La Central

Entrar en La Central, la librería de Callao en Madrid, no la de Barcelona, es una especie de sueño. Pero es tanta la información que me abotarga, que me hace sentir incapaz de asimilarla toda, me acompleja… pero no tanto como para no enfrentarla, poco a poco… cuando mis bolsillos puedan.

Me encantan sus laberínticas salas y la especialización de muchas de ellas, dedicadas a la teoría de la literatura, o la obra de OuLIPO en francés… jo, ¡pero es que no puedo leerlo todo! ¿Querría? Bueno, hay secciones que no me interesan lo más mínimo, no sé porqué, pero de repente paseando por ella, con mis padres, esta tarde, me he encontrado con una sección de libros de cocina de lo más insulsos, así como otra, junto a un futbolín, de libros de deportes. Ninguna de ellas me ha atraído ni mínimamente, salvo para comprar algún regalo a alguien o valorar el hecho de que estén luchando con uñas y dientes por mantener un negocio difícil como una librería.

Tengo en mi móvil, en mi flamante smartphone, una lista de libros pendientes de adquirir, y más de la mitad están en La Central… pero no puedo. ¡Ay, qué dolor!

Hoy he disfrutado y alguno de estos días me acercaré a leerme alguno de sus pequeños libritos que cuestan más de 15 euros y que puedo leer en un ratín. ¿Será tramposo? No creo. No me siento mal por hacerlo… supongo que es una moral muy relajada, pero es que aún está de vacaciones mi censor.

Presentación de Verso Cero

PRESENTACIÓN
del poemario
VERSO CERO
Miércoles 3 de Julio a las 20:00
Café Comercial
Glorieta de Bilbao
(Madrid)

Este poemario ha sido recolectado a lo largo de los meses de abril y mayo de 2013 a partir de poemas de los asistentes a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 coordinados por Giusseppe Domínguez.

Autores: Carmen Cruz, Carmen Garrido, Dolores Vallejo, Eduardo Manzaneque, Ernesto Pentón, Eva Obregón, Jorge Piñero, Juan Carlos Orella, Juan Carlos Ortega, Angelines Cuenca, Paloma Hernández, Sara Valverde, Susana Recover, Vanessa Ventresca, Vicente Navarro-Abad.

La palabra «cero» proviene de la traducción de su nombre en sánscrito ??nya (vacío), en devanagari (????), al árabe sifr (??????) Del árabe clásico migró al árabe hispano (?ífr) y, de allí, al italiano (zero) a través del bajo latín zephyrum. La voz española «cifra» también tiene su origen en sifr.

Talleres de Poesía y Escritura Creativa
Asociación Cultural Clave 53
poesia@clave53.org
www.clave53.org

Te adjuntamos invitación para que asistas a este encuentro con la poesía en lo que puede ser una de las más poéticas despedidas de la larga primavera que te brindamos.

Cartel_presentación_verso_cero

Recuerda:
¡Cuéntaselo a quien creas que le puede interesar!

Introducción al Tractatus Logico-Philosophicus

Autor: Bertrand Russell, Mayo, 1922.

