El AVE agoniza

No es de extrañar que cierren líneas del AVE. Lo extraño es que este tren tan caro pudiera ser de uso extensible al ciudadano medio. Hace tiempo, las líneas férreas fueron puestas en marcha con el apoyo de gobiernos interesados en generar una infraestructura nacional, no con la finalidad de hacer dinero rápido, sino con la idea de crear una nación poderosa en la que se enriqueciesen diversos sectores. Pero ese tiempo pasó.

Ahora los trenes, las vías, las estructuras, están en manos de empresas más o menos privatizadas (no he conseguido mucha información al respecto de ADIF, pero sé que es así) cuyo único legítimo fin es el de enriquecerse en sí mismas. No la de enriquecer a otros, sino la de ser beneficiosas en sí. Pero esto es tan absurdo como querer que la medicina o la educación sean económicamente rentables. Su objetivo debería verse dentro de un contexto más amplio, más estructural, más transversal y no como un sector más de la economía productiva.

La línea de AVE entre Toledo y Albacete ha sido clausurada. Y dicen que se había utilizado poco y su coste era excesivo. Obviamente, esta línea era bastante prescindible en un estado tan centralizado como España. Eso es evidente. El mapa que se está trazando primeramente es el de la conexión de Madrid con las ciudades de una distancia media (unos 200-300 km de distancia al centro) para luego acercar las de larga distancia (400-600 km). Repito que, en una estructura tan radial como es la española (las carreteras son un buen ejemplo o lo han sido hasta hace bien poco) lo normal es esa estructura en cruz.

Su construcción casi con total certeza tuvo que ver con la oportunidad de ver negocio por parte de la empresa constructora seguida de la oportunidad política (oportunismo) de más de un gobernante autonómico y local.

Pero añado un problema de infraestructura que nunca se tiene en cuenta: una vez llegado al destino al que llega el AVE o similar, lo que no hay es forma de desplazarse a ningún lugar de alrededor en unas condiciones razonables. Es decir, esa estructura en cruz no se reproduce en los centros a los que llega, de modo que la cobertura regional que alcanzan es tan solo lineal y no superficial, como debería ser deseable.

En múltiples ocasiones viajamos a Daimiel (de donde es mi amada mancheguita, mi particular Dulcinea) y no podemos hacerlo a través de Ciudad Real, como sería razonable, porque supone una enorme complicación combinar el viaje a la capital con el desplazamiento desde ella a cualquier municipio de la provincia.

El centralismo madrileño llega a tal grado de estupidez que es más sencillo encontrar medios de transporte para el recorrido Madrid-Daimiel que para el recorrido Ciudad Real-Daimiel. Y este esquema se repite en todas partes donde llega el AVE (salvo, quizá, las contadas excepciones de Barcelona y Sevilla). Es especialmente nefasto el transporte público en ciudades de medio tamaño que están a esa media distancia de Madrid de la que antes hablaba.

Recuerdo con suma envidia el transporte público de Turquía y sus Dolmu?, que pueden llevarte de cualquier punto a los que están cercanos y combinados con una red de transportes más sofisticadas, como la del AVE, serían el complemento perfecto y harían casi innecesarios los desplazamientos privados por carreteras. Pero…

Así las cosas, no miramos ni el precio, la mayoría de las veces, hacemos un absurdo recorrido en autobús de más de 2 horas y media, cuando en AVE o similar, combinado con un autobús o un tren regional, podría ser hecho en 1 hora y media como mucho.

El problema que ha ocasionado el populismo del AVE es el desmantelamiento de la emergente (nunca fue enorme) red ferroviaria española. Es cierto que no tenemos la sencillez para construir que tienen y tuvieron las planicies alemanas y francesas, ni las inglesas con su enorme necesidad de transporte durante la pujante revolución industrial del SXIX, pero es que estamos en peores condiciones que entonces.

Y eso se le debe, en parte, a la desafectación por parte de los usuarios de un medio de transporte de masas en beneficio de los transportes privados. Pero claro, es la opción que teníamos o la absurda del autobús.

Personalmente, espero que la red del AVE siga creciendo, pero no demasiado. Espero que esa red sea algo así como una paralela a las 6 carreteras radiales, pero si no se consigue que desde esos puntos intermedios se pueda desplazar hacia otros puntos cercanos, lo más probable es que acaben siendo obras que no serán utilizadas como deberían y se despilfarrará como en la ocasión anterior, matando moscas a cañonazos hasta que cada pequeño pueblecito tenga su estación de AVE, lo que lo convertirá, por otro lado, en un medio de transporte inoperante, lento, caro y estúpido.

