una nómina.

Por otro lado, como gestor que fui de un local en Madrid, sé los costes asociados a tener algo abierto en esta ciudad y lo poco que se agradece, la simpleza con la que, desde la mirada de los aficionados, se tiende a exigir más y más servicios a menores precios, incluso, a sugerir que debería ser todo gratis. Y no puede ser.

No es posible mantener un local, ni tampoco una dedicación plena a actividades artísticas o culturales (ni de ningún tipo), de manera gratuita. Como no es posible hacer cine o música gratuita de manera permanente, ni software gratuito y sostenible…

Se puede hacer todo gratis si existe un soporte económico que sustente este esfuerzo, ya sea mediante el trabajo remunerado en otras áreas para realizar este de manera gratuita o tener una renta más o menos nobiliaria que exima de la necesidad de recibir una compensación económica, o que esta renta sea un salario pseudo-funcionarial que sea pagado en concepto de subvenciones (provenientes de la administración pública o entidades privadas). Pero todos estos casos, especialmente los dos primeros, son acercamientos no profesionales al trabajo artístico o cultural. Algo que, sorprendentemente, jamás se plantearía para un vendedor de colchones, por poner un ejemplo.

En cuanto al software, que me fascina que se esté desarrollando fuera de las empresas más o menos especuladoras y monopolizadoras, hay una tendencia creciente a extender el modelo de donación, lo que yo llamo mecenazgo democrático. Cada vez son más los desarrolladores de pequeños paquetes de software que tienen en sus páginas un botón que admite micropagos mediante PayPal. (Yo plagié esta idea para el modelo de financiación de Lejanías y tuve pocos, muy pocos, ingresos, seguramente en breve añadiré esta opción también en este diario/blog).

He pagado por programas gratuitos para gestionar mi envío de correo electrónico a horas específicas, he pagado a Wikipedia para que pueda seguir existiendo, a Wikileaks, he pagado la suscripción Premium de Spotify varios meses, también Megaupload, incluso no necesitándolo, he pagado por algunos pequeños paquetes de software como plantillas para OpenOffice, etc… siempre según mis escasas posibilidades, pero siempre creyendo que es algo que debería extenderse como costumbre, porque forma parte del respeto al trabajo, el reconocimiento a la labor de la que puedo aprovecharme y que deseo que continúe existiendo. Forma parte del planteamiento de un consumidor responsable que debe asumir que sus actos tienen consecuencias: si paga, si aporta una retribución económica a un proyecto que tiene unos costes, este podrá ser mantenido en un futuro (porque, como él, otros también lo harán).

He intentado, incluso, pagar a cadenas de producción norteamericanas por la adquisición online de mis series preferidas, encontrándome con la negativa a aceptar el pago porque provenía de una IP española. He intentado contratar alguna película online española en portales que presumen de tener una buena filmoteca para su disfrute por streaming, pero nunca han tenido la película que andaba buscando. (Responsables de las distribuidoras de cine español y productoras asociadas, pónganse las pilas… que los tiempos han cambiado).

Si en el cine online, la cosa está en pañales, la música está bien resuelta por streaming, por proveedores como Spotify o iTunes (y sus tiendas) o por otros que llevaban más tiempo haciéndolo, como las emisoras de radio, algunas de las cuales han aprovechado formidablemente las posibilidades de Internet (con last.fm a la cabeza).

Pero cuando se plantea cobrar una performance, surgen problemas. Quizá su origen contra-mercantil sea su fosa, esa voluntad de acabar con los abusos que se llevaban a cabo (y se llevan) en el mercado del arte, sea algo que, llevado al extremo, intente convencer de que ha de ser siempre gratis… y no es posible. El lugar en el que se hace tiene un coste que nadie cuestiona que ha de pagarse, el tiempo que se le dedica a planificar, montar y realizar la acción es profesional, en muchos casos, y ha de tener una remuneración si queremos que sea sostenible. La cuestión será cómo realizar esta valoración que le asigne un precio (justo) ¿por horas? ¿por litros de sangre vertida? ¿por lágrimas derramadas o risas? ¿por simpatía, por emoción, por intensidad?… Se abre un difícil debate que intentaré tener en otro momento.

Y a esto sumamos el asunto de la competencia mal entendida, como solapamiento de actividades de similar sesgo. Pero es tan ridículo entrar en esto…

Que existan más de una actividad al mismo tiempo en un ámbito geográfico, lo único que significa es que hay más de una propuesta a la que unirse y ésto es tan interesante, tan sugerente que, aquel que solicite el intento por no solaparse es que no tiene muchas propuestas que hacer.

Amén de que nunca está claro cual de las diversas propuestas debe ser la sacrificada ni que criterio elegir para privilegiar una sobre otra: se habla de que hay que anteponer a las gratuitas y yo digo que no. Al menos, no solo por eso. Que su gratuidad es un interesante estímulo, pero no el único, que hay muchos más factores a tener en cuenta y que los piensa aquel que ha desarrollado o viene desarrollando su actividad en un sector que difícilmente se mantiene dentro de la profesionalidad, como es la gestión cultural.