El Tractatus logico-philosophicus del profesor Wittgenstein intenta, consígalo o no, llegar a la verdad última en las materias de que trata, y merece por su intento, objeto y profundidad que se le considere un acontecimiento de suma importancia en el mundo filosófico. Partiendo de los principios del simbolismo y de las relaciones necesarias entre las palabras y las cosas en cualquier lenguaje, aplica el resultado de esta investigación a las varias ramas de la filosofía tradicional, mostrando en cada caso cómo la filosofía tradicional y las soluci ones tradicionales proceden de la ignorancia de los principios del simbolismo y del mal empleo del lenguaje.
Trata en primer lugar de la estructura lógica de las proposiciones y de la naturaleza de la inferencia lógica. De aquí pasamos sucesivamente a la teoría del conocimiento, a los principios de la física, a la ética y, finalmente, a la mística (das Mystiche).
Para comprender el libro de Wittgenstein es preciso comprender el problema con que se enfrenta. En la parte de su teoría que se refiere al simbolismo se ocupa de las condiciones que se requieren para conseguir un lenguaje lógicamente perfecto. Hay varios problemas con relación al lenguaje. En primer lugar está el problema de qué es lo que efectivamente ocurre en nuestra mente cuando empleamos el lenguaje con la intención de significar algo con él; este problema pertenece a la psicología. En segundo lugar está el problema de la relación existente entre pensamientos, palabras y proposiciones y aquello a lo que se refieren o significan; este problema pertenece a la epistemología. En tercer lugar está el problema de usar las proposiciones-de tal modo que expresen la verdad antes que la falsedad; esto pertenece a las ciencias especiales que tratan de las materias propias de las proposiciones -en cuestión. En cuarto lugar está la cuestión siguiente: ¿Qué relación debe haber entre un hecho (una proposición, por ejemplo) y otro hecho para que el primero sea capaz de ser un símbolo del segundo?
Esta última es una cuestión lógica y es precisamente la única de que Wittgenstein se ocupa. Estudia las condiciones de un simbolismo correcto, es decir, un simbolismo en el cual una proposición «signifique» algo suficientemente definido. En la práctica, el lenguaje es siempre más o menos vago, ya que lo que afirmamos no es nunca totalmente preciso. Así pues, la lógica ha de tratar de dos problemas en relación con el simbolismo: l.° Las condiciones para que se dé el sentido mejor que el sinsentido en las combinaciones de símbolos; 2.º Las condiciones para que exista unicidad de significado o referencia en los símbolos o en las combinaciones de símbolos. Un lenguaje lógicamente perfecto tiene re glas de sintaxis que evitan los sinsentidos, y tiene símbolos articulares con un significado determinado y único. Wittgenstein estudia las condiciones necesarias para un lenguaje lógicamente perfecto. No es que haya lenguaje lógicamente perfecto, o que nosotros nos creamos aquí y ahora capaces e construir un lenguaje lógicamente perfecto, sino que toda función del lenguaje consiste en tener significado y sólo cumple esta función satisfactoriamente en la medida en que se aproxima al lenguaje ideal que nosotros postulamos.
La función esencial del lenguaje es afirmar o negar los hechos. Dada la sintaxis de un lenguaje, el significado de una proposición está determinado tan pronto como se conozca el significado de las palabras que la componen. Para que una cierta proposición pueda afirmar un cierto he debe haber, cualquiera que sea el modo como el lenguaje esté construido, algo en común entre la estructura de la proposición y la estructura del hecho. Esta es tal vez la tesis más fundamental de la teoría de Wittgenstein. Aquello que-haya de común entre la proposición y el hecho, no puede, así lo afirma el autor, decirse a su vez en el lenguaje. Sólo puede ser, en la fraseología de Wittgenstein, mostrado, no dicho, pues cualquier cosa que podamos decir tendrá siempre la misma estructura.
El primer requisito de un lenguaje ideal sería tener un solo nombre para cada elemento, y nunca el mismo nombre para dos elementos distintos. Un nombre es un símbolo simple en el sentido de que no posee partes que sean a su vez símbolos. En un lenguaje lógicamente perfecto, nada que no fuera un elemento tendría un símbolo simple. El símbolo para un compuesto sería un «complejo». Al hablar de un «complejo» estamos, como veremos más adelante, pecando en contra de las reglas de la gramática filosófica, pero esto es inevitable al principio. «La mayor parte de las proposiciones y cuestiones que se han escrito sobre materia filosófica no son falsas, sino sinsentido. No podemos, pues, responder a cuestiones de esta clase de ningún modo, sino establecer su sinsentido. La mayor parte de las cuestiones y proposiciones de los filósofos proceden de que no comprendemos la lógica de nuestro lenguaje. Son del mismo tipo que la cuestión de si lo bueno es más o menos idéntico que lo bello» (4.003). Lo que en el mundo es complejo es un hecho. Los hechos que no se componen de otros hechos son lo que Wittgenstein llama Sachverhalte, mientras que a un hecho que conste de dos o más hechos se le llama Tatsache; así, por ejemplo: «Socrates es sabio» es un Sachv erhalt y también un Tatsache, mientras que «Sócrates es sabio y Platón es su discípulo» es un Tatsache, pero no un Sachverhalt.
Wittgenstein compara la expresión lingüística a la proyección en geometría. Una figura geométrica puede, ser pro yectada de varias maneras: cada una de éstas corresponde a un lenguaje diferente, pero las propiedades de proyección de la figura original permanecen inmutables, cualquiera que sea el modo de proyección que se adopte. Estas propiedades proyectivas corresponden a aquello que en la teoría de Wittgenstein tienen en común la proposición y el hecho, siempre que la proposición asevere el hecho.
En cierto nivel elemental esto desde luego es obvio. Es imposible, por ejemplo, establecer una afirmación, sobre dos hombres (admitiendo por ahora que los hombres puedan ser tratados como elementos) sin emplear dos nombres, y si se quiere aseverar una relación entre los dos hombres será necesario que la proposición en la que hacemos la aseveración establezca una relación entre los dos nombres. Si decimos «Platón ama a Sócrates», la palabra «ama», que está entre o la palabra «Platón» y la palabra «Sócrates», establece una relación entre estas dos palabras, y se debe a este hecho que nuestra proposición sea capaz de aseverar una relación entre las personas representadas por las palabras «Platón y Sócrates». «No: `El signo complejo aRb dice que a está en la relación R con b’, sino: Que a está en una cierta relación con b, dice que aRb» (3.1432).
Wittgenstein empieza su teoría del simbolismo con la siguiente afirmación (2.1):
«Nosotros nos hacemos figuras de los hechos.» Una figura, dice, es un modelo de la realidad, y a los objetos en la realidad corresponden los elementos de la figura: la figura misma es un hecho.
El hecho de que las cosas tengan una cierta relación entre sí se representa por el hecho de que en la figura sus elementos tienen también una cierta relación, unos con otros. En la figura y en lo figurado debe haber algo idéntico para que una pueda ser figura de lo otro completamente. Lo que la figura debe tener en común con la realidad para poder figurarla a su modo y manera -justa o falsamente- es su forma de figuración» (2.161, 2.17).
Hablamos de una figura lógica de la realidad; cuando queremos indicar solamente tanta semejanza cuanta es esencial a su condición de ser una figura, y esto en algún sentido, es decir, cuando no deseamos implicar nada más que la identidad de la forma lógica. La figura lógica de un hecho, dice, es un Gedanke. Una figura puede corresponder o no corresponder al hecho y por consiguiente ser verdadera o falsa, pero en ambos casos tiene en común con el hecho la forma lógica. El sentido en el cual Wittgenstein habla de figuras puede ilustrarse por la siguiente afirmación: «El disco gramófonico, el pensamiento musical, la notación musical; las ondas sonoras, están todos, unos respecto de otros, en aquella internó relación figurativa que se mantiene entre lenguaje y mundo. A todo esto es común la estructura lógica. (Como en la fábula, los dos jóvenes, sus dos caballos y sus lirios, son todos, en cierto sentido, la misma cosa)» (4.014). La posibilidad de que una proposición represente a un hecho depende del hecho de que en ella los objetos estén representados por signos. Las llamadas «constantes» lógicas no están representadas por signos, sino que ellas mismas están presentes tanto en la proposición como en el hecho. La proposición y el hecho deben manifestar la misma