Dejo un mapa de lo que parece que se avecina (si no hay nuevas cancelaciones):

Registros XXX

Hace unos días mi registrador de dominios me envió el siguiente email:

Estimado cliente,

Gandi envía muy pocas veces emails no solicitados, y sólo para casos muy particulares. Hoy nos ponemos en contacto con usted a título excepcional, ya que es un cliente Gandi (con la cuenta JMD24-GANDI) y tenemos una información importante y pertinente por comunicar.

Nuestro trabajo es la gestión de dominios. Es nuestro deber informarle de que una nueva extensión, bastante controvertida, está a punto de aparecer en el mercado público de los nombres de dominio: el .XXX

Esta extensión será, desde el 1 de septiembre de 2011, la extensión principal de los sitios web de la industria del entretenimiento para adultos, principalmente la pornografía.

El Registro encargado de esta extensión da la posibilidad de bloquear el dominio que corresponde con su marca a los propietarios de marcas, para que no sea utilizado para terceros. De este modo estos dominios no pueden ser utilizados para sitios web de carácter pornográfico.

Para dar un ejemplo, nosotros mismos vamos a reservar Gandi.XXX para que nadie pueda comprar este dominio y utilizarlo.

Una de las particularidades de este bloqueo es que en cuanto un dominio ha sido bloqueado se vuelve inutilizable. En cuanto hayamos reservado Gandi.XXX no podremos gestionarlo, ni crear una redirección hacia GANDI.NET: simplemente estará reservado pero no podrá ser utilizado.

La segunda particularidad es que este bloqueo sólo se paga una vez: el precio es de 150€ sin IVA por nombre de marca/empresa que desee bloquear, y no es necesario renovar este bloqueo.

Sin embargo, existen restricciones para poder bloquear un dominio en .XXX: tiene que ser el propietario legal de la marca que desee proteger y suministrar los documentos que lo demuestran. En cuanto los datos hayan sido verificados, y si no existe otra persona con la misma marca que haya efectuado la pre-reserva, el dominio será definitivamente bloqueado al final del periodo de pre-reserva (Sunrise). No se podrá realizar ninguna acción sobre el dominio, ni siquiera un traslado.

Si, en el caso contrario, existe otro candidato con la misma marca que usted, pueden darse dos casos:

– la persona forma parte de la industria del sexo (Tipo A): la solicitud de protección de marca será comunicada a esta persona y le dará la posibilidad de retirar su reserva. Sin embargo, si mantiene la reserva, el dominio le será otorgado (pero el propietario no podrá decir que no sabía que existía una solicitud de bloqueo). La recuperación del dominio deberá realizarse posteriormente por la vía jurídica (ICANN).

– la persona en cuestión también desea la protección del dominio (Tipo B): el Registro tiene en cuenta todas las solicitudes de protección y las registra. Como el dominio está bloqueado, no pertenece a nadie. Tenga en cuenta que el Registro no reembolsa ninguna solicitud de protección, aunque el dominio haya sido registrado por una persona de tipo A.

ATENCIÓN: La protección de la marca sólo será posible durante los 30 días de la Sunrise (del 1 al 30 de septiembre de 2011). Después de esta fecha, las peticiones de protección serán ignoradas. Tenga en cuenta que la apertura general del .XXX está reservada a la comunidad del entretenimiento para adultos, con una verificación sistemática de los registros. Esto significa que la única oportunidad para proteger la marca se presentará durante la Sunrise.

Ya puede efectuar la pre-reserva de su dominio .XXX en Gandi:
http://es.gandi.net/domain/register

Encontrará más información sobre el lanzamiento y las fases de protección del .XXX en el Bar de Gandi:
http://www.elbardegandi.net/post/2011/06/07/Lanzamiento-del-XXX

Cordial saludo
Nicolas Lhuillery
Director de Producto
Gandi – http://es.gandi.net

Y, por supuesto, tuve que leerlo varias veces hasta entender que me debía dar igual. Por un momento, estuve tentado de «bloquear» mi dominio de la posible giusseppe.xxx, pero luego pensé que era una forma burda de sacar dinero de los que teníamos dominios registrados. Ni siquiera tengo registrado giusseppe.com, ni giusseppe.es, ni otros posibles giusseppe.???

