Populismos

Los tiempos no cambian
Encontré la foto de la derecha en El País, ayer, y no pude por menos que recordar lo que había hecho Manuel Fraga Iribarne en un año antes de que yo naciese.

Compuse este díptico al modo de los Antes / Después de los adelgazantes y similares, para mostrar que el paso del tiempo sólo ha teñido de color la imagen, pero que la actitud sigue siendo la misma: yo me baño así que no hay peligro / yo me como un pepino así que no hay peligro. De 1966 a 2011. Han pasado 45 años y todo parece seguir igual o camino de serlo. Terrorífico.

Entonces era Ministro de Información y Turismo durante la confiscación de gobierno llevada a cabo durante 40 años por Francisco Franco, al que recientemente se intenta, desde la Academia de la Historia, dejar de llamar dictador. Tiempo después, Fraga, fundó Alianza Popular que acabó llamándose, acertadamente desde un punto de vista estratégico, Partido Popular. Esta diferencia entre Alianza y Partido hace creer que es unitario, que no son un grupo diverso de pensamientos más o menos próximos cuyo único interés de base es impedir que gobierne un partido de izquierdas como el PSOE o algo peor

Suya es la perla, en 2007, en unas declaraciones a El Faro de Vigo, donde comparó a Franco con Napoleón, afirmando que «el franquismo ha sentado las bases para una España con más orden«. ¿Cómo no se prohíbe su partido que no ha condenado el terrorismo de estado producido en este país durante cuarenta años con la Ley de Partidos?

Ahora Mariano Rajoy, otro gallego, toma el relevo de las acciones populistas de su antecesor, también siendo ministro de Interior (como lo fue de Gobernación el señor Fraga), durante un año y otros cargos parecidos de duración breve… no se sabe si por su ineptitud o por su gran eficacia para realizar su trabajo en tan poco tiempo.

En breve, da miedo pensarlo, este populista de la «nueva» derecha, será el presidente del gobierno.

Obvio decir que los populismos no son sólo de los partidos de derechas, (ahí están los varios ejemplos que uno puede encontrar en latinoamérica) y que suele tratarse como estúpidos a los ciudadanos desde todos los ángulos. Pero si los ciudadanos no hacemos nada al respecto en las urnas, ni en ningún otro contexto, salvo las manifestaciones de cientos de miles de personas (muchas menos que las que salen a la calle en el caso de la victoria de un equipo de fútbol), me temo que es razonable pensar que, efectivamente, somos estúpidos y fácilmente manipulables.

Cómanse un pepino a mi salud, que no necesita de su «sacrifico«.

Sobre la gratuidad y el amor al arte

Ya he escrito otras veces sobre la gratuidad en un artículo sobre contenido en internet, sobre software de código abierto, sobre espectáculos y muestras, e incluso en uno dedicado a la ley de oferta y demanda y su relación con la ley Sinde.

Por supuesto, no es un tema que piense por primera vez. Es más, casi diría que es una de mis obsesiones permanentes, si es que una obsesión puede ser de otro modo.

En mi proyecto Lejanías, incluí un texto específicamente dedicado al tema de la financiación, que procedo a citar completo aquí, para contextualizar lo que voy a decir.

Financiación

Lo he hecho por vicio, por puro vicio onanista. Podría decir que por necesidad o por capricho. Lo he hecho porque quise y de la manera que quise. Jamás pensé en reducir costes o en justificar gastos. Nunca pensé en su repercusión ni en su posible utilidad pública o social. Me llevó el tiempo que quise o el que le pude ir dedicando.

En algún momento me sugirieron hablar con el departamento de marketing de RENFE para contar con la compañia como patrocinadora, pero de alguna manera me resultaba contrario al sentido del proyecto: En primer lugar, no son los CERCANIAS los que nos mantienen cerca (ni lejos), así que el nombre y la referencia era sólo casual, aunque origina el proyecto; en segundo lugar, en varias estaciones tuve problemas de acceso para fotografiar e, incluso, escribir, sin autorización. Ahora, terminado el trabajo, no la quiero.

¿Por qué su gratuidad? ¿Es Lejanías un manifiesto en contra de la retribución del trabajo artístico o poético? Definitivamente, no. Contesto subscribiendo la frase de Isidoro Valcárcel Medina: El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar.

Esto no es óbice para que me resulte interesante plantear una reflexión acerca de la subsistencia de los poetas y de su trabajo, que no veo mejor resuelto, hoy día, que en tiempos de Maiakovski. Parecemos abocados a vivir de la caridad institucional, de mecenazgos más o menos razonables (en ocasiones disacordes con la naturaleza misma del proyecto en cuestión) o a la autofinanciación más absoluta, lo que equivale a la desprofesionalización completa del artista o poeta.

Sé lo que es trabajar gratis, hacer donaciones a la sociedad del trabajo personal, como cuando la semana pasada organicé un Seminario sobre maquetación y autoedición, como cuando mes a mes coordino encuentros de lectura, recitales, etc…

Desde la Asociación Cultural Clave 53 estuvimos lanzando muestras gratuitas desde el 2002, dedicadas a la divulgación de la Danza, el Tango, la Poesía, la Performance, el Cine, el Teatro… con una acogida variable.

En ocasiones era difícil convocar, incluso siendo gratuito, a un número de gente interesado en el tema; en primer lugar, difícil conseguir que algunos profesionales ofreciesen su trabajo de manera gratuita, aunque nosotros ofrecíamos nuestro trabajo de coordinación, junto con el espacio (y su alquiler no gratuito) y toda la logística que fuese menester.

En otras ocasiones, como las prácticas de Tango, nos acabó ocurriendo algo divertido: la gente nos pidió pagar. Los asistentes se sentían incómodos ante la generosidad y el cuidado que poníamos en hacer que funcionase y acabaron por pedirnos que, al menos, pusiésemos un bote donde depositar, de alguna forma, su agradecimiento material.