«multiplicidad» lógica, que no puede ser a su vez representada, pues tiene que tener en común el hecho y la figura. Wittgenstein sostiene que todo aquello que es propiamente filosófico pertenece a lo que sólo se puede expresar, es decir: a aquello que es común al hecho y a su figura lógica. Según este criterio se concluye que nada exacto puede decirse en filosofía. Toda proposición filosófica es un error gramatical, y a lo más que podemos aspirar con la discusión filosófica es a mostrar a los demás que la discusión filosófica es un error. «La filosofía no es una de las ciencias naturales. (La palabra `filosofía’ debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales) E1 objeto de la filosofía es la aclaración lógica de pensamientos. La filosofía no es una teoría, sino una actividad. Una obra filosófica consiste especialmente en elucidaciones. El resultado de la filosofía no son `proposiciones filosóficas’ sino el esclarecimiento de las proposiciones. La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos» (4.111 y 4.112). De acuerdo con este principio todas las cosas que diremos para que el lector comprenda la teoría de Wittgenstein son todas ellas cosas que la propia teoría condena como carentes de sentido. Teniendo en cuenta esto, intentaremos exponer la visión del mundo que parece que está al fondo de su sistema.
El mundo se compone de hechos: hechos que estrictamente ha blando no podemos definir, pero podemos explicar lo que queremos decir admitiendo que los hechos son los que hacen á las proposiciones verdaderas o falsas. Los hechos pueden contener partes que sean hechos o pueden no contenerlas; «Sócrates era un sabio ateniense» se compone de dos hechos:
«Sócrates era sabio» y «Sócrates era un ateniense». Un hecho que no tenga partes que sean hechos se llama por Wittgenstein Sachverhalt. Es lo mismo que aquello a lo que llama hecho atómico. Un hecho atómico, aunque no conste de partes que son hechos, sin embargo consta de partes. Si consideramos «Sócrates es sabio» como un hecho atómico veremos que contiene los constitutivos «Sócrates» y «sabio». Si se analiza un hecho atómico lo más completamente posible (posibilidad teórica, no práctica), las partes constitutivas que se obtengan al final pueden llamarse «simples» u «objetos». Wittgenstein no pretende que podamos realmente aislar el «simple» o que tengamos de él un conocimiento empírico. Es una necesidad lógica exigida por la teoría como el caso del electrón. Su fundamento para sostener que hay simples es que cada complejo presupone un hecho. Esto no supone necesariamente que la complejidad de los hechos sea finita; aunque cada hecho constase de infinidad de hechos atómicos y cada hecho atómico se compusiese de un número infinito de objetos, aun en este supuesto debería haber objetos y hechos atómicos (4.2211). La afirmación de que hay un cierto complejo se reduce a la aseveración de que sus elementos constitutivos están en una cierta relación, que es la aseveración de un hecho; así, pues, si damos un nombre al complejo, este nombre sólo tiene sentido en virtud de la verdad de una cierta proposición, especialmente la proposición que arma que los componentes del complejo están en esa relación. Así, nombrar a los complejos presupone la proposición, mientras que las proposiciones presuponen que los simples tengan un nombre. Así, pues, se pone de manifiesto que nombrar los simples es lógicamente lo primero en lógica.
El mundo está totalmente descrito si todos los hechos atómicos se conocen, unido al hecho de que éstos son todos los hechos. El mundo no se describe por el mero nombrar de todos los objetos que están en él; es necesario también conocer los hechos atómicos de los cuales esos objetos son partes constitutivas. Dada la totalidad de hechos atómicos, cada proposición verdadera, aunque compleja, puede teóricamente ser inferida. A una proposición (verdadera o falsa) que asevera un hecho atómico se le llama una proposición atómica. Todas las proposiciones atómicas son lógicamente independientes unas de otras. Ninguna proposición atómica implica otra o es compatible con otra. Así pues, todo el problema de la inferencia lógica se refiere a proposiciones que no son atómicas. Tales proposiciones pueden ser llamadas moleculares.
La teoría de Wittgenstein de las proposiciones moleculares se fundamenta sobre su teoría acerca de la construcción de las funciones de verdad.
Una función de verdad de una proposición p es una proposición que contiene a p, de modo que su verdad o falsedad depende sólo de la verdad o falsedad de p;. del mismo modo, una función de verdad de varias proposiciones p, q, r… es una proposición que contiene p, q, r…, y así su verdad o falsedad depende sólo de la verdad o de la falsedad de p, q, r… Pudiera parecer a primera vista que hay otras funciones de proposiciones además de las funciones de- verdad; así, por ejemplo, sería «A cree p», ya que de modo general A creería algunas proposiciones verdaderas y algunas falsas; a menos que sea un individuo excepcionalmente dotado, no podemos colegir que p es verdadera por el hecho de que lo crea, o que p es falsa por el hecho de que no lo crea. Otras excepciones aparentes serian, -por ejemplo, «p es una proposición muy compleja» o «p es una proposición referente a Sócrates». Wittgenstein sostiene, sin embargo, por razones que -ya expondremos, que tales excepciones son sólo apa – rentes, y que cada función de una proposición es realmente una función de verdad. De aquí se sigue que si podemos definir las funciones de verdad de modo general, podremos obtener una definición general de todas las proposiciones en los términos del grupo -primitivo de las proposiciones atómicas. De este modo procede Wittgenstein.
Ha sido demostrado por el doctor Sheffer (Trans. Am. Math. Soc., vol. XIV, pp. 481-488) que todas las funciones de verdad de un grupo dado de proposiciones pueden construirse a partir de una de estas dos funciones: «no-p o no-q» o «no-p y no-q». Wittgenstein emplea la última, presuponiendo, el conocimiento del trabajo del doctor Sheffer. Es fácil ver el modo en que se construyen otras funciones de verdad de «no-p y no-q». «No-p y no-p» es equivalente a
«no-p», con lo que obtenemos una definición de la negación en los términos de nuestra función primitiva; por lo tanto, podemos definir «p o q», puesto que es la negación de «no-p» y «no-q»; es decir, de nuestra función primitiva; por lo tanto, podemos definir «p o q», puesto que es la negación de «no-p» y «no-q»; es decir de nuestra función primitiva. El desarrollo de otras funciones de verdad de «no-p» y «p o q» se dan detalladamente al comienzo de Principia Mathematica. Con esto se logra lo que pretendemos, cuando las proposiciones que son los argumentos de nuestras funciones de verdad se dan por enumeración. Wittgenstein, sin embargo, por un análisis realmente interesante, consigue extender el proceso a las proposiciones generales, es decir, a los casos en que las proposiciones que son argumentos de nuestras funciones de verdad no están dadas por enumeración, sino que se dan como todas las que cumplen cierta condición. Por ejemplo, sea fx una función proposicional (es decir, una función cuyos valores son proposiciones), lo mismo que «x es humano» -entonces los diferentes valores fx constituyen un grupo de proposiciones. Podemos extender la idea «no-p y no-q» tanto como aplicarla a la negación simultánea de todas las proposiciones que son valores de fx. De este modo llegamos a la proposición que de ordinario representa en lógica matemática por las palabras «fx es falsa para todos los valores de x». La negación de esto sería la proposición «hay al menos una x para la cual fx es verdad» que está representada por «(Ýx).fx». Si en vez de fx hubiésemos partido de no-fx habríamos llegado a la proposición «fx es verdadera para todos los valores de x», que está representada por «(x).fx». El método de Wittgenstein para operar con las proposiciones generales [es decir «(x).fx» y «(Ýx).fx »] difiere de los métodos precedentes por el hecho de que la generalidad interviene s en la especificación del grupo de proposiciones a que se refiere, y cuando esto se lleva a cabo, la construcción de las funciones de verdad procede exactamente, como en el caso de un número finito de argumentos dados, por enumeración, p, q, r…
Sobre este punto, Wittgenstein no da en el texto una explicación suficiente de su simbolismo. El símbolo que emplea es (-p, -î, N(-î)). He aquí la explicación de este simbolismo:
-p representa todas las proposiciones atómicas.
-î representa cualquier grupo de proposiciones.
N (-î) representa la negación de todas las proposiciones que componen -î.
El símbolo completo (-p, -î, N(-î)) significa todo aquello que puede obtenerse seleccionando proposiciones atómicas, negándolas todas, seleccionando algunas del grupo de proposiciones nuevamente obtenido unidas con otras del grupo primitivo -y así indefinidamente-.Esta es, dice, la función general de verdad y también la forma general de la proposición. Lo que esto significa es algo menos complicado de lo que parece. El símbolo intenta describir un proceso con la ayuda del cual, dadas las proposiciones atómicas, todas las demás pueden construirse. El proceso depende de:
(a) La prueba-de Sheffer de que todas- las funciones de verdad pueden obtenerse de la negación simultánea, es decir, de «no-p y no-q»;
(b) La teoría de Wittgenstein de la derivación de las proposiciones generales de las conjunciones y disyunciones;
(c) La aseveración de que una proposición puede encontrarse en otra sólo como argumento de una función de verdad.
Dados estos tres fundamentos, se sigue que todas las proposiciones que no son atómicas pueden derivarse de las que lo son por un proceso uniforme, y es este proceso el que Wittgenstein indica en su símbolo.
Por este método uniforme de construcción llegamos a una asombrosa simplificación de la teoría de la inferencia, lo mismo que a una definición del tipo de proposiciones que pertenecen a la lógica. El método de operación descrito autoriza a Wittgenstein a decir que todas las proposiciones pueden construirse del modo anteriormente indicado, partiendo de las proposiciones atómicas, y de este modo queda definida la totalidad de las proposiciones. (Las aparentes excepciones mencionadas más arriba son tratadas de un modo que consideraremos más adelante.) Wittgenstein puede, pues, afirmar que proposiciones son todo lo que se sigue de la totalidad de las proposiciones atómicas (unido al hecho de que ésta es la totalidad de ellas); que una proposición es siempre una función de verdad de las proposiciones atómicas; y de que si p se sigue de q, el significado de p está contenido en el significado de q; de lo cual resulta, naturalmente, que nada puede deducirse de una proposición atómica Todas las proposiciones de la lógica, afirma, son tautologías, como, por ejemplo, «p o no p».
El hecho de que nada puede deducirse de una proposición atómica tiene aplicaciones de interés, por ejemplo, a la causalidad. En la lógica de Wittgenstein no puede haber nada semejante al nexo causal. «Que el sol vaya a surgir mañana es una hipótesis. No sabemos, realmente, si surgirá, ya que no hay necesidad alguna para que una cosa acaezca porque acaezca otra.»
Tomemos ahora otro tema -el de los nombres. En el lenguaje lógico-teorético de Wittgenstein, los nombres sólo son dados a los simples. No damos dos nombres a una sola cosa, o un nombre a dos cosas. No hay ningún medio, según el autor, para describir la totalidad de las cosas que pueden ser nombradas; en otras palabras, la totalidad de todo cuanto hay en el mundo. Para poder hacer esto tendríamos que conocer alguna propiedad que perteneciese a cada cosa por necesidad lógica. Se ha intentado alguna vez encontrar tal propiedad en la auto-identidad; pero la concepción de la identidad está sometida por Wittgenstein a un criticismo destructor, del cual no parece posible escapar. Queda rechazada la definición de la identidad por medio de la identidad de lo indiscernible, porque la identidad de lo indiscernible parece que no es un principio lógico necesario. De acuerdo con este principio, x es idéntica a y si cada propiedad de x es una propiedad de y; pero, después de todo, seria lógicamente posible para ambas cosas que tuviesen exactamente las mismas propiedades. Que esto de hecho no ocurra, es una característica accidental del mundo, no una característica lógicamente necesaria, y las características accidentales del mundo no deben naturalmente ser admitidas en la estructura de la lógica. Wittgenstein, de acuerdo con esto, suprime la identidad y adopta la convención de que diferentes letras signifiquen diferentes cosas. En la práctica se necesita la identidad, por ejemplo, entre un nombre y una descripción o entre dos descripciones. Se necesita para proposiciones tales como «Sócrates es el filósofo que bebió la cicuta» o «El primer número par es aquel que sigue inmediatamente a 1.» Es fácil en el sistema de Wittgenstein proveer respecto de tales usos de la identidad.
La exclusión de la identidad excluye un método de hablar de la totalidad de las cosas, y se encontrará que cualquier otro método que se proponga ha de resultar igualmente engañoso; así, al menos, lo afirma Wittgenstein, y yo creo que con fundamento. Esto equivale a decir que
«objeto» es un seudoconcepto. Decir que «x es un objeto» es no decir nada. Sigue esto de que no podemos hacer juicios tales como «hay más de tres objetos en el mundo» o «hay un número infinito de objetos en el mundo». Los objetos sólo pueden mencionarse en conexión con alguna propiedad definida. Podemos decir «hay más de tres objetos que son humanos», o «hay más de tres objetos que son rojos», porque en estas afirmaciones la palabra «objeto» puede sustituirse en el lenguaje de la lógica por una variable que será en el primer caso la función «x es humano»; en el segundo, la función «x es rojo». Pero cuando intentamos decir «hay más de tres objetos», esta sustitución de la variable por la palabra «objeto» se hace imposible, y la proposición, por consiguiente, carece de sentido.
Henos, pues, aquí ante un ejemplo de una tesis fundamental de Wittgenstein, que es imposible decir nada sobre el mundo como un todo, y que cualquier cosa que pueda decirse ha de ser sobre partes del mundo. Este punto de vista puede haber sido en principio sugerido por la notación, y si es así, esto dice mucho en su favor, pues una buena notación posee una penetración y una capacidad de sugerir que la hace en ocasiones parecerse a una enseñanza viva. Las irregularidades en la notación son con frecuencia el primer signo de los errores filosóficos, y una notación perfecta llegaría a ser un sustitutivo del pensamiento. Pero aun cuando haya sido la notación la que haya sugerido al principio a Wittgenstein la limitación de la lógica a las cosas del mundo, en contraposición al mundo como a un todo, no obstante, esta concepción, una vez sugerida, ha mostrado encerrar mucho más que la simple notación. Por mi parte, no pretendo saber si esta tesis es definitivamente cierta. En esta introducción, mi objeto es exponerla, no pronunciarme respecto de ella. De acuerdo con este criterio, sólo podríamos decir cosas sobre el mundo como un todo si pudiésemos salir fuera del mundo, es decir, si dejase para nosotros de ser el mundo. Pudiera ocurrir que nuestro mundo estuviese limitado por algún ser superior que lo vigilase sobre lo alto; pero para nosotros, por muy finito que pueda ser, no puede tener límites el mundo desde el momento en que no hay nada fuera de él. Wittgenstein emplea como una imagen la del campo visual. Nuestro campo visual no tiene para nosotros límites visuales, ya que no existen fuera de él, del mismo modo que en nuestro mundo lógico no hay límites lógicos, ya que nuestra lógica no conoce nada fuera de ella.
Estas consideraciones le llevan a una discusión interesante sobre el solipsismo. La lógica, dice, llena el mundo. Los límites del mundo son también sus propios límites. En lógica, por consiguiente, no podemos decir: en el mundo hay esto y lo otro, pero no lo de más allá; decir esto presupondría efectivamente excluir ciertas posibilidades, y esto no puede ser, ya que requeriría que la lógica atravesase los límites del mundo, como sí contemplase estos límites desde el otro lado. Lo que no podemos pensar, no podemos pensar; por consiguiente, tampoco podemos decir lo que no podemos pensar.
Esto, dice Wittgenstein, da la clave respecto del solipsismo. Lo que el solipsismo pretende es ciertamente correcto; pero no puede decirse, sólo puede mostrarse. Que el mundo es mi mundo se muestra en el hecho de que los límites del lenguaje (el único lenguaje que yo entiendo) indican los límites de mi mundo. El sujeto metafísico no pertenece al mundo; es un límite del mundo.
Debemos tratar ahora la cuestión de las proposiciones moleculares que no son a pri mera vista funciones de verdad de las proposiciones que contienen; por ejemplo: «A cree p».
Wittgenstein introduce este argumento en defensa de su tesis; a saber: que todas las funciones moleculares son funciones de verdad. Dice (5.54): «En la forma proposicional general la proposición entra en otra sólo como base de las operaciones de verdad» A primera vista, continua diciendo, parece como si una proposición pudiera entrar de otra manera; por ejemplo: «A cree p». De manera superficial parece como si la proposición p estuviese en una especie de relación con el objeto A. «Pero es claro que “A cree p”, “A. piensa p”, “A dice p” son de la forma “‘p’ dice p”; y aquí de la coordinación de un hecho con un objeto, coordinación de hechos por medio de la coordinación de sus objetos» (5.542 ).
Lo que Wittgenstein expone aquí lo expone de modo tan breve que no queda bastante claro para aquellas personas que desconocen las controversias a las cuales se refiere.
La teoría con la cual se muestra en desacuerdo está expuesta en mis artículos sobre la naturaleza de la verdad y de la falsedad en Philosophical Essays y Proceedings of the Arisiotelian Society,