Es penoso ver cómo la ICANN ha ido cayendo, como otras tantas instituciones u organizaciones .net en el dominio del mercadeo más absoluto hasta convertir Internet en un mercado de ladrones oportunistas. El mismo que en el «mundo real» si es que alguien sigue pensando que alguna vez ha habido dos mundos distintos o separados.

Recuerdo los tiempos en los que un largo número de dominios estaban a disposición libre, altruista, de los ciudadanos para conocer información y ayudar a su mantenimiento entorno a Internet. Eran los tiempos hippies de la red. Ahora vivimos el neoliberalismo más salvaje y justificable, sin exigencia, en realidad, de ninguna justificación, capaz de demostrar su virtud por su rendimiento económico… incluso no demasiado, ahora que tenemos esta famosa crisis encima… pero ni por esas.

Los tiempos de las utopías parecen haber quedado relegados a unos insumisos bastante poco numerosos, para como están las cosas.

¡Ay, si Tomás Moro levantase la cabeza!

Sobre la gratuidad y el amor al arte

Ya he escrito otras veces sobre la gratuidad en un artículo sobre contenido en internet, sobre software de código abierto, sobre espectáculos y muestras, e incluso en uno dedicado a la ley de oferta y demanda y su relación con la ley Sinde.

Por supuesto, no es un tema que piense por primera vez. Es más, casi diría que es una de mis obsesiones permanentes, si es que una obsesión puede ser de otro modo.

En mi proyecto Lejanías, incluí un texto específicamente dedicado al tema de la financiación, que procedo a citar completo aquí, para contextualizar lo que voy a decir.

Financiación

Lo he hecho por vicio, por puro vicio onanista. Podría decir que por necesidad o por capricho. Lo he hecho porque quise y de la manera que quise. Jamás pensé en reducir costes o en justificar gastos. Nunca pensé en su repercusión ni en su posible utilidad pública o social. Me llevó el tiempo que quise o el que le pude ir dedicando.

En algún momento me sugirieron hablar con el departamento de marketing de RENFE para contar con la compañia como patrocinadora, pero de alguna manera me resultaba contrario al sentido del proyecto: En primer lugar, no son los CERCANIAS los que nos mantienen cerca (ni lejos), así que el nombre y la referencia era sólo casual, aunque origina el proyecto; en segundo lugar, en varias estaciones tuve problemas de acceso para fotografiar e, incluso, escribir, sin autorización. Ahora, terminado el trabajo, no la quiero.

¿Por qué su gratuidad? ¿Es Lejanías un manifiesto en contra de la retribución del trabajo artístico o poético? Definitivamente, no. Contesto subscribiendo la frase de Isidoro Valcárcel Medina: El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar.

Esto no es óbice para que me resulte interesante plantear una reflexión acerca de la subsistencia de los poetas y de su trabajo, que no veo mejor resuelto, hoy día, que en tiempos de Maiakovski. Parecemos abocados a vivir de la caridad institucional, de mecenazgos más o menos razonables (en ocasiones disacordes con la naturaleza misma del proyecto en cuestión) o a la autofinanciación más absoluta, lo que equivale a la desprofesionalización completa del artista o poeta.

Sé lo que es trabajar gratis, hacer donaciones a la sociedad del trabajo personal, como cuando la semana pasada organicé un Seminario sobre maquetación y autoedición, como cuando mes a mes coordino encuentros de lectura, recitales, etc…

Desde la Asociación Cultural Clave 53 estuvimos lanzando muestras gratuitas desde el 2002, dedicadas a la divulgación de la Danza, el Tango, la Poesía, la Performance, el Cine, el Teatro… con una acogida variable.

En ocasiones era difícil convocar, incluso siendo gratuito, a un número de gente interesado en el tema; en primer lugar, difícil conseguir que algunos profesionales ofreciesen su trabajo de manera gratuita, aunque nosotros ofrecíamos nuestro trabajo de coordinación, junto con el espacio (y su alquiler no gratuito) y toda la logística que fuese menester.

En otras ocasiones, como las prácticas de Tango, nos acabó ocurriendo algo divertido: la gente nos pidió pagar. Los asistentes se sentían incómodos ante la generosidad y el cuidado que poníamos en hacer que funcionase y acabaron por pedirnos que, al menos, pusiésemos un bote donde depositar, de alguna forma, su agradecimiento material.

