Sangre de mi sangre

Sangre de mi sangre
estampada en la pared.

Mancha
negra y roja
negra y rota
recordando un insomnio.

Vampiridad
asesinada.

Sangre de mi sangre
que será derramada por siempre
para el perdón de mis pecados.

Eran las cinco,
eran las cinco en punto
de la noche
y la bestia seguía matando
mi endeble
tranquilidad.

Sangre de mi sangre
nueva y eterna
células ocres de vida muerta
contra el cerúleo recubrimiento
de la obra de albañilería vertical
que limita mi sueño
de alas infinitas.

No creo en el pecado.
No creo en el sueño eterno.
No creo en la eternidad.
No creo en la verticalidad.
No creo en el infinito.

Pero la bestia,
minuto a minuto,
con su abuso de certidumbre
inyectaba
dolor
en mi incredulidad.

Cartel de presentación de Paraguas

El proyecto ya tiene fecha y lugar de presentación: el 5 de junio del 2022 a las 19:00 en el auditorio de la escuela de música Madrid Music Hall, que dirige Marta Aranda Roig.

He realizado este primer cartel que no acaba de convencerme. Desde luego, es cualquier cosa menos minimalista, como sí que es el libro.

Algo me dice que no será el último y definitivo.

Este es el texto del prólogo del libro, que describe a la perfección en qué consiste, pero no habla demasiado en detalle de las metáforas que me evoca el pensar en paraguas rotos.

Hace más de una década comencé a realizar fotografías de paraguas abandonados por la calle sin la más mínima intervención. Ni los manipulaba, ni editaba las fotografías, ni tan siquiera corregía una posición de los mismos o los rescataba del olvido, del injusto trato con el que alguna persona se había deshecho de ellos.

Ahí estaban, tirados, como llorando en mitad de la calle, en un entorno mayoritariamente urbano, en las proximidades de cubos de basura desbordados por un intento vano de introducir estos elementos en unas papeleras no pensadas para tal fin.

Me acercaba, me detenía, hacía una fotografía, en alguna ocasión más de una, para dejar huella, para dejar constancia del paso por la vida, por la utilidad, de esos enseres rotos, arrancados de su función por una varilla doblada, por una batalla perdida contra el viento, por una repentina mejora del clima.

Ahí quedaban, tras mi retrato, en el velatorio de la calle, en el cementerio de cemento, en la ignominiosa nada, en la desmemoria, tras un fugaz encuentro con una mirada ansiosa de metáforas.

Paraguas rotos.
Tan sólo son paraguas.
Paraguas rotos.

Algo más simple puede que se acabe imponiendo…

Amazon Music y La Polla Records

Me dice la compañía de venta por catálogo más grande del mundo (con permiso de alicosas) que quiere ofrecerme su servicio de música por subscripción y que aún no he utilizado ese servicio suyo (otros sí, lo reconozco con algo de vergüenza).

Para que lo use (sé que saca información personal que luego venderá) me «regala» 5€ en descuentos.

Y no estoy para despreciar 5€. Es triste. Patético.

Así que me aventuro a usarla, sabiendo que en cuanto me «regalen» esos 5€, volveré a seguir usando mi cuenta de Spotify, que dejó de ser de pago para no pagar 5€/mes que no puedo permitirme, pues el incremento de gastos fijos es inaceptable.

Para realizar un pequeño (absolutamente insignificante) acto de rebeldía, he buscado y «sintonizado» algo punky, pero me queda más que patente que «punk’s not dead»

Esto no es serio

Nos dicen que acertemos con «la orgánica», y nos sugieren una serie de protocolos para cumplir y así conseguir que los residuos sean más fácilmente reciclables.

Compramos unos cubos idóneos para ello, que ocupan mucho más que el cubo que teníamos antes de disponernos hace unos meses a cumplir con nuestro deber como ciudadanos modelos que hacen lo que dios manda para luchar contra el cambio climático y otros males que acechan la Tierra.