1906-1907. El problema de que se trata es el problema de la forma lógica de la fe, es decir, cuáles el esquema que representa lo que sucede cuando un hombre cree. Naturalmente, el problema se aplica no sólo a la fe, sino también a una multitud de fenómenos mentales que se pueden llamar actitudes proposicionales: duda, consideración, deseo, etc. En todos estos casos parece natural expresar el fenómeno en la forma «A duda p», «A desea p», etcétera, lo que hace que esto aparezca como si existiese una relación entre una persona y una proposición. Este, naturalmente, no puede ser el último análisis, ya que las personas son ficciones lo mismo que las proposiciones, excepto en el sentido en que son hechos. Una proposición, considerada como un hecho en sí mismo consistente, puede ser una serie de palabras que un hombre se repite a sí mismo, o una ima gen compleja, o una serie de imágenes que pasan por su imaginación, o una serie de movimientos corporales incipientes. Puede ser una cualquiera de estas innumerables diferentes cosas. La proposición, en cuanto un hecho en sí mismo consistente, por ejemplo, la serie actual de palabras que el hombre se dice a sí mismo, no tiene importancia para la lógica. Lo que es interesante para la lógica es el elemento común a todos estos hechos, los cuales permiten, como decimos, significar el hecho que la proposición asevera. Para la psicología, nat uralmente, es más interesante, pues un símbolo no significa aquello que simboliza sólo en virtud de una relación lógica, sino también en virtud de una relación psicológica de intención, de asociación o de cualquier otro carácter. La parte psicológica del significado no concierne, sin embargo, al lógico. Lo que le concierne en este problema de la fe es el esquema lógico. Es claro que cuando una persona cree una proposición, la persona considerada como un sujeto metafísico, no debe ser tenida en cuenta en orden a explicar lo que está sucediendo. Lo que ha de explicarse es la relación existente entre la serie de palabras, que es la proposición considerada como un hecho por sí mismo existente, y el hecho «objetivo» que hace a la proposición verdadera o falsa. Todo esto se reduce en último término a la cuestión del significado de las proposiciones, y es tanto como decir que el significado de las proposiciones es la única parte no psicológica del problema implicada en el análisis de la fe. Este problema es tan sólo el de la relación entre dos hechos, a saber: la relación entre las series de palabras empleadas por el creyente y el hecho que hace que estas palabras sean verdaderas o falsas. La serie de palabras es un hecho, tanto como pueda serlo aquello que hace que sea verdadera o falsa. La relación entre estos dos hechos no es inana lizable, puesto que el significado de una proposición resulta del significado de las palabras que la constituyen. El significado de la serie de palabras que es una proposición, es una función del significado de las palabras aisladas. Según esto, la proposición como un todo no entra realmente en aquello que ya se ha explicado al explicar el significado de la proposición. Ayudaría tal vez a comprender el punto de vista que estoy tratando de exponer, decir que en los casos ya tratados la proposición está presente como un hecho y no como una proposición. Tal afirmación no debe tomarse demasiada literalmente. El punto esencial es que en el acto de creer, de desear, etc., es lógicamente fundamental la relación de una proposición considerada como hecho con el hecho que la hace verdadera o falsa, y que esta relación entre dos actos es reducible a la relación de sus componentes. Así, pues, la proposición- entra-aquí de un modo completamente -distinto al modo como entra en una función de verdad.
Hay algunos aspectos, según mi opinión, en los que la teoría de Wittgenstein necesita un mayor desarrollo técnico. Esto puede aplicarse, concretamente, a su teoría del número (6.02 ss.), la cual, tal y como está, sólo puede aplicarse a los números finitos. Ninguna lógica puede considerarse satisfactoria hasta que se haya demostrado que es capaz de poder ser aplicada a los números transfinitos. No creo que haya nada en el sistema de Wittgenstein que le impida llenar esta laguna.
Más interesante que estas cuestiones de detalle comparativo es la actitud de Wittgenstein respecto de la mística. Su actitud hacia ella nace de modo natural de su doctrina de lógica pura, según la cual, la proposición lógica es una figura (verdadera o falsa) del hecho, y tiene en común con el hecho una cierta estructura. Es esta estructura común lo que la hace capaz de ser una figura del hecho; pero la estructura no puede, a su vez, ponerse en palabras, puesto que es la estructura de las palabras, lo mismo que de los hechos a los cuales se refiere. Por consiguiente, todo cuanto quede envuelto en la idea de la expresividad del lenguaje, debe permanecer incapaz de ser expresado en el lenguaje, y es, por consiguiente, inexpresable en un sentido perfectamente preciso. Este inexpresable contiene, según Wittgenstein, el conjunto de la lógica y de la filosofía.
El verdadero método de enseñar filosofía, dice, sería limitarse a las proposiciones de las ciencias, establecidas con toda la claridad y exactitud posibles, dejando las afirmaciones filosóficas al discípulo, y haciéndole patente que cualquier cosa que se haga con ellas carece de significado. Es cierto que la misma suerte que le cupo a Sócrates podría caberle a cualquier hombre que intentase este método de enseñanza; pero no debemos atemorizarnos, pues éste es único método justo. No es precisamente esto lo que hace dar respecto de aceptar o no la posición de Wittgenstein, a pesar de los argumentos tan poderosos que ofrece como base. Lo que ocasiona tal duda es el hecho de que después de todo, Wittgenstein encuentra el modo de decir una buena cantidad de cosas sobre aquello de lo que nada se puede decir, sugiriendo así al lector escéptico la posible existencia de una salida, bien a través de la jerarquía de lengua bien de cualquier otro modo. Toda la ética, por ejemplo coloca Wittgenstein en la mística, región inexpresable. A pesar de ello, es capaz de comunicar sus opiniones éticas. Su defensa consistiría en decir que lo «místico» puede mostrarse, pero no decirse. Puede que esta defensa sea satisfactoria, pero por mi parte confieso que me produce una cierta sensación de disconformidad intelectual.
Hay un problema puramente lógico, con relación al cual esas dificultades son especialmente aguda s. Me refiero al problema de la generalidad. En la teoría de la generalidad es necesario considerar todas las proposiciones de la forma fx, donde fx es una función proposicional dada. Esto pertenece a la parte de la lógica que puede expresarse de acuerdo con el sistema de Wittgenstein. Pero la totalidad de los posibles valores de x que puede parecer que están comprendidos en la totalidad de las proposiciones de la forma fx no está admitida por Wittgenstein entre aquellas cosas que pueden ser dichas, pues esto no es sino la totalidad de las cosas del mundo y esto supone el intento de concebir el mundo como un todo; «el sentido del mundo como un todo limitado es lo místico»; por lo tanto, la totalidad de los valores de x es la mística (6.45). Esto está expresamente dicho cuando Wittgenstein niega que podamos construir proposiciones sobre el número de cosas que hay en el mundo, como, por ejemplo, cuando decimos que hay más de tres.
Estas dificultades me sugieren la siguiente posibilidad: que todo lenguaje tiene, como Wittgenstein dice, una estructura de la cual nada puede decirse en el lenguaje, pero que puede haber otro lenguaje que trate de la estructura del primer lenguaje y que tenga una nueva estructura y que esta jerarquía de lenguaje no tenga límites. Wit tgenstein puede responder que toda su teoría puede aplicarse sin cambiarla a la totalidad de estos lenguajes. La única réplica sería negar que exista tal totalidad. La totalidad de la que Wittgenstein sostiene que es imposible hablar lógicamente, está sin embargo pensada por él como existente y constituye el objeto de su mística. La totalidad resultante de nuestra jerarquía no sería, pues, inexpresable con un criterio meramente lógico, sino una ficción, una ilusión, y en este sentido la supuesta esfera de la mística quedaría abolida. Tal hipótesis es muy difícil y veo objeciones a las cuales, de momento, no sé cómo contesta, aunque no veo cómo una hipótesis más fácil pueda escaparse de las conclusiones de Wittgenstein. Aunque esta hipótesis es tan difícil que pudiese sostenerse, dejaría intacta una gran parte de la teoría de Wittgenstein; aunque posiblemente no aquella parte en al cual insiste más. Teniendo larga experiencia de las dificultades de la lógica y de lo ilusorio de las teorías que parecen irrefutables, no soy capaz de asegurar la exactitud de una teoría fundándome tan sólo en que no veo ningún punto en que esté equivocada. Pero haber construido una teoría lógica, que no es en ningún punto manifiestamente errónea, significa haber logrado una obra de extraordinaria dificultad e importancia. Este mérito, en mi opinión, corresponde al libro de Wittgenstein y lo convierte en algo que ningún filósofo serio puede permitirse descuidar.