Todo esto vaya por delante para decir que sé de qué hablo cuando hablo de gratuidad.

Por no hablar de las veces que he realizado performances y participado en recitales de manera no remunerada, e incluso en alguna ocasión, con un alto coste económico, como cuando hice la acción en Helsinki que requirió que el desplazamiento y manutención corriesen de mi parte.

He llegado a hacer cursos de Desarrollo de la Creatividad y Poéticas Objetuales gratuitamente, como cuando participé en el Encuentro de Piedralaves, del Círculo Agora. Tan gratis que me costó dinero. Y ya no puedo seguir participando en estas condiciones.

Y, seguramente, seguiré participando y promoviendo muchas de las acciones que hago de manera gratuita, filantrópica, quizá en un intento poco articulado de modificar el comportamiento social con respecto al hecho de intercambio de materias, productos o servicios mediante la retribución directa de dinero.

Claro que creo que otro mundo es posible, pero no exigible y aquí el meollo del artículo después de un laudo exagerado a mi generosidad.

El otro día, a Carmen le reprocharon que convocase en Facebook el evento que realiza desde hace casi 8 años de una práctica de Tango cada último fin de semana de mes por el hecho de que no fuese gratuito, mientras que, en otro lugar pero a esas mismas horas aproximadamente, un colectivo estaba promoviendo un evento similar pero gratuito.

Facebook implica que no puedes dejar de explicarlo, de explicar tu posición al respecto de todo lo que promuevas o divulgues, para evitar el riesgo de que quien lee tu muro sospeche que eres de los que lanza piedras y escondes la mano. Hay que defenderse de los desacuerdos, lidiar con la comunidad en un peligroso estado de vigilancia de tus opiniones por miles de personas con quien te unen distintos tipos de vínculos. Esta es la razón principal por la que no quise realizar este diario en esa plataforma (y su carácter privado es otra de las razones, pero esto es otra historia).

Así que Carmen hubo de contestar, también en alusión a otras cuestiones, como el hecho de evitar solapamientos entre convocatorias de similares características o la dedicación que los profesionales del sector del Tango han de dedicar a labores de divulgación siempre gratuitas.

Y entonces, yo ya un poco cabreado, me preguntaba si aquel que estaba haciendo las recriminaciones a Carmen trabajaba gratuitamente para divulgarse o para fomentar o estimular el crecimiento de la actividad a la que se dedica. Me consta que le dedica tiempo de esfuerzo y dedicación al Tango, pero no deja de ser una afición, algo a lo que se dedica en el tiempo libre y con los recursos que le deja su profesión, aquello de lo cual ingresará, seguramente, una nómina.

Por otro lado, como gestor que fui de un local en Madrid, sé los costes asociados a tener algo abierto en esta ciudad y lo poco que se agradece, la simpleza con la que, desde la mirada de los aficionados, se tiende a exigir más y más servicios a menores precios, incluso, a sugerir que debería ser todo gratis. Y no puede ser.

No es posible mantener un local, ni tampoco una dedicación plena a actividades artísticas o culturales (ni de ningún tipo), de manera gratuita. Como no es posible hacer cine o música gratuita de manera permanente, ni software gratuito y sostenible…

Se puede hacer todo gratis si existe un soporte económico que sustente este esfuerzo, ya sea mediante el trabajo remunerado en otras áreas para realizar este de manera gratuita o tener una renta más o menos nobiliaria que exima de la necesidad de recibir una compensación económica, o que esta renta sea un salario pseudo-funcionarial que sea pagado en concepto de subvenciones (provenientes de la administración pública o entidades privadas). Pero todos estos casos, especialmente los dos primeros, son acercamientos no profesionales al trabajo artístico o cultural. Algo que, sorprendentemente, jamás se plantearía para un vendedor de colchones, por poner un ejemplo.

En cuanto al software, que me fascina que se esté desarrollando fuera de las empresas más o menos especuladoras y monopolizadoras, hay una tendencia creciente a extender el modelo de donación, lo que yo llamo mecenazgo democrático. Cada vez son más los desarrolladores de pequeños paquetes de software que tienen en sus páginas un botón que admite micropagos mediante PayPal. (Yo plagié esta idea para el modelo de financiación de Lejanías y tuve pocos, muy pocos, ingresos, seguramente en breve añadiré esta opción también en este diario/blog).

He pagado por programas gratuitos para gestionar mi envío de correo electrónico a horas específicas, he pagado a Wikipedia para que pueda seguir existiendo, a Wikileaks, he pagado la suscripción Premium de Spotify varios meses, también Megaupload, incluso no necesitándolo, he pagado por algunos pequeños paquetes de software como plantillas para OpenOffice, etc… siempre según mis escasas posibilidades, pero siempre creyendo que es algo que debería extenderse como costumbre, porque forma parte del respeto al trabajo, el reconocimiento a la labor de la que puedo aprovecharme y que deseo que continúe existiendo. Forma parte del planteamiento de un consumidor responsable que debe asumir que sus actos tienen consecuencias: si paga, si aporta una retribución económica a un proyecto que tiene unos costes, este podrá ser mantenido en un futuro (porque, como él, otros también lo harán).

He intentado, incluso, pagar a cadenas de producción norteamericanas por la adquisición online de mis series preferidas, encontrándome con la negativa a aceptar el pago porque provenía de una IP española. He intentado contratar alguna película online española en portales que presumen de tener una buena filmoteca para su disfrute por streaming, pero nunca han tenido la película que andaba buscando. (Responsables de las distribuidoras de cine español y productoras asociadas, pónganse las pilas… que los tiempos han cambiado).

