Facebook y las etiquetas

¿Por qué la gente tiene tanta necesidad de etiquetarte en fotografías en las que no apareces, en notas en las que no estás, en vídeos que no tienen nada que ver contigo?

Sé que es una forma simple de que FaceBook te notifique que esa foto, esa nota, ese vídeo debes verlo porque tiene algo que ver contigo, aunque no sea cierto. Pero FaceBook no es el responsable de esto, es sólo un irresponsable de la irresponsabilidad de los demás, de sus usuarios, en un intento de conseguir que negativo por negativo dé un resultado positivo (I x I = R). Pero no funciona así.

Irresponsabilidad + Irresponsabilidad = 2 x Irresponsabilidad.

Me cansa tener que desetiquetarme. Verbo que, no existiendo, representa una de las primeras acciones de cada día lleva a cabo este sujeto presente: Me desetiqueto de fotos absurdas o convocatorias a eventos, cursos, etc, que sus autores deciden obligarme a ver. Claro, puedo decir que tengo la libertad de borrarme de FaceBook. Así que no les voy a acusar de spam ni nada parecido, pero les pediría un poco de sentido común: si no estoy en una foto, no estoy en esa foto. Es simple, es tautológico.

En lógica, una tautología (del griego ??????????, «decir lo mismo») es una fórmula bien formada de un sistema de lógica proposicional que resulta verdadera para cualquier interpretación

Pero pedir esto en FaceBook resulta hostil, resulta agresivo, así que acepto que sigan haciéndolo para poder seguir haciendo uso de esa herramienta tan poco útil (de momento (seguir y útil)). ¿Por qué la gente tiene tanta pereza a la hora de usar algo como esto? (Respondiendo a una segunda persona) Lo razonable sería (y FB tiene habilitada esa forma) que una foto que quieras que vea me invites a verla compartiéndola en tu muro, en mi muro, por un mensaje… que a un evento me invites a asistir con las herramientas que tiene la creación de eventos, etc. Es decir, usar FB con sentido común… aunque cabe preguntarse que, ¿si tuviésemos más sentido común, usaríamos FaceBook?

manzanas podridas

UNIXes

PC, de Personal Computer, significa ordenador de uso personal, no sólo doméstico, sino también profesional, pero de manera personal, frente a los grandes ordenadores y las pantallas más o menos inteligentes de acceso a ellos, en ocasiones consolas. La primera vez que toqué un ordenador en mi vida (allende los spectrum y spectrum+) fue uno que tenía como sistema operativo UNIX (AIX, de IBM) y lo hice desde una consola de las 5 cinco que tenía simultáneamente conectadas, junto a la pantalla principal en la que se ejecutaba el entorno gráfico XWindows. Era multiusuario nativo, multitarea sin que tuviese que pensárselo y con una gestión de disco, de seguridad, de organización, que hasta ahora no ha sido superado por nada de lo que ha salido después. Fue en 1986.

No fue hasta un año más tarde cuando tuve que trabajar con un PC. Era un 8086 y estaba en una sala abarrotada de otros muchos que funcionaban con alguna versión de DOS (Sistema Operativo de Disco) que debías llevar en un disquete de 5 y 1/4, de los blandos. Era una pantalla negra con letras blancas. Tenía la posibilidad de algún programita que podías hacer en BASIC, después aparecieron (en mis manos) compiladores de FORTRAN 77 y de Pascal. No sería hasta 3 años después que amaría el Lenguaje C y sus posibilidades. ¡Qué curioso! C era un lenguaje que habían inventado los mismos que UNIX, sistema operativo al que estuvo emparentado por muchos años.

Es divertido ver cómo los sistemas operativos evolucionan como una dinastía familiar. Me encanta este árbol genealógico de UNIX que muestra cómo de variado y diferente, a la vez que competitivo, era el mundo X. Pero poco orientado a las arquitecturas x86 (ordenadores personales IBM y «clónicos«).

También de IBM, topé con los grandes (de tamaño y prestaciones) MainFrame 3090. Sus lenguajes de programación basados en «tags» como el que existía para formatear el texto antes de lanzarlo a imprimir son los antecedentes de HTML y todas estas cosas tan modernitas…

Primer modelo de Apple

Y entonces aparecieron los Apple. No sería hasta 1984, cuando de la mano de Steve Jobs y con un anuncio mítico dirigido ni más ni menes que por Ridley Scott, que Mackintosh se presentó como alternativa realista contra los recién nacidos sistemas operativos de Disco que Microsoft e IBM intentaban hacer atractivos en sus pequeñas cajitas de arquitectura 86.

Unos años después aparecen los primeros Linux, aún un poco orientados para programadores y trabajadores del sector, o gente que venga con experiencia en UNIX (yo había trabajado ya en AIX, SUN-OS, Solaris y FREEBSD cuando instalé mi primer RedHat (entonces gratuito) y costaba un poco hacerlo funcionar gráficamente).

Después llegó la diversidad. Los diferentes RedHat (que era mi preferido, incluso llegué a comprarme un libro para su aprendizaje, un libro en papel, absolutamente obsoleto hoy en día), Slackware y los Debian que ni conocía ni quería conocer.

Mientras tanto, la guerra se había desplazado: ya no era Microsoft contra IBM (que, en el mundo de la microinformática sería derrotado hasta pisotearlo), puesto que MS, de Bill Gates, había sabido aprovecharse de la tecnología UNIX:

El primer sistema operativo que la compañía lanzó al público fue una variante de Unix en el año 1979. Adquirido de AT&T a través de una licencia de distribución, Microsoft le apodó Xenix, y alquiló la empresa Santa Cruz Operation para adaptar su sistema operativo a importantes plataformas. Xenix fue cedido a Santa Cruz Operation, que adaptó el sistema para microprocesadores 80286 en 1985, bajo el nombre de SCO UNIX.