Todo esto vaya por delante para decir que sé de qué hablo cuando hablo de gratuidad.

Por no hablar de las veces que he realizado performances y participado en recitales de manera no remunerada, e incluso en alguna ocasión, con un alto coste económico, como cuando hice la acción en Helsinki que requirió que el desplazamiento y manutención corriesen de mi parte.

He llegado a hacer cursos de Desarrollo de la Creatividad y Poéticas Objetuales gratuitamente, como cuando participé en el Encuentro de Piedralaves, del Círculo Agora. Tan gratis que me costó dinero. Y ya no puedo seguir participando en estas condiciones.

Y, seguramente, seguiré participando y promoviendo muchas de las acciones que hago de manera gratuita, filantrópica, quizá en un intento poco articulado de modificar el comportamiento social con respecto al hecho de intercambio de materias, productos o servicios mediante la retribución directa de dinero.

Claro que creo que otro mundo es posible, pero no exigible y aquí el meollo del artículo después de un laudo exagerado a mi generosidad.

El otro día, a Carmen le reprocharon que convocase en Facebook el evento que realiza desde hace casi 8 años de una práctica de Tango cada último fin de semana de mes por el hecho de que no fuese gratuito, mientras que, en otro lugar pero a esas mismas horas aproximadamente, un colectivo estaba promoviendo un evento similar pero gratuito.

Facebook implica que no puedes dejar de explicarlo, de explicar tu posición al respecto de todo lo que promuevas o divulgues, para evitar el riesgo de que quien lee tu muro sospeche que eres de los que lanza piedras y escondes la mano. Hay que defenderse de los desacuerdos, lidiar con la comunidad en un peligroso estado de vigilancia de tus opiniones por miles de personas con quien te unen distintos tipos de vínculos. Esta es la razón principal por la que no quise realizar este diario en esa plataforma (y su carácter privado es otra de las razones, pero esto es otra historia).

Así que Carmen hubo de contestar, también en alusión a otras cuestiones, como el hecho de evitar solapamientos entre convocatorias de similares características o la dedicación que los profesionales del sector del Tango han de dedicar a labores de divulgación siempre gratuitas.

Y entonces, yo ya un poco cabreado, me preguntaba si aquel que estaba haciendo las recriminaciones a Carmen trabajaba gratuitamente para divulgarse o para fomentar o estimular el crecimiento de la actividad a la que se dedica. Me consta que le dedica tiempo de esfuerzo y dedicación al Tango, pero no deja de ser una afición, algo a lo que se dedica en el tiempo libre y con los recursos que le deja su profesión, aquello de lo cual ingresará, seguramente, una nómina.

Por otro lado, como gestor que fui de un local en Madrid, sé los costes asociados a tener algo abierto en esta ciudad y lo poco que se agradece, la simpleza con la que, desde la mirada de los aficionados, se tiende a exigir más y más servicios a menores precios, incluso, a sugerir que debería ser todo gratis. Y no puede ser.

No es posible mantener un local, ni tampoco una dedicación plena a actividades artísticas o culturales (ni de ningún tipo), de manera gratuita. Como no es posible hacer cine o música gratuita de manera permanente, ni software gratuito y sostenible…

Se puede hacer todo gratis si existe un soporte económico que sustente este esfuerzo, ya sea mediante el trabajo remunerado en otras áreas para realizar este de manera gratuita o tener una renta más o menos nobiliaria que exima de la necesidad de recibir una compensación económica, o que esta renta sea un salario pseudo-funcionarial que sea pagado en concepto de subvenciones (provenientes de la administración pública o entidades privadas). Pero todos estos casos, especialmente los dos primeros, son acercamientos no profesionales al trabajo artístico o cultural. Algo que, sorprendentemente, jamás se plantearía para un vendedor de colchones, por poner un ejemplo.

En cuanto al software, que me fascina que se esté desarrollando fuera de las empresas más o menos especuladoras y monopolizadoras, hay una tendencia creciente a extender el modelo de donación, lo que yo llamo mecenazgo democrático. Cada vez son más los desarrolladores de pequeños paquetes de software que tienen en sus páginas un botón que admite micropagos mediante PayPal. (Yo plagié esta idea para el modelo de financiación de Lejanías y tuve pocos, muy pocos, ingresos, seguramente en breve añadiré esta opción también en este diario/blog).