Si en el cine online, la cosa está en pañales, la música está bien resuelta por streaming, por proveedores como Spotify o iTunes (y sus tiendas) o por otros que llevaban más tiempo haciéndolo, como las emisoras de radio, algunas de las cuales han aprovechado formidablemente las posibilidades de Internet (con last.fm a la cabeza).

Pero cuando se plantea cobrar una performance, surgen problemas. Quizá su origen contra-mercantil sea su fosa, esa voluntad de acabar con los abusos que se llevaban a cabo (y se llevan) en el mercado del arte, sea algo que, llevado al extremo, intente convencer de que ha de ser siempre gratis… y no es posible. El lugar en el que se hace tiene un coste que nadie cuestiona que ha de pagarse, el tiempo que se le dedica a planificar, montar y realizar la acción es profesional, en muchos casos, y ha de tener una remuneración si queremos que sea sostenible. La cuestión será cómo realizar esta valoración que le asigne un precio (justo) ¿por horas? ¿por litros de sangre vertida? ¿por lágrimas derramadas o risas? ¿por simpatía, por emoción, por intensidad?… Se abre un difícil debate que intentaré tener en otro momento.

Y a esto sumamos el asunto de la competencia mal entendida, como solapamiento de actividades de similar sesgo. Pero es tan ridículo entrar en esto…

Que existan más de una actividad al mismo tiempo en un ámbito geográfico, lo único que significa es que hay más de una propuesta a la que unirse y ésto es tan interesante, tan sugerente que, aquel que solicite el intento por no solaparse es que no tiene muchas propuestas que hacer.

Amén de que nunca está claro cual de las diversas propuestas debe ser la sacrificada ni que criterio elegir para privilegiar una sobre otra: se habla de que hay que anteponer a las gratuitas y yo digo que no. Al menos, no solo por eso. Que su gratuidad es un interesante estímulo, pero no el único, que hay muchos más factores a tener en cuenta y que los piensa aquel que ha desarrollado o viene desarrollando su actividad en un sector que difícilmente se mantiene dentro de la profesionalidad, como es la gestión cultural.

Por ejemplo, volviendo a la discusión pública de Carmen en FB, si ella dejase de hacer su práctica, podría ocurrir que, después de un tiempo, quien mantiene el local en el que ella realiza su convocatoria no siguiese interesado en las propuestas tangueras por no aportarle un dinero que necesita para funcionar (en el modelo económico actual). Pasado ese tiempo, ese espacio sería un espacio menos a lo largo del año, además de que Carmen misma podría dejar de trabajar gratis (no saca un dinero que justifique su esfuerzo) en la divulgación del Tango entre sus alumnos y otros que están comenzando en el mundo del Tango. Flaco favor para el Tango en Madrid.

¿Por qué criterio o convocatoria decantarse?

Para mí es evidente que por apoyar todas las propuestas que se hagan, que tampoco son tantas para una ciudad como Madrid. Competir, en caso de que tenga que ser usada esta palabra, con otras acciones más pasivas o menos desarrolladoras de la creatividad y la convivencia del respeto a la cultura como es el ver acontecimientos deportivos en televisión o atontecimientos similares.

No hay nada como la efervescencia de propuestas similares para estimular un sector del mercado. Esto es algo que saben perfectamente los bares en Madrid, que tienden a estar cerca porque es más atractiva una zona llena de bares que un bar aislado. Las tiendas de ropa, las tiendas de bricolaje y otros múltiples ejemplos.

Pero siempre quedará quien piense en pequeño, quien no se dé cuenta de lo que cuesta trabajar (de trabajo) en un sector como este de la cultura (que se ha de hacer, parece, por amor al arte), quien se conforme con la gente que ya existe y no sienta que, para transformar los intereses de la sociedad hay que ver la gente que puede llegar a existir, no la que existe.

Y, esta lacra, además, se permiten el lujo de (desde sus humildes opiniones, eso sí) indicarle a los profesionales lo que deben hacer, quizá sin haberse parado demasiado a pensar en lo que realmente hacen ya. (No es el caso de quien mantuvo esta discusión con Carmen y que me ha servido de excusa para esta larguísima entrada en el blog de hoy. Vaya para él todo mi cariño y reconocimiento).

Lo que sí es evidente es que debe haber un debate (que me consta que existe en distintos sectores) sobre la gratuidad y la cultura como sector sostenible. Especialmente importante en época de crisis (no sé si el sector, pero sí su modo de financiación y sostenibilidad).

Seminario de Maquetación Gratuito

Ayer invité a mi casa a varios de mis alumnos y algunos exalumnos para ofrecerles un poco de mis conocimientos en maquetación, lo que he ido aprendiendo con el paso de los años y los libros.

Me resultó curioso como los que venían traían regalos o cosas para comer y beber. Como los reyes magos en el belén. Yo, que soy muy serio, a parte de agradecérselo escasamente, les decía que era un curso, no una fiesta. Que se trataba de intentar tomar notas y no patatas. Pero hoy, recapacitando (curiosa palabra), me he dado cuenta de que el kit de la cuestión estaba en la gratuidad.

Parece difícil presentarse en un lugar donde nos están regalando algo sin nada que regalar.

Pero, obviamente, no hacía falta. El objetivo no era aprovisionarse para pasar un largo invierno, sino demostrar que otra economía es posible. Se trata de regalar lo que tengo (en la medida en la que puedo) fomentando que, el día de mañana, quizá, alguien de los que asistieron o fueron invitados a asistir, decida también regalar algo de lo que tienen (en la medida en la que puedan y/o quieran).

Además de las manifestaciones tan en boga estos días, hay que mantener una actitud permanente de solidaridad, de entrega, de generosidad… compatible con necesidades materiales de primer nivel, por decirlo así, que se han de nutrir, de momento, con la forma tradicional de remuneración por el trabajo (asalariado).