Pero nadie nos resuelve un par de cosas que luego son necesarias:

El cubo de la basura orgánica en nuestra comunidad de vecinos tiene un pequeño lugar en el fondo del cuarto de limpieza, quedando detrás del de «restos» genéricos, con lo cual nadie (salvo nosotros en un intento denodado por satisfacer la ética ecológica) llega a tirar la basura orgánica en el cubo marrón que siempre suena a vacío cuando recibe nuestra bolsa cayendo desde la distancia.

Lo más probable, me consta, es que la empresa responsable de la limpieza de nuestro inmueble dedique un par de segundos para mezclar ambos cubos y ahorrarse sacar ambos, sabiendo que el daño para el medio ambiente es mínimo, pues una bolsa de basura a la semana (o menos) de orgánica mal tirada no va a ser el fin del mundo.

En resumen: me siento idiota con tanta frecuencia…

Cada día que pasa da más pereza utilizar Facebook

El otro día tardé un rato en encontrar una categoría en la cual pudiese encuadrar un evento como el de nuestros queridos y mensuales N’Clave de Po(esía).

Pues está claro que algo tan sencillo como «cultura», o «lectura» o, para pedir más, «poesía» no iba a estar entre las posibles para elegir. Hube de clasificar el evento como de Artes Visuales, aunque en realidad tiene poco de visual.

Pero además de pasar por ese pequeño cementerio de elefantes en que esta red social se está convirtiendo, me encuentro con lindezas como un mensaje que me dice que «soy una perra hambrienta…» y no sé si reír o si llorar.

Obviamente, sé que es el SPAM y no me preocupo más de lo necesario, pero es terrible que exista este lenguaje y que la red social censure otras tonterías similares. Ay… qué pereza es esto de utilizar redes sociales. ¿Me estaré haciendo a-social?

¿Puede un poeta escribir sobre Ana Rosa?

No soy un experto en «celebritys» ni en el mundo de la farándula televisiva, pero creo recordar que hay un programa llamado «El programa de Ana Rosa», que es conducido por una tal Ana Rosa Quintana (me niego a buscar estas cosas en Internet, así que asumo que estaré en lo cierto).

Hoy, mientras desayunaba con mi amigo, propietario de la librería que más me gusta de Madrid, MenosDiez, me he encontrado mirando esta pared que sostenía algunas de las lecturas menos apasionantes que conozco, pero me ha sorprendido su titular:

ANA ROSA, su día a día antes de su …

y me ha dado por acordarme de otro amigo, mi muy querido Adolfo Álvarez, que trabaja al otro lado de estas cosas que, habitualmente, me espantan. Él me invitó hace décadas a una mesa redonda sobre la trascendencia en el sector de una producción como Gran Hermano, a la que acudí en calidad de poeta y tras la que escribí un artículo titulado «Los verdaderos protagonistas del Gran Hermano».

Lo que me ha sorprendido de este titular es pensar que Ana Rosa, que habitualmente está explotando la información similar a la que invita a leer el Diez Minutos, es el objeto explotado. Su vida expuesta (seguramente con su propia aquiescencia, por supuesto) pasa a ser el motivo y no el sujeto que expone la de otras personas, como esa tal I. Pantoja, que no creo que tenga un programa en el que ejercer de sujeto activo.

Mientras escribo esto pienso en Bertín Osborne, que pasa también de un lado al otro de un espejo que, quizá, solo yo creo que existe y hace tiempo que puede que no exista. ¿Es esto un cambio de paradigma en este tipo de, llamémosla, información?

Dejo aquí el texto que escribí a finales del año 2000, sí, hace la friolera de 22 años:

Los verdaderos protagonistas del Gran Hermano.

Muchos han seguido desde el primer día este producto televisivo que está llamado a ser un punto de inflexión en lo que se viene a denominar mass media. Otros, se han unido después motivados por las innumerables discusiones y polémicas suscitadas, incluyendo: análisis de mercados, estudio de cliente que, cada vez más, es usuario, enfocados desde distintos puntos de vista como lo psicológico, social, económico, cultural, etcétera.