He pagado por programas gratuitos para gestionar mi envío de correo electrónico a horas específicas, he pagado a Wikipedia para que pueda seguir existiendo, a Wikileaks, he pagado la suscripción Premium de Spotify varios meses, también Megaupload, incluso no necesitándolo, he pagado por algunos pequeños paquetes de software como plantillas para OpenOffice, etc… siempre según mis escasas posibilidades, pero siempre creyendo que es algo que debería extenderse como costumbre, porque forma parte del respeto al trabajo, el reconocimiento a la labor de la que puedo aprovecharme y que deseo que continúe existiendo. Forma parte del planteamiento de un consumidor responsable que debe asumir que sus actos tienen consecuencias: si paga, si aporta una retribución económica a un proyecto que tiene unos costes, este podrá ser mantenido en un futuro (porque, como él, otros también lo harán).

He intentado, incluso, pagar a cadenas de producción norteamericanas por la adquisición online de mis series preferidas, encontrándome con la negativa a aceptar el pago porque provenía de una IP española. He intentado contratar alguna película online española en portales que presumen de tener una buena filmoteca para su disfrute por streaming, pero nunca han tenido la película que andaba buscando. (Responsables de las distribuidoras de cine español y productoras asociadas, pónganse las pilas… que los tiempos han cambiado).

Si en el cine online, la cosa está en pañales, la música está bien resuelta por streaming, por proveedores como Spotify o iTunes (y sus tiendas) o por otros que llevaban más tiempo haciéndolo, como las emisoras de radio, algunas de las cuales han aprovechado formidablemente las posibilidades de Internet (con last.fm a la cabeza).

Pero cuando se plantea cobrar una performance, surgen problemas. Quizá su origen contra-mercantil sea su fosa, esa voluntad de acabar con los abusos que se llevaban a cabo (y se llevan) en el mercado del arte, sea algo que, llevado al extremo, intente convencer de que ha de ser siempre gratis… y no es posible. El lugar en el que se hace tiene un coste que nadie cuestiona que ha de pagarse, el tiempo que se le dedica a planificar, montar y realizar la acción es profesional, en muchos casos, y ha de tener una remuneración si queremos que sea sostenible. La cuestión será cómo realizar esta valoración que le asigne un precio (justo) ¿por horas? ¿por litros de sangre vertida? ¿por lágrimas derramadas o risas? ¿por simpatía, por emoción, por intensidad?… Se abre un difícil debate que intentaré tener en otro momento.

Y a esto sumamos el asunto de la competencia mal entendida, como solapamiento de actividades de similar sesgo. Pero es tan ridículo entrar en esto…

Que existan más de una actividad al mismo tiempo en un ámbito geográfico, lo único que significa es que hay más de una propuesta a la que unirse y ésto es tan interesante, tan sugerente que, aquel que solicite el intento por no solaparse es que no tiene muchas propuestas que hacer.

Amén de que nunca está claro cual de las diversas propuestas debe ser la sacrificada ni que criterio elegir para privilegiar una sobre otra: se habla de que hay que anteponer a las gratuitas y yo digo que no. Al menos, no solo por eso. Que su gratuidad es un interesante estímulo, pero no el único, que hay muchos más factores a tener en cuenta y que los piensa aquel que ha desarrollado o viene desarrollando su actividad en un sector que difícilmente se mantiene dentro de la profesionalidad, como es la gestión cultural.

Por ejemplo, volviendo a la discusión pública de Carmen en FB, si ella dejase de hacer su práctica, podría ocurrir que, después de un tiempo, quien mantiene el local en el que ella realiza su convocatoria no siguiese interesado en las propuestas tangueras por no aportarle un dinero que necesita para funcionar (en el modelo económico actual). Pasado ese tiempo, ese espacio sería un espacio menos a lo largo del año, además de que Carmen misma podría dejar de trabajar gratis (no saca un dinero que justifique su esfuerzo) en la divulgación del Tango entre sus alumnos y otros que están comenzando en el mundo del Tango. Flaco favor para el Tango en Madrid.

¿Por qué criterio o convocatoria decantarse?