Intento hacerlo desde hace años, vivir de esta manera, aportando mis granitos de arena de tiempo, conocimientos, disposición, como convocando recitales, organizando reuniones de lectura, facilitando seminarios como el de ayer y, próximamente, fomentando y extendiendo el uso del software libre, instalando Linux en ordenadores de quien desee que se le ayude a instalar…

Son varios siempre los campos en los que uno puede darse. Pero conviene tener presente una frase que me dijeron la primera vez que me apunté de voluntario a una ONG y estuve dando clases de informática y teatro en Norte Joven, una escuela para chavales con problemas de integración:

No te comprometas con más tiempo ni más esfuerzo que el que estés dispuesto a mantener durante un largo periodo de tu vida.

Me lo apunto y lo hago tal cual, aunque siempre dudando si un poquito más sería mantenible, sostenible, como parece que hay que decir. Siempre siento que no es suficiente… ¿lo es?

Bicicleta

¿Qué ocurre en Madrid cuando comienzan a circular en bicicleta miles de personas que antes no lo hacían?

Madrid 1562
Madrid 1562

Madrid es una ciudad que ha crecido mal, desde sus orígenes como capital de España hasta ahora, ha ido creciendo como un pueblo grande manchego, que dice mi padre. Recuerda más a Toledo o a Ávila o Segovia que a París, por poner un ejemplo. Y no es sólo una cuestión de tamaño sino de estructura. Barcelona es una ciudad del mismo tamaño que Madrid, aproximadamente, y sin embargo su estructura es planificada, como se puede ver en la imagen del plano de la derecha.Eixample de Barcelona

Esto sirva para anticipar porqué soy algo crítico con la bicicleta y su uso masivo en esta ciudad. Siempre he defendido que, dada justamente su reducida dimensión y su alta concentración de población y edificios en el centro, Madrid era una de las ciudades más «caminables« que se pueda concebir teniendo en cuenta su población. Hay pocas capitales de estas características que se puedan caminar de arriba a abajo, de norte a sur o de este a oeste, casi en unas pocas horas. Por supuesto, el espacio dejado a los coches es ridículo, por no hablar del que queda para los peatones. Si le sumamos la demanda de los que desean pasear o circular en bicicleta, me temo que tenemos un problema.

Pero eso no quita para que considere que ha llegado el momento de plantear una nueva forma de circular por las ciudades y Madrid no debe salvarse de esa transformación.

Para empezar, admiro el transporte masivo de población por su eficacia, por su alta capacidad de mover a la población afectando al mínimo el espacio que se precisa para ello, la energía que se consume y la velocidad a la que se puede desplazar. Por no hablar de la seguridad. Son todo ventajas y creo que, en esto, pocos parecen estar en desacuerdo, para variar.

Lo que yo extraigo de ello es que los que se mueven en coche en el centro de la ciudad deberían ser «penalizados« con menos espacio del que aún hay; que se puede generar un carril bici en Gran Vía y otro en Castellana/Recoletos y así en las principales vías. Que sufra quien tenga un deseo irreprimible de circular en transporte privado en el centro de una ciudad como esta me parece un mal menor. Pero que sufra quien camina, que sufra el peatón por el miedo que puedan tenerle los ciclistas a los vehículos motorizados me parece terrible en una ciudad que, indudablemente, debería ser más peatonalizada cada día.

Hay infinidad de vías (estoy hablando principalmente de la zona centro de la ciudad) que al peatonalizarse ganarían calidad de vida para todos los afectados: comercios, peatones, incluso conductores que no se encontrarían, como ahora ocurre con tanta frecuencia, atorados en una callejuela por un vehículo que paraliza el tráfico completamente, con el consiguiente cabreo, ruido de cláxones desquiciados y estrés para todos los afectados: comercios, peatones e incluso conductores.

Pero peatonalizar no significa hacer un carril bici para que los ciclistas tomen el relevo de los conductores. Y menos aún cuando los ciclistas, en la mayoría de los casos, no respetan ningún tipo de normativa de circulación, creyendo que se trata de un movimiento como el de caminar, que no precisa de normas explícitas. Pero no es así: igual que hay carnet de conducir vehículos motorizados, me parece que sería necesario implementar un carnet de conducir bicicletas por la ciudad, para conseguir el cual se pueda exigir el conocimiento y respeto de unas normas básicas de convivencia.

Me he encontrado varias veces arrollado por ciclistas en lugares dónde no tendría que haber ocurrido esto, como aceras, ya de por sí exánimes, o en calles peatonales, en las que uno camina relajado y sin sentir que debe tener ojos en la espalda o habilidad y rapidez para apartarse del arrogante galopar de un ciclista. Les he maldecido hasta el punto de sentir que su reclamación (que es lícita) de conseguir un carril bici no es la mía. Está claro que debe haber un diálogo y acuerdo, pero mi sentir es que los bicicríticos desean luchar contra los vehículos invadiendo el terreno en el que no hay vehículos y esto me parece una contradicción.

También me crispa cuando, cada jueves de mes que deciden manifestarse, cortan no sólo el tráfico de los vehículos privados, que me parece que estaría en su sentido, sino también el tráfico dedicado a los transportes públicos masivos, como autobuses de la EMT. Para mí, ferviente defensor de la reducción del número de vehículos privados, este perjuicio contra los transportes públicos colectivos es un argumento a favor de los privados.

Por favor, queridos ciclistas, sean respetuosos con los peatones por encima de todo: en ellos están sus más posibles aliados. Sean respetuosos por el hecho de que respetar es bello. Exijan respeto de los vehículos motorizados privados circulando por sus carriles respetando sus normas de circulación hasta que se habiliten para las bicicletas unas normas específicas con carriles específicos. Bloqueen sin pudor las vías que consideren, pero no las aceras. En caso contrario, como ya ha ocurrido en más de una ocasión, se acabarán por fabricar unos minicarriles bici en las ya desnutridas aceras de esta ciudad.