Por ejemplo, volviendo a la discusión pública de Carmen en FB, si ella dejase de hacer su práctica, podría ocurrir que, después de un tiempo, quien mantiene el local en el que ella realiza su convocatoria no siguiese interesado en las propuestas tangueras por no aportarle un dinero que necesita para funcionar (en el modelo económico actual). Pasado ese tiempo, ese espacio sería un espacio menos a lo largo del año, además de que Carmen misma podría dejar de trabajar gratis (no saca un dinero que justifique su esfuerzo) en la divulgación del Tango entre sus alumnos y otros que están comenzando en el mundo del Tango. Flaco favor para el Tango en Madrid.

¿Por qué criterio o convocatoria decantarse?

Para mí es evidente que por apoyar todas las propuestas que se hagan, que tampoco son tantas para una ciudad como Madrid. Competir, en caso de que tenga que ser usada esta palabra, con otras acciones más pasivas o menos desarrolladoras de la creatividad y la convivencia del respeto a la cultura como es el ver acontecimientos deportivos en televisión o atontecimientos similares.

No hay nada como la efervescencia de propuestas similares para estimular un sector del mercado. Esto es algo que saben perfectamente los bares en Madrid, que tienden a estar cerca porque es más atractiva una zona llena de bares que un bar aislado. Las tiendas de ropa, las tiendas de bricolaje y otros múltiples ejemplos.

Pero siempre quedará quien piense en pequeño, quien no se dé cuenta de lo que cuesta trabajar (de trabajo) en un sector como este de la cultura (que se ha de hacer, parece, por amor al arte), quien se conforme con la gente que ya existe y no sienta que, para transformar los intereses de la sociedad hay que ver la gente que puede llegar a existir, no la que existe.

Y, esta lacra, además, se permiten el lujo de (desde sus humildes opiniones, eso sí) indicarle a los profesionales lo que deben hacer, quizá sin haberse parado demasiado a pensar en lo que realmente hacen ya. (No es el caso de quien mantuvo esta discusión con Carmen y que me ha servido de excusa para esta larguísima entrada en el blog de hoy. Vaya para él todo mi cariño y reconocimiento).

Lo que sí es evidente es que debe haber un debate (que me consta que existe en distintos sectores) sobre la gratuidad y la cultura como sector sostenible. Especialmente importante en época de crisis (no sé si el sector, pero sí su modo de financiación y sostenibilidad).

Seminario de Maquetación Gratuito

Ayer invité a mi casa a varios de mis alumnos y algunos exalumnos para ofrecerles un poco de mis conocimientos en maquetación, lo que he ido aprendiendo con el paso de los años y los libros.

Me resultó curioso como los que venían traían regalos o cosas para comer y beber. Como los reyes magos en el belén. Yo, que soy muy serio, a parte de agradecérselo escasamente, les decía que era un curso, no una fiesta. Que se trataba de intentar tomar notas y no patatas. Pero hoy, recapacitando (curiosa palabra), me he dado cuenta de que el kit de la cuestión estaba en la gratuidad.

Parece difícil presentarse en un lugar donde nos están regalando algo sin nada que regalar.

Pero, obviamente, no hacía falta. El objetivo no era aprovisionarse para pasar un largo invierno, sino demostrar que otra economía es posible. Se trata de regalar lo que tengo (en la medida en la que puedo) fomentando que, el día de mañana, quizá, alguien de los que asistieron o fueron invitados a asistir, decida también regalar algo de lo que tienen (en la medida en la que puedan y/o quieran).

Además de las manifestaciones tan en boga estos días, hay que mantener una actitud permanente de solidaridad, de entrega, de generosidad… compatible con necesidades materiales de primer nivel, por decirlo así, que se han de nutrir, de momento, con la forma tradicional de remuneración por el trabajo (asalariado).

Intento hacerlo desde hace años, vivir de esta manera, aportando mis granitos de arena de tiempo, conocimientos, disposición, como convocando recitales, organizando reuniones de lectura, facilitando seminarios como el de ayer y, próximamente, fomentando y extendiendo el uso del software libre, instalando Linux en ordenadores de quien desee que se le ayude a instalar…

Son varios siempre los campos en los que uno puede darse. Pero conviene tener presente una frase que me dijeron la primera vez que me apunté de voluntario a una ONG y estuve dando clases de informática y teatro en Norte Joven, una escuela para chavales con problemas de integración:

No te comprometas con más tiempo ni más esfuerzo que el que estés dispuesto a mantener durante un largo periodo de tu vida.

Me lo apunto y lo hago tal cual, aunque siempre dudando si un poquito más sería mantenible, sostenible, como parece que hay que decir. Siempre siento que no es suficiente… ¿lo es?

Bicicleta

¿Qué ocurre en Madrid cuando comienzan a circular en bicicleta miles de personas que antes no lo hacían?