ESCRIBIR TODO EN MAYÚSCULAS

mayúsculasNo puedo sino subscribir todas y cada una de las palabra que contiene el artículo que he encontrado en Internet, sobre la costumbre nefanda de escribir en mayúsculas en entornos en los que no se comprende el sentido del formato. La forma, la etiqueta, la norma social, es lo que nos permite mostrarnos respetuosos o todo lo contrario. Y estoy harto (HARTO) de que me griten lo que tengo que hacer, lo que tengo que leer, lo que tengo que firmar, lo que tengo que subscribir…

Otra vez me veo escribiendo sobre ortografía o etiqueta en la escritura, como cuando hablé, recientemente, sobre el doble espacio, la tilde diacrítica, los errores ortográficos y, desde muy el principio de este blog, un primer artículo llamando la atención sobre la ortografía y su ninguneo. He llegado a tener una etiqueta dedicada a este tema que cada día me preocupa más, como sintomático de una actitud, de una forma de estar en sociedad… pero no quiero volverme un fanático de ello.

De momento, dejo el artículo (ajeno) completo para su uso y disfrute en esta web:

Tocamos el tema de ESCRIBIR TODO EN MAYÚSCULA.

Por lo general algunos internáutas utilizan la mayúscula sostenida (escribir en mayúsculas) en foros, canales de conversación, correos electrónicos y demás medios del Internet. Según la netiqueta, en el lenguage del Internet, escribir en MAYÚSCULA SOSTENIDA es entendido como un grito para llamar la atención. Como toda norma, esta no ha sido establecida por una persona o por un grupo, sino que se desarrolla del sentido común de los usuarios y del uso mismo del lenguaje. Por otra parte, como norma común del Internet, tiene carácter universal, pues está establecida en otros idiomas (ver por ejemplo Anwers.com en inglés en donde dice que además de ser considerado un grito virtual, es desatento y hace difícil la lectura, porque estamos enseñados a leer textos en letras minúsculas en los cuales las mayúsculas tienen su papel determinado: comenzar nombres propios, por ejemplo.

Ahora comparemos el mundo virtual con el real. Imaginemos que estamos en una conversación con otras personas y todos seguimos un tema en concreto. La sala es lo suficientemente acondicionada, por lo que no se requiere audio. Todos conversan normalmente,

cuando una de las personas comienza a participar GRITANDO.

– Bienvenido Pedro ¿cómo estás?
– MUY BIEN Y VOS.
– Bien, gracias… estamos hablando acerca de las maneras en que nos comunicamos por medio del Internet.
– MUY INTERESANTE. A MI ME GUSTA MUCHO EL INTERNET PORQUE ES EL UNICO MEDIO PARA LLAMAR LA ATENCION.
– Bien Pedro, pero no tienes porqué gritar.
– YO NO ESTOY GRITAAAANDDDOOOOOOOO

Impacto
Bueno, ese sería más o menos el efecto del que escribe en mayúscula sostenida. Este trae además otras situaciones:

1. Crea un impacto psicológico en el que te lee: muchas personas creerán que estás enfadado o que quieres imponer tus puntos de vista a como dé lugar.
2. Otros pensarán que quieres llamar la atención y que se fijen en tu persona solamente.
3. Otros creerán que no sabes utilizar los signos de puntuación, porque se tiene la idea de que en textos en mayúscula sostenida no se hace tan necesario poner las tildes, por ejemplo, árbol = ARBOL, pero la RAE establece (esta es nuestra autoridad para el uso correcto de nuestro idioma) que en mayúscula sostenida SÍ se utilizan las tíldes: ÁRBOL.

Norma de uso de la mayúscula
Otra cosa que debes saber es que la mayúscula sostenida no se utiliza tampoco en material impreso (periódicos, libros, afiches, etc).

¿Has visto un libro escrito en mayúscula sostenida?
¿Un periódico o una revista o un único artículo todo en mayúsculas?
Imagina un titular así:

EL CONGRESO DE LA REPUBLICA APROBO LA LEY QUE REGLAMENTE EL USO DE LA MAYUSCULA DENTRO DE LA VIDA NACIONAL. SEGUN LOS CONGRESISTAS, TODAS LAS MAYUSCULAS FUERON ESTABLECIDAS SOLO PARA LOS SIGUIENTES CASOS:

1. Cuando utilizas nombres propios la primera letra es en mayúscula: Teresa, Manuel, Felipe, Lalo, Buenos Aires, Asunción, Caracas, El Salvador… todos comienzan con una letra mayúscula.

2. Cuando son nombres propios de entidades, organizaciones, instituciones, la primera letra es en mayúscula: Organización de las Naciones Unidas, Organización de los Estados Américanos, Mercosur, Comunidad Andina…

3. Los adjetivos no llevan en castellano mayúscula: No se escribe “Ecuador es un país muy Hermoso”.

4. Sustantivos no llevan mayúscula. No es necesario escribir La Bondad, La Justicia, el Perdón… eso se utilizó hasta principios del siglo XX, pero ya no. Se escribe la bondad, con minúscula.

5. Excepciones en castellano: Cuando nos referimos a la divinidad monoteista de las religiones cristianas, judías y musulmanas, se escribe Dios. Ya no es necesario escribir Fe con mayúscula. En ciertos discursos y con el ánimo de resaltar ciertos significados, se puede usar. Por ejemplo, el Amor de Dios. Al utilizar la mayúscula quiero indicar que no se trata de un amor cualquiera sino del Amor de Dios. Ahora bien, un ateo no está obligado a escribir Dios, sino que puede escribir dios.

6. También cuando me refiero a los signos básicos de la Patria (nótese que escribí con pe mayúscula): Patria, República, Congreso, Reino, Parlamento, Senado, etc.

5. Si estoy hablando de un titulo en partícular, por ejemplo el Presidente, el Primer Ministro o el Rey, se utiliza la mayúscula porque es un título esencial de la institución organizativa de nuestra Patria y con un significado alto. Pero si digo “el presidente Plata habló ayer a la prensa” no escribo el “Presidente Plata”. Tampoco escribo “la Reina Sofía ha estado en Roma…“, sino “la reina Sofía ha estado en Roma“.

6. El inglés utiliza mucho la mayúscula. Por ejemplo, en un titular, cada palabra puede ser escrita comenzando con mayúscula: ‘The President of Chile Spoke Yesterday to the Parlament’. Pero en castellano tenemos otra norma y escribimos un titular así: ‘La presidente de Chile habló ayer al Parlamento‘ y no “La Presidente de Chile Habló Ayer Al Parlamento“.

Un foro que promueve el uso de la mayúscula sostenida lo encuentras aquí en La Comunidad de El País. El argumento para apoyar la iniciativa es que la mayúscula sostenida ayuda a las personas con dificultades visuales. Sin embargo, el ordenador tiene las herramientas básicas para que tu navegador pueda aumentar el tamaño de la letra (CTRL +).

Otros usos y abusos

eSCRIBIR DE MANERA QUE LA minúscula CUMPLA LA FUNCIÓN DE LA MAYÚSCULA, por ejemplo, rOSA.

Utilizar @ al final de palabras en donde se pretende incluir ambos géneros, por ejemplo, ‘Hola tod@s’, es decir, quiere especificarse que TOD@S incluye varones y mujeres. En español, la norma es que Todos incluye ambos géneros, mientras que Todas denota la presencia exclusiva de mujeres. Si hay mil mujeres y un solo varón, se dice todos, ellos, vosotros… si el susodicho varón se va, se dice todas, ellas, vosotras…

Escribir abreviaciones o de manera simbólica, se utiliza sólo si el destinatario conoce bien esa manera de hablar o escribir (normalmente nuestros amigos o personas de nuestra misma generación entenderían cosas como sip, nop, lol, x2, xx, q, xp, msj, msm, +o-, me yma, kmo stas, x lo -, etc. Esta jerga del Internet se utiliza sólo si sabemos que nuestro interlocutor la conoce bien y la acepta, de lo contrario es una norma de mala educación.

Las normas

Las normas no son una invención de nadie en particular. Este portal no pretende imponer normas, sino promover un uso educativo, formativo, informativo y adecuado del Internet, especialmente para la protección y promoción del idioma castellano en Internet. Las normas que se publican aquí son producto de la investigación y de la lógica misma de nuestro idioma. Cada usuario tiene el derecho a utilizar el Internet como crea conveniente, de la misma manera que una persona tiene la libertad de relacionarse en sociedad como quiera, educada o maleducadamente. De la manera en que se relacione, será también aceptada o no en los distintos clanes sociales.

Especialmente divertido el texto en Inciclopedia. Muy recomendable si has leído hasta aquí.