Y entonces, sólo entonces, recibirán mi apoyo. Soy peatón y no creo que a los ciclistas les gustase que los peatones invadiésemos la calle durante su circulación en un carril bici. Sólo pido reciprocidad.

Densidad

Está claro que alguien ha descubierto la densidad. Es más, incluso han descubierto que el peso no tiene nada que ver con el reparto de la masa en un cuerpo de dimensiones variables. Empieza una nueva carrera de publicidad para vender servicios y productos adelgazantes, porque de lo que se trata es de adelgazar… no, matizo: se trata de estar guapo… no, matizo: se trata de gustar… no, matizo: se trata de creer que se gusta a los demás… no, matizo: se trata de lograr el éxito… aunque ese éxito sea engañoso, superficial, externo, infantil.

Obviamente esa doctora de ojos tan azules como los fremen de Dune, Ojos azules de Fremen de DUNE nos mira dándonos su teléfono, cuando no será ella quien nos atienda, ni al teléfono ni en persona. Al lado, un sugerente pareo nos deja imaginar ese oscuro objeto de deseo. Así que deseamos ir a esa clínica de blancos y azules, casi como una convención del partido demócrata estadounidense, casi como una inferfaz de red social. Todo muy limpio y aséptico, quirúrjicamente probado.

Yo siempre he dicho que no me peso desde que tenía catorce años. No sé si es cierto o una exageración, lo que es verdad es que me importa muy poco mi peso. Depende, entre otras cosas, de la distancia al centro de la Tierra, de la masa de la misma y de factores que poco o nada puedo controlar. Si hubiese un medidor de masa podría ser otra cosa, pero habría otros factores a tener en cuenta y sobre los que no quiero incidir como son la composición química de la materia que me compone, ese puñado de átomos que se unen en moléculas y macromoléculas llamadas células que, aglutinadas en tejidos, van conformándome hasta darme una silueta más o menes reconocible como mi cuerpo.

Me preocupa mi vida, vivir feliz, vivir siempre observando la pregunta de si hacerlo merece o no la pena. Lo demás, si peso más o menos, si, a la altura de mi barriguita, mi perfil tiene más o menos centímetros de perímetro, si mis glúteos están a una determinada altura del suelo o a otra, me importa un pito, como diría Oliverio.

Por cierto, la relación entre la masa y el volumen que ocupa esa forma, ese cuerpo, se llama densidad:

densidad. (Del lat. densitas, -atis). 1. f. Cualidad de denso. 2. f. Fís. Magnitud que expresa la relación entre la masa y el volumen de un cuerpo. Su unidad en el Sistema Internacional es el kilogramo por metro cúbico (kg/m3). 3. f. Fotogr. En una emulsión fotográfica, ennegrecimiento de la imagen, proporcional a la cantidad de luz a la que esta ha sido expuesta. 4. f. Inform. Número de bites que puede registrarse en un sistema de almacenamiento de memoria. ~ de población. 1. f. Número de individuos de la misma especie que viven por unidad de superficie. ~ óptica. 1. f. Fís. Grado de absorción de la luz por un medio transparente.

No creo que trate de esto esta publicidad, sino de la redistribución de la masa en el espacio, siguiendo un patrón más o menos acordado como armónico o bello. Y digo más o menos porque no está claro que esa belleza sea la Belleza deseable. Siempre me gustará más una sonrisa que una cadera. Sé que no me creerá casi nadie, sé que puedo volver la cabeza ante una mujer de curvas atractivas, pero sé que si no hay una sonrisa en su cara, si no hay una mirada cómplice, si no hay una persona detrás de esa figura, no me atraerá más que una figurita de Lladró.

Y, como con las figuritas de Lladró, me darán unas ganas terribles de destrozarla.

Pero, antes de que se sospeche de mi implicación en la muerte de alguna damisela más o menos sexy, añadiré que esto es solo un deseo fantasioso, no un deseo real.

¿Para cuando una clínica que ayude a estar bien con uno mismo o con una misma tal cual se es? ¿Es quizá un problema el hecho de que esto es más difícil de vender? ¿Es algo que han incorporado en su portfolio los psicólogos o terepeutas en su discurso de autoaceptación? ¿Debe haber mercado para todos los negocios? ¿Puede la publicidad utilizar cualquier medio para lograr su fin?

Creo que, en lo que concerniente a esta última pregunta, la respuesta debería ser un claro no.

Pero también creo que las personas deben aprender a responsabilizarse ante los estímulos publicitarios, protegiéndose de prácticas agresivas y manipuladoras, pero no sólo ante la publicidad, sino ante todos esos intentos de manipulación, de influencia más allá de lo razonable que nuestro entorno genera. ¿Cuál es el límite? Cada cual debe poner el suyo, pero debe enseñarse a poner esos límites. Debe abrirse un debate acerca del hecho de que cada cual puede (pero debe) regular cuánto y cómo se deja manipular, cada cual puede (y debe) ser consciente del intento de manipulación por parte de ese entorno y los medios que se poseen para mantenerse parcialmente independiente, con un criterio propio, formado dentro de una sociedad, claro, pero al mismo tiempo individual, autoconsciente, responsable y adulto.

Señoras y señores, les llamo a que piensen cuando miren, dejen de ser borregos, con esa mirada prematadero que presentan constantemente los bovinos, les conmino a responsabilizarse de sus actos, a autoanalizar sus decisiones, a saber los límites individuales que lo delimitan como persona, a conocerse, a reconocerse. No puede pasar más tiempo, el mundo entero está necesitando este cambio de actitud, en política, en sociedad y conciencia social, en relación de pareja o interpersonal varia, en mercado laboral, en economía, en cualquier actividad humana, en general y en particular para cada uno y cada una de nosotros y nosotras.