Había desplazado a IBM-DOS con su MS-DOS, copiando algunas cosas del OS/2 de IBM, entre otras el Presentation Manager, que llamaría Windows. Salió a la luz en 1990. Ya había muchos mejores entornos gráficos por entonces, como los de Mackintosh o los XWindows, pero se llevó el gato al agua sabiendo competir en un sector en alza: el ordenador personal de la clase media. Baja calidad de procesador, pero barato barato, sin complicaciones en la puesta en marcha que requería Linux y cambiable cada 3 años. Los vendedores de Hardware estaban encantados: MS-windows era su obsolescencia programada vestida de algo que, encima podían cobrar.

La historia de MS Windows es la de un pirata que va robando a quien colabora con él. UNIX primero, luego IBM/Presentation Manager, luego (sin colaborar), el uso de objetos visuales que tenía Mackintosh, para las últimas versiones, ya descaradamente «fusila» el código fuente de varios Linux… pero su campaña de marketing sigue siendo inmejorable. Más que una campaña publicitaria es una campaña de adoctrinamiento, de sumisión, de obligación a seguir siendo fiel a un sistema que nunca ha sido el mejor en todo, salvo en venderse.

Hasta ahora, quiere centrar la lucha contra Mac porque sabe que la tiene ganada. Las manzanas son caras y siempre han sido complejas para gestionarlas. Tanto como Win. Configurar una red TCP/IP con apple era poco menos que una tortura antes del 2000. Además, es una bonita táctica porque nos olvidamos de las posibilidades de usar LINUX.

Los muchos Linux en el «mercado», son gratuitos (salvo decepcionantes excepciones), son sencillísimos y, ahora, vienen cargados de un enorme paquete de programas que permiten sacar el máximo rendimiento a cualquier PC.

Ahora mismo tengo instalado LINUX y funciona maravillosamente UBUNTU 10.10. No necesito nada que no tenga. Tengo todo lo que puedo desear de software. Salvo los reticentes paquetes de programas específicos para dispositivos que los fabricantes declinan hacer para Linux. Pero hay soluciones: puedo instalar máquinas virtuales para los casos más necesarios… ya que, entre otras cosas, muchos de los Windows XP que fueron muriendo me dejaron unas licencias que puedo seguir utilizando. Me he librado de miedo a los virus, de descargas de software pirateado, de tener que pagar una licencia extra si quería utilizar los 4Gb de memoria que Windows VISTA (ese otro virus) no es capaz de gestionar.

Ahora y por casi capricho, quiero instalarme también otra máquina virtual corriendo un Mac OS X.

En realidad, las manzanas podridas de MicroSoft y Apple están jugando al bipartidismo con nosotros. ¡Hay otras opciones! Se libre. Se abierto. Se LINUX.

Descárgate UBUNTU completamente gratis y pruébalo hoy mismo. No te vas a arrepentir.

Cámaras de Teléfonos

Sobre la mesaMe encuentro casualmente con un móvil de hace tiempo porque el actual ha dejado de funcionar. Aunque en realidad los móviles sé que están pensados para no funcionar nunca mucho tiempo, me empeño en intentar que su vida sea larga y me acompañen a todas partes a donde voy. Estoy llegando a tener un grado de dependencia de los móviles algo atroz.
Sé que saberlo es el primer paso para poder desprenderse del mal hábito, pero no es suficiente.
He de reconocer que aglutinar en un sólo dispositivo o chisme un teléfono, el correo electrónico, una cámara de fotos, un reproductor de música, un transistor de radio, una grabadora, un vídeo, un pendrive, una agenda de contactos, con datos de direcciones postales, electrónicas, teléfonos, agenda de eventos y actividades, un recordatorio de tareas… es una maravillosa navaja suiza de la tecnología. Siempre me han gustado y con estos móviles de hoy en día he de reconocer que estoy cautivado.
Pero claro, me olvido de que están pensados para no durar.
Recuerdo un documental fantástico de TVE2 sobre la obsolescencia programada y sé que lo sabía. Pero me olvido. Me olvido y me engancho y los uso no tirándolos, claro, así que acumulo dispositivos deliberadamente obsoletos pero que cuando menos te lo esperas te salvan la papeleta y te permiten no tener que ir a una tienda con urgencia a comprar y comprar y comprar un nuevo móvil.
Hoy se me ha estropeado, después de muchos avisos, el Sony-Ericcson que acostumbro a usar y que viene durando ya casi 3 años, cifra record en un teléfono nuevo. Después de probar a hacer distintos encendidos, he dado por terminada su capacidad de reconocer la tarjeta de memoria que me es fundamental para usarlo con todas esas propiedades extra que ahora le pido a un aparatito de estos. Así que puedo decir que está estropeado.
Cambiar de teléfono no es muy traumático, especialmente si tienes la precaución de no cambiar de marca y además haces copias en el PC de los datos que tienes en el aparato. Esto es algo que no me preocupa. Pero claro, te vas acostumbrando a tener una cámara de más pixeles, una gestión del correo electrónico más sencilla e integrada y cuesta deshacerse de esa buena vida. Qué cosas valoramos.
Supongo que por eso hoy no me ha importado nada lo de la mierda de los móviles: me duele mucho más que habitualmente mi fisura anal y tengo que volver a ir al médico.
¿Quién nos ha diseñado con una obsolescencia programada tan malvada?
Me acuerdo de los replicantes de Blade-Runner y no puedo evitar sentirme como uno de ellos preguntándome: ¿Cuánto me queda?
Pero no sé si yo podré aguantar a que me alcance mi destino.
Y no digo más.

Esto no es una broma