Revelaciones del silencio

Revelaciones del silencioDice John Cage que «dondequiera que estemos, lo que oímos es, en su mayor parte, ruido. Cuando lo ignoramos, nos molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante. El sonido de un camión a ochenta kilómetros por hora. Interferencias entre emisoras. Lluvia. […] podemos componer e interpretar un cuarteto para motor de explosión, viento, latidos del corazón y corrimientos de tierra».

En estas Revelaciones del Silencio, Ernesto Pentón ha buscado estos sonidos, estas revelaciones que ha convertido, suavemente, en textos. Textos casi inaudibles, silentes, desapareciendo en el gris sutil de un poema oculto en el entramado del papel. Lo ha rescatado del fondo de las fibras, lo ha escarbado, lo ha revelado. Nos lo revela. Así la importancia máxima recae en ese ideograma que aporta la clave para comprender el proceso de creación de este objeto casi no creado, sino sustraído al silencio, traído al instante presente con la amabilidad de su trabajo como poeta.

Los textos apenas audibles, apenas visibles, en el silencio que propone, son un trueno, un rayo, un relámpago, son música, son un bombón helado en pleno agosto… se derriten en el paladar de la lectura, pausada, como él. Nos lleva a una introspección que ha bebido en fuentes de Hugo Mújica, el mentado Cage y también, claro, el Zen.

Disfrutar de estas páginas cuadradas, de blanco sobre negro y negro sobre blanco, cargadas de poesía, con motivos ideogramáticos, es tan apacible como una tarde de mayo, como esta tarde de mayo en la que presenta este objeto financiado gracias a la participación de micromecenas que han deseado hacerlo posible.

Pero no deja de ser Ernesto quien nos regala esta pieza única, numerada, serial y editada con un mimo casi candoroso, nos regala su visión, revelada, de lo que él ha encontrado en el silencio… en el imposible silencio de su mente bulliciosa.

Espero poder seguir disfrutando de su ruido, a partir de la que nacen tan bellas sinfonías.

Giusseppe Domínguez, Madrid, 25 de Mayo de 2013.

Pretérito anterior

Hay tan pocas ocasiones en las que utilizar el pretérito anterior que hoy, sin que viniese a cuento, le he preguntado a Carmen si miró a ver si se hubo enviado el mailing de su próximo curso de tango.

En realidad, ni siquiera creo que esté bien usado. Pero quería darle alguna vez utilidad a esta forma caduca e innecesaria de utilizar el verbo. Dicen que sirve para denotar una acción pasada anterior, pero inmediata en el tiempo, a otra también pasada.

En mi pregunta no se incluía otra que también hubiese pasado, pero podíamos darla por sobreentendida. Aunque entonces esa forma verbal no era la indicada. Ahora me siento culpable (jejeje) por una utilización incorrecta de una forma verbal en el contexto absolutamente inocuo de una conversación con mi chica a primera hora de la mañana. Está claro que tengo unas manías muy raras…

(yo) hube enviado
(tú) hubiste enviado
(él/ella) hubo enviado
(nosotros/as) hubimos enviado
(vosotros/as) hubisteis enviado
(ellos/as) hubieron enviado

Notas de acciones y otras cosas

Instalación

Oír a otra persona usando un «medio» en directo y en persona. Algo así como usando auriculares aislantes y sendos micrófonos conectados a un aparato que, eventualmente, graba. Podría ser online/skype, con dos portátiles enfrentados.

Recordar la instalación de una pieza de música clásica conocida, por ejemplo, la novena sinfonía de Beethoven, asociada a un ecualizador gráfico. Sala a oscuras. Solo debe ser visto el ecualizador. No oír nada, o, en su defecto, conectar auriculares con sonido de mar que no corresponda al movimiento de luces del ecualizador.

Relación entre música y números y bits. Más o menos como entre líneas, fotogramas y películas. Recordar la música de Ryoji Ikeda. Insertar líneas en fotogramas montando un audiovisual que relacione esa música con la frecuencia de aparición de las líneas, su disposición espacial, vertical preferiblemente, y su grosor o color.

Acción: Abrir 27 puertas en 1 día. Escribir (o poner de algún otro modo) una letra por puerta.

Fotografía

Fotografiar copas con distintos líquidos o sólidos. Quizá también algún gas, visible o invisible. 27 Fotografías.

Fotografiar mesas con distintas cosas a modo de bodegones, con una descripción adyacente. Montar dípticos con las fotografías (cuadradas) junto al texto (en caracteres monoespaciados) escrito en blanco sobre negro.

Escritura y palabra

Empezando a contar algo sin saber el qué (al modo de Conferencia sobre nada, de John Cage) y terminar cuando se acabe la luz solar.

Escribir palabras de atrás hacia adelante hasta finalizar con el comienzo.

Escribir varias personas los avatares de varios personajes que se cruzan en un punto común. Punto de partida para un proyecto de escritura colectiva, quizá para un taller de poesía.

Usar un relato ya escrito y sustituir todo lo poesible por otras cosas hasta que sea completamente nuevo. Ya he realizado algo similar con poemas (de Paul Eluard) pero ver qué tal funcionaría con un relato.

Escribir distintas anécdotas en cartas y barajarlas. Repartirlas.

Recortar la segunda línea de cada artículo de periódico del último año y juntarlas. Modificar mínimamente la gramática para que concuerden y presentarlo como un artículo periodístico nuevo, global, caleidoscópico, simultaneísta.

Hacer un esquema y un resumen de cualquier cosa y pedir «por carta» que unos desconocidos vayan aportando sus historias.

Realizar una serie de tablas de verdad escalables. Por ejemplo en formato vectorial. Mostrar que la verdad puede aumentarse de tamaño, pero no de verdad.

Sobre ciclismo: Mientras la policía no vaya en bicicleta, son patrañas. Las bicicletas son para el Verona.

Senado/r / Senes / Senectud
Ancianos sabios enfermos de las gens / gentes / familias. Genética y vejez. Relación.

Proyecto: Suelos.

Mi padre me decía que no mirase el suelo.

Hacer series de 27 fotos de suelos.
Referencia al proyecto líneas.
Texturas – Series. Mezclar con el proyecto Zoom.
Paredes. Fotografiar paredes. Distintas paredes. Letra / pared.

Mármol y chicle. Son materiales distintos, pero ambos son uniones de protones, neutrones y electrones… ¿o no?

A partir de Lo Neutro de Roland Barthes

  • Texto La Naturaleza no existe donde hay verbo o palabra. El verbo creó la naturaleza. El logos. Demiurgo. Pero ¿creó la naturaleza o la idea de naturaleza en el ser humano?, es decir, ¿no insufló la palabra naturaleza en lugar del objeto?
    • Ref. a Gorgias y su «Dios no existe», si existiese sería incognoscible, si existiese y fuese cognoscible, sería incomunicable. Maravilloso texto. Volver a leerlo.
    • Ref. al Génesis. Verbo/Logos. Dios innombrable frente a Naturaleza nombrable. Las palabras se hacen para adueñarse de la naturaleza. El poder del nombre.
  • Verbo = Hombre (Ser humano). Wittgenstein. Principio de incertidumbre -> Alteración de la Naturaleza por la mera presencia del observador, del humano, del acto de nombrar. Capturar = afectar.

Pensar a chorros, con permiso de Oliverio.

Reversionando el
Poema 18 – Espantapájaros de Oliverio Girondo.

Pensar a lágrima viva
Pensar a chorros.
Pensar la digestión.
Pensar el sueño.
Pensar ante las puertas y los puertos.
Pensar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del pensamiento.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestra mente.