¡Basta ya! ¡Te toca ser persona!

Hay que matarlos o algo peor

La ira es muy mala consejera. Cuando se instala en las instituciones es tremenda y conduce a dictaduras más o menos salvajes. Cuando se instala en la gente, en la sociedad, se obtiene un grado de violencia en el ambiente que hace que la convivencia sea siempre agresiva.

Ayer una persona a la que admiro desde el punto de vista artístico se vanagloriaba de haber participado en una cacerolada que había terminado por impedir que los candidatos del partido popular pudieran celebrar un mitin en Lavapiés. Se alegraba del hecho de que había sido necesaria la intervención de la policía para que los desalojasen de allí, a los señores del PP, más o menos indeseables.

Lo puso en su muro de facebook como algo de lo que sentirse orgullosa y muchos incluso la felicitaron por ello, se congratularon y yo no quise (llámame cobarde) entrar en la polémica (sería el único polemizando) diciendo que no me parecía correcto ese comportamiento.

Que no simpatizo con el PP es algo que no creo que tenga que demostrar, pero que no me gusta evitar su discurso con la violencia no creo que sea algo que tenga que defender. Debería ser evidente que la violencia no fomenta el debate, el sano ejercicio de escuchar, discernir, criticar y, finalmente, elegir la opción más deseable para cada uno. Es un cierto relativismo moral, claro, pero es inherente al buen funcionamiento de la democracia.

Si no hay relativismo moral, si una de las opciones es correcta y las otras incorrectas, si una es buena de manera absoluta, la democracia es un error. Se trataría de llevar a cabo un trabajo dialéctico-lógico que dedujese cuál es la única elección correcta y terminar con el asunto.

Soy demócrata incluso para creer que puede estar equivocada la mayoría, pero ese error está en su capacidad para ser libres, para decidir, incluso aunque me parezca que se equivocan, pero arrogarme la sensación de que yo no puedo ser quien está equivocado me parece tan peligroso como que otros se equivoquen.

Libertad, libertad, sin ira hay libertad…

rezaba una canción de mi juventud de Jarcha que adoré durante décadas. Aún la escucho, ahora gracias a Spotify, de momento. Y es que es así de cierto: es preciso dejar de lado la ira para permitir el libre ejercicio de los derechos de los demás, por más que creamos que no hacen lo correcto. Sin ira será posible la libertad, pero la ira se ha ido instalando en la sociedad ayudada por los discursos patéticos de los partidos políticos actuales que saben que la ira es más vistosa que el discurso, saben que tienen que ser espectaculares y no únicamente coherentes o éticos.

Su única ambición (y puede que incluso siendo bienpensado sea de buena fe) es alcanzar el poder y para ello, en este mundo mediatizado en el que nos toca vivir, es preciso ser escandaloso, ruidoso, mucho más que los demás, hacer más y más ruido, gritar más alto… pero esto no es política (al menos no ideológica) y cuando la oposición a uno de los partidos que más hace esto lo hace también, siento que se ha entrado al trapo de la demagogia, de la violencia barata y callejera, de las verduleras, de la que hace el PP.

Ahora hay un terremoto en Lorca y todos van a fotografiarse en la zona. Y tienen la desfachatez de decir que han suspendido los actos de campaña. Pero ¿a quién pretenden mentir? Todo lo que hace un político es buscando electorado. Incluso cuando dicen que han dejado de buscar electores. Es su trabajo y entiendo que lo hagan, pero no nos insulten diciendo que no lo hacen. No nos mientan.

Ah, se me olvidaba, es preciso mentir para que salga un discurso creíble.
No se trata de conseguir un discurso cierto, sino verosimil.

Es como en cine, el maquillaje se utiliza para lograr un efecto de naturalidad que no se tendría con la naturalidad de la piel sin maquillar (error que cometen los fundamentalistas de cine europeo con frecuencia).

Resumiendo: me habría gustado que a esos mitineros del PP les hubieran, simple y sencillamente, ignorado hasta el punto de que hubiesen sabido que lo que dicen no convence, que lo que pretenden no interesa, que no serán votados. No me ha gustado que a esos mitineros demagogos se les haya tratado con la demagogia del ruido.

Ruido x Ruido = Ruido al cuadrado.

Pego la letra de la canción para que quede aquí, por si alguien en Internet… mientras se pueda, la busca y quiere tenerla.

Libertad sin ira

Dicen los viejos que en este país
hubo una guerra,
que hay dos Españas que guardan aún
el rencor de viejas deudas;

dicen los viejos que este país necesita
palo largo y mano dura
para evitar lo peor.

Pero yo sólo he visto gente
que sufre y calla, dolor y miedo,
gente que sólo desea
su pan, su hembra y la fiesta en paz.

Libertad, libertad
sin ira libertad,
guárdate tu miedo y tu ira
porque hay libertad,
sin ira libertad,
y si no la hay sin duda la habrá.

Dicen los viejos que hacemos
lo que nos da la gana;
y no es posible que así pueda haber
gobierno que gobierne nada;

dicen los viejos que no se nos dé rienda suelta,
que todos aquí llevamos
la violencia a flor de piel.

Pero yo sólo he visto gente
muy obediente, hasta en la cama
gente que tan sólo pide
vivir su vida, sin más mentiras y en paz…

Libertad, libertad
sin ira libertad,
guárdate tu miedo y tu ira
porque hay libertad,
sin ira libertad,
y si no la hay sin duda la habrá.