Para mí es evidente que por apoyar todas las propuestas que se hagan, que tampoco son tantas para una ciudad como Madrid. Competir, en caso de que tenga que ser usada esta palabra, con otras acciones más pasivas o menos desarrolladoras de la creatividad y la convivencia del respeto a la cultura como es el ver acontecimientos deportivos en televisión o atontecimientos similares.

No hay nada como la efervescencia de propuestas similares para estimular un sector del mercado. Esto es algo que saben perfectamente los bares en Madrid, que tienden a estar cerca porque es más atractiva una zona llena de bares que un bar aislado. Las tiendas de ropa, las tiendas de bricolaje y otros múltiples ejemplos.

Pero siempre quedará quien piense en pequeño, quien no se dé cuenta de lo que cuesta trabajar (de trabajo) en un sector como este de la cultura (que se ha de hacer, parece, por amor al arte), quien se conforme con la gente que ya existe y no sienta que, para transformar los intereses de la sociedad hay que ver la gente que puede llegar a existir, no la que existe.

Y, esta lacra, además, se permiten el lujo de (desde sus humildes opiniones, eso sí) indicarle a los profesionales lo que deben hacer, quizá sin haberse parado demasiado a pensar en lo que realmente hacen ya. (No es el caso de quien mantuvo esta discusión con Carmen y que me ha servido de excusa para esta larguísima entrada en el blog de hoy. Vaya para él todo mi cariño y reconocimiento).

Lo que sí es evidente es que debe haber un debate (que me consta que existe en distintos sectores) sobre la gratuidad y la cultura como sector sostenible. Especialmente importante en época de crisis (no sé si el sector, pero sí su modo de financiación y sostenibilidad).

Facebook y las etiquetas

¿Por qué la gente tiene tanta necesidad de etiquetarte en fotografías en las que no apareces, en notas en las que no estás, en vídeos que no tienen nada que ver contigo?

Sé que es una forma simple de que FaceBook te notifique que esa foto, esa nota, ese vídeo debes verlo porque tiene algo que ver contigo, aunque no sea cierto. Pero FaceBook no es el responsable de esto, es sólo un irresponsable de la irresponsabilidad de los demás, de sus usuarios, en un intento de conseguir que negativo por negativo dé un resultado positivo (I x I = R). Pero no funciona así.

Irresponsabilidad + Irresponsabilidad = 2 x Irresponsabilidad.

Me cansa tener que desetiquetarme. Verbo que, no existiendo, representa una de las primeras acciones de cada día lleva a cabo este sujeto presente: Me desetiqueto de fotos absurdas o convocatorias a eventos, cursos, etc, que sus autores deciden obligarme a ver. Claro, puedo decir que tengo la libertad de borrarme de FaceBook. Así que no les voy a acusar de spam ni nada parecido, pero les pediría un poco de sentido común: si no estoy en una foto, no estoy en esa foto. Es simple, es tautológico.

En lógica, una tautología (del griego ??????????, «decir lo mismo») es una fórmula bien formada de un sistema de lógica proposicional que resulta verdadera para cualquier interpretación

Pero pedir esto en FaceBook resulta hostil, resulta agresivo, así que acepto que sigan haciéndolo para poder seguir haciendo uso de esa herramienta tan poco útil (de momento (seguir y útil)). ¿Por qué la gente tiene tanta pereza a la hora de usar algo como esto? (Respondiendo a una segunda persona) Lo razonable sería (y FB tiene habilitada esa forma) que una foto que quieras que vea me invites a verla compartiéndola en tu muro, en mi muro, por un mensaje… que a un evento me invites a asistir con las herramientas que tiene la creación de eventos, etc. Es decir, usar FB con sentido común… aunque cabe preguntarse que, ¿si tuviésemos más sentido común, usaríamos FaceBook?

manzanas podridas

UNIXes

PC, de Personal Computer, significa ordenador de uso personal, no sólo doméstico, sino también profesional, pero de manera personal, frente a los grandes ordenadores y las pantallas más o menos inteligentes de acceso a ellos, en ocasiones consolas. La primera vez que toqué un ordenador en mi vida (allende los spectrum y spectrum+) fue uno que tenía como sistema operativo UNIX (AIX, de IBM) y lo hice desde una consola de las 5 cinco que tenía simultáneamente conectadas, junto a la pantalla principal en la que se ejecutaba el entorno gráfico XWindows. Era multiusuario nativo, multitarea sin que tuviese que pensárselo y con una gestión de disco, de seguridad, de organización, que hasta ahora no ha sido superado por nada de lo que ha salido después. Fue en 1986.