Asistir a los cursos de antropología,
pensando.
Festejar los cumpleaños familiares,
pensando.
Atravesar el África,
pensando.

Pensar como un cacuy,
como un cocodrilo…
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de pensar.

Pensarlo todo,
pero pensarlo bien.
Pensarlo con la nariz,
con las rodillas.
Pensarlo por el ombligo,
por la boca.

Pensar de amor,
de hastío,
de alegría.
Pensar de frac,
de flato, de flacura.
Pensar improvisando,
de memoria.
¡Pensar todo el insomnio y todo el día!

Todesfuge

Fuga de muerte

Leche negra del alba te bebemos al atardecer
te bebemos al mediodía y de mañana te bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires allí no hay estrechez
En la casa vive un hombre que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarete
lo escribe y sale de casa y brillan las estrellas y silba llamando a sus perros
silba y salen sus judíos manda cavad una fosa en la tierra
nos ordena tocad ahora música de baile

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
En la casa vive un hombre que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarete
tu cabello de ceniza Sulamith cavamos una fosa en los aires allí no hay estrechez

Grita cavad más hondo en el reino de la tierra los unos y los otros cantad y tocad
agarra el hierro en el cinto lo blande tiene ojos azules
hincad más hondo las palas los unos y los otros volved a tocar música de baile.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y de mañana te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margerete tu cabello de ceniza Sulamith
él juega con serpientes

Grita tocad más dulce a la muerte la muerte es un amo de Alemania
grita tocad más lúgubre los violines luego huiréis como humo en el aire
luego tendréis una fosa en las nubes allí no hay estrechez.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un amo de Alemania
te bebemos al atardecer y de mañana te bebemos
y bebemos la muerte es un amo de Alemania su ojo es azul
te alcanza con bala de plomo te alcanza certero
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margerete
azuza sus perros contra nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un amo de Alemania
tu cabello de oro Margerete
tu cabello de ceniza Sulamith.

Nota: Está traducción está basada en una que hicimos a partir de pedacitos de traducciones (de la editorial Hiperión y de Tusquets) María Ginzo y yo para leerla simultáneamente a su original en Alemán a dos voces en La Casa de Los Jacintos, Madrid, 2008.


La versión original es:

[audio:https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2013/04/Paul-Celan-Todesfuge.mp3|titles=Paul Celan – Todesfuge]

Paul Celan – Todesfuge

Schwarze Milch der Frühe wir trinken sie abends
wir trinken sie mittags und morgens wir trinken sie nachts
wir trinken und trinken
wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
er schreibt es und tritt vor das Haus und es blitzen die Sterne er pfeift seine Rüden herbei
er pfeift seine Juden hervor läßt schaufeln ein Grab in der Erde
er befiehlt uns spielt auf nun zum Tanz

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
Dein aschenes Haar Sulamith wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng

Er ruft stecht tiefer ins Erdreich ihr einen ihr andern singet und spielt
er greift nach dem Eisen im Gurt er schwingts seine Augen sind blau
stecht tiefer die Spaten ihr einen ihr andern spielt weiter zum Tanz auf

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags und morgens wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith er spielt mit den Schlangen
Er ruft spielt süßer den Tod der Tod ist ein Meister aus Deutschland
er ruft streicht dunkler die Geigen dann steigt ihr als Rauch in die Luft
dann habt ihr ein Grab in den Wolken da liegt man nicht eng

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags der Tod ist ein Meister aus Deutschland
wir trinken dich abends und morgens wir trinken und trinken
der Tod ist ein Meister aus Deutschland sein Auge ist blau
er trifft dich mit bleierner Kugel er trifft dich genau
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
er hetzt seine Rüden auf uns er schenkt uns ein Grab in der Luft
er spielt mit den Schlangen und träumet der Tod ist ein Meister aus Deutschland

dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith

El doble espacio

¿Cómo puede ser que me moleste tanto una cosa tan invisible, tan insignificante, como el doble espacio?

En algo están claros: en las prisiones, cuando las rejas se cierran, es otro  mundo. Aunque no tienen necesariamente que cerrase las rejas para cometer violaciones de derechos humanos.

Hoy, en un artículo que he estado tentado de leer, en una publicación cubana en la que hablaban de las condiciones de los presos en las cárceles, me he encontrado este texto. Además de ligeras faltas de ortografía, ya de por sí molestas, no he podido seguir leyendo porque me he fijado en que entre otro y mundo hay un espacio sobrante.

No hablo de juegos tipográficos más o menos intencionados, no, hablo de ese espacio que se ha colado por una pulsación rápida de pulgar sobre la barra, hablo del descuido, de la falta de cuidado, de la desidia y la pereza a la hora de repasar la calidad de la escritura de un texto. La importancia del significante. Y cuando pasa en un periódico o en una publicación que presume de profesionalidad en cuanto a esto mismo, me parece especialmente grave, molesto, inaceptable.

¿Qué es un espacio sobrante?

Cuando se separan las palabras con un procesador de textos o algo similar, se añaden espacios para delimitarlas, pero ¿por qué con tanta frecuencia se añaden más de uno? Con un espacio es suficiente, es lo justo para que las palabras tengan aire alrededor, pero si tienen más aire no debería ser un problema para nadie, ¿no?

Pues para mí es un problema cuando se añaden espacios en blanco de más sin ninguna razón. No puedo aguantar algo que considero signo de dejadez máxima y, además de un desaliño, me resulta sintomático de cómo se trata al lector: alguien que no se va a dar cuenta de algo tan nimio como un espacio de más, un huequito insignificante, una pequeña oquedad innecesaria, aparente inocua. Pero ahí está, ahí radica el verdadero problema: no se le da importancia a la escritura si no se ve, como si la escritura fuese todo visible, cuando está, verdaderamente, basada en el contrapunto entre llenados y oquedades, entre tinta y blanco… entre sonido y silencio, por decirlo en términos musicales al más puro estilo John Cage.

Creo que este odio por el doble espacio me viene de ahorrador, de cuando un espacio era un byte (ahora también lo es, en términos de almacenamiento de información electrónica, dentro de una sencilla codificación ASCII extendida (aún puede ser más si se trata de unicode)) y había que eliminar todos los no imprescindibles para su envío telemático, por ejemplo. O para su almacenamiento magnético.

De aquella época, derivó cierto respeto por el texto como algo matemáticamente convertible, algo mensurable, y esa medida era discreta, cuántica, de bloques enteros de 8 ceros o unos exactamente, ni más ni menos. Y, sin embargo, hay a quien le da igual 8 que 16, porque no se trata de euros, sino de despreciables ceros o unos, sís o noes.

Y así, van dejando huecos de más donde no son necesarios, como al final de una oración o de un párrafo, pero este es más difícil de ver, ¡aunque se puede ver!, y también al principio de una oración, usándolos para cuadrar o maquetar texto, con fuentes no monoespaciadas, lo que resulta un descalabro desde el punto de vista del diseño del texto sobre el papel o sobre soportes de pantalla.

Pero el que peor llevo, el que no soporto y me irrita cuando lo encuentro, es el doble espacio en mitad de un texto (sin que se trata de ninguna licencia poética) por dejadez, por descuido, por desprecio del lector, por suponer que nadie se va a dar cuenta, que no hay que perseguirlo, que se puede dejar así, que se va a leer igual… ¡No! y 100 veces ¡No!

¡Lectores, rebelaos! ¡Que no os cuelen un espacio donde no haga falta! Os están llamando lerdos, incapaces de ver lo invisible, os dejan de respetar, os relegan a una posición pasiva, de complacencia y confort.

Voy a dejar varios  espacios en esta frase  que puedes contar y pensar si  sobra alguno.

Esto no es una broma