Los periódicos

Parece que estar a la última en la información aporta una sensación de pertenencia a la sociedad, al grupo, a la tribu, a la nación, a lo que sea que se quiera pertenecer. Y digo parece porque no es real, es sólo una ilusión, como la perspectiva que, paradójicamente, resta perspectiva: hace tener una mirada tan focal que nos olvidamos de la imagen de fondo, como cuando un árbol no deja (y puede hacerlo) ver el bosque.
De cuando en cuando, conviene realizar el esfuerzo de alejarse de los árboles para ver el bosque.
No leer la prensa a diario debería ser una de las reglas básicas para todo individuo que desee tener una mirada global, integradora, que no se deje o no se quiera dejar llevar por los detalles. La mirada debe estar relajada para poder tomar altura, para poder clasificar en grandes bloques la información que se posee y, de esta manera, poder plantear estrategias de exposición de la misma.
En ocasiones algún periodista hace este trabajo, parcialmente, en reportajes más o menos totalizadores sobre un tema concreto, lo cual no deja de ser una contradicción, pero muy rara vez tienen la capacidad o la oportunidad de realizar un trabajo más… diría filosófico.
No sé si lo más correcto es filosófico, pero sí me parece que tiene que ver con eso, con el amor al conocimiento como humano y abstracto, general, ¿platónico?
El caso es que va siendo necesario el desarrollo de esa capacidad de mirada global, en un mundo complejo plagado de interrelaciones en el que no hay sistemas aislados, como les gusta tanto a los físicos y químicos, sino que todos los sistemas son parte de uno solo grande y global.
No se puede, por ejemplo, pensar en el asesinato de Osama bin Laden sin pensar en la disminución de velocidad máxima autorizada en las carreteras españolas. No se puede pensar en la ilegalización de Bildu sin hablar de la transición a la democracia y la recuperación de la memoria histórica e, incluso, la influencia de la reconquista en la radicalización del cristianismo en España. No se puede hablar de los rebeldes libios sin mencionar la banca china y su hegemonía mundial.
Como decían en una serie de televisión (Life) que me gustó bastante: todo está conectado.
Lo demás, es simplificar y, aunque, como diría George Perec «siempre hay que simplificar», la verdad es que en el complejo mundo que vivimos conviene ser consciente de que la simplificación significa inevitablemente un sesgo, una reducción de la información, a veces intencionado, a veces no, pero siempre una pérdida importante de conocimiento. En resumen, se trata de un acercamiento detallado a un árbol de un enorme bosque.

Estamos muy contentos porque Osama ha muerto

Nadie dice
durante un atentado
contra un edificio en un país
musulmán
han sido asesinados el dirigente de un grupo
organizado
(por los EEUU hace décadas para combatir, presuntamente, el auge del comunismo)
y que atentó o participó en la organización de atentados
contra las torres.
He oído en televisión
que se divide la tierra entre las
naciones civilizadas
que son aquellas que se alegrarán de que Osama haya muerto (haya sido matado, sería más correcto)
y naciones no civilizadas
que son aquellas en las que no se alegrarán de que a Osama le hayan matado.
Hummm….
parece que no se puede estar en una nación
civilizada
y no desear la muerte de nadie.
Aunque quizá tampoco se pueda estar en naciones
incivilizadas
sin ser radical.
Soy radical
¿?
No tengo claro qué soy
pero sí sé que no me gusta que nadie
se alegre
por la muerte
de otro ser humano
aunque se haya intentado
que ese ser humano
no parezca un ser humano
para poder matarlo
como solución a todos los males de la humanidad
como sacrificio azteca
o como montaje cinematográfico
digno de una
producción de serie
Bruckheimer.
Algún día harán una película
que espero que protagonice
Stallone
sobre esta interevención
y será tan bueno que
durante el asalto
tendrá tiempo de enamorarse
de la bellísima (e intrascendente)
piloto de helicóptero.
Y seguramente iré a verla
por los efectos especiales.
Así que estoy muy contento
porque los USA tengan una nueva razón
para hacer películas
que me gustan.
Qué bien, qué bien!
Qué cosas…