No fue hasta un año más tarde cuando tuve que trabajar con un PC. Era un 8086 y estaba en una sala abarrotada de otros muchos que funcionaban con alguna versión de DOS (Sistema Operativo de Disco) que debías llevar en un disquete de 5 y 1/4, de los blandos. Era una pantalla negra con letras blancas. Tenía la posibilidad de algún programita que podías hacer en BASIC, después aparecieron (en mis manos) compiladores de FORTRAN 77 y de Pascal. No sería hasta 3 años después que amaría el Lenguaje C y sus posibilidades. ¡Qué curioso! C era un lenguaje que habían inventado los mismos que UNIX, sistema operativo al que estuvo emparentado por muchos años.

Es divertido ver cómo los sistemas operativos evolucionan como una dinastía familiar. Me encanta este árbol genealógico de UNIX que muestra cómo de variado y diferente, a la vez que competitivo, era el mundo X. Pero poco orientado a las arquitecturas x86 (ordenadores personales IBM y «clónicos«).

También de IBM, topé con los grandes (de tamaño y prestaciones) MainFrame 3090. Sus lenguajes de programación basados en «tags» como el que existía para formatear el texto antes de lanzarlo a imprimir son los antecedentes de HTML y todas estas cosas tan modernitas…

Primer modelo de Apple

Y entonces aparecieron los Apple. No sería hasta 1984, cuando de la mano de Steve Jobs y con un anuncio mítico dirigido ni más ni menes que por Ridley Scott, que Mackintosh se presentó como alternativa realista contra los recién nacidos sistemas operativos de Disco que Microsoft e IBM intentaban hacer atractivos en sus pequeñas cajitas de arquitectura 86.

Unos años después aparecen los primeros Linux, aún un poco orientados para programadores y trabajadores del sector, o gente que venga con experiencia en UNIX (yo había trabajado ya en AIX, SUN-OS, Solaris y FREEBSD cuando instalé mi primer RedHat (entonces gratuito) y costaba un poco hacerlo funcionar gráficamente).

Después llegó la diversidad. Los diferentes RedHat (que era mi preferido, incluso llegué a comprarme un libro para su aprendizaje, un libro en papel, absolutamente obsoleto hoy en día), Slackware y los Debian que ni conocía ni quería conocer.

Mientras tanto, la guerra se había desplazado: ya no era Microsoft contra IBM (que, en el mundo de la microinformática sería derrotado hasta pisotearlo), puesto que MS, de Bill Gates, había sabido aprovecharse de la tecnología UNIX:

El primer sistema operativo que la compañía lanzó al público fue una variante de Unix en el año 1979. Adquirido de AT&T a través de una licencia de distribución, Microsoft le apodó Xenix, y alquiló la empresa Santa Cruz Operation para adaptar su sistema operativo a importantes plataformas. Xenix fue cedido a Santa Cruz Operation, que adaptó el sistema para microprocesadores 80286 en 1985, bajo el nombre de SCO UNIX.

Había desplazado a IBM-DOS con su MS-DOS, copiando algunas cosas del OS/2 de IBM, entre otras el Presentation Manager, que llamaría Windows. Salió a la luz en 1990. Ya había muchos mejores entornos gráficos por entonces, como los de Mackintosh o los XWindows, pero se llevó el gato al agua sabiendo competir en un sector en alza: el ordenador personal de la clase media. Baja calidad de procesador, pero barato barato, sin complicaciones en la puesta en marcha que requería Linux y cambiable cada 3 años. Los vendedores de Hardware estaban encantados: MS-windows era su obsolescencia programada vestida de algo que, encima podían cobrar.

La historia de MS Windows es la de un pirata que va robando a quien colabora con él. UNIX primero, luego IBM/Presentation Manager, luego (sin colaborar), el uso de objetos visuales que tenía Mackintosh, para las últimas versiones, ya descaradamente «fusila» el código fuente de varios Linux… pero su campaña de marketing sigue siendo inmejorable. Más que una campaña publicitaria es una campaña de adoctrinamiento, de sumisión, de obligación a seguir siendo fiel a un sistema que nunca ha sido el mejor en todo, salvo en venderse.