Hace un par de semanas, fui invitado a uno de estos debates organizado por profesionales del sector y me llamaron la atención algunos de los puntos tratados.

Se habló de la tendencia a una televisión más interactiva, más bilateral, en la que la participación del espectador afecte más al resultado, al tiempo, evidentemente, que este muestra más información sobre su propia y privada personalidad. Hablándose de Internet y nuevas tecnologías, se examinaron temas como la disponibilidad en varios canales simultáneos y complementarios las 24 horas del día con lo que el consumo de este tipo de productos puede aumentarse al máximo.

A nadie se le escapa que, ante estos dos retos, una Internet redimensionada, global y omnipresente, verdaderamente portátil, basada en UMTS, resulta ser sin lugar a dudas, la solución. Estamos hablando de lo que se conoce actualmente con el nombre de telefonía de tercera generación.

Ahora bien, sumemos a estos dispositivos un GPS (sistemas eficientes para localización geográfica), un gestor de contenidos que permita una eficaz personalización de la información, una sectorización altamente detallada de la población y unas leyes orgánicas de protección de datos poco o nada divulgadas y de un hermetismo casi absoluto.

Todo este cóctel más o menos ininteligible es el sueño dorado, la panacea, de un buen profesional del marketing directo.

De otros usos que se puede hacer de esta hábil herramienta de control de usuarios-clientes-personas, mejor no hablar pero cualquiera puede imaginar lo que supondría la utilización por parte de un criminal de esta información.
A su vez, también resulta un arma muy firme en manos de un poder ejecutivo que ningún gobierno totalitario en el mundo hubiese codiciado tener a su alcance.

Por otro lado, hace ya tiempo que en las calles de Madrid existen cámaras rodando las 24 horas al día nuestro comportamiento y no sólo el del vándalo manifestante que se regodea destruyendo una farola. Se están aprobando leyes que permiten grabar y analizar el contenido de todas nuestras comunicaciones, tanto de voz como de datos y no sólo los accesos a web del pedófilo de turno.
Es conocido hasta por las películas de serie B que la telefonía celular permite de modo simple su intercepción por parte de terceras partes sin la aprobación ni conocimiento de los interlocutores. El FBI ya ha instalado su controvertido software Carnivore, creado explícitamente para inspeccionar nuestra correspondencia electrónica privada.

En resumen, no estoy hablando de una novela de Orwell, estamos siendo observados, localizados, todas nuestras comunicaciones son espiadas, son conocidos todos nuestros datos, gustos, tendencias políticas, religiosas, sexuales, culturales, somos, en definitiva, los verdaderos protagonistas del Gran Hermano, pero nadie nos ha preguntado si queríamos serlo, no está levantando debates de ningún tipo, los mass media no parecen considerarlo noticia, no nos van a pagar nada por ello y, sobre todo, esto no termina cuando termina una serie de televisión.

Dedicado a mi amigo
Adolfo Álvarez de Telecinco.

Giusseppe, M-20001127

Ahora tengo un móvil en el bolsillo que ha hecho que esta distopía que narraba en el artículo no sea sino una pequeña muestra de lo que llegó… y de lo que está por llegar ya prefiero no hablar.

Quema la vida

quema el té
quema el agua hirviendo bajo mi piel
quema la vida

todo quema
todo arde
todo incendia

la vida late
la vida lata
la vida luto

quema la vida
quema la sangre
quema el té

quiero hacer una infusión de pasado con la que calentar mi futuro
quiero hacer una infusión de futuro con la que orientar mi presente
quiero hacer una infusión de presente con la que quemarte el sueño

trío de sinsentidos
trío de soledades
trío de ternas

el tiempo
mientras tanto
sigue su camino.

Esto no es una broma