14 de abril de 2011

BanderaParece mentira que hayan pasado 80 años desde que España tuvo una Segunda República. Parece mentira que aquella durase, en paz, menos de 6 años. Parece mentira que después de ser depuesto el gobierno elegido democráticamente, la forma de gobierno anulada, la forma jurídica del estado violada, un señor y sus seguidores se mantuviera en el poder a golpe de dictado y armas durante 40 años. Parece mentira que ese mismo señor educase a quien le iba a suceder y decidiese que ese iba a ser un rey, otro señor que, por ser quien era, podía ser el representante de esta nación. Parece mentira que no se opusieran a que esto continuase siendo así después de la muerte de aquel que había violado la constitución española democráticamente elegida. Parece mentira que la transición fuese dictada por un muerto. Parece mentira que ese muerto dejase todo atado y bien atado. Parece mentira que la Ley de Memoria Histórica (LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura) haya quedado en agua de borrajas y su principal adalid esté ahora enfrentándose a un juicio formal que va a terminar con su carrera. Parece mentira que hoy, después de 80 años, no sea fácil hablar de República en España. Parece mentira que la inmensa mayoría de la población que conozco admire al rey, a ese señor poseedor de algún tipo de origen divino que justifica su preeminencia por encima de otros españoles. Parece mentira que la República se siga viendo como algo problemático y no como algo que fue una solución: el problema vino después, pero pocos parecen querer darse cuenta. Parece mentira que no haya una nueva república, una definitiva república que permita que elijamos democráticamente a nuestro principal representante a nivel nacional. Parece mentira. Pero es verdad.
No estamos capacitados para tener una república. Eso exige una responsabilidad política y social que evitase poder atacar a nuestro representante como si fuese un trapo, faltarle al respeto. Pero claro, así es como tratamos a todos. A nuestros compañeros, a nuestros jefes, a nuestros subordinados, al señor que me atiende en el autobús, al que me da una barra de pan y a la señorita que intenta ganarse la vida vendiendo o alquilando su cuerpo.
No estamos capacitados para elegir con templanza, con raciocinio, con un mínimo de visión global, de perspectiva social e ideológica. No lo estamos porque durante 40 años un señor se encargó de convencernos de que era una mala idea gobernarnos a nosotros mismos porque éramos inherentemente malvados, mezquinos, ruines, torpes, incapaces en una palabra. Y parece mentira, pero es verdad, que consiguió convencernos.
Convenció a mis padres, a los padres de mis padres, a tus padres, a la inmensa mayoría de los padres de los que ahora ni tienen un mínimo de reflexión para evitar que se repitan esos patrones.
Parece mentira, pero no, no lo es.
Seguimos gobernados por una casta política que no cree necesario dar explicaciones porque los borregos a los que gobiernan estamos dispuestos a seguir siendo gobernados de esa manera. Lo único importante es que no nos falte pa comer. Y pa gastar en bares, qué lugares. Y en otros caprichos. Pero… ¿elegir la manera en la que queremos ser gobernados? No, nunca. ¿Qué importa?
Sí, flipante, decimos: ¿Qué importa?
Y seguimos adelante votando a corruptos, permitiendo abusos descarados de poder, permitiendo que los recuros sociales que, escasos, se fueron consiguiendo, sean desmantelados para proteger a quienes tenemos más. ¿Qué importa el futuro? Yo siempre tendré mucho. Yo soy rico. Al menos estoy entre los más ricos… hasta que no lo esté. Porque no lo estaré siempre. Parece mentira, pero esto también es verdad. Y se nos caerá el pelo.
Seguimos permitiendo que un señor por tener un ADN más o menos especial sea el representante de nuestra nación. Por la gracia de Dios, claro. Una, grande y libre. Sí… mucho.
Esto es para mear y no echar gota!
Pero es verdad, verdad de la buena.
Así somos.
Quizá por esto tengo algo de esperanza depositada en la transformación que nos obligará a realizar la depresión económica en la que vamos a entrar tras la asunción de que esto no es una crisis. Quizá por eso espero que Europa renazca como un nuevo modelo político, como una aglomeración cultural, económica y social, federada y capaz de erigirse en referente político del mundo, de un mundo que se ha quedado sin referentes, de un mundo que no cree en utopías y avanza como topos bajo el sol.
No tengo muchas esperanzas en una III República, bastante improbable, pero sí algunas en la necesidad que vamos a ir teniendo de acercarnos, de unirnos, de formar parte de algo más grande que este pedazo de tierra que un señor llamado Francisco tuvo el gusto de regir durante 4 décadas malditas de nuestra historia. Historia no revisada, historia putrefacta, mal cicatrizada, que necesita una operación porque hace tiempo que se ha convertido en crónica.
Estamos enfermos de dictadura.
La monarquía incuestionada es sólo un síntoma.
Qué pena.

Antisemitismo

Leo con frecuencia (esta vez en El País) que el antisemitismo está aumentando a raíz de la crisis económica, así como que los antisemitas están más localizados a la izquierda del espectro ideológico español.
Me inquieta pensar que, detrás de esto, haya un problema político más que racial encubierto de problema racista.
Para empezar, no vendría mal hacer algunas aclaraciones al respecto: En primer lugar, semita es una denominación de un conjunto de pueblos que tienen el común, principalmente, el pertenecer a una misma familia lingüística.

Familias Lingüisticas Semitas
semitas

En segundo lugar, los hebreos están dispersos por el mundo y los Israelitas son un país. Habría que diferenciar entre el odio posible a los judíos, que, como señala el artículo, no podemos distinguir, del declarado odio o manifestaciones contrarias al estado de Israel. Pero esto también tiene palabra para designarlo sin problemas: antisionista.
Es más, incluso habría que poder distinguir entre aquellos que están en contra de la existencia de un estado confesional hebreo y aquellos que están en contra de lo que tal estado está realizando a su alrededor para mantener un estatus-quo claramente insostenible, por supuesto, con la aquiescencia o incluso el apoyo de los gobiernos occidentales interesados en perpetuar un conflicto que permita enfrentar naciones o religiones para lograr una demanda de compra de armamentos y garantías bélicas que equilibren la balanza comercial de los consumidores y los productores principales de petroleo.
Cuando se utiliza la palabra antisemita actualmente se tiende (y creo que intencionadamente) a confundir estos términos con el fin de que nadie pueda declararse antisemita por antijudío, ni siquiera por antisionista y, de este modo, reducir las manifestaciones contrarias al régimen del gobierno israelí.
Pero, si usásemos la palabra antisemita en su sentido más etimológico, cabría decir que España es uno de los países más antisemitas que hay, teniendo en cuenta que el desprecio a lo árabe es tal que no queremos reconocer, ni siquiera, nuestra herencia, semítica por partida doble, más allá de un tímido intento realizado en esa «alianza de las civilizaciones» que no atrae ni mínimamente el interés ni la empatía de una minoría de los españoles.
Así que, ¿somos antisemitas? Sí, pero no antijudíos. ¿Antisionistas? No, pero sí contrarios al gobierno israelí, al menos formalmente. Es decir, queda bien criticar (es políticamente correcto) el integrismo hebreo del estado de Israel, pero lo apoyamos completamente de manera soterrada en su política de aplastamiento del enemigo árabe.
Si no usamos las palabras con precisión, nunca podremos definirnos.
Si es preciso, deberíamos dejar de definir las palabras con imprecisión, con generalidad, por costumbre, para, quizá, ser menos manejables.

Esto no es una broma