Hasta ahora, quiere centrar la lucha contra Mac porque sabe que la tiene ganada. Las manzanas son caras y siempre han sido complejas para gestionarlas. Tanto como Win. Configurar una red TCP/IP con apple era poco menos que una tortura antes del 2000. Además, es una bonita táctica porque nos olvidamos de las posibilidades de usar LINUX.

Los muchos Linux en el «mercado», son gratuitos (salvo decepcionantes excepciones), son sencillísimos y, ahora, vienen cargados de un enorme paquete de programas que permiten sacar el máximo rendimiento a cualquier PC.

Ahora mismo tengo instalado LINUX y funciona maravillosamente UBUNTU 10.10. No necesito nada que no tenga. Tengo todo lo que puedo desear de software. Salvo los reticentes paquetes de programas específicos para dispositivos que los fabricantes declinan hacer para Linux. Pero hay soluciones: puedo instalar máquinas virtuales para los casos más necesarios… ya que, entre otras cosas, muchos de los Windows XP que fueron muriendo me dejaron unas licencias que puedo seguir utilizando. Me he librado de miedo a los virus, de descargas de software pirateado, de tener que pagar una licencia extra si quería utilizar los 4Gb de memoria que Windows VISTA (ese otro virus) no es capaz de gestionar.

Ahora y por casi capricho, quiero instalarme también otra máquina virtual corriendo un Mac OS X.

En realidad, las manzanas podridas de MicroSoft y Apple están jugando al bipartidismo con nosotros. ¡Hay otras opciones! Se libre. Se abierto. Se LINUX.

Descárgate UBUNTU completamente gratis y pruébalo hoy mismo. No te vas a arrepentir.

Cámaras de Teléfonos

Sobre la mesaMe encuentro casualmente con un móvil de hace tiempo porque el actual ha dejado de funcionar. Aunque en realidad los móviles sé que están pensados para no funcionar nunca mucho tiempo, me empeño en intentar que su vida sea larga y me acompañen a todas partes a donde voy. Estoy llegando a tener un grado de dependencia de los móviles algo atroz.
Sé que saberlo es el primer paso para poder desprenderse del mal hábito, pero no es suficiente.
He de reconocer que aglutinar en un sólo dispositivo o chisme un teléfono, el correo electrónico, una cámara de fotos, un reproductor de música, un transistor de radio, una grabadora, un vídeo, un pendrive, una agenda de contactos, con datos de direcciones postales, electrónicas, teléfonos, agenda de eventos y actividades, un recordatorio de tareas… es una maravillosa navaja suiza de la tecnología. Siempre me han gustado y con estos móviles de hoy en día he de reconocer que estoy cautivado.
Pero claro, me olvido de que están pensados para no durar.
Recuerdo un documental fantástico de TVE2 sobre la obsolescencia programada y sé que lo sabía. Pero me olvido. Me olvido y me engancho y los uso no tirándolos, claro, así que acumulo dispositivos deliberadamente obsoletos pero que cuando menos te lo esperas te salvan la papeleta y te permiten no tener que ir a una tienda con urgencia a comprar y comprar y comprar un nuevo móvil.
Hoy se me ha estropeado, después de muchos avisos, el Sony-Ericcson que acostumbro a usar y que viene durando ya casi 3 años, cifra record en un teléfono nuevo. Después de probar a hacer distintos encendidos, he dado por terminada su capacidad de reconocer la tarjeta de memoria que me es fundamental para usarlo con todas esas propiedades extra que ahora le pido a un aparatito de estos. Así que puedo decir que está estropeado.
Cambiar de teléfono no es muy traumático, especialmente si tienes la precaución de no cambiar de marca y además haces copias en el PC de los datos que tienes en el aparato. Esto es algo que no me preocupa. Pero claro, te vas acostumbrando a tener una cámara de más pixeles, una gestión del correo electrónico más sencilla e integrada y cuesta deshacerse de esa buena vida. Qué cosas valoramos.
Supongo que por eso hoy no me ha importado nada lo de la mierda de los móviles: me duele mucho más que habitualmente mi fisura anal y tengo que volver a ir al médico.
¿Quién nos ha diseñado con una obsolescencia programada tan malvada?
Me acuerdo de los replicantes de Blade-Runner y no puedo evitar sentirme como uno de ellos preguntándome: ¿Cuánto me queda?
Pero no sé si yo podré aguantar a que me alcance mi destino.
Y no digo más.

Esto no es una broma