Madrid 1562
Madrid 1562

Madrid es una ciudad que ha crecido mal, desde sus orígenes como capital de España hasta ahora, ha ido creciendo como un pueblo grande manchego, que dice mi padre. Recuerda más a Toledo o a Ávila o Segovia que a París, por poner un ejemplo. Y no es sólo una cuestión de tamaño sino de estructura. Barcelona es una ciudad del mismo tamaño que Madrid, aproximadamente, y sin embargo su estructura es planificada, como se puede ver en la imagen del plano de la derecha.Eixample de Barcelona

Esto sirva para anticipar porqué soy algo crítico con la bicicleta y su uso masivo en esta ciudad. Siempre he defendido que, dada justamente su reducida dimensión y su alta concentración de población y edificios en el centro, Madrid era una de las ciudades más «caminables« que se pueda concebir teniendo en cuenta su población. Hay pocas capitales de estas características que se puedan caminar de arriba a abajo, de norte a sur o de este a oeste, casi en unas pocas horas. Por supuesto, el espacio dejado a los coches es ridículo, por no hablar del que queda para los peatones. Si le sumamos la demanda de los que desean pasear o circular en bicicleta, me temo que tenemos un problema.

Pero eso no quita para que considere que ha llegado el momento de plantear una nueva forma de circular por las ciudades y Madrid no debe salvarse de esa transformación.

Para empezar, admiro el transporte masivo de población por su eficacia, por su alta capacidad de mover a la población afectando al mínimo el espacio que se precisa para ello, la energía que se consume y la velocidad a la que se puede desplazar. Por no hablar de la seguridad. Son todo ventajas y creo que, en esto, pocos parecen estar en desacuerdo, para variar.

Lo que yo extraigo de ello es que los que se mueven en coche en el centro de la ciudad deberían ser «penalizados« con menos espacio del que aún hay; que se puede generar un carril bici en Gran Vía y otro en Castellana/Recoletos y así en las principales vías. Que sufra quien tenga un deseo irreprimible de circular en transporte privado en el centro de una ciudad como esta me parece un mal menor. Pero que sufra quien camina, que sufra el peatón por el miedo que puedan tenerle los ciclistas a los vehículos motorizados me parece terrible en una ciudad que, indudablemente, debería ser más peatonalizada cada día.

Hay infinidad de vías (estoy hablando principalmente de la zona centro de la ciudad) que al peatonalizarse ganarían calidad de vida para todos los afectados: comercios, peatones, incluso conductores que no se encontrarían, como ahora ocurre con tanta frecuencia, atorados en una callejuela por un vehículo que paraliza el tráfico completamente, con el consiguiente cabreo, ruido de cláxones desquiciados y estrés para todos los afectados: comercios, peatones e incluso conductores.

Pero peatonalizar no significa hacer un carril bici para que los ciclistas tomen el relevo de los conductores. Y menos aún cuando los ciclistas, en la mayoría de los casos, no respetan ningún tipo de normativa de circulación, creyendo que se trata de un movimiento como el de caminar, que no precisa de normas explícitas. Pero no es así: igual que hay carnet de conducir vehículos motorizados, me parece que sería necesario implementar un carnet de conducir bicicletas por la ciudad, para conseguir el cual se pueda exigir el conocimiento y respeto de unas normas básicas de convivencia.

Me he encontrado varias veces arrollado por ciclistas en lugares dónde no tendría que haber ocurrido esto, como aceras, ya de por sí exánimes, o en calles peatonales, en las que uno camina relajado y sin sentir que debe tener ojos en la espalda o habilidad y rapidez para apartarse del arrogante galopar de un ciclista. Les he maldecido hasta el punto de sentir que su reclamación (que es lícita) de conseguir un carril bici no es la mía. Está claro que debe haber un diálogo y acuerdo, pero mi sentir es que los bicicríticos desean luchar contra los vehículos invadiendo el terreno en el que no hay vehículos y esto me parece una contradicción.

También me crispa cuando, cada jueves de mes que deciden manifestarse, cortan no sólo el tráfico de los vehículos privados, que me parece que estaría en su sentido, sino también el tráfico dedicado a los transportes públicos masivos, como autobuses de la EMT. Para mí, ferviente defensor de la reducción del número de vehículos privados, este perjuicio contra los transportes públicos colectivos es un argumento a favor de los privados.

Por favor, queridos ciclistas, sean respetuosos con los peatones por encima de todo: en ellos están sus más posibles aliados. Sean respetuosos por el hecho de que respetar es bello. Exijan respeto de los vehículos motorizados privados circulando por sus carriles respetando sus normas de circulación hasta que se habiliten para las bicicletas unas normas específicas con carriles específicos. Bloqueen sin pudor las vías que consideren, pero no las aceras. En caso contrario, como ya ha ocurrido en más de una ocasión, se acabarán por fabricar unos minicarriles bici en las ya desnutridas aceras de esta ciudad.

Y entonces, sólo entonces, recibirán mi apoyo. Soy peatón y no creo que a los ciclistas les gustase que los peatones invadiésemos la calle durante su circulación en un carril bici. Sólo pido reciprocidad.

Esto no es una broma